Por si no había quedado claro: ¡el gas usado por las tropas rusas mató a los rehenes!

Así de claro. Más de 100 rehenes del teatro de Dubrovka fueron matados por las tropas rusas, por accidente se supone. De los más de 700 liberados, más de 500 siguen intoxicados en los hospitales moskovitas, las bajas pueden aumentar. Gran éxito el de Putin.

Y luego va el Aznar y le felicita por el éxito de la operación, como Bush y Sharon, que bonito, al menos podía haberlo hecho a titulo personal. El que hayan grupos terroristas, es cierto, el que hayan ejércitos que no convergen con el eje del bien, pues también es cierto, pero el convertir nuestras democracias en verdaderas dictaduras ya es un disparate, y muy peligroso. Yo soy de los que prefieren crímenes en la sociedad como mal menor, como algo a solucionar, que la existencia de un estado autoritario que dispone del monopolio de la violencia en detrimento de todos los ciudadanos, no me gustan las dictaduras. Si tomamos lo sucedido en Moscú como un éxito en contra de grupos terroristas vamos apañados, con policías y soldados así, no hay que temer a los terroristas.

El misterioso gas paralizante empleado por las fuerzas rusas se dice que puede ser parecido al gas sarin, vamos, armas químicas directamente, las mismas que empleo Sadam Hussein en contra de los kurdos en las montañas. Mientras el personal se va enterando de lo que paso en Drubrovka, de lo que puede porque la censura es brutal en Rusia, los ex rehenes siguen en los hospitales intoxicados, no se les permite mantener contacto con nadie. Los médicos no saben que hacer, ¿cómo van a saber que hacer si no saben cual es el veneno? Lo peor es que para cuando el ejercito ruso desvele el secreto, si hay suerte de encontrar remedio y tratamiento, muchos habrán muerto. Alguien podría pensar que es parte de un macabro experimento de nuevas armas. Y si, que si, que todo esto es tal cual lo cuento, los hechos son así, y las especulaciones: es que no hay que darle mucho al tarro para que salgan por todas partes, es increíble, pero estamos presenciando que todo vale para no mover, ni cuestionar lo establecido, es la ley del más fuerte, la ley del nihilista destructor, que eso es lo que és Putin. Ni el valor de la vida de los rehenes ni nada, al Estado no se le pone en jaque, cueste lo que cueste.

Lo más lamentable de todo esto es que parece ser que se ven los hechos como algo normal, algo justificado, y máximo se puede aludir a errores en las formas, lo más intolerable es que estamos asistiendo a la llegada de regímenes autoritarios y a la perdida de las libertades en todo el mundo, las pruebas: en el día a día.

Marlowe. Barcelona. 28 Octubre 2002.

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