¡Consume en el nombre de Dios! - por Francesc Sánchez
"Hay por ahí una polémica mediática, con más o menos fundamento, que viene a criticar la pérdida de las esencias religiosas en algunas representaciones de los ritos que se realizan por estas fechas con motivo de los festejos navideños."
Homilía per Nadal
¡Consume en el nombre de Dios! - por Francesc Sánchez
Hay por ahí una polémica mediática, con más o menos fundamento, que viene a criticar la pérdida de las esencias religiosas en algunas representaciones de los ritos que se realizan por estas fechas con motivo de los festejos navideños.
Resulta que en algunas ciudades han reconvertido el Belén en algo postmoderno, omitiendo las figuras esenciales del rito cristiano del nacimiento del niño Jesús, poniendo en su lugar fotografías de personas corrientes, o simples bonitos paisajes invernales.
Se acusa a diferentes ayuntamientos, y también al propio gobierno central, de subvertir los valores cristianos de la Navidad en favor de un laicismo nihilista y poco respetuoso con los creyentes. Algo así como que Zapatero nos ha robado la Navidad. Esto, según los talibanes de la Conferencia Episcopal, forma parte del ataque por parte del gobierno de izquierdas a la iglesia y a los creyentes.
Más allá de ésta –esperemos- efímera polémica, el compañero Rafael nos reflexiona sobre la pérdida del valor y el significado de la costumbre del olentzero *(1). Vale la pena leerlo y ver hasta que punto, en este caso, en Euskadi y Navarra se ha transfigurado una primitiva costumbre.
Yo lejos de profundizar en materia, y de saber si alguna vez estos festejos tuvieron cierto significado y posititivad social, no puedo dejar escapar ésta ocasión para volver a aflorar una verdad conocida por todos, pero no por ello menos importante. La de que en el mundo de hoy, en nuestras sociedades, si hay algo que fundamenta estos festejos es el ritual consumista.
Conforme se acercan las fechas señaladas una homilía (*2) de propaganda escrita, sonora y visual, inunda los medios de comunicación incitando al pecado del consumo. Es entonces cuando, como borregos y ovejas conducidos por los pastores, acudimos a los centros comerciales. Estas nuevas catedrales nos ofrecen innumerables capillas especializadas en todo tipo de productos a los que poder rezar, y en cierta forma –si nos paramos a pensar bien- renacer de nuestras cenizas sociales.
Y de forma irracional, mística, nos ponemos consumir. Las más de las veces nos daremos con un canto en los dientes cuando, después de habernos dejado llevar por las ofertas, poco después los precios hayan bajado o los productos ya hayan quedado obsoletos. En ningún momento nos planteamos por qué tenemos que comprar productos de valor añadido en estas fechas y no en otras. Por qué tenemos que regalar a nuestros seres queridos todo tipo de mercaderías, en lugar de emitirles cheques al portador, o hacerlo en cualquier otra fecha.
En estas fechas también se adquieren productos orgánicos que degustamos en las fechas señaladas, verdaderos manjares, algunos de los cuales no volveremos a paladear hasta que lleguen de nuevo las Navidades. De ciclo en ciclo, teniendo todo ello una verdadera explicación tanto social como económica.
Tomemos el caso de las botellas de cava, o del turrón. En estas fiestas se venden más botellas de vino espumoso que en el conjunto del resto del año; el turrón, los mazapanes y los polvorones, prácticamente se elaboran exclusivamente para estas fechas. La pérdida de la costumbre en la toma de estos productos, y otros de similares, haría necesaria una reconversión de una importante parte del sector alimenticio en muchos lugares de España. Con los grandes centros comerciales, dispensadores tanto de estos productos orgánicos, como de otros consumibles para los usos más insospechados, pasa algo parecido. Es durante estas fechas cuando más caja hacen estos templos de la mística de mercado.
Todo esto forma parte de la apropiación simbólica y social, me atrevería a decir religiosa de las costumbres y celebraciones de estas fechas. Aparentemente en nada se parecen pues las Navidades de hoy en día, a las que se celebraban hace siglos en las tierras de Iberia en la Edad Media, o más allá en los años en Oriente Medio y en Escandinavia. ¿Realmente se celebraba antes la Navidad? ¿En que medida era influida ésta, aparte de por unos valores y costumbres -hoy aparentemente extinguidos-, por la mercadotecnia? Muchas incógnitas.
Pero lo que hay hoy que mantener es que los actuales festejos de la Navidad entrañan cierto grado de destrucción social en el terreno laboral, convirtiéndose en vergonzante cuando algunos medios de comunicación manifiestan que “estas fechas son una oportunidad para que los jóvenes puedan ganarse un buen sueldo”. Busquen y comparen, y si encuentran algunas excepciones, hagan la regla y véndanles la moto a los jóvenes para sermonear en los centros comerciales.
En estos centros comerciales, donde los guardias pegan palizas y secuestran a presuntos ladrones *(3), donde se pervierten las palabras de la Navidad al explotar a los jóvenes laboralmente, y en dónde sólo hacen negocio unos cuantos ¿En qué lugar quedan pues los valores cristianos? La Conferencia Episcopal calla, luego otorga que usen el nombre de Dios en vano.
No se enorgullezcan los laicos y sindicalistas, pues muchos son también colaboradores de estas cuestiones. Callan, otorgan, y colaboran con las presentaciones de sus libros, sus conferencias –todas ellas de gran nivel intelectual- y hasta sus convenios, en estas nuevas catedrales.
Cubramos un tupido velo, eso si cristiano y buen europeo -laico si es menester-, ante el verdadero sentido de la Navidad en nuestros días. Alabado sea el señor.
*(1)Origenes perdidos: - Necesitamos un verdadero olentzero - por Rafael Pérez Ortolá
*(2) homilía - Es decir, semejante a sermón, en catalán
*(3) Cuento Navideño: El actor Enrique Alcides denuncia haber sido agredido y 'secuestrado' por vigilantes en la FNAC - (Ir al periódico El Mundo)
Francesc Sánchez - Marlowe.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 22 Diciembre 2004.
Homilía per Nadal
¡Consume en el nombre de Dios! - por Francesc Sánchez
Hay por ahí una polémica mediática, con más o menos fundamento, que viene a criticar la pérdida de las esencias religiosas en algunas representaciones de los ritos que se realizan por estas fechas con motivo de los festejos navideños.
Resulta que en algunas ciudades han reconvertido el Belén en algo postmoderno, omitiendo las figuras esenciales del rito cristiano del nacimiento del niño Jesús, poniendo en su lugar fotografías de personas corrientes, o simples bonitos paisajes invernales.
Se acusa a diferentes ayuntamientos, y también al propio gobierno central, de subvertir los valores cristianos de la Navidad en favor de un laicismo nihilista y poco respetuoso con los creyentes. Algo así como que Zapatero nos ha robado la Navidad. Esto, según los talibanes de la Conferencia Episcopal, forma parte del ataque por parte del gobierno de izquierdas a la iglesia y a los creyentes.
Más allá de ésta –esperemos- efímera polémica, el compañero Rafael nos reflexiona sobre la pérdida del valor y el significado de la costumbre del olentzero *(1). Vale la pena leerlo y ver hasta que punto, en este caso, en Euskadi y Navarra se ha transfigurado una primitiva costumbre.
Yo lejos de profundizar en materia, y de saber si alguna vez estos festejos tuvieron cierto significado y posititivad social, no puedo dejar escapar ésta ocasión para volver a aflorar una verdad conocida por todos, pero no por ello menos importante. La de que en el mundo de hoy, en nuestras sociedades, si hay algo que fundamenta estos festejos es el ritual consumista.
Conforme se acercan las fechas señaladas una homilía (*2) de propaganda escrita, sonora y visual, inunda los medios de comunicación incitando al pecado del consumo. Es entonces cuando, como borregos y ovejas conducidos por los pastores, acudimos a los centros comerciales. Estas nuevas catedrales nos ofrecen innumerables capillas especializadas en todo tipo de productos a los que poder rezar, y en cierta forma –si nos paramos a pensar bien- renacer de nuestras cenizas sociales.
Y de forma irracional, mística, nos ponemos consumir. Las más de las veces nos daremos con un canto en los dientes cuando, después de habernos dejado llevar por las ofertas, poco después los precios hayan bajado o los productos ya hayan quedado obsoletos. En ningún momento nos planteamos por qué tenemos que comprar productos de valor añadido en estas fechas y no en otras. Por qué tenemos que regalar a nuestros seres queridos todo tipo de mercaderías, en lugar de emitirles cheques al portador, o hacerlo en cualquier otra fecha.
En estas fechas también se adquieren productos orgánicos que degustamos en las fechas señaladas, verdaderos manjares, algunos de los cuales no volveremos a paladear hasta que lleguen de nuevo las Navidades. De ciclo en ciclo, teniendo todo ello una verdadera explicación tanto social como económica.
Tomemos el caso de las botellas de cava, o del turrón. En estas fiestas se venden más botellas de vino espumoso que en el conjunto del resto del año; el turrón, los mazapanes y los polvorones, prácticamente se elaboran exclusivamente para estas fechas. La pérdida de la costumbre en la toma de estos productos, y otros de similares, haría necesaria una reconversión de una importante parte del sector alimenticio en muchos lugares de España. Con los grandes centros comerciales, dispensadores tanto de estos productos orgánicos, como de otros consumibles para los usos más insospechados, pasa algo parecido. Es durante estas fechas cuando más caja hacen estos templos de la mística de mercado.
Todo esto forma parte de la apropiación simbólica y social, me atrevería a decir religiosa de las costumbres y celebraciones de estas fechas. Aparentemente en nada se parecen pues las Navidades de hoy en día, a las que se celebraban hace siglos en las tierras de Iberia en la Edad Media, o más allá en los años en Oriente Medio y en Escandinavia. ¿Realmente se celebraba antes la Navidad? ¿En que medida era influida ésta, aparte de por unos valores y costumbres -hoy aparentemente extinguidos-, por la mercadotecnia? Muchas incógnitas.
Pero lo que hay hoy que mantener es que los actuales festejos de la Navidad entrañan cierto grado de destrucción social en el terreno laboral, convirtiéndose en vergonzante cuando algunos medios de comunicación manifiestan que “estas fechas son una oportunidad para que los jóvenes puedan ganarse un buen sueldo”. Busquen y comparen, y si encuentran algunas excepciones, hagan la regla y véndanles la moto a los jóvenes para sermonear en los centros comerciales.
En estos centros comerciales, donde los guardias pegan palizas y secuestran a presuntos ladrones *(3), donde se pervierten las palabras de la Navidad al explotar a los jóvenes laboralmente, y en dónde sólo hacen negocio unos cuantos ¿En qué lugar quedan pues los valores cristianos? La Conferencia Episcopal calla, luego otorga que usen el nombre de Dios en vano.
No se enorgullezcan los laicos y sindicalistas, pues muchos son también colaboradores de estas cuestiones. Callan, otorgan, y colaboran con las presentaciones de sus libros, sus conferencias –todas ellas de gran nivel intelectual- y hasta sus convenios, en estas nuevas catedrales.
Cubramos un tupido velo, eso si cristiano y buen europeo -laico si es menester-, ante el verdadero sentido de la Navidad en nuestros días. Alabado sea el señor.
*(1)Origenes perdidos: - Necesitamos un verdadero olentzero - por Rafael Pérez Ortolá
*(2) homilía - Es decir, semejante a sermón, en catalán
*(3) Cuento Navideño: El actor Enrique Alcides denuncia haber sido agredido y 'secuestrado' por vigilantes en la FNAC - (Ir al periódico El Mundo)
Francesc Sánchez - Marlowe.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 22 Diciembre 2004.