Cougar derribado - por Francesc Sánchez
"Dos grandes y amplias hipótesis se plantean, la del Cougar derribado por ―evidentemente― un ataque desde el exterior realizado por elementos hostiles, y la del accidente debido a las inclemencias de la madre naturaleza."
Pacificando Afganistán
Cougar derribado - por Francesc Sánchez
Una semana después de la caída del helicóptero Cougar en una ladera de la provincia de Herat en Afganistán, y de la muerte los diecisiete militares que transportaba, se sigue sin conocer que es lo que ha sucedido. Muchas son ya las versiones acerca de lo que podría haber pasado con este helicóptero, y con el segundo ―el que le seguía a pocos metros― que tuvo que tuvo que realizar con gran pericia un aterrizaje de emergencia, resquebrajándose su rotor y saldándose su toma de tierra con cinco heridos.
Dos grandes y amplias hipótesis se plantean, la del Cougar derribado por ―evidentemente― un ataque desde el exterior realizado por elementos hostiles, y la del accidente debido a las inclemencias de la madre naturaleza.
El Cougar derribado se plantea como la posibilidad de un ataque por elementos hostiles, en principio sin identificar, que habrían podido hacer caer el helicóptero con un lanza misiles portatil. El Cougar ―lo podríamos llamar― voleado nos vendría a decir que un fuerte viento racheado, después de pasar por una colina, desestabilizó el helicóptero, haciéndolo caer sobre una ladera, y precipitándose ―después de posarse en el suelo― cincuenta metros hasta explotar después de abrirse su tanque de combustible.
Salta a la vista que la primera de las hipótesis, el Cougar derribado, planteada en esos términos concretos ―un misil lanzado por fuerzas hostiles― es fácilmente descartable si en los restos del helicóptero siniestrado, y sus alrededores, no se encuentran los restos del proyectil. En cambio la hipótesis de las fuerzas de la naturaleza, siendo ampliamente vaga y extensa ―por la multiplicidad de factores a tener en cuenta- cobra una fuerza inusitada, pero lamentablemente por su falta de humanidad es incapaz de demostrar certeramente lo que sucedió.
Dejándose entrever que si bien después de la perdida de control del helicóptero se desencadenó la serie de acontecimientos relatados, haciendo uso del método de la navaja de Occam ―lo más sencillo es lo más probable― entre una racha de viento y un ataque, la segunda opción, en un país seriamente desestabilizado por combatientes tribales, narcotraficantes, y frecuentado por la secta, sigue siendo la causa inicial más convincente.
Estos días contemplamos como la transcendencia real y mediática del suceso ya ha llegado a la agora política, y por las repercusiones que puede conllevar hablar del asunto desde las jefaturas de los partidos, difícilmente se sabrá a ciencia cierta lo que sucedió. Quedara pues lo importante traspapelado en un segundo termino, detrás de la guerra nihilista pasiva entre oposición y gobierno; algo parecido pasara en extensión con la misión en Afganistán, la incapacidad generalizada de toda la clase política de impulsar una política exterior militar diferente terminara como otras ocasiones en un callejón sin salida.
El que el suceso se haya debido a un accidente por las fuerzas de la naturaleza, es una posibilidad. De hecho quizá sea la más limpia; sin embargo, se ha puesto desde un principio demasiado énfasis en esa posibilidad: escrutando todo un seguido de posibles causas accidentales de procedencia natural ―como si fueran atribuibles a los dioses―, que contrastan crudamente demasiado con la ausencia de su contrapeso en la búsqueda de causas puramente bélicas que se deriven de la otra gran posibilidad, el derribo del helicóptero. En ningún momento se ha argumentado de forma precisa como los posibles elementos hostiles podrían haber derribado el helicóptero: por uso de un lanza misiles portatil, un lanza granadas, disparos de un kalaznicof, o simplemente el "lanzamiento de piedras". Tampoco se ha explicado que tareas ha realizado el ejército para explorar esa vía de investigación después del siniestro, no solo para averiguar lo que sucedió, si no para constatar que en las decenas de kilómetros a la redonda del suceso, no hay elementos hostiles armados.
Sin duda que falta información. Y puede que alguna deba permanecer clasificada, por la seguridad de los propios soldados desplegados en Afganistán. Pero sin embargo, estas cautelas ―que como vemos fácilmente se pueden intuir― nos llevan a vislumbrar un importante factor riesgo a correr por las tropas españolas. Lejos queda pues la construcción de escuelas, hospitales, y reconstrucción de viviendas; cerca aparecen, las patrullas por un territorio hostil, los vuelos tácticos a pocos metros del suelo para no ser interceptados, las misiones clasificadas como secretas, y en definitiva todo aquello que deba hacerse para establecer control y seguridad en un país sin estado que permanece en guerra permanente, y en donde jamás ha habido lo que nosotros entendemos como paz.
Circunstancias que no deberían impedir la crítica y el cuestionamiento del papel de las tropas españolas en Afganistán y hasta su propia presencia en ese país. Aunque ello condicionara cambiar los planteamientos de seguridad internacional y los propios intereses de España; en la búsqueda quizá de un escenario alternativo en el seno de la liga Europea, que irrumpa en las Naciones Unidas ―y si es necesario, al margen de la Alianza Atlántica―, puede hallarse la clave tanto para la seguridad de nuestros soldados, nuestra ciudadanía y un mundo exhausto ―entre otras cosas― de verdadera paz y libertad.
Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 24 Agosto 2005.
Artículo nexo relacionado: - Mueren 17 militares españoles en Afganistán
Pacificando Afganistán
Cougar derribado - por Francesc Sánchez
Una semana después de la caída del helicóptero Cougar en una ladera de la provincia de Herat en Afganistán, y de la muerte los diecisiete militares que transportaba, se sigue sin conocer que es lo que ha sucedido. Muchas son ya las versiones acerca de lo que podría haber pasado con este helicóptero, y con el segundo ―el que le seguía a pocos metros― que tuvo que tuvo que realizar con gran pericia un aterrizaje de emergencia, resquebrajándose su rotor y saldándose su toma de tierra con cinco heridos.
Dos grandes y amplias hipótesis se plantean, la del Cougar derribado por ―evidentemente― un ataque desde el exterior realizado por elementos hostiles, y la del accidente debido a las inclemencias de la madre naturaleza.
El Cougar derribado se plantea como la posibilidad de un ataque por elementos hostiles, en principio sin identificar, que habrían podido hacer caer el helicóptero con un lanza misiles portatil. El Cougar ―lo podríamos llamar― voleado nos vendría a decir que un fuerte viento racheado, después de pasar por una colina, desestabilizó el helicóptero, haciéndolo caer sobre una ladera, y precipitándose ―después de posarse en el suelo― cincuenta metros hasta explotar después de abrirse su tanque de combustible.
Salta a la vista que la primera de las hipótesis, el Cougar derribado, planteada en esos términos concretos ―un misil lanzado por fuerzas hostiles― es fácilmente descartable si en los restos del helicóptero siniestrado, y sus alrededores, no se encuentran los restos del proyectil. En cambio la hipótesis de las fuerzas de la naturaleza, siendo ampliamente vaga y extensa ―por la multiplicidad de factores a tener en cuenta- cobra una fuerza inusitada, pero lamentablemente por su falta de humanidad es incapaz de demostrar certeramente lo que sucedió.
Dejándose entrever que si bien después de la perdida de control del helicóptero se desencadenó la serie de acontecimientos relatados, haciendo uso del método de la navaja de Occam ―lo más sencillo es lo más probable― entre una racha de viento y un ataque, la segunda opción, en un país seriamente desestabilizado por combatientes tribales, narcotraficantes, y frecuentado por la secta, sigue siendo la causa inicial más convincente.
Estos días contemplamos como la transcendencia real y mediática del suceso ya ha llegado a la agora política, y por las repercusiones que puede conllevar hablar del asunto desde las jefaturas de los partidos, difícilmente se sabrá a ciencia cierta lo que sucedió. Quedara pues lo importante traspapelado en un segundo termino, detrás de la guerra nihilista pasiva entre oposición y gobierno; algo parecido pasara en extensión con la misión en Afganistán, la incapacidad generalizada de toda la clase política de impulsar una política exterior militar diferente terminara como otras ocasiones en un callejón sin salida.
El que el suceso se haya debido a un accidente por las fuerzas de la naturaleza, es una posibilidad. De hecho quizá sea la más limpia; sin embargo, se ha puesto desde un principio demasiado énfasis en esa posibilidad: escrutando todo un seguido de posibles causas accidentales de procedencia natural ―como si fueran atribuibles a los dioses―, que contrastan crudamente demasiado con la ausencia de su contrapeso en la búsqueda de causas puramente bélicas que se deriven de la otra gran posibilidad, el derribo del helicóptero. En ningún momento se ha argumentado de forma precisa como los posibles elementos hostiles podrían haber derribado el helicóptero: por uso de un lanza misiles portatil, un lanza granadas, disparos de un kalaznicof, o simplemente el "lanzamiento de piedras". Tampoco se ha explicado que tareas ha realizado el ejército para explorar esa vía de investigación después del siniestro, no solo para averiguar lo que sucedió, si no para constatar que en las decenas de kilómetros a la redonda del suceso, no hay elementos hostiles armados.
Sin duda que falta información. Y puede que alguna deba permanecer clasificada, por la seguridad de los propios soldados desplegados en Afganistán. Pero sin embargo, estas cautelas ―que como vemos fácilmente se pueden intuir― nos llevan a vislumbrar un importante factor riesgo a correr por las tropas españolas. Lejos queda pues la construcción de escuelas, hospitales, y reconstrucción de viviendas; cerca aparecen, las patrullas por un territorio hostil, los vuelos tácticos a pocos metros del suelo para no ser interceptados, las misiones clasificadas como secretas, y en definitiva todo aquello que deba hacerse para establecer control y seguridad en un país sin estado que permanece en guerra permanente, y en donde jamás ha habido lo que nosotros entendemos como paz.
Circunstancias que no deberían impedir la crítica y el cuestionamiento del papel de las tropas españolas en Afganistán y hasta su propia presencia en ese país. Aunque ello condicionara cambiar los planteamientos de seguridad internacional y los propios intereses de España; en la búsqueda quizá de un escenario alternativo en el seno de la liga Europea, que irrumpa en las Naciones Unidas ―y si es necesario, al margen de la Alianza Atlántica―, puede hallarse la clave tanto para la seguridad de nuestros soldados, nuestra ciudadanía y un mundo exhausto ―entre otras cosas― de verdadera paz y libertad.
Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 24 Agosto 2005.
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