Nueva Orleans bajo las aguas - por Francesc Sánchez

"El padre del alcalde de ésta ciudad, en una extraña entrevista realizada por una radio española, explicaba que Nueva Orleans se encontraba a varios metros por debajo del nivel del mar, rodeada por las aguas del río Mississippi y del lago Pontchartrain."

Catástrofe aún por cualificar en EEUU
Nueva Orleans bajo las aguas - por Francesc Sánchez

Primero pasó por Florida y la falta de una certera previsión impidió la evacuación. Por suerte los zarpazos de Katrina no llegaron a provocar mucho más que una decena de muertos por la caída de los arboles. Cuando el huracán se desplazó de nuevo al interior del Golfo de México, ya algunos preveían que éste tomaría fuerza y amenazaría entre otras ciudades a Nueva Orleans.

El padre del alcalde de ésta ciudad, en una extraña entrevista realizada por una radio española, explicaba que Nueva Orleans se encontraba a varios metros por debajo del nivel del mar, rodeada por las aguas del río Mississippi y del lago Pontchartrain. Este hombre vaticinaba que la fuerza de los vientos y de las aguas rompería los diques, y la ciudad quedaría inundada muriendo del orden de 30 a 50 mil personas.

Dos días después se comprobaba que el huracán Katrina había pasado por Nueva Orleans, Beloxy, Misuri, Mobile, y otras ciudades. Todo quedó destruido. Las primeras imágenes mostraban la conversión de las calles en canales navegables, como en la ciudad italiana de Venecia, con la diferencia de que las miles de casas de madera se habían convertido en una inservible leña mojada. En Nueva Orleans muchos altos edificios recubiertos antes de grandes cristaleras, quedaban ahora al descubierto mostrando sus oficinas, los más bajos y las casas, mostraban sus tejados poblados de personas que pedían ayuda. El suministro eléctrico había quedado dañado, las comunicaciones tanto telemáticas, como físicas, destrozadas. Los largos puentes que rodeaban la ciudad habían desaparecido dejando todo incomunicado.

La ausencia de cifras de víctimas mortales, en principio podía hacer suponer que la destrucción como suele suceder en estos casos en el mundo desarrollado, se limitaba a los edificios y a las infraestructuras. Sin embargo, el paso de los días ésta falta de información se fue conbinando con la ausencia de salvamentos y evacuaciones. Se dijo que entre 50 y 60 mil personas permanecían en la ciudad en un estadio llamado Superdome; eran los que no habrían dispuesto ni de medios económicos ni vehículo privado para salir del lugar antes de la catástrofe. Es en este momento en el que mito del mundo desarrollado frente a las catástrofes naturales se rompía en pedazos. Las diferentes rentas de los individuos y la incompetencia del gobierno federal norteamericano, bien por falta de medios bien por falta de inteligencia ―otros han llegado a decir por una mal sana premeditación― habían dejado abandonadas a decenas de miles de personas, quizá centenares de miles, y empezaba a tardar demasiado en acudir en su auxilio.

Después aparecieron el hambre, la sed, y los saqueos; muchos de ellos fueron por necesidad, por supervivencia, sin embargo otros individuos se hicieron con armamento y empezaron a imponer su ley y su economía a costa de los demás. Otro mito, ésta vez, el de la Civilización Occidental como ejemplo de convivencia y organización se rompía en pedazos ante las cámaras de televisión. Por las pantallas podía verse como agentes de la policía armados con rifles paraban a negros con comida o televisores, mientras en otros lugares empezaban verdaderas batallas urbanas que en las noches se convertían en verdadero terror. El alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, envió un SOS por correo electrónico a la CNN, pero el ejercito no venía. Éste decía que no tenía suficientes alimentos, helicópteros, y efectivos, pues lo primero dependía de una organización de emergencia llamada FEMA, que no había previsto algo parecido, y las dos ultimas cosas, la mayoría de las que había por Lousiana estaban por los territorios de Iraq matando iraquíes.

Mientras Nueva Orleans se hundía por obra de los dioses, y los americanos se ahogaban, morían de hambre, y se mataban por la estulticia humana, se sembró la alerta a nivel nacional porque había pasado algo inaudito. Se empezaba a constatar que el huracán había arrancado decenas de plataformas petrolíferas y las había transportado centenares de metros a lo largo del océano, y también, inundado todas las refinerías del área del Golfo de México dejándolas inutilizadas durante meses. Los desabastecimientos en el área afectada eran un hecho, las subidas en los precios de la gasolina en los estados adyacentes, y hasta en los más alejados, empezaban a preocupar seriamente.

Finalmente llegó George W. Bush a las ciudades de Biloxy y Mobile para fotografiarse al lado de unos buenos damnificados que no protestaban. El presidente reconocía errores, y prometió que pronto todo se iba a resolver. Para ello pidió a la Agencia Internacional de la Energía 60 millones de barriles de petróleo, y a la comunidad internacional capital líquido para hacer frente a la catástrofe. Entre las primeras naciones que ofrecian ayuda aparecian Alemania, España y Cuba.

Nueve meses atrás el Sudeste Asiático sufrió una catástrofe geológica que dejo detrás de sí más de medio millón de muertos. En su momento se cuestionó todo, pero rápidamente el asunto quedó en el olvido. Hoy nueve meses después la naturaleza ha parido la subida de las aguas en Nueva Orleans, y como en su momento vaticine se ha demostrado que ante las importantes catástrofes naturales vivamos donde vivamos no somos tan diferentes.

Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación - Redacción. Barcelona, 4 Septiembre 2005.

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