Aproximación al abismo libanés - por Francesc Sánchez
"El asunto del Líbano se posterga porque cualquier acción que conlleve una solución puede cambiar drásticamente el frágil equilibrio de fuerzas que hay en Oriente Próximo, y quizá en el resto del mundo."
Líbano: Un alto el fuego entre las ruinas
Aproximación al abismo libanés - por Francesc Sánchez
El asunto del Líbano se posterga porque cualquier acción que conlleve una solución puede cambiar drásticamente el frágil equilibrio de fuerzas que hay en Oriente Próximo, y quizá en el resto del mundo.
Tras la tardía resolución 1701 de Naciones Unidas, aceptada por todos y mal que bien necesaria para un alto el fuego temporal, nadie está dispuesto a dejarse arrastrar hacia el abismo. Si cabía una ligera posibilidad de enviar una fuerza multinacional para jugar a las cartas los días pares con el ejército libanés y los milicianos de Hezbollah, y los impares con el Tshal, se ha volatilizado con el ataque de los israelíes de una posición de los milicianos, que según los susodichos beligerantes, transportaba armas desde la vecina Siria.
El mensaje está muy claro, Israel dice hacer cumplir el apartado de la resolución 1701 que hace referencia al cese del envío de armas desde Siria a la milicia de Hezbollah, dejando entrever que la responsabilidad de ésta acción, que supone de facto la ruptura del alto el fuego ―que la resolución 1701 establece como norma básica de convivencia y prerrequisito para el despliegue de una fuerza de paz― recae ante las naciones que se comprometieron a enviar una fuerza de interposición, y que aún no lo han hecho.
Así pues el anunciado envío de una fuerza europea bajo el color azul, integrada por Francia, Italia, España, Grecia y Turquía, ya prudentemente paralizado, promete quedar en el olvido a menos haya un acuerdo entre todas las partes y un claro cometido, que deje en la neutralidad éstas tropas. De no cumplirse éstas premisas y llevarse a cabo el despliegue de cualquier manera, bien por estos o por otros incautos, aunque se sobreentienda, conviene avisar, que éstas tropas foráneas en el mejor de los casos serán usadas como chalecos antibalas de carne y hueso por parte de los contendientes. En el peor, como avanzadilla barata y prescindible por parte del Tshal, en lo que eufemísticamente se ha venido llamar el desarme de Hezbollah.
En otras circunstancias, quizá esa fuerza de cascos azules podría ayudar en las labores de reconstrucción (las principales infraestructuras y 15.000 viviendas han sido destruidas), en el transporte y el reparto de alimentos y medicinas (el mes de bombardeos empezó a crear importantes desabastecimientos de alimentos y medicinas), en el recuento de muertos y heridos (1.300 muertos y más de 3.000 heridos entre los civiles), o en facilitar el retorno a los desplazados (alrededor de un millón de personas). Éste tipo de labores humanitarias que el partido de Dios ―con ayuda siria e iraní (más de 100 millones de dólares en este ultimo caso― está llevando a la práctica con gran destreza desde el primer día del alto el fuego. Si Israel pretendía con sus ataques enemistar a los libaneses en contra de Hezbollah responsabilizándola de los bombardeos se ha llenado de gloria.
La seguridad, algo en lo que éste tipo de fuerzas internacionales suelen hacer énfasis y logran cierta eficacia, en el Líbano ya está bastante bien organizada por los milicianos de Hezbollah y el ejército regular libanés. Y es que claro, si el Líbano en el pasado ―durante los años que van desde 1975 a 1991 en los que se desarrollo la guerra civil― fue un escenario caótico ―similar a la ex Yugoslavia o al Afganistán de nuestros días― en donde diferentes facciones fusil en mano lucharon por el poder, desde hace mucho ya no lo és.
Las milicias que durante la guerra civil se mataron entre sí, tras los acuerdos de Taif y el despliegue de la fuerza de paz de la vecina Siria, dejaron las armas, y dieron una oportunidad a la política. Antes de que Israel iniciase ésta última guerra la única milicia que quedaba armada era la de Hezbollah. Una anomalía pero con razones para su existencia: 1. La fundamental la invasión de Israel del sur Líbano desde el año 1982 hasta el año 2000, y la inexistencia de una fuerza libanesa regular que defendiera éste territorio y pusiera remedio a éste vació de seguridad. 2. En el año 2000 el Tshal se retiró de gran parte del sur del Líbano ―Israel siguió ocupando la franja de Sheeba *―, pero el vació en seguridad en la región del sur siguió existiendo.
Pero vacíos no llenados por el estado en el Líbano hay muchos, como por ejemplo el de la falta de una estructura social mínima para todo aquel que vive al sur del río Litani, que Hezbollah se encarga de remediar. Y quizá el vacío más problemático y significativo ―por lo que tiene de ilustrativo― sea aquel que tiene que ver con los refugiados palestinos. Desde la creación del estado de Israel en el año 1947 cientos de miles de palestinos tuvieron que partir hacia otros territorios, y el Líbano fue uno de ellos. Tras las diversas guerras árabe-israelíes el número de refugiados ha ido en aumento, y la situación jamás se ha resuelto. Nunca han podido retornar a sus tierras, ni tampoco siquiera ―como si sucedió en Siria, Egipto y finalmente Jordania― se han podido integrar éstas gentes en la sociedad libanesa.
La no integración de los palestinos se debe a la propia historia del Líbano, pero también a la articulación de su sociedad en función de su adscripción religiosa. El poder político en el Líbano durante muchos años ha estado dividido en una proporción añeja, que otorgaba cuotas a las diferentes comunidades, y que quedaron de largo superadas por una nueva realidad demográfica, que hizó aumentar de forma considerable la población de la adscripción chií libanesa. La no correspondencia del poder político con la realidad demográfica, empeoró con la llegada masiva de palestinos entre los años 1967 y 1970, cuando la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) llegó al Líbano después de ser expulsada de Jordania. La OLP que por aquel entonces seguía atacando Israel desde donde se encontrase, como en Jordania en el Líbano agravó las tensiones internas.
Éste caldo de cultivo desembocó en la guerra civil del Líbano, momento en el que Israel entró en el país en el año 1982, ocupándolo hasta el año 2000. Y es en éstas circunstancias que Hezbollah, desde la salida de la OLP del Líbano, al tiempo que ha ejercido una dura resistencia al Tshal, ha sido un importante sostén para los chiés libaneses y los palestinos.
Luego entonces, el desarme de Hezbollah tanto de las armas de fuego como de las armas políticas y sociales ―Israel en más de una ocasión ha dicho que su intención es destruirla― no solo es inviable en el actual contexto si no que además acarrearía muchas penalidades a la población del sur del Líbano, siendo ―mientras vivan― hasta contraproducente para terceros, por la relación que existe entre la desorganización social y la desesperación con el terrorismo indiscriminado. Sobra decir que la imposición del desarme, como ha sucedido en el vecino Iraq tras la destrucción del estado, haría que el fantasma de la guerra civil cabalgase de nuevo.
Ampliando el horizonte, más allá de la evidente relación entre lo que sucede en el Líbano y los territorios ocupados en Palestina, la situación en toda la región no es nada prometedora para algunos. Iraq sigue siendo un territorio de nadie, ingobernable, envuelto en una serie de luchas internas y una guerra contra la ocupación norteamericana; en donde el líder chií Muqtada Al Sdar aguarda su momento. Irán caído Iraq se ha rearmado para protegerse y para ejercer el poder regional que le corresponde, llegando incluso a establecer una alianza estratégica con Siria, rompiendo así de paso una vez más el mito del choque inevitable con el islam. Siria está bien como está. Egipto y Jordania parecen andarse con pies de plomo a sabiendas que los silencios de sus respectivos gobiernos son desaprobados por su población. Y Turquía que teniendo un pie en Europa y otro en la OTAN, siente que los esfuerzos requeridos por EEUU e Israel en ésta crisis traicionan en suma medida no solo la mitad de su alma, si no también sus propios intereses.
El vigente plan de los norteamericanos e israelíes para solucionar éste conflicto, y de paso disponer de un buen corredor para el transporte de energía, para tener cierta cuota de éxito solo puede conducir a la eliminación masiva y absoluta del oponente. Algo que los europeos no debemos permitir, no solo porque moralmente para muchos según sus convicciones esto sea repudiable, y para otros éticamente condenable, si no porque inevitablemente los objetivos marcados por Washington y Tel Avic, chocaran finalmente con la relación de fuerzas hostiles que hay en Oriente Medio. Y esa guerra regional, que ya algunos avisamos que se podía producir con un ataque a Irán el pasado mes de Marzo, por la cuestión nuclear, terminará siendo global por las implicaciones energéticas que señala la dependencia del petróleo que tiene Occidente de la región del golfo Pérsico.
Finalizando. La comunidad internacional como dice Hassan Nasralá es una ficción. Y la Unión Europea, a efectos prácticos, por no disponer de un ejército o en su defecto una estructura militar que coordine sus ejércitos, está limitada. Pero no acabada. Dispone de la carta diplomática, y ésta es la que debe jugarse estableciendo alianzas estratégicas con quién está callando, y puntos de encuentros con los hoy ultrajados. Paradójicamente ―cuando la mayoría han dado por perdida la Unión― el destino hace enfrentarse a la liga de los europeos a un gran desafió, en él que si sabe jugar bien sus cartas, evitara el desastre y saldrá reforzada. Si no juega sus cartas o sucumbe a EEUU e Israel, no solo Europa quedara finalmente relegada en el mundo, si no que probablemente estará en primera línea de fuego.
* Franja de Sheeba, conocidas también como las Granjas de Sheeba. Territorio libanés, en todo caso disputado por Siria, ocupado por Israel desde 1967, tras la guerra de los Seis Días. Y es aquí en donde un grupo de milicianos de Hezbollah se enfrentó el pasado 12 de Julio a un grupo de soldados del Tshal. El ataque y la captura de dos soldados fue el motivo que utilizó Israel para iniciar ésta última guerra contra el Líbano. Directamente relacionado, aunque permaneciendo opaco en ésta guerra, se encuentran los territorios de los Altos del Golán, ocupados también por Israel tras la guerra de los Seis Días. Pertenecen a Siria, y actualmente proporcionan a Israel una importante baza estratégica para controlar el valle de la Becca (entre Líbano y Siria), al tiempo que abastecen del orden del 15 al 30% las necesidades acuíferas del país.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 21 Agosto 2006.
Artículo directamente relacionado: - La claudicación del León de Damasco - por Francesc Sánchez
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El asunto del Líbano se posterga porque cualquier acción que conlleve una solución puede cambiar drásticamente el frágil equilibrio de fuerzas que hay en Oriente Próximo, y quizá en el resto del mundo.
Tras la tardía resolución 1701 de Naciones Unidas, aceptada por todos y mal que bien necesaria para un alto el fuego temporal, nadie está dispuesto a dejarse arrastrar hacia el abismo. Si cabía una ligera posibilidad de enviar una fuerza multinacional para jugar a las cartas los días pares con el ejército libanés y los milicianos de Hezbollah, y los impares con el Tshal, se ha volatilizado con el ataque de los israelíes de una posición de los milicianos, que según los susodichos beligerantes, transportaba armas desde la vecina Siria.
El mensaje está muy claro, Israel dice hacer cumplir el apartado de la resolución 1701 que hace referencia al cese del envío de armas desde Siria a la milicia de Hezbollah, dejando entrever que la responsabilidad de ésta acción, que supone de facto la ruptura del alto el fuego ―que la resolución 1701 establece como norma básica de convivencia y prerrequisito para el despliegue de una fuerza de paz― recae ante las naciones que se comprometieron a enviar una fuerza de interposición, y que aún no lo han hecho.
Así pues el anunciado envío de una fuerza europea bajo el color azul, integrada por Francia, Italia, España, Grecia y Turquía, ya prudentemente paralizado, promete quedar en el olvido a menos haya un acuerdo entre todas las partes y un claro cometido, que deje en la neutralidad éstas tropas. De no cumplirse éstas premisas y llevarse a cabo el despliegue de cualquier manera, bien por estos o por otros incautos, aunque se sobreentienda, conviene avisar, que éstas tropas foráneas en el mejor de los casos serán usadas como chalecos antibalas de carne y hueso por parte de los contendientes. En el peor, como avanzadilla barata y prescindible por parte del Tshal, en lo que eufemísticamente se ha venido llamar el desarme de Hezbollah.
En otras circunstancias, quizá esa fuerza de cascos azules podría ayudar en las labores de reconstrucción (las principales infraestructuras y 15.000 viviendas han sido destruidas), en el transporte y el reparto de alimentos y medicinas (el mes de bombardeos empezó a crear importantes desabastecimientos de alimentos y medicinas), en el recuento de muertos y heridos (1.300 muertos y más de 3.000 heridos entre los civiles), o en facilitar el retorno a los desplazados (alrededor de un millón de personas). Éste tipo de labores humanitarias que el partido de Dios ―con ayuda siria e iraní (más de 100 millones de dólares en este ultimo caso― está llevando a la práctica con gran destreza desde el primer día del alto el fuego. Si Israel pretendía con sus ataques enemistar a los libaneses en contra de Hezbollah responsabilizándola de los bombardeos se ha llenado de gloria.
La seguridad, algo en lo que éste tipo de fuerzas internacionales suelen hacer énfasis y logran cierta eficacia, en el Líbano ya está bastante bien organizada por los milicianos de Hezbollah y el ejército regular libanés. Y es que claro, si el Líbano en el pasado ―durante los años que van desde 1975 a 1991 en los que se desarrollo la guerra civil― fue un escenario caótico ―similar a la ex Yugoslavia o al Afganistán de nuestros días― en donde diferentes facciones fusil en mano lucharon por el poder, desde hace mucho ya no lo és.
Las milicias que durante la guerra civil se mataron entre sí, tras los acuerdos de Taif y el despliegue de la fuerza de paz de la vecina Siria, dejaron las armas, y dieron una oportunidad a la política. Antes de que Israel iniciase ésta última guerra la única milicia que quedaba armada era la de Hezbollah. Una anomalía pero con razones para su existencia: 1. La fundamental la invasión de Israel del sur Líbano desde el año 1982 hasta el año 2000, y la inexistencia de una fuerza libanesa regular que defendiera éste territorio y pusiera remedio a éste vació de seguridad. 2. En el año 2000 el Tshal se retiró de gran parte del sur del Líbano ―Israel siguió ocupando la franja de Sheeba *―, pero el vació en seguridad en la región del sur siguió existiendo.
Pero vacíos no llenados por el estado en el Líbano hay muchos, como por ejemplo el de la falta de una estructura social mínima para todo aquel que vive al sur del río Litani, que Hezbollah se encarga de remediar. Y quizá el vacío más problemático y significativo ―por lo que tiene de ilustrativo― sea aquel que tiene que ver con los refugiados palestinos. Desde la creación del estado de Israel en el año 1947 cientos de miles de palestinos tuvieron que partir hacia otros territorios, y el Líbano fue uno de ellos. Tras las diversas guerras árabe-israelíes el número de refugiados ha ido en aumento, y la situación jamás se ha resuelto. Nunca han podido retornar a sus tierras, ni tampoco siquiera ―como si sucedió en Siria, Egipto y finalmente Jordania― se han podido integrar éstas gentes en la sociedad libanesa.
La no integración de los palestinos se debe a la propia historia del Líbano, pero también a la articulación de su sociedad en función de su adscripción religiosa. El poder político en el Líbano durante muchos años ha estado dividido en una proporción añeja, que otorgaba cuotas a las diferentes comunidades, y que quedaron de largo superadas por una nueva realidad demográfica, que hizó aumentar de forma considerable la población de la adscripción chií libanesa. La no correspondencia del poder político con la realidad demográfica, empeoró con la llegada masiva de palestinos entre los años 1967 y 1970, cuando la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) llegó al Líbano después de ser expulsada de Jordania. La OLP que por aquel entonces seguía atacando Israel desde donde se encontrase, como en Jordania en el Líbano agravó las tensiones internas.
Éste caldo de cultivo desembocó en la guerra civil del Líbano, momento en el que Israel entró en el país en el año 1982, ocupándolo hasta el año 2000. Y es en éstas circunstancias que Hezbollah, desde la salida de la OLP del Líbano, al tiempo que ha ejercido una dura resistencia al Tshal, ha sido un importante sostén para los chiés libaneses y los palestinos.
Luego entonces, el desarme de Hezbollah tanto de las armas de fuego como de las armas políticas y sociales ―Israel en más de una ocasión ha dicho que su intención es destruirla― no solo es inviable en el actual contexto si no que además acarrearía muchas penalidades a la población del sur del Líbano, siendo ―mientras vivan― hasta contraproducente para terceros, por la relación que existe entre la desorganización social y la desesperación con el terrorismo indiscriminado. Sobra decir que la imposición del desarme, como ha sucedido en el vecino Iraq tras la destrucción del estado, haría que el fantasma de la guerra civil cabalgase de nuevo.
Ampliando el horizonte, más allá de la evidente relación entre lo que sucede en el Líbano y los territorios ocupados en Palestina, la situación en toda la región no es nada prometedora para algunos. Iraq sigue siendo un territorio de nadie, ingobernable, envuelto en una serie de luchas internas y una guerra contra la ocupación norteamericana; en donde el líder chií Muqtada Al Sdar aguarda su momento. Irán caído Iraq se ha rearmado para protegerse y para ejercer el poder regional que le corresponde, llegando incluso a establecer una alianza estratégica con Siria, rompiendo así de paso una vez más el mito del choque inevitable con el islam. Siria está bien como está. Egipto y Jordania parecen andarse con pies de plomo a sabiendas que los silencios de sus respectivos gobiernos son desaprobados por su población. Y Turquía que teniendo un pie en Europa y otro en la OTAN, siente que los esfuerzos requeridos por EEUU e Israel en ésta crisis traicionan en suma medida no solo la mitad de su alma, si no también sus propios intereses.
El vigente plan de los norteamericanos e israelíes para solucionar éste conflicto, y de paso disponer de un buen corredor para el transporte de energía, para tener cierta cuota de éxito solo puede conducir a la eliminación masiva y absoluta del oponente. Algo que los europeos no debemos permitir, no solo porque moralmente para muchos según sus convicciones esto sea repudiable, y para otros éticamente condenable, si no porque inevitablemente los objetivos marcados por Washington y Tel Avic, chocaran finalmente con la relación de fuerzas hostiles que hay en Oriente Medio. Y esa guerra regional, que ya algunos avisamos que se podía producir con un ataque a Irán el pasado mes de Marzo, por la cuestión nuclear, terminará siendo global por las implicaciones energéticas que señala la dependencia del petróleo que tiene Occidente de la región del golfo Pérsico.
Finalizando. La comunidad internacional como dice Hassan Nasralá es una ficción. Y la Unión Europea, a efectos prácticos, por no disponer de un ejército o en su defecto una estructura militar que coordine sus ejércitos, está limitada. Pero no acabada. Dispone de la carta diplomática, y ésta es la que debe jugarse estableciendo alianzas estratégicas con quién está callando, y puntos de encuentros con los hoy ultrajados. Paradójicamente ―cuando la mayoría han dado por perdida la Unión― el destino hace enfrentarse a la liga de los europeos a un gran desafió, en él que si sabe jugar bien sus cartas, evitara el desastre y saldrá reforzada. Si no juega sus cartas o sucumbe a EEUU e Israel, no solo Europa quedara finalmente relegada en el mundo, si no que probablemente estará en primera línea de fuego.
* Franja de Sheeba, conocidas también como las Granjas de Sheeba. Territorio libanés, en todo caso disputado por Siria, ocupado por Israel desde 1967, tras la guerra de los Seis Días. Y es aquí en donde un grupo de milicianos de Hezbollah se enfrentó el pasado 12 de Julio a un grupo de soldados del Tshal. El ataque y la captura de dos soldados fue el motivo que utilizó Israel para iniciar ésta última guerra contra el Líbano. Directamente relacionado, aunque permaneciendo opaco en ésta guerra, se encuentran los territorios de los Altos del Golán, ocupados también por Israel tras la guerra de los Seis Días. Pertenecen a Siria, y actualmente proporcionan a Israel una importante baza estratégica para controlar el valle de la Becca (entre Líbano y Siria), al tiempo que abastecen del orden del 15 al 30% las necesidades acuíferas del país.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 21 Agosto 2006.
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