La inmigración como moneda de cambio - por Francesc Sánchez

"El empresario que contrata inmigrantes ilegales dispone de trabajadores baratos y sin derechos. La perfecta panacea para el buen explotador sin escrúpulos. ¿Para qué va a regularizar entonces a los inmigrantes que tiene a su cargo?"

La situación es insostenible
La inmigración como moneda de cambio
por Francesc Sánchez


El ejecutivo socialista no para de dar vueltas alrededor del que hacer para legalizar a los inmigrantes ilegales que mal viven y trabajan en España, la derecha les llama "temerarios" y los que están más allá de la izquierda "incoherentes".

Si se tuviera que sacar una conclusión radical entre las dos corrientes más contrapuestas, podríamos decir que entre la expulsión de los que exigen justamente sus derechos y la expedición de la nacionalidad española para media humanidad estaría la cosa. Elegir una de las dos opciones seria nefasto para éste país, y es en la manifestación de esta disyunción, cuando me parece que entre todos somos incapaces de abordar uno de los principales retos tiene éste país por delante.

La nueva medida del gobierno de conceder papeles por «empadronamiento por omisión» no la entiende nadie. Aparentemente parecería un nuevo acercamiento, una nueva intentona para regularizar a centenares de miles de inmigrantes, pero si ahondamos en esta medida podemos ver que representa la entrada en un laberinto lleno de confusiones y arbitrariedades.

Se suma a la frustrada concesión de papeles a los inmigrantes que demostraran su «vida laboral ilegal» por mediación del explotador. En esa ocasión se concedió incluso una amnistía a los empresarios que dieran fe de los inmigrantes ilegales que estaban a su cargo. No funcionó.

Para entender algo, quizá debamos partir de la base que para optar a la regularización los inmigrantes tienen primero que trabajar, y para poder trabajar «legalmente» tienen que disponer antes de papeles. Es un circulo vicioso indestructible y nefasto para los inmigrantes, pero increíblemente beneficioso para los empresarios.

El empresario que contrata inmigrantes ilegales dispone de trabajadores baratos y sin derechos. La perfecta panacea para el buen explotador sin escrúpulos. ¿Para qué va a regularizar entonces a los inmigrantes que tiene a su cargo?

De unos años aquí se ha venido a decir que los jóvenes españoles no quieren trabajar, y no se independizan de casa de sus padres. Se ha dado la situación que muchos trabajos que no son bien vistos por la juventud española los han aceptado con agrado los nuevos venidos. Lo que no se ha dicho tanto es que esos trabajos no muy bien vistos van acompañados de contratos temporales y sueldos miserables, y que los inmigrantes los han aceptado porque no les quedaba otro remedio.

Pero la patronal CEOE sigue insistiendo que en un país de más de dos millones de parados oficiales, dos millones más de no inscritos en las oficinas de empleo, y más de un millón de personas en situación irregular, hacen falta inmigrantes para que funcione la economía española Se ha llegado a un nivel de precarización tan importante que sectores como el de la construcción o la agricultura dependen de esta «mano de obra esclava». ¿Quién genera entonces "el efecto llamada"?

La economía del país en valores absolutos sigue creciendo gracias a la especulación del ladrillo y a los bajos costes de la mano de obra, pero en valores relativos decrece y empobrece cada vez más a la mayoría de las personas que viven en éste país. Aumenta la precarización laboral, la supresión de derechos, y los bajos sueldos no sólo impiden el desarrollo personal de los ciudadanos si no que también hace que estos cotizen menos en la seguridad social. Esta situación de seguir así hará peligrar todos y cada uno de los pilares en los que se basa nuestra sociedad del bienestar, desde los servicios públicos hasta la seguridad social y las pensiones.

Es por ello que no sólo por el bien de los inmigrantes es necesaria su regularización si no por el bien de todos y cada uno de los españoles. Y para ello necesariamente al gobierno si quiere corregir esta situación no le quedara otra opción que meter en cintura al empresariado que realice malas practicas. Lo que no podemos obviar —por muy mal sonante que les parezca a algunos —es "cuantos", que número de personas puede acoger éste país, no ya sólo —en palabras del gobierno— "en función de la demanda laboral del mercado" si no en función de la propia sostenibilidad económica, social, alimentaria y energética de nuestra sociedad y del propio territorio. En que medida España podría duplicar o triplicar su población sin convertirse en uno de los países de los que huyen los nuevos parias de la tierra.

Pero las preguntas más inmediatas que hace falta responder ahora son: ¿Qué pasara con las personas que permanezcan bajo la ilegalidad cuando se termine éste proceso de regularización? ¿Qué pasara con los nuevos inmigrantes ilegales?

Francesc Sánchez - Marlowe.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación - Redacción. Barcelona, 15 Abril de 2005.

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