Los norteamericanos deben marcharse - por Francesc Sánchez

“¡Gentes –exclamaba-, no le creáis, él no es de los nuestros! No piensa en vosotros sino en él mismo y en los que le dan órdenes. ¡Está vendiendo nuestro país, nos está vendiendo a todos! ¡El sha debe marcharse!” *


Partidarios de Muqtada Al Sadr en Najaf,
el mausoleo de del imán Ali al fondo - AP

Análisis - El factor chiíta en la guerra de Iraq
Los norteamericanos deben marcharse - por Francesc Sánchez

“¡Gentes –exclamaba-, no le creáis, él no es de los nuestros! No piensa en vosotros sino en él mismo y en los que le dan órdenes. ¡Está vendiendo nuestro país, nos está vendiendo a todos! ¡El sha debe marcharse!” *

Iyad Alaui no es el sha de Persia pero debe marcharse porque no ha sido elegido democráticamente por el pueblo iraquí, es un colaborador pleno con la potencia ocupante, y profiere amenazas a los países soberanos de la región.

Muqtada Al Sadr no es Jomeimi pero quizá –bajo la percepción iraquí, sobre todo chiíta- represente una de las pocas esperanzas para la inmensa mayoría del pueblo iraquí que quiere la retirada de las tropas norteamericanas, una nación soberana y evidentemente, mejorar su calidad de vida.

Muqtada Al Sadr de momento no ha dicho que Alaui deba de marchase, pero sí se lo ha dicho a los norteamericanos, no deja de decirlo desde que se dio a conocer en los medios de comunicación. Tiempo al tiempo.

Alaui, ciertamente es iraquí. Lo que pasa con él es lo que pasa con la mayoría de marionetas puestas por Washington en Bagdad para escenificar el papel de políticos: son personas como Ahmed Chalabi de dudosa procedencia, implicadas en intentonas golpistas por medio de la CIA, y lo más importante en Alaui: desde principios de los años 70 no vive en Iraq, con lo cual su conocimiento y popularidad en el país son insignificantes.

Alaui era un integrante del partido Baaz que a principios de los años 70, después de diferentes desavenencias políticas, emigro voluntariamente al Reino Unido, donde peligró su vida –lo intentaron asesinar- . Es donde estuvo conspirando con otros disidentes para derrocar al gobierno iraquí. Gracias a la CIA y a un yerno de Saddam tuvo su oportunidad en el año 1996, el golpe resulto ser un estrepitoso fracaso. Hoy desde el pseudo gobierno de Iraq, a falta de Ahmed Chalabi –demasiado incomodo para los norteamericanos por sus implicaciones en el crimen organizado del nuevo Iraq- ocupa la primera posición del Consejo Nacional Iraquí.

Alaui no escatima energías para hacer cumplir la ley que le ha sido encomendada desde Washington, arremete contra la resistencia, ejecuta y tortura a detenidos, y amenaza a los países soberanos de la región con invasiones norteamericanas si ayudan a los terroristas, termino que usa para hablar de la resistencia.

Muqtada Al Sadr es hijo del gran ayatola Mohamed Sadik Al Sadr, asesinado en Bagdad con dos de sus hijos en 1999 –presuntamente- por la policía secreta iraquí. Sadik Al Sadr contribuyó a preservar las wilayas –departamentos- chiítas del sur del país, siguiendo el legado creado por su ascendiente Muhammad Baquer Al Sadr.

El creador de las wilayas en Iraq, Baquer Al Sadr fue también el creador del partido Dawa, la principal fuerza política chiíta antes y durante –en la clandestinidad- el periodo de Saddan Hussein. Su muerte provocada por el régimen del partido que después sería único, fue derivada de la prohibición que hizo a los chiítas de afiliarse al partido Baaz, este hecho desencadenó la desconfianza entre la población chiíta del sur del país hacía el poder de Bagdad y fue la antesala de los alzamientos posteriores. Con la muerte de los principales Al Sadr, la familia Al Joi se posicionó en la primera línea del poder religioso chiíta del centro-sur del país.

El gran ayatola Abú Al Kassem Al Joei fue el mentor de la figura de Al Sistani, el que ostenta la máxima autoridad religiosa chiíta en el Iraq de nuestros días. El hijo de Al Kassem, Abdel Mayid Al Joei, poco tiempo después de la invasión norteamericana fue asesinado al parecer por seguidores de Muqtada Al Sadr.

Al Sistani es una persona de avanzada edad, y actualmente se encuentra en el Reino Unido convaleciente de una operación quirúrgica. Su posición ante el nuevo gobierno iraquí y la invasión norteamericana es un tanto ambigua, pero cuenta con el beneplácito de la jefatura religiosa iraní.

Por estas cuestiones, el cerco a Najaf de estos últimos días, y la tramitación de la entrega de las llaves de la mequiza-mausoleo del imán Alí por parte de Muqtada a Sistani se encuadra claramente en una lucha de poder religioso en Iraq.

Muqtada Al Sadr se alzó en armas hace meses formando el ejercito de Al Madhi, miles de fieles seguidores del chiísmo más radical que hoy tienen como objetivo luchar al lado de las demás resistencias para conseguir la retirada de Iraq del ejercito norteamericano. Sus ámbitos de actuación están en Najaf, Kerbala, y en ciudad Sadr en el mismo Bagdad, pero tienen fuerza y simpatía social en todo el sur del país, incluyendo la ciudad de Basora –segunda ciudad en importancia del país- donde la población les apoya abiertamente.

Entre informaciones y contrainformaciones varias, trasluce que Muqtada Al Sadr no tiene ninguna intención de desmantelar el ejercito de Al Madhi, ni tampoco de integrarse en el nuevo gobierno iraquí ideado por Washington, y es lógico. Muqtada Al Sadr pretende ser la máxima autoridad religiosa chiíta en Iraq, y esto tal cual están las cosas en Iraq y las intenciones de Muqtada, puede ser mucho más importante que formar parte de un gobierno creado por los que han invadido el país.

Muqtada pese a ser consciente de la diversidad tanto cultural, religiosa y política que existe en Iraq tiene en mente el modelo político, religioso, y social de la República Islámica de Irán, pretende así pues, ser la máxima autoridad política del país como en sus tiempos lo fue Jomeimi.

El conjunto de contradicciones y juegos de Muqtada hay que enmarcarlos en la posición que Irán juega en el chiísmo iraquí y las posibilidades de llevar a cabo su movimiento político. Muqtada es consciente de que una implicación iraní en el actual Iraq puede representar una sustentación de sus tesis tanto religiosas como políticas, pero al mismo tiempo es consciente de la existencia de Al Sistani y la no grata posibilidad de vasallaje hacia Teherán del posible futuro Iraq chiíta.

Fuera de la clave estrictamente chiíta hay que mantener que la realidad del Iraq actual dista bastante del país vecino gobernado por los ayatolas. La existencia, tanto dentro del nuevo gobierno provisional como en las resistencias, de representación de los diferentes grupos sociales, religiosos y políticos hace inviable a corto plazo las intenciones del chiísmo más radical de convertir Iraq en una república islámica.

En cambio a medio y largo plazo, sobre todo mientras continúe la invasión y la guerra de resistencias, todo puede ser posible. Atentos a este mensaje:

“¡En nombre de Alá misericordioso!
¡Gentes!
¡Despertad!
Desde hace diez años el sha habla de desarrollo. Sin embargo, el pueblo entero está falto de las cosas más elementales. Hoy el sha promete cosas para los próximos veinticinco años. Pero el pueblo sabe que las promesas del sha no son más que palabras vacías. La agricultura ha sido destruida, ha empeorado la situación de los obreros y de los campesinos, la independencia de nuestra economía es una ficción. ¡Y ese hombre se atreve a hablar de revolución! ¿Qué revolución es aquella que paraliza las fuerzas vitales de un pueblo y lo somete, junto con su cultura, a una dictadura extranjera? Hago un llamamiento a los estudiantes, a los obreros, a los campesinos, a los comerciantes y a los artesanos para que se alcen en lucha, para que creen un movimiento de resistencia. Y quiero aseguraros que este régimen está a punto de caer.
¡Gentes!
¡Despertad!
¡En nombre de Alá misericordioso!”*

De momento Alaui no lleva diez años hablando de desarrollo, pero sí, efectivamente el pueblo está falto de las cosas más elementales. Hoy Alaui promete a los iraquíes que traerá la democracia y que todos vivirán en la prosperidad y la abundancia. El pueblo en Iraq me temo que desde hace ya mucho tiempo sabe que las promesas son palabras vacías. La agricultura y la industria fueron esquilmadas por la guerra contra Irán, la primera guerra del Golfo, los 12 años de embargo de las Naciones Unidas y la actual guerra; la situación de los obreros y de los campesinos desde que cayó el Estado, con la entrada triunfal de los norteamericanos en Bagdad, ha descendido hacía los mínimos, la mayoría de iraquíes sigue sin trabajo después de más de un año de ocupación. La economía iraquí evidentemente es una ficción, se basa en la explotación de sus hidrocarburos –con el sentido normal y con el doble sentido hacerlos explotar-, los que hoy están en manos de los norteamericanos, y en el crimen organizado, también en gran medida potenciado y permitido por estos últimos. Esta debe ser la liberación de la que hablaba George W. Bush al embarcar a medio mundo en la guerra. ¿Qué liberación es aquella que mata, tortura, e ilegaliza a las fuerzas vitales de un pueblo y lo somete, junto con su cultura, a una dictadura extranjera? Sorprendente la semejanza con el mensaje añejo de Jomemi.

Con la existencia de estos contundentes argumentos, que muestran a groso modo algunas de las realidades que existen hoy en Iraq, es muy normal que en su momento Saddan Hussein, y ahora Al Sadr hayan llamado a los estudiantes, artesanos, campesinos, comerciantes y militares para que se alcen en armas, y creen un movimiento de resistencia contra el invasor.

En el vecino Irán, los ayatolas no se alzaron solos en armas. Salvo las clases medias y altas creadas entorno al sha por los ingresos del petróleo, los izquierdistas y demócratas se reunieron y confabularon en las mezquitas para rebelarse contra el poder. Huido y caído el sha, los ayatolas fueron purgando todas las disidencias hasta constituir la actual República Islámica de Irán.

Lo importante, lo que nos atañe hoy es que el poder religioso en el vecino Irán fue el que canalizó todas las fuerzas vivas del país hacia la Revolución Islámica. Muqtada Al Sadr y su ejercito de Al Madhi, tarde o temprano seran la punta de lanza del alzamiento masivo de los chiítas, y también del resto de resistencias.

“¡El sha debe marcharse!
No discutaís, no gastéis saliva, no arregléis nada, nada salvéis. Todo eso carece de sentido, nada cambiará, es un esfuerzo inútil, una ilusión. Tan sólo podremos seguir sobre los escombros de la monarquía; no existe otro camino.
¡El sha debe marcharse!
No esperéis, no os detengáis, no os durmáis.
¡El sha debe marcharse!” *

Los iraquíes, incluidos muchos de los que forman parte de ese consejo de los 1.300 en Bagdad saben bien estas cuestiones. En cuanto al futuro de Iraq, ya es otra cuestión mucho más compleja.

* Mensajes del ayatola Jomemi lanzados meses antes de los alzamientos de la población iraní en contra del sha de Persia, Mohammed Reza Pahlevi.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital. 23 Agosto 2004.

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