Una entrevista a Pedro Prieto
Con motivo de la VII Conferencia de ASPO hemos querido hacerle unas cuentas preguntas a Pedro Prieto, colaborador de El Inconformista Digital, y coeditor de Crisis Energética, el blog de referencia de ASPO en español.
Pedro es ingeniero técnico de telecomunicaciones (Madrid, 1972) y ha trabajado en el sector de las telecomunicaciones, primero con ITT y después con Alcatel durante 32 años. Ha trabajado principalmente en países exportadores de petróleo, gas y carbón. - seguir leyendo
En la actualidad es consultor de energías renovables y presidente de Tietar Solar, S. L. y Energías del Tietar, S. L., sociedades que operan en el activo mercado fotovoltaico en España, vinculadas con unos 20 MW de plantas solares fotovoltaicas. También es coeditor de Crisis Energética, el blog de referencia de ASPO en español y miembro de Científicos por el Medio Ambiente (CiMA).
Sección Ciencias y Ecología
Una entrevista a Pedro Prieto
Francesc (F): ¿Qué son ASPO y AEREN?
Pedro (P): ASPO son las siglas en inglés de The Association for the Study of Peak Oil and Gas, esto es, la Asociación para el Estudio del Cénit (de la producción mundial) del petróleo y del gas. Se trata de una organización que se creó en el año 2000 y tuvo la primera reunión internacional en el año 2002 en Uppsala (Suecia). Está formada por geólogos y científicos de todo el mundo, generalmente independientes de la gran industria y de la clase política de sus respectivos países, cuya misión es muy sencilla:
1. Evaluar la dotación mundial y definición de petróleo y gas
2. Estudiar el agotamiento, teniendo en cuenta la economía, la demanda, la tecnología y la política;
3. Elevar la conciencia de las graves consecuencias del declive del petróleo y el gas para la Humanidad.
Esta Asociación comenzó con muy pocos miembros y hoy existen más de 30 organizaciones nacionales de ASPO, todas ellas sin ánimo de lucro, entre ellas en España. Hay en Internet cerca de 5 millones de llamadas sobre el concepto de “Peak Oil” (cenit del petróleo). La página web de ASPO International es www.peakoil.net. ASPO ya ha celebrado siete reuniones internacionales a las que acuden importantes expertos de todo el mundo a discutir los hechos recientes y las novedades que se producen en torno a este acontecimiento, que su presidente de honor y fundador, Colin Campbell, un geólogo irlandés describe como “una encrucijada para la humanidad”.
AEREN son las siglas de la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos y es el cuerpo legal que representa a ASPO en España. Edita la página web Crisis Energética (www.crisisenergetica.org) que se ha convertido en la referencia en todo el mundo hispanohablante de las informaciones que sobre el cenit del petróleo y la crisis energética se publican. Es una Asociación sin ánimo de lucro y se mantiene con el esfuerzo personal de sus editores y con las aportaciones voluntarias de sus socios, de España y Latinoamérica.
F: ¿Qué valoración haces de la VII Conferencia de ASPO?
P: En 2006 se llegó en Cork (Irlanda) al acuerdo que la 7ª Conferencia Internacional tuviese lugar en Barcelona, y los días 20 y 21 de octubre pasado más de 200 personas de todo el mundo acudieron a intercambiar información. Hubo 24 ponencias de expertos y científicos de todo el mundo en los dos días, que fueron seguidas de debates abiertos con el público. Como aspecto positivo, cabe señalar que los miembros de ASPO International y de las ASPOs nacionales nos felicitaron por la organización, que por otro lado, no tuvo la repercusión mediática que esperábamos y que por otra parte era comprensible, dadas nuestras limitaciones económicas y de acceso a los medios para hacer llegar a la ciudadanía este asunto que creemos vital de la llegada al momento de la máxima producción mundial de petróleo, para luego entrar en una fase de declive con consecuencias que todavía están por determinar, pero que en todo caso serán graves para la Humanidad. Las conferencias están disponibles en http://www.aspo-spain.org/aspo7/presentaciones.html de momento en inglés, aunque estarán en castellano próximamente.
F: ¿Podrías recordarnos en que consiste en pico del petróleo y cuándo y cómo entendéis que se puede producir?
P: El pico o cenit del petróleo, en palabras de la propia ASPO, “es el nivel máximo de producción de petróleo en cualquier área considerada, considerando que es un recurso natural finito, sujeto a agotamiento”. Esto es, no es el momento en que el petróleo existente en los yacimientos mundiales se agota, sino aquél en el que se llega a producir el máximo posible, el flujo máximo y a partir del cual solo cabe ir produciendo menos a cada año que pasa. El gráfico que vamos actualizando en nuestros boletines mensuales, con las informaciones disponibles de la industria y los países productores es el siguiente:
Para los científicos de ASPO, el momento está ya encima en términos históricos y para el gas apenas quedan unos pocos años. Estas previsiones se extraen de los propios datos de la industria sobre reservas probadas, probables y posibles y distinguen, como no suele hacer la industria, entre el petróleo convencional, relativamente fácil de extraer, que entendemos ha podido llegar a su cenit en 2005-2006 y ya puede estar cayendo, del petróleo no convencional, que está compuesto por aquellos tipos de petróleo que son mucho más difíciles de obtener, no sólo en términos económicos, sino tecnológicos y sobre todo, en términos de la propia energía que hay que consumir para obtener una unidad de energía de este tipo disponible para la sociedad; esto es, la energía neta que dejan a la sociedad, que es lo importante. Entre estos petróleos cabe señalar el pesado de las arenas asfálticas de Canadá y esquistos bituminosos de la Franja del Orinoco en Venezuela; el petróleo de aguas profundas, considerado como el que se extrae del mar en plataformas marinas a profundidades superiores a 500 m. de lámina de agua; el petróleo polar, que es el que se extrae más allá del círculo Polar o los líquidos combustibles sustitutivos del petróleo que se extraen de tratar químicamente el gas natural y sus derivados.
Estos datos los conocen los geólogos de ASPO, aunque también los conocen los geólogos de los países productores y de las grandes empresas petrolíferas y gasísticas, aunque no quieran todavía hablar apenas de ello. Algunos empiezan a hacerlo con verdadero pavor, porque ya empieza a no quedarles más remedio, pero siguen huyendo de plantear este esquema terrorífico a la sociedad. Prefieren adoptar la política del avestruz. De hecho ya hay más de 55 países productores que han pasado largamente de sus propios cenit o picos máximos nacionales de producción. Algunos de ellos están en declive incluso terminal. Países productores muy importantes ya están cayendo anualmente de forma muy acusada. Sucede en Estados Unidos, en el Mar del norte (Reino Unido, Noruega y Dinamarca). Sucede en Indonesia, país que es todavía miembro de la OPEP por inercia, pero que ha pasado de ser exportador neto a importador neto. Es por ello que se conoce muy bien cómo se producen los agotamientos y con qué tasas aproximadas anuales de decrecimiento de la producción. El acceso adelantado que se ha tenido al informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (World Energy Outlook o WEO 2008) que pronto será publicado, indica que las tasas de caída pueden ser muy altas (del entorno del 9% anual, una vez llegados al cenit) si no se inyectan muchos más recursos financieros para potenciar los petróleos no convencionales, que no están dando mucho de si y cuyos yacimientos están sufriendo la falta de rentabilidad con el desplome financiero y la falta de recursos ingentes para ponerlos en marcha. La suma de los patrones de agotamiento de los pozos de un yacimiento, dan la curva de agotamiento del mismo. La suma de las curvas de producción y agotamiento posterior de una región o país, producen la curva de agotamiento de dicha región o país. Sólo hay que sumar las de todos los países del mundo para saber cuando ya no habrá adónde recurrir para extraer más de nuevos yacimientos y compensar con ellos las caídas de los más antiguos, ya en declive.
Esta es una situación sin precedentes en la historia de la humanidad y está a las puertas. Nunca antes había habido tantos seres humanos viviendo de un combustible abundante y barato y nunca antes se había dado el caso de no poder sustituirlo por otro a tiempo, como nos tememos que va a suceder esta vez.
F: En el momento que se produzca el cenit petrolero ¿estaremos cerca los desabastecimientos?
P: Ciertamente, en un mundo acostumbrado a crecer económicamente y por tanto, energéticamente, desde al menos los comienzos de la revolución industrial, incluso con los retrocesos parciales de las dos grandes guerras mundiales, la llegada al cenit o tasa máxima o flujo máximo de la producción de petróleo, que es el principal combustible que utiliza hoy la humanidad, el más versátil y fácilmente transportable y almacenable, no serán buenas noticias. No hay sustitutos en el horizonte para cubrir el hueco que los geólogos ven que va a dejar la caída gradual de la producción de petróleo. El gas natural era el único, pero la llegada a su propio cenit de producción mundial y posterior e inevitable caída de la producción apenas pocos años después, no hacen aconsejable transformar todas las infraestructuras del mundo para adaptarlas a este nuevo combustible. Hay que tener en cuenta que el petróleo mueve hoy más del 90% del transporte mundial y que muchos países se han hecho adictos al petróleo para cubrir sus necesidades de extracción de recursos transformación, refino, y transporte y distribución de los mismos. El petróleo es hoy además una fuente fundamental de fertilizantes y pesticidas en todo el mundo, que salen de procesos químicos del petróleo. El petróleo domina nuestras vidas y las hace posibles en la sociedad industrial y de grandes urbes. La dependencia es total, para cualquier actividad. Los países europeos tenemos reservas en depósitos para entre 30 y 90 días según la zona y el país. Si por cualquier causa el petróleo deja de fluir y llegar a nosotros en grandes buques cisterna durante un periodo superior al mencionado, estos países colapsarían de una forma inimaginable. España, por ejemplo, tiene más de un 80% de la población viviendo en áreas urbanas cuyos alimentos llegan desde los rincones más alejados del planeta y se distribuyen en grandes y medianos almacenes que utilizan las técnicas del “just in time” sin apenas capacidad de almacenamiento, para reducir el coste de los stocks, dejando a esa inmensa parte de la población inerme en caso de fallo prolongado de la distribución de los mismos. Hoy el ciudadano español y el occidental tienen una gran potencia para transportar con fluidez desde cualquier parte del mundo, pero tienen mucha menor capacidad de almacenamiento de alimentos vitales que un labriego de la Edad Media.
F: ¿Está preparada España para afrontar el cenit?
P: En absoluto. España es un país que se encuentra inerme ante la llegada al cenit de la producción de petróleo y gas, como la inmensa mayoría de los países. Y más inerme cuanto más dependiente de este fluido energético vital. Bush dijo “América (por EE UU) es adicta al petróleo”, pero resulta que esto le sucede a todos los países desarrollados y a muchos que sin estarlo también se han hecho dependientes del petróleo en gran medida para organizar sus insumos. Las importaciones son de prácticamente le 100%. Con el gas natural, pasa lo mismo: prácticamente el 100% se importa. El gas nos da confort y se utiliza mucho para uso doméstico, industrial y para la producción de energía eléctrica, columna vertebral de toda sociedad moderna, y aunque relativamente pequeño en el aporte al total de la energía primaria, clave para su sostenibilidad y para evitar su derrumbe instantáneo.
Pues bien, no hay alternativas al suministro de los mismos. No hay plan B, alternativo al petróleo y al gas, por más que juguemos a las renovables, que no aportan nada significativo al chorro energético que mantiene en pie a la sociedad desarrollada. Y no se entiende muy bien cómo esta sociedad desarrollada se ha podido poner ella misma esta tremenda soga al cuello con esta dependencia extrema. Se ha construido una sociedad desarrollada enormemente poderosa y capaz de hacer maravillas… mientras el flujo de petróleo y gas sigue llegando incesante y de forma continua y estable. Pero la fragilidad del sistema es abrumadora. No hay sistemas alternativos, que puedan sustituir, en tiempo y forma, ni de lejos, a una previsible caída de la producción mundial. Con una caída como la que se ve ya en grandes yacimientos y países (las grandes reservas del Mar del Norte, por ejemplo, están cayendo en sus tasas anuales de producción del 8 al 10% anual, una vez pasado el cenit). Y si el mundo pasa del cenit, ya hay informes tenebrosos de algunas importantes agencias energéticas del mundo que prevén caídas de la producción del orden del 9% anual mundial (y a cada año que pase del cenit, otro tanto similar). Para aquellos que piensan que “podremos quitárselo a otros”, baste recordar que el 80% de la humanidad más pobre, apenas consume el 20% de los recursos petrolíferos y gasísticos, aun a fuera de ser bastante de ellos productores y exportadores que ya lo entregan casi todo. Así que pocos años de caída en la producción de estos combustibles claves, dejarían un panorama de un 80% de la población ya despojada del planeta, sin un átomo de combustible, si ello fuese posible y entonces el opulento 20% de la población, entre la que nos encontramos los españoles, tendría que pelear, no sólo contra el 80% de la población mundial (algunos de cuyos países tienen grandes bases de población y temibles sistemas de defensa), sino también con el 20% de los opulentos con los que hoy nos codeamos y que todavía tienen más poder económico y militar y controlan mejor los puntos de producción y las rutas de abastecimiento.
F: ¿Qué otros picos hay?
P: Pues aparte del pico o cenit de la producción de petróleo y gas antes mostrado, que es el más crítico, éstos a su vez pueden provocar o ya están provocando otros cenit o llegadas a la tasa máxima de extracción del recurso a nivel mundial. Entre ellos están, por ejemplo, el carbón o el mismo uranio, para las centrales nucleares. El problema al que nos enfrentamos, es que tanto el petróleo como los demás combustibles, se han considerado por parte de este mundo mercantilista, como un bien más, como un producto más, sujeto también a las sagradas leyes del mercado. Y resulta que los combustibles son ciertamente un producto, pero no exactamente como los demás bienes; además son el requisito previo e imprescindible para que se den los demás bienes. Sin energía no hay actividad, no hay producción, no hay bienes, no hay servicios que prestar.
Por ejemplo, el último informe del Energy Watch Group sitúa el cenit de la producción mundial de carbón entre el año 2020 y el 2030, incluso con la contribución de la entrada en producción de los yacimientos de carbones de peor calidad, como los lignitos pardos en países de la antigua URSS, que son además tremendamente más contaminantes por unidad de energía producida que el petróleo o el gas natural. Pero estos procesos podrían agravarse y a acelerarse si empieza a faltar el petróleo, que se utiliza intensivamente en toda la maquinaria minera pesada de la industria del carbón y en su posterior transporte a los centros de transformación y quemado.
Con el uranio pasa lo mismo. Los precios del uranio dependen mucho de los costes de la gigantesca maquinaria que extrae el mineral de las minas y que funciona también con petróleo. Y del procesamiento, también, como casi todo, dependiente del petróleo y del transporte, que depende del petróleo. Si el uranio ya se considera que tiene unas limitadas reservas conocidas para unos 60 años de consumo actual de las 440 centrales nucleares, porque se calculan que los costes de extracción serán de un cierto tipo (basados en la disponibilidad de energía fósil para completar los procesos en un cierto volumen y a un cierto precio), si estos costes se vuelven locos y se disparan, las reservas probadas, las conocidas, pueden mermar considerablemente, al quedar fuera del alcance material de su extracción, procesamiento, refino y transporte.
También hay muchos estudios sobre el impacto que la disminución de los aportes o del flujo de petróleo y gas a la sociedad mundial puede tener sobre la producción de muchos otros minerales y metales que se extraen de procesar esos minerales. Hay una dependencia de los combustibles fósiles bastante aterradora. Especialmente en los minerales y metales raros, que precisamente por serlo, indican la exigencia de mover gran cantidad de material de la corteza terrestre para extraer cantidades muy pequeñas de los mismos. Pero curiosamente, la sociedad moderna se ha hecho muy dependiente de sus propiedades singulares, que se utilizan desde la fabricación de móviles a piezas complejas para sistemas muy sofisticados. Los catalizadores de platino son un ejemplo de cómo mucha gente pretende manejar tecnologías avanzadas sin considerar la dependencia que sus raros elementos esenciales tienen de un aporte gigantesco, seguro constante y barato de combustibles fósiles
Y en cuanto a los alimentos, hoy los europeos reciben 6 de cada 7 calorías de los alimentos que ingieren de los combustibles fósiles y apenas 1 de esas calorías proviene de la fotosíntesis de las plantas que ingieren o de los animales que han ingerido antes plantas cultivadas. En EEUU esta cantidad sube a 9 de cada 10 calorías. Esto es así, porque hoy el alimento llega desde distancias enormes, después de haber utilizado intensivamente maquinaria para arar, petróleo en forma de fertilizantes de síntesis, semillas muy procesadas, pesticidas químicos provenientes del petróleo o el gas, sistemas de recolección procesado, transporte, empaquetado (que lleva mucha energía), mantenimiento de cadenas del frío, que son muy exigentes en consumo energético, generalmente fósil, distribución y expendeduría, así como cocinado doméstico. La caída del petróleo provocará sin duda una caída drástica en la producción de alimentos. La tan cacareada revolución verde, resultó ser una entelequia cuyo color era el negro del petróleo que tenía detrás.
F: ¿Tiene conexión el cenit del petróleo con la actual crisis financiera. Si es así, cómo se entiende que esté bajando el precio del petróleo?
P: Algunos de los que estudiamos el cenit de la producción mundial de petróleo, creemos que si. El asunto parece complejo y contradictorio, pero no tiene por qué serlo. El problema es que la gente siempre mira el precio como referencia, y en estos momentos, los precios monetarios no tienen sentido. Esto produce mucha desorientación cuando se quieren buscar razones para todo en los precios, que es lo que hace el mundo economicista. Es curioso que me hayan hecho en este último mes esta pregunta de por qué si el bien empieza a escasear, el precio del petróleo ha caído (por supuesto se ignora desde qué alturas). Me lo han preguntado muchas más veces, por ejemplo, que por qué una empresa como Telefónica podía valer X hace dos meses y hoy pueda valer el 60% de este valor (o el 75, da lo mismo) ¿Qué ha cambiado desde entonces para que las empresas en bolsa hayan caído tanto? ¿Han desaparecido sus muebles, sus edificios, sus líneas de alta tensión, sus centrales telefónicas, sus equipos de transmisión? No, lo que ha cambiado es un valor-ficción de referencia.
Veamos. Al principio, era el trueque que medía el valor de dos productos a intercambiar en forma de esfuerzo humano equivalente, con lo que la relación entre el mundo físico y el de intercambio estaban muy próximos. Después sale el oro, como vehículo de agilización de los intercambios, que era una representación de valor (exigía mucho esfuerzo humano conseguir poca cantidad por su escasez) muy útil. Era un metal inalterable, que no se oxidaba, se podía laminar muy bien, era dúctil y maleable y en una pequeña bolsa podía contener tantas horas de esfuerzo humano, como para poder ser intercambiado por horas similares que podían representar la crianza de una cabaña de vacuno entera. Pero todavía había relación entre el bien intercambiado y el mundo físico. Incluso cuando Marco Polo trae el papel moneda de China a Europa, éste representaba sólo el valor del oro que la persona signataria de aquel papel decía que había en un depósito confiable y seguro. Esto agilizó aún más el comercio, porque dificultaba el robo (aunque el documento fuese al portador), pero seguía teniendo el papel una representación bastante fiel del esfuerzo humano equivalente que indicaba su valor. En Bretton Woods en 1944, se establecen las equivalencias, todavía con el oro entre diferentes países. El juego se rompe apenas en 1971, cuando Richard Nixon decide que el patrón oro ya no es válido y que la única referencia admitida por su hegemónico país sería el dólar que ellos mismos podían emitir a voluntad.
Desde entonces, la divergencia, el divorcio entre el mundo físico y lo que los papeles moneda decían representar, se ha ido distanciando de forma exponencial. Hoy según algunos analistas (es difícil saber hasta donde llegan las alturas de las montañas de papel moneda), como Chomsky, señalaban hace algunos años que 9 de cada 10 dólares que circulan por el mundo, no se corresponden con bienes físicos o servicios medibles y constatables (que también llevan siempre detrás una carga de existencias materiales) y transacciones comerciales realmente existentes.
¿Por qué el sistema no había estallado hasta ahora? Pues muy sencillo; porque los acumuladores de estas ingentes cantidades de dinero etéreo, que no respondía a realidades físicas, no los habían desplegado simultáneamente, exigiendo su materialización física a cambio de ellos. Si un capitalista quería probar si el sistema funcionaba y materializaba su papel moneda o activos financieros más o menos complejos, el sistema se los ponía perfectamente a su disposición. Y el sistema demostraba que funcionaba a la perfección, pero era siempre que el total de los poseedores de ese papel ficción no superasen a nivel mundial, esa relación de 9 billetes de papel ficción y uno que representaba bienes físicos.
Y el mundo seguía su espiral de crecimiento infinito, incluyendo el crecimiento en la producción de bienes físicos y servicios medibles. La producción de estos bienes reales y servicios medibles y constatables, creció, entre 1971 y principios de los años 2000 en el entorno de un 3% anual. El consumo de energía (fundamentalmente fósil) fue el motor que acompaño este crecimiento real. La relación, como hace notar la propia Agencia Internacional de la Energía y hasta los economistas más neoclásicos es muy directa. El consumo de energía subió de forma muy similar durante ese periodo, constatando que la relación era biunívoca.
En el mismo periodo, los productos financieros habían crecido en el periodo mucho más (posiblemente en torno a un 8-10% anual; ya que muchos especuladores consideraban como lema el famoso “double digit growth, double digit profit” (crecimientos –anuales- de dos dígitos y beneficios –anuales- de dos dígitos) como algo deseable.
La diferencia se saldaba, como señalaban muchos, con una “cuestión de confianza” en los mercados; y se hacía patente, en frase muy argentina, “pateando la pelota hacia delante”; esto es, creyéndose el propio sistema que el valor cien de algo hoy podría ser de 200 en diez años, por el crecimiento esperado de las cosas materiales (eso es lo que hay que devolver, por ejemplo, con un crédito de 100 en diez años; unos doscientos) y cargando en las espaldas de los ciudadanos del futuro y en sus esfuerzos futuros, la vuelta al equilibrio y la relación natural entre las cosas físicas y el valor del papel moneda o activo financiero ficticio existente, relación cada vez más desequilibrada. Es por eso que los créditos fueron aumentando los plazos de pago del principal más los intereses, de cinco y diez años, a quince, luego a veinte y llegaron a especular con créditos de hasta 50 años.
El rey de las multiplicaciones de los panes y los peces financieros se paseaba desnudo, pero todo el mundo decía que vestía ricos ropajes. Hasta que alguien debió decir que pedir prestado a 50 años ya era una ridiculez, que obligaría a los nietos del deudor a seguir pagando dentro de 50 años las estupideces de hoy del abuelo. Llego el momento en que alguno de estos especuladores gordos de los mercados financieros, debió gritar como el niño del cuento aquello de “¡pero si está desnudo!” y de repente, todos se dieron cuenta de que el rey estaba en cueros. Y todos empezaron a temer por sus huchas llenas de papeles ficticios. Y a querer materializarlas. Muchos se lanzaron a lo primero que vieron como bien físico imprescindible: los combustibles fósiles y los alimentos. Estos fueron los primeros listos. Y en el momento en que subió o vieron que podía subir la marea de materializaciones más allá de los bienes físicos que había disponibles en el mundo real, estalló todo.
El mundo financiero se vino abajo como un castillo de naipes, los gobiernos empezaron a temblar y a pedir de nuevo, una vez más “confianza”; esto es, que no se movieran los papeles de sus respectivas cuevas, para no dejar en evidencia las desnudeces descarnadas del rey Mercado.
Y ya para acabar, dado que el mundo financiero sigue siendo la llave de las transacciones comerciales y éstas se han quedado con un ataque de apoplejía, ya que nadie se fía de nadie. Una de las primeras víctimas de esta parálisis, son por ejemplo, los fletes marítimos, que están sufriendo una brutal paralización porque no encuentra quién garantice las famosas LOC (cartas de crédito). Y si hay menos actividad económica, hay menos consumo energético y dado que los pozos no deben dejar de extraer y las refinerías no deben dejar de refinar y los buques de transportar el oro negro, pues el precio del petróleo cae momentánea y drásticamente de sus niveles máximos de la tormenta especulativa anteriormente, en una situación de caos, no se sabe bien si controlado. Una explicación larga, pero espero que no compleja. Lo importante para los que analizamos el cenit de la producción de petróleo, no son ya los precios del mismo (un país arruinado no podrá comprar nada, incluso aunque el precio sea la mitad que hace unos meses), sino si el flujo mundial aumenta o disminuye: la señal de haber llegado al cenit y a partir de ahí, que sólo pueda caer, aunque los economistas en el poder (son todos economistas) se nieguen a mostrar este evidente vínculo y sigan disfrazando el caos con teorías cada vez más disparatadas.
F: Las guerras e invasiones de Afganistán e Iraq tienen una lectura energética. ¿Irán podría ser el próximo?
P: Es evidente que tienen una lectura energética. De hecho, los EEUU están ocupando militarmente cuatro de los cinco principales países productores del mundo de petróleo y gas en el golfo Pérsico. Sólo les queda Irán en la región. En general cualquier país productor de recursos energéticos se ha convertido en blanco de los principales consumidores del planeta, de los adictos al petróleo de Bush. Es sorprendente como en los últimos años, la política occidental y de la OTAN han ido haciendo coincidir la geografía del terror con la geografía del petróleo y del gas y haciendo creer a sus ciudadanos que están en estos países o que van a tener que intervenir en ellos, para restaurar la seguridad, o el orden o para llevar la democracia. Es verdaderamente sorprendente.
F: Episodios como los de la última refriega armada en Georgia ponen de manifiesto una vez más que hay una lucha entre las potencias por la energía y su transporte. ¿Crees que puede haber en un futuro una guerra abierta entre las potencias por la energía? ¿Morirán luchando?
P: Ya hay guerras abiertas por la energía. Es más, diría que todas las guerras abiertas son claramente y principalmente por la energía, son guerras por los recursos, que se irán acentuando si no tomamos medidas y evitamos seguir dejándonos engañar por nuestros propios líderes. O eso, o moriremos todos luchando, sin lugar a dudas.
F: ¿Qué papel juegan y pueden jugar las energías llamadas renovables? ¿Serán suficientes para mantener el crecimiento económico?
P: No. Me temo que las energías renovables no serán suficientes para rellenar el hueco que van a dejar las energías fósiles. El petróleo y el gas son más de la mitad de toda la energía primaria del mundo, que son más de 12.000 millones de toneladas de petróleo equivalente al año, con los que se extraen procesan, refinan, tratan y transportan 100.000 millones de toneladas de materiales al año. Una caída de un 5% de los 6.000 millones de toneladas de petróleo equivalente al año, producidas por la caída de petróleo y gas, se comerían unas 500 veces la energía que generan todas las fuentes de energía renovables de nuevo cuño (solares y eólicas) instaladas hasta la fecha. En un solo año. No hay forma de sustituir este volumen de energía que aporta el gas y el petróleo al mundo moderno.
F: ¿Existe el crecimiento sostenible?
P: El crecimiento nunca es sostenible. Eso es una entelequia. Conviene empezar a hablar de sostenibilidad, más que de crecimiento sostenible. Las personas y los seres vivos, nacen crecen se reproducen (generalmente de forma exponencial) y luego envejecen y mueren. El crecimiento exponencial que manda la genética de los seres vivos, sobre la superficie terrestre, que es de dos dimensiones, hace que la población de seres vivos entre en conflicto con los recursos de los que se nutre de vez en cuando. Y se producen ajustes naturales en las poblaciones. Siempre ha sido así y cuanto más racional y frugal es el consumo del recurso, más suelen durar dichas poblaciones. Pero a pesar de estos conflictos cíclicos por los recursos limitados en poblaciones necesariamente crecientes, nunca antes que se sepa, habían estado en peligro más que algunos individuos de las especies, nunca las especies en sí mismas. Desde que el hombre empezó a hurgar en las entrañas de la tierra y a extraer recursos de ellas y extendió su dominio de la biosfera a la litosfera, la multiplicación exponencial de la especie y del consumo del recurso, ha exterminado un tercio de las especies animales y vegetales de la biosfera. Y está en condiciones de poder exterminarse a sí misma y al resto de las especies vivas. Por primera vez en la historia conocida de la Humanidad, depende de cómo planteemos este inmenso reto, para que pueda haber futuro para la vida sobre la Tierra.
F: Hay quién piensa que el único camino es dejar de crecer. ¿Qué tipo de sociedad habría bajo esa premisa?
P: Sería el más razonable, y el que verdaderamente nos haría distinguirnos de las demás especies animales y vegetales, con capacidad de discernimiento, pero debería hacerse empezando por los que más consumimos; por ese 20% de la población humana, llamada países desarrollados, tan arrogantes, orgullosos y pagados de sí mismos todavía y tan confiados en sus dioses financieros y tecnológicos. Ese 20% de población que consume el 80% de los recursos, debería empezar a dar ejemplo, en vez de criticar a chinos e indios, por intentar replicar nuestro modelo. Y debería llevar a cabo transformaciones drásticas para acercarse lo más posible a los niveles de consumo metabólico que es unas 60-120 veces menos de lo que ahora consumimos. Esa bruta distancia es lo que hace que el rico que se había acercado a Jesús en busca de consejo y que creía cumplir con todos los mandamientos, cuando éste le dice que abandone todas sus riquezas y le siga, da la vuelta y se larga por donde había venido. Y es que la renuncia al confort y el sacrificio no son valores en esta sociedad, sin que esto tenga que ver con la fe o la creencia religiosa.
F: Un ultimo mensaje a los lectores.
P: Ya que estoy con citas religiosas, que Dios les pille confesados y que velen como las vírgenes prudentes y no se crean los cantos de sirena de los trileros que quieren hacer un totum revolutum para que nada cambie y refundar el capitalismo, como si necesitase refundaciones.
F: Un placer esta entrevista. Gracias por tu importante labor periodística y mucha suerte.
Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 10 Noviembre 2008.
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Pedro es ingeniero técnico de telecomunicaciones (Madrid, 1972) y ha trabajado en el sector de las telecomunicaciones, primero con ITT y después con Alcatel durante 32 años. Ha trabajado principalmente en países exportadores de petróleo, gas y carbón. - seguir leyendo
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Sección Ciencias y Ecología
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Francesc (F): ¿Qué son ASPO y AEREN?
Pedro (P): ASPO son las siglas en inglés de The Association for the Study of Peak Oil and Gas, esto es, la Asociación para el Estudio del Cénit (de la producción mundial) del petróleo y del gas. Se trata de una organización que se creó en el año 2000 y tuvo la primera reunión internacional en el año 2002 en Uppsala (Suecia). Está formada por geólogos y científicos de todo el mundo, generalmente independientes de la gran industria y de la clase política de sus respectivos países, cuya misión es muy sencilla:
1. Evaluar la dotación mundial y definición de petróleo y gas
2. Estudiar el agotamiento, teniendo en cuenta la economía, la demanda, la tecnología y la política;
3. Elevar la conciencia de las graves consecuencias del declive del petróleo y el gas para la Humanidad.
Esta Asociación comenzó con muy pocos miembros y hoy existen más de 30 organizaciones nacionales de ASPO, todas ellas sin ánimo de lucro, entre ellas en España. Hay en Internet cerca de 5 millones de llamadas sobre el concepto de “Peak Oil” (cenit del petróleo). La página web de ASPO International es www.peakoil.net. ASPO ya ha celebrado siete reuniones internacionales a las que acuden importantes expertos de todo el mundo a discutir los hechos recientes y las novedades que se producen en torno a este acontecimiento, que su presidente de honor y fundador, Colin Campbell, un geólogo irlandés describe como “una encrucijada para la humanidad”.
AEREN son las siglas de la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos y es el cuerpo legal que representa a ASPO en España. Edita la página web Crisis Energética (www.crisisenergetica.org) que se ha convertido en la referencia en todo el mundo hispanohablante de las informaciones que sobre el cenit del petróleo y la crisis energética se publican. Es una Asociación sin ánimo de lucro y se mantiene con el esfuerzo personal de sus editores y con las aportaciones voluntarias de sus socios, de España y Latinoamérica.
F: ¿Qué valoración haces de la VII Conferencia de ASPO?
P: En 2006 se llegó en Cork (Irlanda) al acuerdo que la 7ª Conferencia Internacional tuviese lugar en Barcelona, y los días 20 y 21 de octubre pasado más de 200 personas de todo el mundo acudieron a intercambiar información. Hubo 24 ponencias de expertos y científicos de todo el mundo en los dos días, que fueron seguidas de debates abiertos con el público. Como aspecto positivo, cabe señalar que los miembros de ASPO International y de las ASPOs nacionales nos felicitaron por la organización, que por otro lado, no tuvo la repercusión mediática que esperábamos y que por otra parte era comprensible, dadas nuestras limitaciones económicas y de acceso a los medios para hacer llegar a la ciudadanía este asunto que creemos vital de la llegada al momento de la máxima producción mundial de petróleo, para luego entrar en una fase de declive con consecuencias que todavía están por determinar, pero que en todo caso serán graves para la Humanidad. Las conferencias están disponibles en http://www.aspo-spain.org/aspo7/presentaciones.html de momento en inglés, aunque estarán en castellano próximamente.
F: ¿Podrías recordarnos en que consiste en pico del petróleo y cuándo y cómo entendéis que se puede producir?
P: El pico o cenit del petróleo, en palabras de la propia ASPO, “es el nivel máximo de producción de petróleo en cualquier área considerada, considerando que es un recurso natural finito, sujeto a agotamiento”. Esto es, no es el momento en que el petróleo existente en los yacimientos mundiales se agota, sino aquél en el que se llega a producir el máximo posible, el flujo máximo y a partir del cual solo cabe ir produciendo menos a cada año que pasa. El gráfico que vamos actualizando en nuestros boletines mensuales, con las informaciones disponibles de la industria y los países productores es el siguiente:
Para los científicos de ASPO, el momento está ya encima en términos históricos y para el gas apenas quedan unos pocos años. Estas previsiones se extraen de los propios datos de la industria sobre reservas probadas, probables y posibles y distinguen, como no suele hacer la industria, entre el petróleo convencional, relativamente fácil de extraer, que entendemos ha podido llegar a su cenit en 2005-2006 y ya puede estar cayendo, del petróleo no convencional, que está compuesto por aquellos tipos de petróleo que son mucho más difíciles de obtener, no sólo en términos económicos, sino tecnológicos y sobre todo, en términos de la propia energía que hay que consumir para obtener una unidad de energía de este tipo disponible para la sociedad; esto es, la energía neta que dejan a la sociedad, que es lo importante. Entre estos petróleos cabe señalar el pesado de las arenas asfálticas de Canadá y esquistos bituminosos de la Franja del Orinoco en Venezuela; el petróleo de aguas profundas, considerado como el que se extrae del mar en plataformas marinas a profundidades superiores a 500 m. de lámina de agua; el petróleo polar, que es el que se extrae más allá del círculo Polar o los líquidos combustibles sustitutivos del petróleo que se extraen de tratar químicamente el gas natural y sus derivados.
Estos datos los conocen los geólogos de ASPO, aunque también los conocen los geólogos de los países productores y de las grandes empresas petrolíferas y gasísticas, aunque no quieran todavía hablar apenas de ello. Algunos empiezan a hacerlo con verdadero pavor, porque ya empieza a no quedarles más remedio, pero siguen huyendo de plantear este esquema terrorífico a la sociedad. Prefieren adoptar la política del avestruz. De hecho ya hay más de 55 países productores que han pasado largamente de sus propios cenit o picos máximos nacionales de producción. Algunos de ellos están en declive incluso terminal. Países productores muy importantes ya están cayendo anualmente de forma muy acusada. Sucede en Estados Unidos, en el Mar del norte (Reino Unido, Noruega y Dinamarca). Sucede en Indonesia, país que es todavía miembro de la OPEP por inercia, pero que ha pasado de ser exportador neto a importador neto. Es por ello que se conoce muy bien cómo se producen los agotamientos y con qué tasas aproximadas anuales de decrecimiento de la producción. El acceso adelantado que se ha tenido al informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (World Energy Outlook o WEO 2008) que pronto será publicado, indica que las tasas de caída pueden ser muy altas (del entorno del 9% anual, una vez llegados al cenit) si no se inyectan muchos más recursos financieros para potenciar los petróleos no convencionales, que no están dando mucho de si y cuyos yacimientos están sufriendo la falta de rentabilidad con el desplome financiero y la falta de recursos ingentes para ponerlos en marcha. La suma de los patrones de agotamiento de los pozos de un yacimiento, dan la curva de agotamiento del mismo. La suma de las curvas de producción y agotamiento posterior de una región o país, producen la curva de agotamiento de dicha región o país. Sólo hay que sumar las de todos los países del mundo para saber cuando ya no habrá adónde recurrir para extraer más de nuevos yacimientos y compensar con ellos las caídas de los más antiguos, ya en declive.
Esta es una situación sin precedentes en la historia de la humanidad y está a las puertas. Nunca antes había habido tantos seres humanos viviendo de un combustible abundante y barato y nunca antes se había dado el caso de no poder sustituirlo por otro a tiempo, como nos tememos que va a suceder esta vez.
F: En el momento que se produzca el cenit petrolero ¿estaremos cerca los desabastecimientos?
P: Ciertamente, en un mundo acostumbrado a crecer económicamente y por tanto, energéticamente, desde al menos los comienzos de la revolución industrial, incluso con los retrocesos parciales de las dos grandes guerras mundiales, la llegada al cenit o tasa máxima o flujo máximo de la producción de petróleo, que es el principal combustible que utiliza hoy la humanidad, el más versátil y fácilmente transportable y almacenable, no serán buenas noticias. No hay sustitutos en el horizonte para cubrir el hueco que los geólogos ven que va a dejar la caída gradual de la producción de petróleo. El gas natural era el único, pero la llegada a su propio cenit de producción mundial y posterior e inevitable caída de la producción apenas pocos años después, no hacen aconsejable transformar todas las infraestructuras del mundo para adaptarlas a este nuevo combustible. Hay que tener en cuenta que el petróleo mueve hoy más del 90% del transporte mundial y que muchos países se han hecho adictos al petróleo para cubrir sus necesidades de extracción de recursos transformación, refino, y transporte y distribución de los mismos. El petróleo es hoy además una fuente fundamental de fertilizantes y pesticidas en todo el mundo, que salen de procesos químicos del petróleo. El petróleo domina nuestras vidas y las hace posibles en la sociedad industrial y de grandes urbes. La dependencia es total, para cualquier actividad. Los países europeos tenemos reservas en depósitos para entre 30 y 90 días según la zona y el país. Si por cualquier causa el petróleo deja de fluir y llegar a nosotros en grandes buques cisterna durante un periodo superior al mencionado, estos países colapsarían de una forma inimaginable. España, por ejemplo, tiene más de un 80% de la población viviendo en áreas urbanas cuyos alimentos llegan desde los rincones más alejados del planeta y se distribuyen en grandes y medianos almacenes que utilizan las técnicas del “just in time” sin apenas capacidad de almacenamiento, para reducir el coste de los stocks, dejando a esa inmensa parte de la población inerme en caso de fallo prolongado de la distribución de los mismos. Hoy el ciudadano español y el occidental tienen una gran potencia para transportar con fluidez desde cualquier parte del mundo, pero tienen mucha menor capacidad de almacenamiento de alimentos vitales que un labriego de la Edad Media.
F: ¿Está preparada España para afrontar el cenit?
P: En absoluto. España es un país que se encuentra inerme ante la llegada al cenit de la producción de petróleo y gas, como la inmensa mayoría de los países. Y más inerme cuanto más dependiente de este fluido energético vital. Bush dijo “América (por EE UU) es adicta al petróleo”, pero resulta que esto le sucede a todos los países desarrollados y a muchos que sin estarlo también se han hecho dependientes del petróleo en gran medida para organizar sus insumos. Las importaciones son de prácticamente le 100%. Con el gas natural, pasa lo mismo: prácticamente el 100% se importa. El gas nos da confort y se utiliza mucho para uso doméstico, industrial y para la producción de energía eléctrica, columna vertebral de toda sociedad moderna, y aunque relativamente pequeño en el aporte al total de la energía primaria, clave para su sostenibilidad y para evitar su derrumbe instantáneo.
Pues bien, no hay alternativas al suministro de los mismos. No hay plan B, alternativo al petróleo y al gas, por más que juguemos a las renovables, que no aportan nada significativo al chorro energético que mantiene en pie a la sociedad desarrollada. Y no se entiende muy bien cómo esta sociedad desarrollada se ha podido poner ella misma esta tremenda soga al cuello con esta dependencia extrema. Se ha construido una sociedad desarrollada enormemente poderosa y capaz de hacer maravillas… mientras el flujo de petróleo y gas sigue llegando incesante y de forma continua y estable. Pero la fragilidad del sistema es abrumadora. No hay sistemas alternativos, que puedan sustituir, en tiempo y forma, ni de lejos, a una previsible caída de la producción mundial. Con una caída como la que se ve ya en grandes yacimientos y países (las grandes reservas del Mar del Norte, por ejemplo, están cayendo en sus tasas anuales de producción del 8 al 10% anual, una vez pasado el cenit). Y si el mundo pasa del cenit, ya hay informes tenebrosos de algunas importantes agencias energéticas del mundo que prevén caídas de la producción del orden del 9% anual mundial (y a cada año que pase del cenit, otro tanto similar). Para aquellos que piensan que “podremos quitárselo a otros”, baste recordar que el 80% de la humanidad más pobre, apenas consume el 20% de los recursos petrolíferos y gasísticos, aun a fuera de ser bastante de ellos productores y exportadores que ya lo entregan casi todo. Así que pocos años de caída en la producción de estos combustibles claves, dejarían un panorama de un 80% de la población ya despojada del planeta, sin un átomo de combustible, si ello fuese posible y entonces el opulento 20% de la población, entre la que nos encontramos los españoles, tendría que pelear, no sólo contra el 80% de la población mundial (algunos de cuyos países tienen grandes bases de población y temibles sistemas de defensa), sino también con el 20% de los opulentos con los que hoy nos codeamos y que todavía tienen más poder económico y militar y controlan mejor los puntos de producción y las rutas de abastecimiento.
F: ¿Qué otros picos hay?
P: Pues aparte del pico o cenit de la producción de petróleo y gas antes mostrado, que es el más crítico, éstos a su vez pueden provocar o ya están provocando otros cenit o llegadas a la tasa máxima de extracción del recurso a nivel mundial. Entre ellos están, por ejemplo, el carbón o el mismo uranio, para las centrales nucleares. El problema al que nos enfrentamos, es que tanto el petróleo como los demás combustibles, se han considerado por parte de este mundo mercantilista, como un bien más, como un producto más, sujeto también a las sagradas leyes del mercado. Y resulta que los combustibles son ciertamente un producto, pero no exactamente como los demás bienes; además son el requisito previo e imprescindible para que se den los demás bienes. Sin energía no hay actividad, no hay producción, no hay bienes, no hay servicios que prestar.
Por ejemplo, el último informe del Energy Watch Group sitúa el cenit de la producción mundial de carbón entre el año 2020 y el 2030, incluso con la contribución de la entrada en producción de los yacimientos de carbones de peor calidad, como los lignitos pardos en países de la antigua URSS, que son además tremendamente más contaminantes por unidad de energía producida que el petróleo o el gas natural. Pero estos procesos podrían agravarse y a acelerarse si empieza a faltar el petróleo, que se utiliza intensivamente en toda la maquinaria minera pesada de la industria del carbón y en su posterior transporte a los centros de transformación y quemado.
Con el uranio pasa lo mismo. Los precios del uranio dependen mucho de los costes de la gigantesca maquinaria que extrae el mineral de las minas y que funciona también con petróleo. Y del procesamiento, también, como casi todo, dependiente del petróleo y del transporte, que depende del petróleo. Si el uranio ya se considera que tiene unas limitadas reservas conocidas para unos 60 años de consumo actual de las 440 centrales nucleares, porque se calculan que los costes de extracción serán de un cierto tipo (basados en la disponibilidad de energía fósil para completar los procesos en un cierto volumen y a un cierto precio), si estos costes se vuelven locos y se disparan, las reservas probadas, las conocidas, pueden mermar considerablemente, al quedar fuera del alcance material de su extracción, procesamiento, refino y transporte.
También hay muchos estudios sobre el impacto que la disminución de los aportes o del flujo de petróleo y gas a la sociedad mundial puede tener sobre la producción de muchos otros minerales y metales que se extraen de procesar esos minerales. Hay una dependencia de los combustibles fósiles bastante aterradora. Especialmente en los minerales y metales raros, que precisamente por serlo, indican la exigencia de mover gran cantidad de material de la corteza terrestre para extraer cantidades muy pequeñas de los mismos. Pero curiosamente, la sociedad moderna se ha hecho muy dependiente de sus propiedades singulares, que se utilizan desde la fabricación de móviles a piezas complejas para sistemas muy sofisticados. Los catalizadores de platino son un ejemplo de cómo mucha gente pretende manejar tecnologías avanzadas sin considerar la dependencia que sus raros elementos esenciales tienen de un aporte gigantesco, seguro constante y barato de combustibles fósiles
Y en cuanto a los alimentos, hoy los europeos reciben 6 de cada 7 calorías de los alimentos que ingieren de los combustibles fósiles y apenas 1 de esas calorías proviene de la fotosíntesis de las plantas que ingieren o de los animales que han ingerido antes plantas cultivadas. En EEUU esta cantidad sube a 9 de cada 10 calorías. Esto es así, porque hoy el alimento llega desde distancias enormes, después de haber utilizado intensivamente maquinaria para arar, petróleo en forma de fertilizantes de síntesis, semillas muy procesadas, pesticidas químicos provenientes del petróleo o el gas, sistemas de recolección procesado, transporte, empaquetado (que lleva mucha energía), mantenimiento de cadenas del frío, que son muy exigentes en consumo energético, generalmente fósil, distribución y expendeduría, así como cocinado doméstico. La caída del petróleo provocará sin duda una caída drástica en la producción de alimentos. La tan cacareada revolución verde, resultó ser una entelequia cuyo color era el negro del petróleo que tenía detrás.
F: ¿Tiene conexión el cenit del petróleo con la actual crisis financiera. Si es así, cómo se entiende que esté bajando el precio del petróleo?
P: Algunos de los que estudiamos el cenit de la producción mundial de petróleo, creemos que si. El asunto parece complejo y contradictorio, pero no tiene por qué serlo. El problema es que la gente siempre mira el precio como referencia, y en estos momentos, los precios monetarios no tienen sentido. Esto produce mucha desorientación cuando se quieren buscar razones para todo en los precios, que es lo que hace el mundo economicista. Es curioso que me hayan hecho en este último mes esta pregunta de por qué si el bien empieza a escasear, el precio del petróleo ha caído (por supuesto se ignora desde qué alturas). Me lo han preguntado muchas más veces, por ejemplo, que por qué una empresa como Telefónica podía valer X hace dos meses y hoy pueda valer el 60% de este valor (o el 75, da lo mismo) ¿Qué ha cambiado desde entonces para que las empresas en bolsa hayan caído tanto? ¿Han desaparecido sus muebles, sus edificios, sus líneas de alta tensión, sus centrales telefónicas, sus equipos de transmisión? No, lo que ha cambiado es un valor-ficción de referencia.
Veamos. Al principio, era el trueque que medía el valor de dos productos a intercambiar en forma de esfuerzo humano equivalente, con lo que la relación entre el mundo físico y el de intercambio estaban muy próximos. Después sale el oro, como vehículo de agilización de los intercambios, que era una representación de valor (exigía mucho esfuerzo humano conseguir poca cantidad por su escasez) muy útil. Era un metal inalterable, que no se oxidaba, se podía laminar muy bien, era dúctil y maleable y en una pequeña bolsa podía contener tantas horas de esfuerzo humano, como para poder ser intercambiado por horas similares que podían representar la crianza de una cabaña de vacuno entera. Pero todavía había relación entre el bien intercambiado y el mundo físico. Incluso cuando Marco Polo trae el papel moneda de China a Europa, éste representaba sólo el valor del oro que la persona signataria de aquel papel decía que había en un depósito confiable y seguro. Esto agilizó aún más el comercio, porque dificultaba el robo (aunque el documento fuese al portador), pero seguía teniendo el papel una representación bastante fiel del esfuerzo humano equivalente que indicaba su valor. En Bretton Woods en 1944, se establecen las equivalencias, todavía con el oro entre diferentes países. El juego se rompe apenas en 1971, cuando Richard Nixon decide que el patrón oro ya no es válido y que la única referencia admitida por su hegemónico país sería el dólar que ellos mismos podían emitir a voluntad.
Desde entonces, la divergencia, el divorcio entre el mundo físico y lo que los papeles moneda decían representar, se ha ido distanciando de forma exponencial. Hoy según algunos analistas (es difícil saber hasta donde llegan las alturas de las montañas de papel moneda), como Chomsky, señalaban hace algunos años que 9 de cada 10 dólares que circulan por el mundo, no se corresponden con bienes físicos o servicios medibles y constatables (que también llevan siempre detrás una carga de existencias materiales) y transacciones comerciales realmente existentes.
¿Por qué el sistema no había estallado hasta ahora? Pues muy sencillo; porque los acumuladores de estas ingentes cantidades de dinero etéreo, que no respondía a realidades físicas, no los habían desplegado simultáneamente, exigiendo su materialización física a cambio de ellos. Si un capitalista quería probar si el sistema funcionaba y materializaba su papel moneda o activos financieros más o menos complejos, el sistema se los ponía perfectamente a su disposición. Y el sistema demostraba que funcionaba a la perfección, pero era siempre que el total de los poseedores de ese papel ficción no superasen a nivel mundial, esa relación de 9 billetes de papel ficción y uno que representaba bienes físicos.
Y el mundo seguía su espiral de crecimiento infinito, incluyendo el crecimiento en la producción de bienes físicos y servicios medibles. La producción de estos bienes reales y servicios medibles y constatables, creció, entre 1971 y principios de los años 2000 en el entorno de un 3% anual. El consumo de energía (fundamentalmente fósil) fue el motor que acompaño este crecimiento real. La relación, como hace notar la propia Agencia Internacional de la Energía y hasta los economistas más neoclásicos es muy directa. El consumo de energía subió de forma muy similar durante ese periodo, constatando que la relación era biunívoca.
En el mismo periodo, los productos financieros habían crecido en el periodo mucho más (posiblemente en torno a un 8-10% anual; ya que muchos especuladores consideraban como lema el famoso “double digit growth, double digit profit” (crecimientos –anuales- de dos dígitos y beneficios –anuales- de dos dígitos) como algo deseable.
La diferencia se saldaba, como señalaban muchos, con una “cuestión de confianza” en los mercados; y se hacía patente, en frase muy argentina, “pateando la pelota hacia delante”; esto es, creyéndose el propio sistema que el valor cien de algo hoy podría ser de 200 en diez años, por el crecimiento esperado de las cosas materiales (eso es lo que hay que devolver, por ejemplo, con un crédito de 100 en diez años; unos doscientos) y cargando en las espaldas de los ciudadanos del futuro y en sus esfuerzos futuros, la vuelta al equilibrio y la relación natural entre las cosas físicas y el valor del papel moneda o activo financiero ficticio existente, relación cada vez más desequilibrada. Es por eso que los créditos fueron aumentando los plazos de pago del principal más los intereses, de cinco y diez años, a quince, luego a veinte y llegaron a especular con créditos de hasta 50 años.
El rey de las multiplicaciones de los panes y los peces financieros se paseaba desnudo, pero todo el mundo decía que vestía ricos ropajes. Hasta que alguien debió decir que pedir prestado a 50 años ya era una ridiculez, que obligaría a los nietos del deudor a seguir pagando dentro de 50 años las estupideces de hoy del abuelo. Llego el momento en que alguno de estos especuladores gordos de los mercados financieros, debió gritar como el niño del cuento aquello de “¡pero si está desnudo!” y de repente, todos se dieron cuenta de que el rey estaba en cueros. Y todos empezaron a temer por sus huchas llenas de papeles ficticios. Y a querer materializarlas. Muchos se lanzaron a lo primero que vieron como bien físico imprescindible: los combustibles fósiles y los alimentos. Estos fueron los primeros listos. Y en el momento en que subió o vieron que podía subir la marea de materializaciones más allá de los bienes físicos que había disponibles en el mundo real, estalló todo.
El mundo financiero se vino abajo como un castillo de naipes, los gobiernos empezaron a temblar y a pedir de nuevo, una vez más “confianza”; esto es, que no se movieran los papeles de sus respectivas cuevas, para no dejar en evidencia las desnudeces descarnadas del rey Mercado.
Y ya para acabar, dado que el mundo financiero sigue siendo la llave de las transacciones comerciales y éstas se han quedado con un ataque de apoplejía, ya que nadie se fía de nadie. Una de las primeras víctimas de esta parálisis, son por ejemplo, los fletes marítimos, que están sufriendo una brutal paralización porque no encuentra quién garantice las famosas LOC (cartas de crédito). Y si hay menos actividad económica, hay menos consumo energético y dado que los pozos no deben dejar de extraer y las refinerías no deben dejar de refinar y los buques de transportar el oro negro, pues el precio del petróleo cae momentánea y drásticamente de sus niveles máximos de la tormenta especulativa anteriormente, en una situación de caos, no se sabe bien si controlado. Una explicación larga, pero espero que no compleja. Lo importante para los que analizamos el cenit de la producción de petróleo, no son ya los precios del mismo (un país arruinado no podrá comprar nada, incluso aunque el precio sea la mitad que hace unos meses), sino si el flujo mundial aumenta o disminuye: la señal de haber llegado al cenit y a partir de ahí, que sólo pueda caer, aunque los economistas en el poder (son todos economistas) se nieguen a mostrar este evidente vínculo y sigan disfrazando el caos con teorías cada vez más disparatadas.
F: Las guerras e invasiones de Afganistán e Iraq tienen una lectura energética. ¿Irán podría ser el próximo?
P: Es evidente que tienen una lectura energética. De hecho, los EEUU están ocupando militarmente cuatro de los cinco principales países productores del mundo de petróleo y gas en el golfo Pérsico. Sólo les queda Irán en la región. En general cualquier país productor de recursos energéticos se ha convertido en blanco de los principales consumidores del planeta, de los adictos al petróleo de Bush. Es sorprendente como en los últimos años, la política occidental y de la OTAN han ido haciendo coincidir la geografía del terror con la geografía del petróleo y del gas y haciendo creer a sus ciudadanos que están en estos países o que van a tener que intervenir en ellos, para restaurar la seguridad, o el orden o para llevar la democracia. Es verdaderamente sorprendente.
F: Episodios como los de la última refriega armada en Georgia ponen de manifiesto una vez más que hay una lucha entre las potencias por la energía y su transporte. ¿Crees que puede haber en un futuro una guerra abierta entre las potencias por la energía? ¿Morirán luchando?
P: Ya hay guerras abiertas por la energía. Es más, diría que todas las guerras abiertas son claramente y principalmente por la energía, son guerras por los recursos, que se irán acentuando si no tomamos medidas y evitamos seguir dejándonos engañar por nuestros propios líderes. O eso, o moriremos todos luchando, sin lugar a dudas.
F: ¿Qué papel juegan y pueden jugar las energías llamadas renovables? ¿Serán suficientes para mantener el crecimiento económico?
P: No. Me temo que las energías renovables no serán suficientes para rellenar el hueco que van a dejar las energías fósiles. El petróleo y el gas son más de la mitad de toda la energía primaria del mundo, que son más de 12.000 millones de toneladas de petróleo equivalente al año, con los que se extraen procesan, refinan, tratan y transportan 100.000 millones de toneladas de materiales al año. Una caída de un 5% de los 6.000 millones de toneladas de petróleo equivalente al año, producidas por la caída de petróleo y gas, se comerían unas 500 veces la energía que generan todas las fuentes de energía renovables de nuevo cuño (solares y eólicas) instaladas hasta la fecha. En un solo año. No hay forma de sustituir este volumen de energía que aporta el gas y el petróleo al mundo moderno.
F: ¿Existe el crecimiento sostenible?
P: El crecimiento nunca es sostenible. Eso es una entelequia. Conviene empezar a hablar de sostenibilidad, más que de crecimiento sostenible. Las personas y los seres vivos, nacen crecen se reproducen (generalmente de forma exponencial) y luego envejecen y mueren. El crecimiento exponencial que manda la genética de los seres vivos, sobre la superficie terrestre, que es de dos dimensiones, hace que la población de seres vivos entre en conflicto con los recursos de los que se nutre de vez en cuando. Y se producen ajustes naturales en las poblaciones. Siempre ha sido así y cuanto más racional y frugal es el consumo del recurso, más suelen durar dichas poblaciones. Pero a pesar de estos conflictos cíclicos por los recursos limitados en poblaciones necesariamente crecientes, nunca antes que se sepa, habían estado en peligro más que algunos individuos de las especies, nunca las especies en sí mismas. Desde que el hombre empezó a hurgar en las entrañas de la tierra y a extraer recursos de ellas y extendió su dominio de la biosfera a la litosfera, la multiplicación exponencial de la especie y del consumo del recurso, ha exterminado un tercio de las especies animales y vegetales de la biosfera. Y está en condiciones de poder exterminarse a sí misma y al resto de las especies vivas. Por primera vez en la historia conocida de la Humanidad, depende de cómo planteemos este inmenso reto, para que pueda haber futuro para la vida sobre la Tierra.
F: Hay quién piensa que el único camino es dejar de crecer. ¿Qué tipo de sociedad habría bajo esa premisa?
P: Sería el más razonable, y el que verdaderamente nos haría distinguirnos de las demás especies animales y vegetales, con capacidad de discernimiento, pero debería hacerse empezando por los que más consumimos; por ese 20% de la población humana, llamada países desarrollados, tan arrogantes, orgullosos y pagados de sí mismos todavía y tan confiados en sus dioses financieros y tecnológicos. Ese 20% de población que consume el 80% de los recursos, debería empezar a dar ejemplo, en vez de criticar a chinos e indios, por intentar replicar nuestro modelo. Y debería llevar a cabo transformaciones drásticas para acercarse lo más posible a los niveles de consumo metabólico que es unas 60-120 veces menos de lo que ahora consumimos. Esa bruta distancia es lo que hace que el rico que se había acercado a Jesús en busca de consejo y que creía cumplir con todos los mandamientos, cuando éste le dice que abandone todas sus riquezas y le siga, da la vuelta y se larga por donde había venido. Y es que la renuncia al confort y el sacrificio no son valores en esta sociedad, sin que esto tenga que ver con la fe o la creencia religiosa.
F: Un ultimo mensaje a los lectores.
P: Ya que estoy con citas religiosas, que Dios les pille confesados y que velen como las vírgenes prudentes y no se crean los cantos de sirena de los trileros que quieren hacer un totum revolutum para que nada cambie y refundar el capitalismo, como si necesitase refundaciones.
F: Un placer esta entrevista. Gracias por tu importante labor periodística y mucha suerte.
Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 10 Noviembre 2008.
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