Emboscada a un oficio infravalorado – por Francesc Sánchez
Este 27 de abril han asesinado a los periodistas David Beriain y Roberto Fraile en Burkina Faso, un país del que probablemente no han oído nunca hablar. También a Rory Young, del que más abajo diremos algunas cosas. La información que ha trascendido nos vendría a decir que los periodistas españoles habían ido a este país para realizar un documental para Movistar sobre la caza furtiva, muy en la línea de los trabajos de la productora 93 Metros, que hasta hoy como su trabajo desconocía por completo. Los periodistas salieron de la localidad de Natiaboni, cerca de la frontera con Benin y Togo, protegidos por una veintena de soldados. Pero esto no fue suficiente para evitar un ataque de un grupo desconocido más numeroso que abrió fuego enfrentándose a los soldados y que finalmente secuestró a Beriain, Fraile, y Young: más tarde los asesinaron a sangre fría. Las autoridades señalan «a terroristas» sin especificar más. En la región se mueven grupos yihadistas como el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), vinculado a Al-Qaeda, y otro afín al Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS), y otro más autóctono, Ansarul Islam. Grupos que practican la caza furtiva y para mayor complejidad están enfrentados en entre sí. Por lo que todo son especulaciones. Toda la región del Sahel que va desde el Atlántico hasta el Índico desde la desintegración de Somalia y Libia, es terreno abonado para este tipo de grupos que ya se han fogueado en Sudán, Chad, y Mali, país en el que hay una fuerza militar internacional de la que las Fuerzas Armadas españolas forman parte.
David Beriain era el fundador y director de la productora 93 Metros que ha facturado trabajos como ‘Yasuní, genocidio en la selva’, ‘Déjame soñar’, ‘La plaza’, ‘Amazonas, el camino de la cocaína’, ‘Latinos en el corredor de la muerte’, ‘Palomares días de playa y plutonio’, y la serie Clandestino, emitida por Discovery Max, en la que aparecen trabajos como ‘Ladrones de tumbas’, ‘Rinoceronte, el cuerno maldito’, ‘El ejército perdido de la CIA’, ‘El cártel de Sinaloa’, o la problemática de los secuestros en Venezuela, en el sur de Italia, en Albania, y negocio del tráfico de armas en Estados Unidos, México, Guatemala, el Salvador, y Colombia. Roberto Fraile, licenciado en Historia, había colaborado con Beriain en varias ocasiones en estos documentales, y ambos estuvieron en las guerras de Afganistán, Iraq, y Siria. En cuanto a Rory Young, zambiano nacionalizado irlandés, era un ecologista y activista en contra de la caza furtiva, fundador de la ONG Chengeta Wildlife, que fue emboscado por un grupo armado en esta misma región en 2017. De ahí que no debamos descartar tampoco la implicación de estos grupos de furtivos en esta ocasión.
David Beirain en la revista cultural y de cuestiones actuales de la Universidad de Navarra, Nuestro Tiempo, explicaba que su productora se llama 93 Metros «porque la fundamos cuando mi abuela murió. Mi abuela Juanita era la matriarca de los Beriain. Murió con 98 años dejando tras de sí una huella de cariño y de entrega espectacular. Todos le teníamos devoción, con todo el sentido del nombre, y a mí, por ser el periodista, me tocó escribir unas palabras. Y noventa y tres metros es la distancia que hay entre la que era la puerta de su casa y el banco de la iglesia donde ella rezaba. No salía de ahí nunca. Jamás». Y añade «por eso nos llamamos así, porque no nos olvidamos nunca de que a veces la historia más grande está en el lugar más pequeño. Hacemos historias grandes, épicas, de esas que importan, en sitios exóticos. Lo que pasa es que a los imbéciles como yo nos resulta más obvio contar una historia cuando nos explotan las cosas a los lados. Solo hay que darse cuenta de que a la vuelta de la esquina hay algo que contar. No hay historias pequeñas: hay ojos pequeños. A mi abuela le sobraron noventa y tres metros para encontrar su verdad. Yo he andado por más de noventa y tres países, y todavía no he conseguido hacer nada».
Pero más abajo en esta entrevista hay algo que también me interesa resaltar. Ante la pregunta de si para ser un buen reportero se tiene que ser una buena persona dice «Miguel Gil, por ejemplo, mostró mucha entrega por esta profesión y por las personas sobre las que informaba. Y es una de las pocas buenas personas que conozco en este mundo tan cainita del periodismo, y más del periodismo de conflicto. Nadie le pone un pero. Nunca he escuchado nada malo de él. ¿Por qué? Porque era una buena persona. Estoy seguro de que no se puede ser buen reportero siendo mala persona. Nosotros vivimos de la empatía, de generar confianza y de responder a esa confianza. Me resulta muy difícil pensar que eso se pueda hacer sin ser buena persona. Yo no sé si soy buena persona ni si soy buen periodista, pero si me das a elegir, prefiero ser mejor persona». Miguel Gil Moreno murió el 24 de mayo de 2000 en una emboscada en Sierra Leona, y como David Beriain y Roberto Fraile cubrió los peores conflictos armados como fueron en su momento los de las guerras de secesión en la ex Yugoslavia, Chechenia, Congo, Ruanda, y Sudán.
La muerte de David Beriain, Roberto Fraile, y Rory Young te deja un mal sabor de boca. Por su asesinato, pero por algo más. Hoy todos señalamos la pérdida, de la inmensa valía del reporterismo de guerra e investigación, pero la inmensa mayoría no sabíamos quiénes eran ni cuál era su trabajo. No se puede estar en todo. Pero el hecho que su trabajo no fuera suficientemente difundido, más allá de alguna plataforma, debería decirnos alguna cosa. La precariedad económica en la que viven la mayoría de los periodistas de guerra y de lugares de conflicto es escandalosa. Es un signo inequívoco que el periodismo más comprometido no interesa suficientemente a los grandes conglomerados mediáticos: lo que se muestra es aquello que a través de la provocación de las emociones y los bajos instintos produce las audiencias más elevadas con las que poder contratar el mayor número de anuncios publicitarios. No hay que suprimir el entretenimiento, pero ya nos conocemos todos, sabemos perfectamente que la audiencia no demanda sólo este tipo de programas, por lo que se ha decidido en lugar de educarla degradarla, sin más consume lo que le echan. Y cuidado que nadie se crea que lo que podemos encontrar en Internet es muy diferente. Hecho que en mi opinión debe llevar a los medios de comunicación públicos y privados con responsabilidad social a marcar la diferencia.
Hace pocos días en un artículo escribí cual era para mí el oficio del historiador y hoy me encuentro en el deber de recordar que el oficio del periodista es esencial para mantener informados correctamente a una sociedad democrática para que cada ciudadano ejerza sus respectivos derechos políticos y actuar en consecuencia. Hablo del voto, pero también de la implicación activa en política, en el mundo sindical o asociativo. Todo aquello que hagamos en la vida va a depender de la información que dispongamos y sólo con el conocimiento veraz de aquello que nos rodea, proporcionado por una educación y el acceso a fuentes de información como las que ofrecen los medios de comunicación, sumado a una suficiencia económica y salud necesarias, podemos ejercer la libertad de elección. Pero esto no nos lo van a poner en bandeja por lo que deberemos exigirlo. Este el mejor tributo que deberíamos rendir a la muerte de David Beriain y Roberto Fraile: construir entre todos una sociedad mejor.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 30 Abril 2021.