Bolivia al borde del abismo - por Francesc Sánchez

"El alzamiento del pueblo boliviano ésta vez representa una huida hacia adelante que difícilmente puede terminar bien si no se aglutinan todos los esfuerzos hacia la búsqueda de una salida que sea fructífera para la mayoría de población desheredada."

Grave crisis en Bolivia
Bolivia al borde del abismo - por Francesc Sánchez

El alzamiento del pueblo boliviano ésta vez representa una huida hacia adelante que difícilmente puede terminar bien si no se aglutinan todos los esfuerzos hacia la búsqueda de una salida que sea fructífera para la mayoría de población desheredada.

Las exigencias de la nacionalización de los hidrocarburos y la re-fundación del Estado parecen lógicas si tenemos en cuenta que Bolivia es un país muy rico en combustibles fósiles pero al mismo tiempo, inmensamente pobre en sus gentes. Con una renta per capita de 2.500 dólares /año, y con un 70% de la población bajo el umbral de la pobreza, queda latente que algo terrible está sucediendo en el país. Pero más allá de las palabras y de la evidente muestra de fuerza del pueblo boliviano, se tiene que prestar atención a una serie de condicionantes y peligros quizá no suficientemente constatados por las partes implicadas.

Bolivia posee unas riquezas energéticas valoradas por algunos en más de 100.000 millones de dólares ―las segundas más importantes de América del Sur―, sin embargo no dispone de la infraestructura necesaria para la extracción, refinado y transporte de estas riquezas. Son las multinacionales extranjeras, entre ellas la española Repsol YPF, las que se encargan de la explotación del gas y del petróleo boliviano.

Por lo tanto, para una nacionalización efectiva de los hidrocarburos, que tuviera por objetivo la explotación y la venta al extranjero de estos recursos energéticos, debería pasar: o bien por la creación de una industria y infraestructura boliviana, o bien por la compra a las multinacionales que operan en el país de sus instalaciones. Evidentemente podría procederse a la ocupación y expropiación de dichas instalaciones por parte del gobierno boliviano, sin embargo ésta medida podría dejar fuera del mercado internacional los hidrocarburos bolivianos; también el país podría verse envuelto en un severo embargo comercial, o algo peor.

La ubicación física del gas y el petróleo boliviano principalmente se encuentra en dos grandes regiones en la mitad oriental del país, al nordeste en la región de El Beni, y al sudeste en la región de Santa Cruz. Dos regiones habitadas por etnias diferentes que tienen aspiraciones secesionistas.

La región de Santa Cruz está en manos de una minoría de potentados, en su mayoría descendientes de españoles, los conocidos como 'cholos' son los verdaderos poseedores de la riqueza boliviana. En ésta región, que comparativamente con las demás puede considerarse rica, se encuentra un importante porcentaje de indígenas de la etnia guaraní, que aunque subyugados por los caciques recelan del resto de etnias del país. Tanto unos como otros quieren la descentralización del país, en gran medida para poder beneficiarse directamente de la explotación de los hidrocarburos. Argumentación que ante la actual situación del país podría de facto representar la secesión de la región, algo que no tolerarían el resto bolivianos.

En el norte y en el centro, se encuentran las regiones de El Beni y Cochabamba. Ricas también en hidrocarburos, sobre todo se caracterizan por el cultivo de la hoja de coca. Sus habitantes los aymaras reniegan ―como es lógico― a las intentonas del gobierno central de ilegalizar estas plantaciones; Evo Morales el líder de Movimiento al Socialismo es uno de sus líderes. Entre los aymaras existe un sentimiento etnico-nacional, unas exigencias lingüísticas y culturales, y un rechazo a los descendientes de los españoles ―los cholos―, por disponer estos de la ríqueza del país, y considerarles extranjeros aún a día de hoy; Estos sentimientos indígenas que comparten algunos aymaras pretenden extenderse por todo el país entre el resto de etnias, lo que virtualmente podría desencadenar en un estado plurinacional, o en el peor de los casos devenir en políticas etnico-nacionalistas que aspirasen a la independencia de algunas regiones, llegando a la desmembración del país; Felipe Quispe, líder del movimiento indígena Pachakuti es uno de los máximos representantes de estas posiciones.

Continuando con el catalizador del alzamiento, hay que decir que existen dos grandes entramados de tuberías ―oleoductos y gasoductos― que parten desde la ciudad de Santa Cruz, uno de ellos va hacia el oeste atravesando todo el país, y conectando con importantes pozos, hacia Arica en Chile, el otro hacia el sur en dirección a Pocitos en Argentina. Y aquí podríamos mencionar a la otra gran etnia indígena boliviana: los quechuas, los que estando repartidos por el centro del país, podrían poner en un serio brete a los que quisieran transportar de forma insolidaria ―por esas tuberías― los hidrocarburos.

El ex presidente Carlos Mesa después de la rebelión de otoño de 2003 ―que supuso la caída del presidente Gonzalo Sánchez de Losada―, puso encima del tapete dos importantes propuestas: 1. un referéndum en cada región entorno a que se debería hacer con el gas, y 2. la re-fundación del Estado articulado en un Estado de las Autonomías. Por amplia mayoría la población votó por la nacionalización de los hidrocarburos, pero la medida no fue llevada a cabo; en su lugar se optó por aumentar significativamente los impuestos a las multinacionales, medida aprobada por el Congreso que por los últimos acontecimientos no pudo ejecutarse. En cuanto a la articulación del Estado de las Autonomías, fue vista como una propuesta subsidiaria a las demandas de la gestión y el cobro de los hidrocarburos por parte de las regiones, tampoco prosperó. Por lo tanto las dos propuestas finalmente fracasaron y no se llevaron a cabo: el desencanto hacia la clase política y los temores a la partición del país se impusieron.

Hoy el pueblo boliviano no quiere algo distinto de lo que quería antes: la nacionalización de los hidrocarburos y la re-fundación del Estado para vivir mejor; el problema es que puede que ya no haya más presidentes para derribar pacíficamente. El no acuerdo entre todos puede terminar en una confrontación regional que finalmente implicaría también al ejército boliviano, y el acuerdo al margen de su clase política y de las multinacionales haría difícil la explotación de los recursos energéticos tanto para ellos como para las multinacionales, circunstancia que más allá del cierre de los mercados internacionales, y un posible bloqueo comercial contra Bolivia, podría desencadenar en una intervención militar internacional. Es por estas cuestiones que Bolivia está al borde del abismo.

Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación - Redacción. Barcelona, 9 Junio 2005.

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