Periodismo en tiempos de pandemia – por Francesc Sánchez
El 31 de diciembre de 2019 las autoridades chinas comunicaban al mundo la propagación de una epidemia provocada por el virus SARS-CoV-2. El virus focalizado en la ciudad de Wuhan era la causa en algunos casos de una enfermedad que bautizaron como COVID-19 que -en los casos graves- podía terminar en una neumonía bilateral de carácter severo y mortal. La propagación de virus rápidamente se expandió por China y llegó a todos los continentes incluido el europeo por lo que el 11 de marzo la OMS (Organización Mundial de Salud) estableció una alarma por pandemia global. Dos días después, el 13 de marzo, el presidente Pedro Sánchez declaró un Estado de Alarma por motivos sanitarios en todo el territorio nacional de 15 días que finalmente se extendió hasta el 21 de junio. La cuarentena nos obligó a permanecer en casa a todos, limitándonos los movimientos a los necesarios para el abastecimiento de productos de primera necesidad: los niños y jóvenes dejaron de asistir a las escuelas y universidades y todos los establecimientos no esenciales se cerraron. Durante dos semanas la producción de las empresas quedó paralizada y sólo asistieron a su puesto de trabajo aquellos trabajadores que desarrollaban su actividad en sectores clave como son los que trabajan en suministros básicos, los funcionarios sanitarios, y las Fuerzas de Seguridad del Estado.
El 21 de junio se da por finalizado el estado de alarma, retomándose la actividad comercial y la actividad docente en las escuelas, pero el 25 de octubre el gobierno declaró un segundo Estado de Alarma, la diferencia es que esta vez delegó las medidas para contener la pandemia en las Comunidades Autónomas. El 27 de diciembre Araceli Rosario Hidalgo fue la primera persona en España que recibió la vacuna, desde entonces el plan de vacunación sigue su curso.
Los hechos
Las medidas restrictivas tomadas en la mayoría de los países europeos se nos ha asegurado que fueron necesarias para evitar la propagación del virus y salvar vidas, pero hay quienes desde ámbitos políticos las cuestionan. Para valorar lo que acabamos de decir vamos a recurrir al Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III que en su página web queda descrito de esta manera:
La información sobre mortalidad diaria por todas las causas se obtiene del Registro General de Registros Civiles y Notariados del Ministerio de Justicia, distribuidos entre todas las Comunidades Autónomas y que incluye las 52 capitales de provincia. Durante el año 2020 el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) en España incluye las defunciones por todas las causas procedentes de 3.929 registros civiles informatizados, que representan el 93% de la población española. Las estimaciones de mortalidad esperada se realizan mediante modelos restrictivos de medias históricas basados en la mortalidad observada del 1 de enero 2008 hasta un año previo a la fecha actual, procedente del Instituto Nacional de Estadística.
En la siguiente gráfica podemos ver la incidencia acumulada de muertes desde el 14 de noviembre de 2020 hasta el 1 de abril de 2021:
El número de defunciones derivadas del SARS-CoV-2 y de la enfermedad del COVID-19 prueba que durante estos primeros meses la incidencia fue muy alta pues como podemos apreciar en la gráfica el número de muertes observadas supera con creces al número de las muertes estimadas en función de las medias históricas registradas. En los primeros meses se presto atención a la propagación del virus a través de las superficies, de ahí que se aconsejó el uso de guantes y gel hidroalcohólico, la primera medida nunca fue obligatoria y se fue dejando atrás, mientras que la segunda se mantiene. La propagación del virus a través de la emisión de pequeñas gotas de saliva y más tarde aerosoles llevó al gobierno finalmente a hacer obligatoria el uso de mascarillas, medida que aún se mantiene, y que han adoptado la mayoría de los países. Con la llegada del verano el número de defunciones desciende notablemente y el gobierno decide iniciar la desescalada y poner fin al Estado de Alarma, pero las defunciones vuelven a incrementarse con la llegada del otoño, y marcadamente con la llegada del invierno. Este fue el momento en que el gobierno decide instaurar el segundo estado de alarma. El descenso de defunciones con la llegada de la primavera es atribuido por el gobierno al inicio de la campaña de vacunaciones en las personas de edad más avanzadas o en situación más vulnerable. Pero antes de avanzar más en la siguiente tabla podemos entrar en detalle en las cifras:En cuanto a la situación económica vamos a detenernos en el número de desempleados a través de las estadísticas que ofrece el SEPE (Servicio Público de Empelo Estatal).
En esta gráfica podemos apreciar que desde que se estableció la cuarentena el número de desempleados tanto en hombres como en mujeres se incrementó notablemente pasando los hombres de cerca de 1.400.000 y las mujeres de 1.900.000 a aproximadamente 1.700.000 y 2.200.000 respectivamente. Situación que no mejoró apenas con del primer fin del Estado de Alarma y que empeoró con la instauración del segundo Estado de Alarma. A estas cifras se le han de sumar aquellos trabajadores que pasaron a un ERTE (Expediente de Regulación de Temporal de Empleo) que en el mes de abril del pasado año llegaron a ser 3.236.826. Los autónomos que cesaron su actividad fueron 1.200.000. Por lo que tenemos que en el peor momento de la pandemia más de 8.336.826 millones de personas sin actividad laboral. Datos a los que cabria añadir a todos aquellos que no están registrados en las oficinas del SEPE, mayoritariamente jóvenes en edad de trabajar que viven con sus padres. En la segunda gráfica vemos lo mismo por edades comprobando que la situación de desempleo entre los jóvenes ya mala de por si empeora.En la siguiente gráfica podemos ver la incidencia por sectores:
Podemos comprobar como el sector más afectado por el desempleo fue y sigue siendo el de los servicios pues en marzo de 2020 se registraba en 2.502.355 y en el mes de marzo de este año se ha incrementado hasta alcanzar los 2.782.321. En el cierre de los establecimientos (hoteles, restaurantes y bares, pero también comercios) tenemos la clave de un sector enfocado al ocio y al turismo que con la pandemia ha sido duramente golpeado. Un sector castigado que apenas ha recibido ayudas por su cierre en el que los jóvenes encontraban una salida y que ahora les es negada, y es además el que más incidencia ha causado entre los trabajadores autónomos. En realidad, como podemos ver, salvo un ligero descenso en el sector de la construcción en todos los sectores se han incrementado los desempleados.
Una interpretación
Pedro Sánchez llegó a afirmar en función de estudios científicos independientes que «como consecuencia de ese confinamiento, se han salvado 450.000 vidas». Nunca lo sabremos. Lo que nos indican las gráficas es que la mayoría de las muertes se produjeron precisamente durante el Estado de Alarma. Un dato que han utilizado los detractores de la cuarentena y del Estado de Alarma para desautorizar al gobierno. Pero esto es lo mismo que decir que ninguna medida de seguridad es efectiva para evitar la propagación del virus y por lo tanto las defunciones. La lógica más bien nos lleva a decir que sin haber aplicado esas medidas de seguridad la propagación del virus y las defunciones habrían sido mucho mayores. En Francia y Alemania en estos momentos están aplicando una vez más duras medidas restrictivas. Pero cuando hay intereses políticos la lógica y el sentido común no siempre imperan en los razonamientos.
Llevamos un año de pandemia. La vida que tenemos por delante durante mucho tiempo no será muy diferente a la que ahora vivimos. Quedan atrás más de doce meses en los que en este país han fallecido al menos 76.525 personas por haber desarrollado la enfermedad del COVID-19, muchas más la han sufrido con carácter grave, fueron hospitalizadas, y han quedado con secuelas. El número de infectados siempre es relativo porque depende del número de pruebas PCR que se han hecho. Por lo tanto, sólo nos podemos acoger al número de casos confirmados que es en estos momentos de 3.396.685. El número de personas fallecidas por otras dolencias que no se han sido tratadas por no haber sido diagnosticadas o por el aplazamiento de visitas y pruebas médicas es difícil de cuantificar. Quedan atrás más de doce meses en los que hemos pasado por una cuarentena que primero nos ha recluido en nuestros hogares, luego nos ha limitado nuestros movimientos, y definitivamente ha cambiado muchos de nuestros hábitos y relaciones sociales. En estos doce meses muchos han perdido su trabajo, viendo como la producción se ha paralizado o la persiana no se ha vuelto a subir, otros -los más afortunados- han podido trabajar a través de Internet, y otros se han quedado de brazos cruzados, mientras se les ha retribuido parcialmente a través de un Expediente de Regulación Temporal de Empleo. Encontrar un empleo se ha convertido en una verdadera quimera.
La politización de la pandemia es un insulto a la inteligencia y a la ciudadanía. Pero da resultados. Primero se acusó a Pedro Sánchez de actuar tarde y mal por querer salvar la economía y luego cuando decretó el Estado de Alarma se le acusó de destrozar la economía. No habido día en que las Comunidades Autónomas gobernadas por la oposición de derechas no se hayan opuesto a las decisiones del gobierno central de izquierdas y hayan terminado adoptando las propias. Frente a un Ministerio de Sanidad nominal sin margen de maniobra, porque las competencias en Salud hace mucho que se descentralizaron, las Comunidades Autónomas hicieron la guerra por su cuenta, buscando material médico por su cuenta y riesgo, y llegando incluso en algunos casos como en la Comunidad de Madrid a anteponer la economía a la salud de las personas como si ambas cuestiones no estuvieron intrínsecamente unidas. Isabel Ayuso llegó a afirmar en una entrevista en el diario ABC que «no se trata de confinar al 100% de los ciudadanos para que el 1% contagiado se cure, se trata de detectar al 1% que va contagiando y que el 99% salga a la calle a buscarse de vida». Todo esto es lo que llevó al gobierno de Pedro Sánchez a delegar las medidas contra la propagación de la pandemia a las Comunidades Autónomas en el segundo Estado de Alarma. Salvador Illa, Ministro de Sanidad duramente cuestionado por la oposición, se presentó como candidato a presidente en las elecciones de Cataluña y fue el más votado. Las próximas elecciones en la Comunidad de Madrid son un verdadero pulso sobre quien ha gestionado mejor o peor la pandemia: hasta el límite de afirmar Pedro Sánchez que este gobierno regional falsea la cifras.
La vacuna se nos muestra como la salvación. Y es verdad que el número de muertes y nuevos casos de contagio ha disminuido. Pero se nos amenaza con nuevas cepas del virus que escapan a la inmunización que nos proporciona esta misma vacuna. La guerra entre la Unión Europea y Oxford AstraZeneca (la vacuna más económica) desde que esta farmacéutica empezó a vender vacunas al mejor postor cuando los europeos encargaron decenas de millones de dosis, invirtiendo por lo tanto en su propia investigación, es de escandalo: los casos de trombos que han terminado con la muerte en algunas personas después de vacunarse son pocos pero llevan a aquellos que se les administra a una disyuntiva que va desde la desconfianza a la resignación esperando que no les toque esta mortífera lotería. Rusia que no ha vacunado aún ni una décima parte de su población está exportando muy bien su vacuna Sputnik 5, primero puesta en tela de juicio por la falta de estudios, y ahora demandada por su efectividad y bajo coste. Lo último es la paralización de la administración de la vacuna Janssen por los mismos motivos que se paró la de Oxford AstraZeneca. Esta situación ha provocado desabastecimientos importantes.
Esto ha llevado al Estado de Baviera a buscar su propio abastecimiento antes de que Angela Merkel haya introducido un cambio legislativo que centraliza en el gobierno federal las medidas a tomar frente a las infecciones. En España algunas Comunidades Autónomas, mientras tienen su propio plan de vacunación, buscan lo mismo que ha querido hacer el Estado de Baviera. En Cataluña se está vacunando a personas de edad más avanzada y más vulnerables, y a los trabajadores esenciales, en centros cercanos a su lugar de residencia, pero cuando los tramos de edad disminuyen queda al descubierto la insuficiencia tanto de vacunas como de centros de vacunación. La Generalitat ha puesto en marcha un aplicativo web desde donde el interesado puede elegir lugar y cita para vacunarse, pero en multitud de ocasiones muchos denuncian que sólo les sale la opción de vacunarse en localidades que están entre 20 y 300 kilómetros de su lugar de residencia. No es mala idea para conocer el país, pero ahora no estamos en esto. Quizá deberíamos quedarnos con un mensaje positivo: toda la comunidad científica, y en esto también está de acuerdo la clase política, afirma que «los beneficios de la vacuna son superiores al riego de desarrollar el COVID-19».
El periodismo ha intentado cumplir su papel de informar a ciudadanía, pero no ha podido evitar caer en la propagación de informaciones erróneas por su falta de preparación científica, informaciones por otro lado avaladas por los propios científicos. Esto, sumado a la propagación de noticias falsas y a las teorías de la conspiración, ha llevado a una minoría de personas a convertirse en negacionistas hasta el extremo de negar primero la existencia de la pandemia y luego las vacunas, y a otro grupo mucho más importante, que no niega la existencia de la pandemia pero que sí que desconfía de la información que le ofrecen las autoridades y los medios de comunicación. El periodismo también ha caído en la politización de la pandemia, en muchos casos yendo más allá de la crítica licita hacia los diferentes gobiernos, sin hacer por cierto autocritica de su papel en los primeros momentos de la pandemia, algo que explica también la desconfianza que antes mencionábamos. Nada en definitiva que no sea un reflejo de la misma sociedad. Finalmente se ha de mencionar que los medios de comunicación en su celo de cubrir la pandemia han provocado una saturación de información que ha hecho que en multitud de ocasiones no haya habido otra noticia que no esté relacionada con la pandemia. Como sucedió con las otras dolencias y enfermedades ajenas al COVID-19 que sufren muchos nunca sabremos el impacto que ha tenido el desatender por parte de los periodistas otro tipo de hechos también importantes.
No podemos, es cierto, aplicar la guillotina ni a la comunidad científica, la clase política, y a los periodistas, entre los que de una u otra forma aquí también formamos parte, pues esta situación nos ha asaltado de repente y no estábamos preparados, pero sí que deberíamos aprender para gestionar mejor la información. Nos va en ello la salud de las personas y nuestros derechos fundamentales.
Fuentes:
- Informes del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III
- Estadisticas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE)
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Abril 2021.