Viajes con Heródoto - por Francesc Sánchez
Ryszard Kapuscinski nos deja en Viajes con Heródoto su última obra. Unas páginas en las que los que conozcan tanto su trabajo como su forma de contar historias reconocerán rápidamente a éste contador de historias incasable que recorrió medio mundo y que lo supo contar tan bien, ésta vez mostrándonos a un amigo suyo Heródoto, él que nos va a dar una lección de Historia Antigua.
Para él que no conozca la obra de Kapuscinski este libro es un buen inicio, porque hace una importante retrospectiva de parte de sus viajes, explicados en mayor profundidad en otros libros. Si sabe alejarse de sus prejuicios y es lo suficientemente humilde, podrá crearse un criterio sobre cuestiones muy diferentes que no le van a dejar indiferente. - seguir leyendo
Reseña literaria en la Sección de Cultura
Viajes con Heródoto - por Francesc Sánchez
Viajes con Heródoto está compuesto por una serie de retazos, experiencias y reflexiones de Kapuscinski, que se inician en su juventud en Polonia donde estudia Historia en la universidad de Varsovia y en donde empieza a hacer de reportero, a lo largo y ancho de su geografía, trabajando para el periódico El Estandarte de los Jóvenes. Estas dos facetas volverán a atravesarle cuando la directora del periódico le envía de reportero a la India y le regala un ejemplar de Historia de Heródoto. Desde ese momento Kapuscinski empieza a cumplir su propósito de cruzar la frontera geográfica de su Polonia natal.
Empieza porque Kapuscinski, si bien es cierto que quería salir de su país para visitar Checoslovaquia por el propio placer de hacerlo, descubre con su viaje a la India que le quedan muchas más fronteras por cruzar. La primera de ellas será la del desconocimiento del país al que ha sido enviado, seguida de la lengua que usan sus habitantes, de las creencias que estos tienen, y de la mentalidad que mantienen frente a la vida. Elementos que envuelven en un velo de misterio a la India y que se alzan como fronteras, que Kapuscinski nos dirá que para conocer y aceptar al otro son necesarias atravesar.
Kapuscinski de la India es enviado a la China y ahí le sucederá lo mismo, la gran muralla china con su cultura milenaria y con la rigidez de Mao, se alzará incomunicándole una vez más. Si en la India todo parecía diluirse hacia el infinito, con sus múltiples dioses y caminos para alcanzar el conocimiento, siendo imposible comprender nada haciendo uso tan solo de la razón occidental, en la China en cambió impera el hermetismo del Tao que se refugia en una concepción holística de la naturaleza, y el pragmatismo del confucionismo que se conforma con lo establecido.
Llevará consigo en todo momento el libro de Historia de Heródoto. El griego de Halicarnaso que emprendió viajes por el mundo conocido en su tiempo, y que luego escribió los nueve libros que constituyen Historia. Heródoto sigue las pistas de hechos de gran trascendencia que acaecieron entre cien y doscientos años antes del apogeo de Atenas. Nos narrará la ascensión del imperio de los persas bajo el paso de Ciro, Darío, y su hijo Jerjes que finalmente se enfrentará contra los griegos en el desfiladero de Termópilas, la costa de Salamina y finalmente en Platea. Pero Heródoto no se conforma con narrar batallas, también nos acercará a la cultura de estos pueblos, señalando tanto las diferencias como las semejanzas. Heródoto, para llevar a cabo sus investigaciones, se desplaza allá donde es necesario, habla con personas diversas, compara lo que dicen, y en la medida de sus posibilidades comprueba por si mismo los hechos. Heródoto aunque se forma una opinión y nos la muestra, no juzga si no que se plantea preguntas, las plantea a los lectores, a su auditorio, para que éste debata y reflexione. Este método tan sencillo es el que Kapuscinski pone en práctica 2500 años después para ejercer su labor de reportero.
Tras sus primeros viajes Kapuscinski será enviado ―por la agencia PAP― por primera vez a África, pero el relato de Heródoto nos trasladará antes a Irán, donde la pronta caída del Sha y la revolución islámica que encabeza Jomeimi no desmerecerán éste salto cronológico. Kapuscinski frente a las ruinas de Persépolis está asombrado por la grandeza de lo que contempla, pero se pregunta cuantas vidas y sufrimiento han costado este tipo de construcciones. Y es aquí donde si queremos podemos situar esa nueva frontera de la que nos habla Kapuscinski y que es conveniente cruzar, la del tiempo. El tener cuanto menos la capacidad para reflexionar sobre el tiempo en que vivimos, un presente que no deja de ser una continuación de un pasado.
Y llega África. A Kapuscinski le parece una tierra más cercana y más asequible, pero una vez más descubre que no es aconsejable dejarse llevar por las ideas preconcebidas. El continente se le presenta con enormes diferencias, desde geográficas y climáticas, hasta culturales. En donde hay regiones con miles de tribus con diferentes lenguas, creencias y aspiraciones, que tras la descolonización y las independencias han entrado en conflicto. Realidades que para Kapuscinski son de difícil ―por no decir imposible― encaje con teorías como la de la négritude, que parten de la emancipación de los esclavos y la búsqueda de un sustrato común, hacia la que él muestra cierta simpatía, pero que es consciente en todo momento de las innumerables fronteras que antes se han de atravesar.
Kapuscinski a lo largo de sus años como reportero a veces requiere evadirse de los hechos repetitivos, sanguinarios, y hasta absurdos que contempla. Necesita una huida de ese provincianismo espacial y temporal. En esos momentos echa mano a las páginas de Historia de Heródoto, mantiene por así decirlo una amistad intemporal con el viejo griego de Halicarnaso, con el cual creé compartir cierta mirada del mundo. Tal como él dice, probablemente Heródoto es el primer globalista de la historia. Pero su propia naturaleza de hombre que se hace preguntas le hace cuestionarse el sentido de la vida de éste viejo y su propio refugio en la historia.
Pero ¿hice bien intentando refugiarme en la historia? ¿Tenía esto algún sentido? Al final y al cabo encontramos en ella las mismas cosas a las cuales nos parecía que lograríamos escapar.
Él da respuesta a su manera a esta pregunta, aunque cada cual debe darle la suya a su pregunta. La vida ha querido que cuando escribo estas líneas que Kapuscinski ya no esté de igual manera entre nosotros, probablemente se encuentre más cerca de su amigo Heródoto.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Marzo 2007.
Artículo relacionado: - Nos ha dejado Ryszard Kapuscinski
Para él que no conozca la obra de Kapuscinski este libro es un buen inicio, porque hace una importante retrospectiva de parte de sus viajes, explicados en mayor profundidad en otros libros. Si sabe alejarse de sus prejuicios y es lo suficientemente humilde, podrá crearse un criterio sobre cuestiones muy diferentes que no le van a dejar indiferente. - seguir leyendo
Reseña literaria en la Sección de Cultura
Viajes con Heródoto - por Francesc Sánchez
Viajes con Heródoto está compuesto por una serie de retazos, experiencias y reflexiones de Kapuscinski, que se inician en su juventud en Polonia donde estudia Historia en la universidad de Varsovia y en donde empieza a hacer de reportero, a lo largo y ancho de su geografía, trabajando para el periódico El Estandarte de los Jóvenes. Estas dos facetas volverán a atravesarle cuando la directora del periódico le envía de reportero a la India y le regala un ejemplar de Historia de Heródoto. Desde ese momento Kapuscinski empieza a cumplir su propósito de cruzar la frontera geográfica de su Polonia natal.
Empieza porque Kapuscinski, si bien es cierto que quería salir de su país para visitar Checoslovaquia por el propio placer de hacerlo, descubre con su viaje a la India que le quedan muchas más fronteras por cruzar. La primera de ellas será la del desconocimiento del país al que ha sido enviado, seguida de la lengua que usan sus habitantes, de las creencias que estos tienen, y de la mentalidad que mantienen frente a la vida. Elementos que envuelven en un velo de misterio a la India y que se alzan como fronteras, que Kapuscinski nos dirá que para conocer y aceptar al otro son necesarias atravesar.
Kapuscinski de la India es enviado a la China y ahí le sucederá lo mismo, la gran muralla china con su cultura milenaria y con la rigidez de Mao, se alzará incomunicándole una vez más. Si en la India todo parecía diluirse hacia el infinito, con sus múltiples dioses y caminos para alcanzar el conocimiento, siendo imposible comprender nada haciendo uso tan solo de la razón occidental, en la China en cambió impera el hermetismo del Tao que se refugia en una concepción holística de la naturaleza, y el pragmatismo del confucionismo que se conforma con lo establecido.
Llevará consigo en todo momento el libro de Historia de Heródoto. El griego de Halicarnaso que emprendió viajes por el mundo conocido en su tiempo, y que luego escribió los nueve libros que constituyen Historia. Heródoto sigue las pistas de hechos de gran trascendencia que acaecieron entre cien y doscientos años antes del apogeo de Atenas. Nos narrará la ascensión del imperio de los persas bajo el paso de Ciro, Darío, y su hijo Jerjes que finalmente se enfrentará contra los griegos en el desfiladero de Termópilas, la costa de Salamina y finalmente en Platea. Pero Heródoto no se conforma con narrar batallas, también nos acercará a la cultura de estos pueblos, señalando tanto las diferencias como las semejanzas. Heródoto, para llevar a cabo sus investigaciones, se desplaza allá donde es necesario, habla con personas diversas, compara lo que dicen, y en la medida de sus posibilidades comprueba por si mismo los hechos. Heródoto aunque se forma una opinión y nos la muestra, no juzga si no que se plantea preguntas, las plantea a los lectores, a su auditorio, para que éste debata y reflexione. Este método tan sencillo es el que Kapuscinski pone en práctica 2500 años después para ejercer su labor de reportero.
Tras sus primeros viajes Kapuscinski será enviado ―por la agencia PAP― por primera vez a África, pero el relato de Heródoto nos trasladará antes a Irán, donde la pronta caída del Sha y la revolución islámica que encabeza Jomeimi no desmerecerán éste salto cronológico. Kapuscinski frente a las ruinas de Persépolis está asombrado por la grandeza de lo que contempla, pero se pregunta cuantas vidas y sufrimiento han costado este tipo de construcciones. Y es aquí donde si queremos podemos situar esa nueva frontera de la que nos habla Kapuscinski y que es conveniente cruzar, la del tiempo. El tener cuanto menos la capacidad para reflexionar sobre el tiempo en que vivimos, un presente que no deja de ser una continuación de un pasado.
Y llega África. A Kapuscinski le parece una tierra más cercana y más asequible, pero una vez más descubre que no es aconsejable dejarse llevar por las ideas preconcebidas. El continente se le presenta con enormes diferencias, desde geográficas y climáticas, hasta culturales. En donde hay regiones con miles de tribus con diferentes lenguas, creencias y aspiraciones, que tras la descolonización y las independencias han entrado en conflicto. Realidades que para Kapuscinski son de difícil ―por no decir imposible― encaje con teorías como la de la négritude, que parten de la emancipación de los esclavos y la búsqueda de un sustrato común, hacia la que él muestra cierta simpatía, pero que es consciente en todo momento de las innumerables fronteras que antes se han de atravesar.
Kapuscinski a lo largo de sus años como reportero a veces requiere evadirse de los hechos repetitivos, sanguinarios, y hasta absurdos que contempla. Necesita una huida de ese provincianismo espacial y temporal. En esos momentos echa mano a las páginas de Historia de Heródoto, mantiene por así decirlo una amistad intemporal con el viejo griego de Halicarnaso, con el cual creé compartir cierta mirada del mundo. Tal como él dice, probablemente Heródoto es el primer globalista de la historia. Pero su propia naturaleza de hombre que se hace preguntas le hace cuestionarse el sentido de la vida de éste viejo y su propio refugio en la historia.
Pero ¿hice bien intentando refugiarme en la historia? ¿Tenía esto algún sentido? Al final y al cabo encontramos en ella las mismas cosas a las cuales nos parecía que lograríamos escapar.
Él da respuesta a su manera a esta pregunta, aunque cada cual debe darle la suya a su pregunta. La vida ha querido que cuando escribo estas líneas que Kapuscinski ya no esté de igual manera entre nosotros, probablemente se encuentre más cerca de su amigo Heródoto.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Marzo 2007.
Artículo relacionado: - Nos ha dejado Ryszard Kapuscinski