La Guerra Civil en los Estados Unidos de Alex Garland – por Francesc Sánchez


 

Si no te sacude Civil War probablemente nada lo hará. Y no pretendo juzgarte, es una advertencia para los que sí que les va a sacudir. Alex Garland nos trae a las pantallas una road movie de periodistas en un escenario plausible de guerra civil en los Estados Unidos. Se ha roto definitivamente el tabú de la guerra dentro del hogar. Se han hecho muchas películas sobre la Guerra Civil entre unionistas y confederados, o sobre terroristas malignos a neutralizar, pero ninguna que yo recuerde sobre un enfrentamiento civil militar en los Estados Unidos ubicado en el tiempo presente. Lo que más se había acercado eran las películas de desastres biológicos o medioambientales, en las que un grupo de personas corrientes se abría paso para intentar salvar la vida, pero esta vez Alex Garland nos lanza hacia el vacío provocado por un enfrentamiento militar dentro de los Estados Unidos con sus consecuencias: sin más explicaciones una alianza compuesta por los Estados de California y Texas, con otra alianza con Florida, se ha separado enfrentándose al resto del país, y amenaza con llegar a Washington para derrotar a un presidente que se ha aislado de todos. Falta el agua, los alimentos, y hay campos de refugiados. Todo parece haberse detenido. Nadie parece tener una solución. Y esto lo hace a través de los ojos de un grupo de periodistas que desde Nueva York quiere alcanzar Washington, para intentar entrevistar a un presidente que se dedica sólo a dar discursos triunfalistas por televisión y que ha roto con la prensa.

Primera advertencia: Civil War no es apta para todos los públicos, ni se os ocurra llevar a niños pequeños, y quién sea demasiado sensible a las imágenes fuertes que se abstenga de verla o que vaya preparado, porque todo aquello desagradable y violento que pueda pasar va a pasar en la película. Segunda advertencia: no es una película bélica ni hay ningún héroe, aunque haya escenas de acción y de combate, lo que tenemos aquí es la guerra y sus consecuencias vistas por un grupo de periodistas, que se dedica sin más a hacer su trabajo en un país que se ha hundido. Tercera advertencia: no estamos ante una película política, no sabemos el origen del conflicto, ni pretende buscar una solución, hay dos bandos enfrentados, pero no se nos muestra uno mejor que otro, el punto de vista de los periodistas es absolutamente neutral, el mal si queremos verlo así es la guerra en sí misma y sus consecuencias. Finalmente decir que nada de esto impide, y este es el punto fuerte de la película, descartar que esto pueda ser real algún día, más en unos momentos de gran turbulencia política en los Estados Unidos.

Puede que tú al leer mis últimas palabras ya hayas decidido no continuar leyendo porque una guerra civil en los Estados Unidos, o en tu propio país, la veas imposible y la consideres una locura. Nadie quiere una guerra, todos vivimos muy bien, muy cómodamente, pese a que nos peleemos por simplezas políticas -o quizá no tanto-, y nunca llegaremos a sacrificar lo que tenemos. Pero detente por un momento y mira a tu alrededor tanto en el espacio como el tiempo. No hace tanto los yugoslavos no vivían mal y no eran especialmente violentos, y sus líderes los llevaron a un enfrentamiento militar en el corazón de Europa del que décadas después no se han recuperado. Los iraquíes vivían bajo una dictadura, pero tampoco se merecían que una coalición internacional, liderada por los Estados Unidos, redujera su nación y sus vidas a la era preindustrial. Como tampoco merecían los sirios la destrucción de su país. En fin, ni siquiera los palestinos que viven en guerra desde 1948 contra los israelíes, merecen haber llegado a la destrucción que el Estado de Israel les está infligiendo. El caso más paradigmático de todos ellos es de la Guerra de Ucrania, donde una lucha política por apoderarse de un Estado y su situación geográfica privilegiada entre dos núcleos de poder dio paso a un golpe de Estado, una guerra civil, y recientemente a una guerra entre el gobierno de Kiev y Rusia alimentado por nuestros gobiernos. Realmente ¿pensáis que los ucranianos estaban determinados a contemplar lo que hoy les está sucediendo?

Civil War te lanza todo esto a la cara a través de un viaje hacia el horror, como aquel de Marlowe en busca de Kurtz en El corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad,  de un grupo de cuatro periodistas, compuesto por una veterana fotoperiodista herida por ver como su país se ha hundido, interpretada por Kirst Dunst, en un periodista adicto a la acción pero de buen corazón, Wagner Moura, una joven que quiere convertirse en su admirada periodista sin saber nada del oficio, Cailee Spaeny, y un veterano que es la voz de la conciencia de todos ellos, Stephen Henderson, que llega a afirmar que el país entró en guerra cuando decidió no hacer caso a los periodistas. De ahí que la película de Alex Garland sea una defensa del oficio del periodista, con su máxima crudeza y sin concesiones, y una denuncia de la guerra, como lo fue también las Flores de Harrison de Élie Chouraqui (2001) bajo el contexto de las guerras yugoslavas, o otras ya olvidadas por la mayoría como El año que vivimos peligrosamente de Peter Weir (1982), durante el golpe de Estado en Indonesia de 1965, Bajo el fuego de Roger Spottiswoode (1983), durante la Revolución Sandinista entre 1979 y 1990,  Los gritos del silencio de Roland Joffé (1984), durante el genocidio de los Jemeres Rojos en Camboya a partir de 1975, Salvador de Oliver Stone (1986), durante la guerra civil en el Salvador entre 1979 y 1992, o Territorio Comanche de Gerardo Herrero (1996), durante las guerras yugoslavas entre 1991 y 2001, basada en el homónimo texto de Arturo Pérez Reverte, reportero de Televisión Española en las guerras de la ex Yugoslavia, y en multitud de conflictos más.

Lo que diferencia Civil War de todas estas películas es que no hay redención posible, ni siquiera en el oficio, se hace el trabajo, pero no hay salvación, porque nadie les hace caso. Es una película nihilista, y paradójicamente acude en nuestro rescate. Esto debería hacernos pensar a todos juntos que aquí no hay héroes, ni buenos ni malos, solo malnacidos y personas corrientes, cuando la guerra lejos de los centros de poder y decisión mata sin hacer preguntas cuando menos te lo esperas, sin importar la ideología o motivaciones del enemigo, todos sabemos que es aquel que te está disparando, y tú, si eres un soldado vas a hacer lo propio para salvar tu vida. Hoy los Estados Unidos están sumidos en una crisis que ha polarizado a su población entre los que apoyan a Donald Trump y los que apoyan a cualquiera que evite que sea presidente, extrapolando esto en el mundo: hay una lucha entre nacionalistas y globalistas. Pero esto sería simplificar el asunto porque también existe un claro descontento con Joe Biden entre los que no quieren a Trump, porque no quieren la política exterior que lleva a cabo su gobierno. Tampoco su política económica. De ahí que cuando la palabra guerra civil suena en los Estados Unidos en uno u otro lado si pierden las elecciones, el papel de los medios de comunicación, pero también de toda la sociedad, debería ser el neutralizar este tipo de consignas. El asalto al Capitolio que nos parece hoy irreal fue un aviso. Los Estados Unidos tienen graves problemas internos que se han de resolver, como los tenemos en nuestros propios países, no podemos esconder la porquería debajo de la alfombra, pero hay límites que jamás deben cruzarse, porque las consecuencias serán malas para todos nosotros.

Ese mundo que tanto os disgusta, esas peleas políticas sin sentido, esas estrecheces económicas, o esas diferencias ideológicas, no son nada si los comparamos con los horrores que hoy existen en multitud de países en guerra en la que personas normales y corrientes como tú lo han perdido todo. Ve a ver Civil War de Alan Garland, a mí me ha gustado. Te diré que fue guionista en La playa (2000), 28 días después (2002), y Sunshine (2007), las tres del irregular Danny Boyle por otros títulos, director de Ex Machina (2014), entre otras para revisar. Corre antes de la quiten, y reflexiona.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Mayo 2024.