The rules of the game are changed - por Francesc Sánchez
Bajo la sentencia The rules of the game are changed ―las reglas del juego han cambiado―, Tony Blair presentó hace unos días, de una forma un tanto sesgada, una serie de medidas para combatir el terrorismo internacional en el Reino Unido.
Nueva política anti-terrorista británica
The rules of the game are changed - por Francesc Sánchez
John Locke uno de los padres del empirismo, y del sistema que en su extensión define la sociedad británica y norteamericana, en su Ensayo sobre el entendimiento humano, expresaba que el hombre no posee ninguna idea innata, sentenciando que todo el conocimiento humano procede de la experiencia.
Las medidas apriorísticas de Tony Blair
Bajo la sentencia The rules of the game are changed ―las reglas del juego han cambiado―, Tony Blair presentó hace unos días, de una forma un tanto sesgada, una serie de medidas para combatir el terrorismo internacional en el Reino Unido.
Las medidas que ya han traslucido hacen referencia a la detención, expulsión, y no-admisión de personas instigadoras o potencialmente instigadoras del extremismo político de cuño islámico, y a la vigilancia indiscriminada de las comunicaciones de los ciudadanos.
En primer lugar, se quiere expulsar del país aquellas personas que inciten al terrorismo, deportándolas a su país de origen o a terceros países ―evitando así que cayeran en manos de estados que vulneren los derechos humanos―. En el caso de que estas personas tuvieran la nacionalidad británica, podrían ser acusadas de traición; conllevando con ello un posible encarcelamiento, o la perdida de la nacionalidad para su posterior expulsión del país.
En segundo lugar, impedir el asilo político ―u humanitario― a personas sospechosas de terrorismo, o que ―de algún modo― inciten o puedan incitar al terrorismo.
En tercer lugar, la intención de vigilar ―de acuerdo con la comunidad musulmana― las mezquitas y los centros de culto en donde se pueda incitar al extremismo islámico.
En cuarto lugar, estaría la creación de una lista negra ―para su posterior control e intervención― de librerías y paginas web de internet, en donde se incite al terrorismo o al extremismo islámico.
En quinto lugar, el almacenamiento, y posterior supervisión ―según necesidades policiales― de llamadas telefónicas y correos electrónicos de todos ciudadanos del Reino Unido.
Este tipo de medidas ―aún a falta de la legislación adecuada― Tony Blair tiene la intención de hacerlas extensibles al territorio de la Unión Europea, y por lo tanto a sus países miembros. Para desarrollar estas cuestiones, Tony Blair, dispone del vigente semestre de presidencia europea rotativa, en el que ya ha señalado que "la seguridad va a ser una de sus prioridades"; señalando que para llevar a cabo algunas medidas será necesario enmendar "las leyes referentes a los Derechos Humanos de la Unión Europea".
Los hechos y la experiencia
Un primer análisis deja entrever que Tony Blair no ha tomado medidas eficaces que impidan la operatividad de las células terroristas; más allá de convertir Londres en una ciudad tomada por la policía, y en donde las fuerzas especiales tienen permitido el disparar a matar a las personas consideradas sospechosas. Nada ha dicho acerca de como impedir que una célula terrorista pueda hacerse con explosivos, armamento, o el capital necesario con el que realizar sus funestas acciones. Tampoco en que medida es necesario coordinar los servicios secretos de la Unión Europea para trabajar conjuntamente en materia terrorista, y elaborar con los distintos estados una política de defensa y seguridad común.
Sin embargo, ésta serie de medidas ―si exceptuamos la toma de la ciudad y el tiro al sospecho― distan de centrarse concretamente en el crimen, para lanzarse sobre la nebulosa de la apología del terrorismo de una forma apriorística, pudiendo tener unas consecuencias nocivas para la sociedad por su alcance sociológico.
El mostrar con todas las cautelas que se quiera una cantera especifica de jóvenes potencialmente terroristas, y un entorno mal delimitado que les envuelve y les instiga a cometer atentados, en cierta forma es crear un estereotipo de un terrorista tipo. Estableciendo en el imaginario colectivo de la población, que una serie de personas ―sin que exista la certeza de vinculación a un grupo terrorista―, por cualidades secundarias ―como son el color de la piel, la indumentaria de sus vestidos, sus creencias o su ideología― pueden ser consideradas sospechosas de terrorismo.
A raíz de asociar sutilmente unas ideas simples e inofensivas a los atentados, se puede generar una idea compleja lejana a la verdad de los hechos, pero sin embargo, creíble y perjudicial en una sociedad tan compleja y diversa como la británica. Existiendo la seria posibilidad de que los ciudadanos queden marcados por su lugar de procedencia, su color de piel, su confesión religiosa, o sencillamente por sus tendencias políticas. Tendencias políticas que pueden estar enfrentadas a las del gobierno, pero que en principio ―a no ser que la experiencia nos diga lo contrario― pueden permanecer ajenas por un todo al terrorismo.
Un hecho de que el terrorista tipo se ha activado ya, es el asesinato por parte de la policía de un sospechoso en el metro de Londres. Jean Charles de Menezes, no se paró ante la orden de la policía, pero hasta día de hoy Scotland Yark no ha ofrecido explicaciones convincentes de porque se le eligió como sospechoso y porque hubo tanto ensañamiento para liquidarle. Sin embargo, ciertas cualidades secundarías quedan constatadas: Jean Charles de Menezes tenia la tez oscura y era pobre.
Este estereotipo del terrorista tipo, en la seria probabilidad de que se produzcan nuevos atentados puede desencadenar en la creación de otro concepto conocido como el chivo expiatorio. Ante el pánico de la población en un momento dado, las comunidades británicas que fueran el origen de los terroristas ―o sencillamente las que se parecieran por esas cualidades secundarias antes mencionadas―, podrían generar desconfianza entre el resto de la población, o llegar a ser objetivos de ilógicas represalias de grupos xenófobos ―de tendencia ultra derechista― que no esperasen nada más que la confrontación.
En cuanto a lo estrictamente jurídico, estas medidas contraterroristas representan un retroceso en los derechos y libertades de los británicos, llegando incluso a vulnerar una de las hazañas de los propios artífices del sistema liberal británico, la confidencialidad de las comunicaciones. Tony Blair, bien seguro que sin querer, estaría dándole de este modo a los terroristas la satisfacción de destruir aquello que ellos son incapaces de destruir con sus bombas.
Finalmente Tony Blair pretende legislar en materia de seguridad allá donde no quiere comprometerse, en la Unión Europea. El primer ministro británico que en otros momentos no prestó la debida atención a la seguridad de la Unión Europea, tomando la decisión de entrar en guerra contra la República de Iraq al margen de la Unión Europea, y comprometiendo con ello a los países miembros gravemente en materia de seguridad, ahora quiere hablar de seguridad. Hasta el punto de querer enmendar una de las singularidades de la liga europea, las leyes referentes a los Derechos Humanos.
La Unión Europea de aceptar tales medidas antiterroristas, que como hemos visto pueden fomentar la división y la desconfianza entre los ciudadanos, y que reducen de forma peligrosa libertades, derechos, y obligaciones por parte de los estados, podría entrar en una espiral muy semejante al que entró EEUU desde el 11S con la Patriot Ack y las guerras preventivas. Entonces Europa quedaría mucho más lejos de los ciudadanos de lo que ya quedaba en la frustrada propuesta de Tratado Constitucional. Ligada indisolublemente a las reglas de juego extranjeras, que bajo la lucha contra el terrorismo global, impedirían no solo su vertebración política, y su independencia, si no que podrían hacer desaparecer tal como la conocemos hasta ahora, la tan mencionada y alabada por muchos, Civilización Occidental.
Robin Cook, ex ministro de Asuntos Exteriores que plantó a Tony Blair en su gobierno por oponerse a la guerra de Iraq, dijo bien claro que "la guerra de Iraq fue un tremendo regalo propagandístico para Alqaeda". Chatham House poco después de los atentados del 7 Julio en Londres, dijo lo mismo *. Seria el momento de decirle a Tony Blair, parafraseando a John Locke que en base a los conocimientos adquiridos por la experiencia, y la inconveniencia de ciertas ideas, que "las reglas del juego han cambiado".
* Artículo relacionado, en el que se analiza el informe de Chatham House: - De Greenwich a King's Kross - por Francesc Sánchez
Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 9 Agosto 2005.
(Revisado y modificado, 10 de Agosto 2005)
Artículo nexo relacionado: - Londres fuera de control
Nueva política anti-terrorista británica
The rules of the game are changed - por Francesc Sánchez
John Locke uno de los padres del empirismo, y del sistema que en su extensión define la sociedad británica y norteamericana, en su Ensayo sobre el entendimiento humano, expresaba que el hombre no posee ninguna idea innata, sentenciando que todo el conocimiento humano procede de la experiencia.
Las medidas apriorísticas de Tony Blair
Bajo la sentencia The rules of the game are changed ―las reglas del juego han cambiado―, Tony Blair presentó hace unos días, de una forma un tanto sesgada, una serie de medidas para combatir el terrorismo internacional en el Reino Unido.
Las medidas que ya han traslucido hacen referencia a la detención, expulsión, y no-admisión de personas instigadoras o potencialmente instigadoras del extremismo político de cuño islámico, y a la vigilancia indiscriminada de las comunicaciones de los ciudadanos.
En primer lugar, se quiere expulsar del país aquellas personas que inciten al terrorismo, deportándolas a su país de origen o a terceros países ―evitando así que cayeran en manos de estados que vulneren los derechos humanos―. En el caso de que estas personas tuvieran la nacionalidad británica, podrían ser acusadas de traición; conllevando con ello un posible encarcelamiento, o la perdida de la nacionalidad para su posterior expulsión del país.
En segundo lugar, impedir el asilo político ―u humanitario― a personas sospechosas de terrorismo, o que ―de algún modo― inciten o puedan incitar al terrorismo.
En tercer lugar, la intención de vigilar ―de acuerdo con la comunidad musulmana― las mezquitas y los centros de culto en donde se pueda incitar al extremismo islámico.
En cuarto lugar, estaría la creación de una lista negra ―para su posterior control e intervención― de librerías y paginas web de internet, en donde se incite al terrorismo o al extremismo islámico.
En quinto lugar, el almacenamiento, y posterior supervisión ―según necesidades policiales― de llamadas telefónicas y correos electrónicos de todos ciudadanos del Reino Unido.
Este tipo de medidas ―aún a falta de la legislación adecuada― Tony Blair tiene la intención de hacerlas extensibles al territorio de la Unión Europea, y por lo tanto a sus países miembros. Para desarrollar estas cuestiones, Tony Blair, dispone del vigente semestre de presidencia europea rotativa, en el que ya ha señalado que "la seguridad va a ser una de sus prioridades"; señalando que para llevar a cabo algunas medidas será necesario enmendar "las leyes referentes a los Derechos Humanos de la Unión Europea".
Los hechos y la experiencia
Un primer análisis deja entrever que Tony Blair no ha tomado medidas eficaces que impidan la operatividad de las células terroristas; más allá de convertir Londres en una ciudad tomada por la policía, y en donde las fuerzas especiales tienen permitido el disparar a matar a las personas consideradas sospechosas. Nada ha dicho acerca de como impedir que una célula terrorista pueda hacerse con explosivos, armamento, o el capital necesario con el que realizar sus funestas acciones. Tampoco en que medida es necesario coordinar los servicios secretos de la Unión Europea para trabajar conjuntamente en materia terrorista, y elaborar con los distintos estados una política de defensa y seguridad común.
Sin embargo, ésta serie de medidas ―si exceptuamos la toma de la ciudad y el tiro al sospecho― distan de centrarse concretamente en el crimen, para lanzarse sobre la nebulosa de la apología del terrorismo de una forma apriorística, pudiendo tener unas consecuencias nocivas para la sociedad por su alcance sociológico.
El mostrar con todas las cautelas que se quiera una cantera especifica de jóvenes potencialmente terroristas, y un entorno mal delimitado que les envuelve y les instiga a cometer atentados, en cierta forma es crear un estereotipo de un terrorista tipo. Estableciendo en el imaginario colectivo de la población, que una serie de personas ―sin que exista la certeza de vinculación a un grupo terrorista―, por cualidades secundarias ―como son el color de la piel, la indumentaria de sus vestidos, sus creencias o su ideología― pueden ser consideradas sospechosas de terrorismo.
A raíz de asociar sutilmente unas ideas simples e inofensivas a los atentados, se puede generar una idea compleja lejana a la verdad de los hechos, pero sin embargo, creíble y perjudicial en una sociedad tan compleja y diversa como la británica. Existiendo la seria posibilidad de que los ciudadanos queden marcados por su lugar de procedencia, su color de piel, su confesión religiosa, o sencillamente por sus tendencias políticas. Tendencias políticas que pueden estar enfrentadas a las del gobierno, pero que en principio ―a no ser que la experiencia nos diga lo contrario― pueden permanecer ajenas por un todo al terrorismo.
Un hecho de que el terrorista tipo se ha activado ya, es el asesinato por parte de la policía de un sospechoso en el metro de Londres. Jean Charles de Menezes, no se paró ante la orden de la policía, pero hasta día de hoy Scotland Yark no ha ofrecido explicaciones convincentes de porque se le eligió como sospechoso y porque hubo tanto ensañamiento para liquidarle. Sin embargo, ciertas cualidades secundarías quedan constatadas: Jean Charles de Menezes tenia la tez oscura y era pobre.
Este estereotipo del terrorista tipo, en la seria probabilidad de que se produzcan nuevos atentados puede desencadenar en la creación de otro concepto conocido como el chivo expiatorio. Ante el pánico de la población en un momento dado, las comunidades británicas que fueran el origen de los terroristas ―o sencillamente las que se parecieran por esas cualidades secundarias antes mencionadas―, podrían generar desconfianza entre el resto de la población, o llegar a ser objetivos de ilógicas represalias de grupos xenófobos ―de tendencia ultra derechista― que no esperasen nada más que la confrontación.
En cuanto a lo estrictamente jurídico, estas medidas contraterroristas representan un retroceso en los derechos y libertades de los británicos, llegando incluso a vulnerar una de las hazañas de los propios artífices del sistema liberal británico, la confidencialidad de las comunicaciones. Tony Blair, bien seguro que sin querer, estaría dándole de este modo a los terroristas la satisfacción de destruir aquello que ellos son incapaces de destruir con sus bombas.
Finalmente Tony Blair pretende legislar en materia de seguridad allá donde no quiere comprometerse, en la Unión Europea. El primer ministro británico que en otros momentos no prestó la debida atención a la seguridad de la Unión Europea, tomando la decisión de entrar en guerra contra la República de Iraq al margen de la Unión Europea, y comprometiendo con ello a los países miembros gravemente en materia de seguridad, ahora quiere hablar de seguridad. Hasta el punto de querer enmendar una de las singularidades de la liga europea, las leyes referentes a los Derechos Humanos.
La Unión Europea de aceptar tales medidas antiterroristas, que como hemos visto pueden fomentar la división y la desconfianza entre los ciudadanos, y que reducen de forma peligrosa libertades, derechos, y obligaciones por parte de los estados, podría entrar en una espiral muy semejante al que entró EEUU desde el 11S con la Patriot Ack y las guerras preventivas. Entonces Europa quedaría mucho más lejos de los ciudadanos de lo que ya quedaba en la frustrada propuesta de Tratado Constitucional. Ligada indisolublemente a las reglas de juego extranjeras, que bajo la lucha contra el terrorismo global, impedirían no solo su vertebración política, y su independencia, si no que podrían hacer desaparecer tal como la conocemos hasta ahora, la tan mencionada y alabada por muchos, Civilización Occidental.
Robin Cook, ex ministro de Asuntos Exteriores que plantó a Tony Blair en su gobierno por oponerse a la guerra de Iraq, dijo bien claro que "la guerra de Iraq fue un tremendo regalo propagandístico para Alqaeda". Chatham House poco después de los atentados del 7 Julio en Londres, dijo lo mismo *. Seria el momento de decirle a Tony Blair, parafraseando a John Locke que en base a los conocimientos adquiridos por la experiencia, y la inconveniencia de ciertas ideas, que "las reglas del juego han cambiado".
* Artículo relacionado, en el que se analiza el informe de Chatham House: - De Greenwich a King's Kross - por Francesc Sánchez
Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación - Redacción. Barcelona, 9 Agosto 2005.
(Revisado y modificado, 10 de Agosto 2005)
Artículo nexo relacionado: - Londres fuera de control