El Día de la Victoria – por Francesc Sánchez

 


El 7 de mayo de 1945 se produce la rendición incondicional del Ejército alemán del Tercer Reich ante los aliados en la ciudad francesa de Reims, rendición que entraría en vigor el 8 de mayo, sin embargo, Stalin quería una rendición en Berlín liderada por la Unión Soviética y supervisada por el mariscal Georgy Zhukov, de ahí que para los soviéticos quedó marcado el 9 de mayo como el día en que logran la victoria en la Gran Guerra Patria, conmemorándola desde 1946 con un gran desfile militar en la Plaza Roja de Moscú. Este fue el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa, mientras la rendición del Imperio del Sol del Japón se produciría tres meses después, el 15 de agosto, pocos días después del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.  

No es suficientemente conocido en España, y en esto tiene que ver mucho el poder blando a través de la cultura de masas (principalmente el cine norteamericano) y de los medios de comunicación occidentales, que el peso decisivo para derrotar a los nazis del Tercer Reich lo llevó el Ejército rojo. La campaña de Sicilia y, sobre todo, el desembarco aliado en Normandía (entre el 6 de junio y el 30 de agosto de 1944), cumplieron un papel fundamental para golpear a los alemanes, la Europa libre y democrática debe mucho a los norteamericanos, pero las derrotas infringidas a los alemanes por los soviéticos en Stalingrado, Kursk, y Leningrado, fueron decisivas, causando millones de bajas. Cuando los soviéticos bautizaron a la Segunda Guerra Mundial como la Gran Guerra Patria fue porque lo consideraron un conflicto armado impuesto: los alemanes entraron en la Unión Soviética a sangre y fuego machacando Bielorrusia, Ucrania, y Rusia, provocando un total de 27 millones de muertos entre militares y civiles. La bautizaron así también porque fue una guerra defensiva por su supervivencia que sirvió para articular a la propia Unión Soviética en una clave nacional, si queremos patriótica.

Había cuestiones no tan nobles como el Pacto Ribbentrop-Molotov de 1939 por el que los alemanes y los soviéticos se dividan Polonia, y el Acuerdo de Múnich de 1938 entre los nazis, Francia y el Reino Unido, por el que se reconocía la anexión de los Sudedes checoslovacos (con repercusiones nefastas para los republicanos en la Guerra Civil española). Podemos resolver contención o colaboración con los nazis: todo un debate muy interesante, pero el hecho es que fueron los alemanes los que decidieron invadir Polonia y desencadenar el peor conflicto armado que ha sufrido el continente europeo en lo que llevamos de historia. El hecho es que los soviéticos fueron los primeros en liberar los campos de concentración y exterminio, como el de Auschwitz, y fueron los primeros en entrar en Berlín, y alzar la bandera roja de la Hoz y el Martillo en el Reichstag, mientras Hitler se suicidaba de un tiro en la cabeza en el búnker de la Cancillería. Los soviéticos en su avance hacia Berlín también cometieron todo tipo de barbaridades. El resto de la historia vendría dado por las conferencias de Yalta y Potsdam entre los aliados por las que se dividan Alemania y el continente europeo en esferas influencia perfilándose una nueva realidad que quedaría definida en los sucesivos años en una relación de tensión que se bautizó como Guerra Fría, que tuvo su momento álgido en 1961 con la construcción del Muro de Berlín, y de finalización en 1989 cuando los berlineses, en un contexto de transformación en la propia Unión Soviética que propiciaba una apertura, lo derribaron, derivándose de este hecho a su vez toda una serie de consecuencias.

El desfile militar de este 9 de mayo ha causado mucha expectación porque se esperaba que Putin declarase jurídicamente la guerra contra Ucrania (esto no es menor porque podría declarar las levas obligatorias), que allí desde que se inició la invasión la llaman Operación Especial, pero eso no ha sucedido. En su lugar ha justificado la invasión de Ucrania por una supuesta intención de la OTAN de atacar a Crimea (y por lo tanto Rusia), y por una supuesta adquisición de armas nucleares por parte de Kiev. No podemos saber qué habría pasado, pero sabemos lo que sí ha pasado. El hecho es que Putin el 24 de febrero por su cuenta y riesgo decidió invadir Ucrania después de que los Estados Unidos y sus aliados no atendieran ninguna de sus propuestas: empezando por bombardear objetivos selectivos y terminando con una invasión por múltiples puntos, que o no fue como esperaba el Kremlin o nunca tuvo como objetivo invadir el país en su totalidad; luego un repliegue hacia el Dombás y la franja costera del Mar de Azov, que conecta Crimea con las repúblicas separatistas, y amenaza Odesa y Moldavia, donde está la franja de Transmistia, controlada por los rusos; los bombardeos ya no son selectivos si no indiscriminados; los crímenes de guerra, también. Podemos tergiversar mucho las cosas, pero no parece pues que esta Operación Especial en Ucrania se parezca mucho a aquella Gran Guerra Patria de 1945.

Desde el año 2012 en Rusia y otras exrepúblicas soviéticas el Día de la Victoria también se emprende la marcha del Regimiento inmortal en la que los civiles portan retratos de familiares fallecidos durante la Gran Guerra Patria. El mismo día 9 de mayo es también el Día de Europa que coincide con la firma de la Declaración de Robert Schuman en 1950 para la creación de la CECA (Comunidad Económica del Carbón y el Acero), el primer documento por el que se inicia la construcción europea, que ha dado como resultado la vigente Unión Europea.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 10 Mayo 2022.