Tiempos modernos de Charles Chaplin – por Francesc Sánchez


Título original: Modern Times
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 1936
Dirección: Charles Chaplin
Guión: Charles Chaplin
Interpretación: Charles Chaplin, Paulette Goddard, Henry Bergman, Chester Conklin, Stanley Stanford, Hank Mann, Louis Natheaux, Allan Garcia
Música: Charles Chaplin

Nos encontramos en alguna populosa urbe de Norteamérica en la que el hombre se ha convertido en una pieza más del mecanismo necesario para mantener en funcionamiento la cadena de montaje. Nada más empezar el filme se nos muestra la entrada a la fábrica de una multitud de trabajadores como un si se tratará rebaño de ovejas que se conduce a su redil. Charles Chaplin es un obrero más enajenado por su trabajo, que pasa varías veces por la cárcel, pero que también conoce a una chica huérfana que se convierte en su compañera.

El filme de Charles Chaplin es una crítica en toda regla al Fordismo, el sistema socioeconómico ideado por Henry Ford basado en la producción industrial en serie, que por su reducción de costes multiplicaría los bienes de consumo, de ahora en adelante al alcance de una incipiente clase media, pero que también, con su división al límite del trabajo, alejaría al proletariado cada vez más del control de la cadena de producción. Los Estados Unidos se recuperarían de la Gran Depresión con la aplicación de una política keynesiana a través del New Deal de Franklin Delano Roosevelt, esto sumado al Fordismo hizo posible el consumismo de masas y el american way of life, y más tarde al otro lado del Atlántico tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, con el Plan Marshall y una política socialdemócrata, se generó el Estado del Bienestar. Una humanización del sistema capitalista, que se produce y se aplica para evitar la conflictividad social y la influencia del comunismo, en un momento en que la Unión Soviética al lado de los aliados ha vencido al nazismo alemán y al fascismo italiano. El filme, rodado en 1936 (el año en que estalla la Guerra Civil española), es previo a toda esta gran transformación pero puede ya constatarse como un anticipo, las protestas son reprimidas con dureza, pero ya existen los grandes almacenes con todo tipo de productos, y los restaurantes a los que acuden los que empiezan a tener una situación económica más desahogada. En nuestros tiempos modernos la gran industria de productos de consumo, con la expansión total de globalización económica, en gran medida se ha desplazado hacia los países de la periferia del sistema, y sobre todo hacía Extremo Oriente, donde las grandes firmas occidentales de tecnología mantienen el lado más bajo de la curva sonriente (un concepto propuesto por primera vez en 1992 por el taiwanés Stan Shin que expresa una campana invertida), el de la fabricación por el bajo precio de la mano de obra y la inexistencia de sindicatos, mientras en occidente por ahora se mantienen los extremos más altos, de un lado el de la investigación y desarrollo con el mayor coste, y de otro el de la venta del producto con el mayor beneficio.

La sublevación contra este sistema alineador es clara en la película (en las pancartas que portan los manifestantes puede leerse las palabras libertad y unidad, tanto en inglés como en ruso y en español), pero nuestros protagonistas no son unos revolucionarios si no tan solo una pareja que intenta sobrevivir en estos tiempos modernos, prácticamente como dos vagabundos, tomando alimentos prestados si es necesario para no morirse de hambre, pero no aprobando el robo a mano armada. Una pareja que a fin de cuentas anhela ser una familia más de la clase media, que dispone de un trabajo que le proporcione  alimentos y una vivienda. Esa es la dualidad en el filme, de un lado una crítica a lo peor del sistema capitalista industrial, y del otro la búsqueda de la felicidad en la cadena de dificultades, muy fordista también, que se encuentran en estos tiempos modernos. Sin embargo para Charles Chaplin lo primero y sus amistades de izquierdas pesó más para el Comité de Actividades Antiamericanas, en lo que se conoció en el contexto de la Guerra Fría como la caza de brujas, promovida por el senador Joseph MacCarthy y ejecutada por John Edgar Hoover, el director del FBI (Oficina Federal de Investigación), para desacreditar, y en algunos casos encarcelar, a todas aquellas personas públicas que eran comunistas o simpatizaban con el mismo. Daba igual que Chaplin denunciará el totalitarismo nazi en El gran dictador. Chaplin fue acusado y puesto en la lista negra por estas supuestas actividades antiamericanas, motivo por el cual se exilió a Europa para poder continuar trabajando. Y esta situación increíblemente es anticipada también en la película, cuando nuestro protagonista es vigilado de cerca en la fábrica por el patrón, escenificando al Gran Hermano del que más tarde nos hablaría George Orwell en su obra 1984, y por su encarcelación por cualquier motivo que atente contra la harmonía del sistema. Como anécdota hubo para la película un final alternativo en la que Charles Chaplin se enrola en el ejército y cuando vuelve se encuentra a su compañera metida en un convento. Paradójicamente Tiempos modernos es un filme mudo que como vemos nos habla sobre muchas cosas. La película añeja mantiene su plena vigencia, tanto en la nueva fábrica del mundo, donde los trabajadores en muchas ocasiones deciden suicidarse, como en occidente donde, en mejores condiciones pero con algunos sentidos abotargados, también tratamos de sobrevivir.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.

Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Marzo 2016.