Marruecos chantajea a España con la presión migratoria – por Francesc Sánchez

 

Entre 8.000 y 10.000 personas indocumentadas han cruzado las alambradas del Tarajal para lanzarse nadando hasta la playa adyacente, después de ladear el espigón, y alcanzar la ciudad autónoma de Ceuta. La guardia civil y la policía nacional se han visto completamente desbordabas. La gendarmería marroquí encargada de custodiar la frontera desde su lado no sólo no ha impedido este paso a todas estas personas si no que «les ha abierto las puertas». El despliegue por parte española de soldados regulares y la «devolución en caliente» de más de 4.000 de estas personas ha llevado a las autoridades marroquíes a cerrar los accesos fronterizos. Los 1.500 jóvenes menores de edad que llegaron a Ceuta pueden tener un destino diferente. En este cambio de actitud marroquí también ha debido influir la aprobación por parte del gobierno español de conceder 30 millones de euros a Marruecos para frenar la inmigración irregular. La Comisión Europea ha recordado que «las fronteras españolas son las fronteras europeas». Hasta aquí podríamos resolver que esta situación entra dentro de lo que cabía esperar si mantenemos que Marruecos es un país de paso para centenares de miles de inmigrantes que huyen de la pobreza y la pesadilla de los conflictos armados, y por lo tanto soporta una presión migratoria considerable e intolerable. Si continuamos con este razonamiento, en esta ocasión, las autoridades marroquís se han visto desbordadas. Pero todos lo que están leyendo estas líneas me señalaran que el título del artículo no concuerda bien con este discurso, y a ello contesto con las palabras de la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, cuando ha afirmado que «hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir».

Los actos a los que se refiere Karima Benyaich son la actitud del gobierno español con respecto al Sahara Occidental ocupado por Marruecos después de la Marcha verde del 6 de noviembre de 1976. El detonante ha sido la acogida y asistencia médica por parte española de Brahum Gali, líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharui Democrática (RASH), por razones humanitarias. Desde hacía días Marruecos estaba denunciando que la actitud española con respecto a este hecho era intolerable, y ahora nos encontramos con que ha abierto las puertas de la frontera tanto a sus súbditos como a los inmigrantes que se amontonan en su suelo. Pero si este es el detonante lo que hay de fondo, como indicaba, es el tema del Sahara Occidental, territorio ocupado por Marruecos, pero que, según las Naciones Unidas, está pendiente de una resolución política a través de un referéndum de autodeterminación, y del que España sigue siendo «potencia administradora». El más avezado argumentara que todo esto se mantiene de la misma manera desde entonces y ahí es cuando hay que recordar que la Administración Trump reconoció en el mes de diciembre de 2020 «la soberanía marroquí del Sahara Occidental». Hecho significativo que rompe con la neutralidad norteamericana sobre este conflicto, y desplaza los intentos de la Naciones Unidas de solucionar el conflicto a través de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental) para observar el alto el fuego y organizar un referéndum en función del Plan Baker, aunque de facto Washington tiene como socio preferente en la región a Marruecos desde hace años. Este cambio en la política norteamericana se suma al reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, y a la ocupación de facto israelí de Cisjordania, por parte también de este hombre llamado Donad Trump que ha dado tanto que hablar. De hecho, Marruecos e Israel, en función de este reconocimiento norteamericano, promovido por los israelíes para encontrar aliados en el mundo árabe, se han reconocido a su vez mutuamente: efectivamente tanto el conflicto como la situación que viven los saharauis, por no hablar de la cuantiosa inversión en armamento que compran ambos estados a los Estados Unidos, recuerda mucho a la que viven los palestinos.

Llegados aquí vale la pena decir que la presión migratoria procedente de los países empobrecidos y estados fallidos ha sido, sigue, y seguirá siendo constante. La Unión Europea, si observamos lo que sucedió con el éxodo de los sirios que huían de la guerra ha sido, fue magnánima por parte de la Alemania de Angela Merkel acogiendo a más de dos millones, pero finalmente la canciller decidió que era más práctico pagar 3.000 millones de euros al Sultán turco a través de la Unión Europea para que contuviera bajo su suelo el problema en campos de refugiados. Los que proceden del desastre europeo en Libia que intentan alcanzar la tierra de la libertad lo han tenido más difícil, porque han muerto ahogados por miles en el Mediterráneo: desde Italia en Ministro de Interior Mateo Salvini llegó incluso con amenazar con hundirlos en el mar. Todo esto tiene una importancia de primer orden: los que huyen de la pobreza y de los conflictos armados es lógico que quieran dejar atrás ese infierno, pero lo que ya no es tolerable es que algunos estados no sólo los utilicen como moneda de cambio, chantajeando a los países europeos con la inmigración, si no que sean también en parte responsables de las circunstancias que hacen que se produzca este éxodo. La compra de armamento de última tecnología a los Estados Unidos por parte de Marruecos, al que antes hacía referencia, no vaticina nada bueno, porque sencillamente puede darle uso. No me estoy refiriendo a que España esté amenazada militarmente por Marruecos, el conflicto armado puede darse con otros, pero es importante señalar que, aunque el territorio peninsular y el de las Islas Canarias si están protegidos por la OTAN, Ceuta y Melilla, consideraras colonias por parte de Marruecos, no lo están.

España renunció a la administración del Sahara Occidental en el momento que decidió retirarse del territorio. Pero éticamente, y por lo que vemos, también por el uso que Marruecos hace de este tema con respecto a la relación con España, debería hacer lo posible para solucionar ese conflicto no resuelto. Marruecos por mucho que aparente ser una democracia a la práctica es un régimen dictatorial bajo una monarquía absoluta con la que España, incluido su tejido empresarial, tiene importantes intereses, ha mantenido además una colaboración en seguridad para luchar contra el terrorismo islámico que actualmente ha quedado suspendida, pero esto, desde una postura alejada de la beligerancia que viene dada por los sueños de grandeza del nacionalismo español, no puede hacer que nuestra política en relación con este país, por falta de razón de estado en nuestra clase política, que por lo visto se entretiene en descalificarse mutuamente, y de un acuerdo con nuestros aliados europeos, porque esas ciudades son la frontera sur de la Unión Europea, sea la de sumisión a Mohamed VI. Porque hoy estamos hablando de este drama humano con estas personas que han llegado nadando y sin aliento hasta la playa del Tarajal, con el Sahara Occidental como telón de fondo, que virtualmente se ha contenido por el momento, pero mañana podemos presenciar tanto un episodio más serio que afecté una vez más a las ciudades autónomas, o las propias Islas Canarias, como de un conflicto armado regional en un territorio que se está convirtiendo en un verdadero polvorín.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 20 Mayo 2021.