2007: Rescate en Barcelona - por Francesc Sánchez

"El 23 de Julio del presente año se produjo en el Área Metropolitana de Barcelona el peor apagón de la –tal como gusta decir a nuestros políticos bienpensantes- democracia española. Muchos de los afectados siguen teniendo cortes luz, y lo que es más importante en estos momentos media ciudad tiende de un hilo."

Apagón en Barcelona
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2007: Rescate en Barcelona - por Francesc Sánchez

El 23 de Julio del presente año se produjo en el Área Metropolitana de Barcelona el peor apagón de la –tal como gusta decir a nuestros políticos bienpensantes- democracia española. Muchos de los afectados siguen teniendo cortes luz, y lo que es más importante en estos momentos media ciudad tiende de un hilo.

El accidente

Desde un primer momento en toda esta historia se ha hablado de incidente cuando lo que ha habido es un grave accidente. No veo de que otra forma se puede definir una serie de sobrecalentamientos e incendios no intencionados –si lo fueran tendríamos que hablar de sabotaje- en una serie de subestaciones de transformación y distribución, que dejaron sin luz en los momentos críticos a más de un millón de personas. Las explicaciones que han dado hasta ahora las compañías involucradas, Red Eléctrica de España y Fecsa-Endesa, son insuficientes.

Una mirada aséptica a la sucesión de los acontecimientos, que no a las causas pues éstas se desconocen, nos lleva en primer lugar a las inmediaciones de Collblanc, donde la caída de un cable de Fecsa-Endesa de 110 Kv sobre un parque transporte de 220 kv, produce una bajada total de tensión en la red de transporte, en propiedad de Red Eléctrica. Este cero en la tensión de la red de transporte afectó a una subestación de transformación de Red Eléctrica y al menos a cuatro subestaciones de distribución de Fecsa-Endesa. Hubo una ausencia de 700 MW. El flujo eléctrico quedó interrumpido durante un tiempo indeterminado afectando no menos de 350.000 abonados. Esta avería al parecer pudo solventarse en unas horas. Sin embargo al poco tiempo de caer el mencionado cable –o en el mismo momento, o incluso antes de ello, pues está por aclarar también este punto- se produjeron importantes daños en los transformadores de las subestaciones de Urgell y Maragall, produciéndose a su vez un importante incendio y graves daños en ésta última. Como consecuencia de los daños en las subestaciones de Urgell y Maragall un número no inferior a 120.000 abonados –alrededor de medio millón de personas- se quedaron sin fluido eléctrico durante el resto del día. Al caer la noche se pudieron reponer unos 40.000 abonados tras las reparaciones en Urgell, pero se siguieron manteniendo alrededor de 80.000 sin luz durante los subsiguientes días.


En el momento crítico –sobre las 11:00 horas de la mañana- al millón largo de personas sin fluido eléctrico, se ha de sumar una bajada de tensión generalizada en las líneas del metro y del ferrocarril de cercanías, que se vieron obligados a paralizar su servicio durante un tiempo indeterminado. El tranvía, una de las últimas apuestas en transporte público de la ciudad, en algunos casos quedó paralizado en medio de dos calles. El 75% de semáforos dejó de funcionar. La red de telefonía móvil de Telefónica durante un tiempo indeterminado quedó sin servicio. Los hospitales y otros edificios públicos, disponiendo en teoría de equipos electrógenos, se vieron gravemente afectados. Multitud de personas quedaron atrapadas en los ascensores.

Por puro azar no se produjeron accidentes, y mientras se procedía al restablecimiento del servicio en las subestaciones donde era posible, se empezó a desplegar un dispositivo de emergencia compuesto por guardias municipales, autonómicos y bomberos.

El rescate

Llegó el momento del rescate. La reparación de los daños en el transformador de la subestación de Urgell se alargaría hasta las últimas horas de la tarde. Pintaba peor el asunto en Maragall, donde una serie de explosiones provocó un incendio, que pulverizó literalmente uno de los dos transformadores con los que cuenta la subestación. El suspenso en el servicio de la subestación dejó durante más de dos días sin corriente a 80.000 abonados, repartidos entre los barrios de Congrés, Navas, Camp de l’Arpa, Clot, Baix Guinardo, Guinardo, Gràcia, Font d’En Fargues, Carmel, Coll, Salut i Vallcarca; aproximadamente medio millón de personas sin electricidad.


Las eléctricas para suplir esta contingencia improvisan un plan. Se impone un apaño. Una chapuza que mal que bien permita ir recuperando el número de abonados. Se traen de algún lugar un par de transformadores móviles y se los conecta con un cable de 25 kv a la subestación de Vilanova. Pero para poner esto en marcha antes tienen que traer los transformadores, y tienen que agujerear varias calles para hacer pasar por debajo el cable.

Pasaran tres días. Y mientras se empezaba a perfilar este plan empezaron a movilizar decenas de generadores. Estos equipos, de procedencia y potencia bien diversa, llegados en grandes camiones, fueron repartidos por toda la zona afectada; comprobándose al poco que se habían quedado cortos.

La Administración a todo esto envío al ejército. Los militares ni hartos ni perezosos se subieron al camión en Zaragoza, Salamanca y Valencia, para bajarse en Barcelona con unos generadores, en palabras de un importante mando, “muy modernos”, que en algunos casos eran incompatibles con la toma domestica. Pero aquí lo que cuenta no son estás menudencias si no la incapacidad de Fecsa-Endesa de reponer el servicio eléctrico, llevando a cabo las reparaciones que hagan falta o incorporando todos aquellos generadores que sea capaz de alquilar, porque no tiene los suyos. Estos engendros tirados en medio de calle, sin vigilancia alguna, que traen la ansiada luz pero que tienen un gasto energético de 100 litros de gasoil cada hora, echan un sospechoso humo negro en las recargas y en algunos casos emiten un sonido ambiente, que los afectados –como son ellos- no toleran porque estos aparte de querer luz, quieren respirar aire limpio, dormir y descansar.



Y esta es un poco la otra parte de la historia que nadie o muy pocos cuentan, todos peleados como están ahora por las responsabilidades políticas si es que las hubiera. Decenas de miles de personas, cuando no centenares de miles, que tienden literalmente de un hilo y unos generadores de gasoil oil, que durante estos días han sido ninguneados por las eléctricas y por la administración, cuando perdían sus alimentos, sus pequeños comercios, y se rompía por la mitad su rutina diaria a finales de un caluroso mes de julio. Estos son los que empezaron a meter ruido con cacerolas desde sus balcones la primera noche, y en la segunda y tercera se dedicaron a cortar calles, para hacerse notar mientras la policía –por su propio bien se entiende- les vigilaba de cerca. Este tipo de personas normal y corriente que paga sus impuestos, normalmente va a votar cada cuatro años, y que nunca se atrasa en el pago del recibo de luz, por temor a que la compañía se la corte.

Las responsabilidades

No las hay. Nadie acepta tener ninguna responsabilidad. Fecsa-Endesa está obligada por ley a descontar un 10% del recibo de la luz a principios del año que viene, a la vez que ha empezado a tomar nota para repartir una serie de compensaciones que van del orden de los 60 a los 300 euros por abonado. Pero lo que se dice responsabilidades no ha admitido tener ninguna, echándole la culpa a Red Eléctrica, señalando que en la noche antes del accidente en su subestación siniestrada “detectaron una serie de variaciones en la tensión”. Por su parte Red Eléctrica dice que el cable caído no era suyo y que se esmeraron en restablecer la corriente lo más rápidamente posible.

En lo único que las dos compañías se han puesto de acuerdo es en decir que han invertido mucho dinero en mejorar la red eléctrica en Cataluña, y que no hay motivo alguno para quejarse.

Visto así el asunto parecería que esta eficiencia, previsión, y hasta bondad de las eléctricas con sus usuarios, por haber repartido generadores, y haber anunciado compensaciones económicas, merecería una mayor compresión por la los afectados y la Administración. A fin de cuentas este tipo de cosas pasan y como se suele decir ante el mal tiempo buena cara.

En cuanto a la Administración, toda ella en bloque, ha conseguido mantener la ley y el orden entre los afectados, sobre todo porque estos últimos se han contenido, pero ha fracasado en su cometido de previsión, inspección y regulación de la infraestructura y el mercado energético. Y mañana viene el presidente. Pues muy bien.

Cabe recordar que el sector energético en este país es mixto. No es ni estatal ni está plenamente liberalizado. Las empresas privadas se encargan de la generación, la distribución de la energía, y el cobro de las facturas. Pero sigue siendo el Estado el que se encarga del transporte de electricidad a través de Red Eléctrica –empresa mixta participada por el Estado en un 20%-, sigue siendo el estado el que marca los precios máximos, y sigue siendo el Estado el que ha de velar por los intereses de los ciudadanos frente a las eléctricas, ante la prestación de un bien público como lo es el fluido eléctrico.

Tirar un cable más de 400 kv hacia Francia es necesario si se quiere un ferrocarril de alta velocidad, vender electricidad a Marruecos, y si se quiere mantener el actual crecimiento inmobiliario y económico en Levante. Pero el que los franceses nos echen un cable a un precio acordado no garantiza que no se vuelvan a producir este tipo de apagones. Lo único que puede solventarlo a medio plazo –porque de apagones inevitablemente tendremos más si no desciende el consumo- es la construcción de más subestaciones de distribución y una somera y regular revisión de la red de transporte de alta tensión. En otras palabras hace falta una mayor inversión de las eléctricas en sus propias infraestructuras y una mayor vigilancia y regulación del sector por parte del Estado. Y esto hay que hacerlo ya mismo.

Si esto no resulta atractivo o rentable a las eléctricas, siempre estamos a tiempo de volver a nacionalizar este sector tan estratégico.

Déficit de atención

Y llegados aquí quizá seria conveniente poner las cartas sobre la mesa. España demanda una cantidad energía que no dispone, tiene una red eléctrica anticuada, y las empresas que actualmente están operando son unas impresentables.

Podemos optar por poner más carne en el asador, presionar para que se cambien algunas cosas, o no hacer nada y esperar a ver que pasa.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 31 Julio 2007.