La España embozada - por Francesc Sánchez

"Nuestro viajante, tratando de entender ésta extraña forma de ser de los españoles, indagaría en la historia del país y ya empezaría a comprender algunas cosas."

Política Nacional
La España embozada - por Francesc Sánchez

Quién llegara hoy a ésta España, dando igual si esto se produjera por avión con ancha cartera, o por precaria embarcación con el hambre por compañera, quedaría estupefacto al ver en que invierten el tiempo y las energías muchos de los que a si mismo se llaman políticos.

Llegando aquí este hombre para encontrar tranquilidad o por pura necesidad, vería a los políticos crispados y enfadados, hablando de naciones y atentados. Si le diera por leer algunos periódicos o escuchar alguna radio, podría llegar a empalidecer; pues es muy probable que pensara que ha llegado al país de los locos.

Pues no encuentro otra manera para referirme al lugar en dónde cada vez más políticos, acompañados por una cohorte de intelectuales orgánicos y periodistas mercenarios, olvidan los verdaderos problemas que tiene la sociedad, los países de nuestro entorno, y hasta la propia seguridad del Estado, para pasar acto seguido a descalificar e insultar al oponente, y a las propias instituciones; todo ello para elevar finalmente, no la verdad, si no un castillo de ideas desconectadas de la realidad.

Nuestro viajante vería pues como la gente corriente, antes preocupada por asuntos corrientes, ahora empezaría a tomar partido; pero no para solventar esos asuntos corrientes, si no para ser participe de una lucha pasional.

Si a este viajante se le ocurriera ejercitar la memoria, y recordar, aunque fuera vagamente algunos acontecimientos acaecidos por éstas tierras en los últimos años, nada entendería. Empezaría por ver que no hace tanto hubo un gobierno, que en contra de los deseos de su pueblo, decidió participar en una guerra en un país lejano, allá en la tierra entre los dos ríos; y que tiempo después, mientras seguían gobernando los mismos, hubo un gran atentado terrorista en la capital del reino, pocos días antes de las elecciones. Para nuestro viajante le seria difícil comprender porque tras ese gran atentado, a diferencia de lo que suele ocurrir en el extranjero, los que gobernaban perdieron el poder tras las elecciones.

Se lo que estarán pensando en estos momentos, que querrían informar a nuestro viajante, decirle que ese gobierno perdió las elecciones porque hubo una conspiración, porque mintió a la ciudadanía, porque fue mucha gente a votar, etc.

Pero lo que ya le nublaría la mente completamente sería el comprobar que años después esos mismos políticos parecen obcecados en saber lo que en su momento desconocían, pero decían saber de muy buena tinta.

Nuestro viajante, tratando de entender ésta extraña forma de ser de los españoles, indagaría en la historia del país y ya empezaría a comprender algunas cosas.

El Reino de España al parecer fue el resultado de una serie de pactos entre reinos y condados, entre diferentes realidades culturales, lingüísticas, y hasta en algunos casos nacionales. Hubo imperios, hubo un mal aprovechamiento de estos, hubo un cambio de la dinastía monárquica (de la austro-española a la francesa), una guerra de sucesión, una supresión de la concepción confederal del Estado, y una decadencia, prácticamente hasta el principio del siglo XIX. Momento en el cual se produce la invasión de los ejércitos de Napoleón de la península, y los españoles se unen en la ciudad de Cádiz para redactar, en el año 1812, su primera Constitución por si solos. La conocida como “La Pepa” no despojaba al rey de su poder, pero sin embargo, Fernando VII decidió anularla.

El segundo intento se produciría con la revolución de 1868 “La Gloriosa” o la septembrina. Isabel II es desplazada del poder y se establece un periodo especial en el que se elaborara una nueva Constitución. Sin embargo, la falta de acuerdo entre la clase política imposibilita la instauración de una república, y deciden buscar un nuevo rey como Jefe de Estado para una Monarquía Parlamentaria. Tras mucho buscar, finalmente Amadeo de Saboya, acepta el cargo, pero las continuas luchas internas entre los republicanos y los monárquicos (Tercera Guerra Carlista), le harán renunciar al trono en el año 1873. Momento en el que la clase política decide instaurar la Primera República. Las intenciones federalistas serán buenas pero los españoles una vez más son incapaces de contenerse:

“Han sido tantas mis amarguras en el poder, que no puedo codiciarlo. He perdido en el gobierno mi tranquilidad, mi reposo, mis ilusiones, mi confianza en los hombres, que constituía el fondo de mi carácter. Por cada hombre agradecido, cien ingratos; por cada hombre desinteresado y patriótico, cientos que no buscaban en la política sino la satisfacción de sus apetitos. He recibido mal por bien...”

Las palabras del presidente Francesc Pi i Margall le dirían a nuestro viajante bastante de la poca honradez que demostró la clase política del momento; y sin poder remediarlo empezaría a pensar que quizá uno de los problemas de España reside en sus élites.

Tras ese breve experimento volverá la restauración monárquica de los Borbones, que incluyendo el periodo de la dictadura de Primero de Ribera (1923-1930) durará hasta el año 1931, momento en el que la presión social es insostenible y se instaura la Segunda República: y el resto pues ya le sonará bastante a nuestro viajante.

Dejando los libros de historia encima de la mesa, nuestro viajante sabrá perfectamente –él sí lo sabrá porque son hechos conocidos en el mundo entero menos en España– que una rebelión militar dará un golpe de estado, provocará una guerra civil, e instaurará con su victoria una larga dictadura hasta la muerte del tirano. Momento en el que nuevamente, un Borbón será Jefe de Estado, y una vez más los partidos políticos del momento arrimaran el hombro para llegar a un acuerdo, que traerá cierta estabilidad.

~

El error es pensar que la sagrada transición cierra de una vez por todas cualquier tipo de cambio que afecta a todos los españoles. Ni es verdad, porque desde entonces España ha entrado en la OTAN y en la Unión Europea, y ha desarrollado un sistema autonómico entre los diferentes territorios. Ni es sano para ninguna democracia, porque una cosa es la conveniencia de dejar las cosas como están porque ya están bien, y otra bien distinta no tocarlas aunque buena falta haya, por miedos atávicos.

Pero en todo caso, tal como están las cosas, este país, no requiere cambios radicales en su configuración y escenificación; y para hacer retoques, aunque reconozca que haya personas muy valiosas y capaces, no parece que la clase política esté madura para demasiadas aventuras.

Cuestión aparte son aquellos problemas corrientes, que tienen que ver con la calidad de vida, el trabajo, la juventud, la vivienda, la energía, el medioambiente, la seguridad, etc. a los que no se suele prestar demasiada importancia, que sí requieren una rápida y eficaz solución. Pero es que claro, todo eso ya se sabe, son cosas de la vida, y los políticos tienen cosas más importantes que hacer.

En síntesis: esa imagen idealizada de una España avanzada y madura, que dejó atrás los enfrentamientos viscerales, el aislacionismo, la cruz y la espada, y el que inventen otros, que decide caminar para adelante, se rompe en pedazos. Y es por éstas cuestiones aquí narradas, que probablemente nuestro viajante decidiría abandonar el país, o cuanto menos, prudentemente no inmiscuirse en los asuntos de los españoles.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 3 Octubre 2006.