Los crímenes de guerra en la Guerra de Ucrania – por Francesc Sánchez
La Guerra de Ucrania es fea, cómo todas las guerras. El romanticismo de los débiles ucranianos frente a un invasor mucho más poderoso recuerda a aquel que tenían los milicianos españoles durante la Guerra Civil española, pero un análisis de los hechos muestra que como sucedió entonces, aunque la legitimidad está del lado del que se defiende, todos pueden cometer tropelías. En esta guerra que hoy contemplamos el mundo ha enmudecido al ver como el Ejército ruso bombardea diariamente objetivos que difícilmente pueden considerarse militares: escuelas, hospitales, fabricas, y otros edificios civiles, incluyendo numerosas viviendas. No es por quitarle valor a esto, pero esto no es una novedad: para un ejército en una guerra total todo objetivo que se marque lo es para debilitar las fuerzas del enemigo. La historia de los conflictos armados así nos lo recuerda si prestamos suficientemente atención: hoy podemos censurar a Rusia, pero si tenemos memoria histórica no es tan diferente a lo que el Ejército sirio ejecutó en su tierra contra los rebeldes, el Ejército americano aplicó contra los iraquíes leales a Sadam, o los israelíes han llevado a cabo implacablemente, desde que tengo uso de razón, contra los palestinos.
Esto en función del Derecho internacional y la Convención de Ginebra son crímenes de guerra, como también lo son el asesinato o los malos tratos a prisioneros de guerra, civiles o náufragos, la deportación para obligar a realizar trabajos forzados a la población civil en territorios ocupados, genocidios contra la población, la toma y ejecución de rehenes, la destrucción o devastación de poblaciones, y el robo de bienes públicos o privados. Lo que suele suceder es que normalmente los crímenes de guerra son los que lleva a cabo el enemigo mientras que estas acciones criminales son tanto escondidas o justificadas, en el caso que salgan a la luz pública, cuando las llevan cabo «los nuestros». Cuando el activista Julian Assange puso a disposición de cinco importantes cabeceras de prensa información clasificada del gobierno norteamericano en la que quedaban al descubierto, entre otras cuestiones, crímenes de guerra del Ejército estadounidense en Iraq, todo el sector periodístico y de los derechos humanos reconoció su importante labor, hoy Julian Assange, después de permanecer recluido en la Embajada de Ecuador durante años, y desde hace tiempo en manos de la policía británica con un destino incierto (puede que para ser juzgado en los Estados Unidos), ha quedado totalmente desahuciado.
Bucha es el nombre sagrado. Una localidad a unos cuarenta kilómetros de Kiev que fue ocupada por el Ejército ruso cuando éste se retiró y llegaron los soldados ucranianos, dejó al descubierto centenares de civiles asesinados. Inexplicablemente decenas de cuerpos permanecieron en la calzada durante días y llegó a afirmarse que podían ser una trampa mortal -por estar minados- para el enemigo ucraniano. Mientras las autoridades ucranianas denunciaron estas muertes como crímenes de guerra cometidos por los soldados rusos, el Kremlin denunció un montaje acusando a los ucranianos de estos hechos. En Internet, fábrica de bulos, pero al mismo tiempo fundamental para estar informado cuando la información convencional solo viene de un lado, se llegó a afirmar que los muertos podían ser colaboracionistas asesinados por los ucranianos, porque todos «llevaban un lazo blanco en uno de sus brazos». Si cómo casi todos indican fueron crímenes cometidos por los rusos cabe preguntarse si fue algo que se les fue de las manos, o fue premeditado, quizá un mensaje para socializar el terror. Las imágenes de soldados ucranianos disparando en las rodillas de soldados rusos capturados ya no dejan demasiado espacio a las especulaciones, como tampoco los civiles acusados de colaboracionismo atados con cinta adhesiva a los árboles o farolas para que todos los vean. Hace escasas horas «los héroes de acería Azovstal» en Mariúpol -ciudad devastada- después de meses de encierro se han entregado al Ejército ruso, y el relato de ambos lados es escalofriante.
Podemos contemplar cualquier cosa porque como dice el dicho en una guerra «la primera victima es la verdad». Pronto publicaré un artículo en el que hablaré precisamente del papel de la comunicación en esta guerra. Pero no podemos invertir la carga de la prueba: esta guerra la iniciado Rusia y, por mucho material militar que nuestros Estados les estén proporcionando a los ucranianos, las bombas caen sobre ciudades ucranianas, matan civiles ucranianos, y estos no hacen otra cosa que defenderse. De ahí que la fotografía que encabeza este articulo con Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Josep Borrell, Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, en su visita a Bucha, más allá de lo que allí sucediera, y dejando de lado el apoyo político a Kiev que este tipo de visitas significan, cobra un contenido simbólico que deberia censurar los crímenes de guerra en esta guerra, y todas las demás, que todos los que informamos u opinamos sobre conflictos armados deberíamos denunciar.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 19 Mayo 2022.