Tres películas setenteras sobre la Edad Media – por Francesc Sánchez


Hubo una época en la que todo era más sólido. La Edad Media es una época recurrente en el cine por la idealización que se ha hecho de altos valores como el valor, la lealtad, la valentía y el amor. Al mismo tiempo había un espacio para lo mágico. Pero en la Edad Media también campaba a sus anchas la superstición y el fanatismo, pudiéndote encontrar la muerte en cualquier camino. En este texto voy a hablar de tres filmes de los años setenta que nos presentan esta época desde una sencillez y realismo, sin perder en ningún momento el alma, que el cine de nuestros días, en la búsqueda de la ganancia fácil, la mercadotecnia y lo políticamente correcto, ha abandonado definitivamente. La primera de ellas es Robin y Marian de Richard Lester, que nos cuenta la historia de un cruzado que después de veinte años decide volver a su tierra para reencontrarse con su amada. La segunda es Un paseo entre el amor y la muerte de John Huston que nos muestra, valga da la redundancia, un paseo de un joven estudiante y su dama por la campiña francesa, en un mundo en descomposición social en el transcurso de la Guerra de los Cien años. Finalmente recurro a El último valle de James Clavell que nos retrotrae a la última esperanza de un maestro y unos mercenarios que deciden establecerse en un idílico valle para pasar el invierno en un mundo desolado por la Guerra de los Treinta Años. Propiamente este tercer film no transcurre en la Edad Media sino en la Edad Moderna pero lo incluyo aquí porque la mayoría de los elementos se mantienen.

Robin y Marian

Todos conocemos la historia de Robin de Longstride, conocido popularmente como Robin Hood, el héroe de la gente humilde que robaba a los ricos sus posesiones en el bosque de Sherwood para repartirlas entre los pobres, que cortejaba a Marian Gilewater, y se enfrentaba frecuentemente con el sheriff de Nottinghan. La historia en el cine se ha contado de maneras muy diferentes. Por lo que respecta a Robin y Marian de Richard Lester el argumento se inicia con el regreso de Tierra Santa de los restos del ejército de un brutal Ricardo Corazón de León del que Robin de Longstride forma parte. Para situarnos podemos decir que Ricardo I de Inglaterra y Felipe II de Francia lideraron la Tercera Cruzada en Tierra Santa contra Saladino: llega a Acre en el 1191 y logra tomar Jerusalén a los musulmanes pero finalmente ante la imposibilidad de mantenerla decide regresar a Inglaterra. Cuando una muerte un tanto fortuita termina con la vida del rey Robin queda desvinculado definitivamente de todo lazo de fidelidad con la realeza decidiendo regresar a Inglaterra donde se encuentra su tierra en el condado de Nottinghan.

Han pasado veinte años y nuestro Robin de Longstride, interpretado magníficamente por un Sean Connery entrado en años, quiere reencontrarse con su amada Marian, interpretada también muy bien por Audrey Hepburn. Pero todo ha cambiado. Marian no soportó la partida de Robin y después de un intento de suicidio ingresó en una orden monástica que ahora, después de veinte años, habiéndose convertido en abadesa, el heredero al trono, Juan sin Tierra, ha desarticulado después de enfrentarse al Papa. En el momento en que Robin rescata a su dama y se la lleva al boque de Sherwood se convierte en un prófugo de la justicia. Pero lo importante para el sheriff de Nottinghan y Juan sin Tierra es que Robin Hood, dando coraje a los campesinos que se le han unido, ha subvertido el orden establecido y por lo tanto tienen que detenerle o matarlo. La postura de Robin Hood es diametralmente opuesta y la podemos ver en un encuentro con el representante del rey:


―Robin soy el representante del rey en persona.
―Ese rey no me gustó mucho.
―Eres su súbdito y su servidor.
―Aquí no es rey esto es Sherwood.
―¿Aquí tu eres el rey no? ¿debo inclinarme?
―No te aceptaría a mi servicio, noble. He conocido a los tuyos toda mi vida y os he combatido desde joven. Sois el enemigo. Vosotros coméis carne nosotros pan y queso. Las leyes no os alcanzan ni sois castigados por ningún crimen. En cambio a nosotros nos sacan los ojos si osamos cazar un ciervo. Este es mi bosque y vivo en el como quiero. Vuelve otra vez y te mataré.


Probablemente este filme es la versión de Robin Hood más políticamente incorrecta de todas las que se han hecho. Pero aunque la denuncia es clara Robin y Marian es también una historia de amor entre dos personas maduras que se han reencontrado veinte años después y que Audrey Hepburn llevará hasta sus últimas consecuencias.

Un paseo entre el amor y la muerte

Con la película de John Huston, basada en la novela Hans Koningsberger, llegamos al meollo de todo este asunto que es la Edad Media. Heron de Fois, un joven estudiante de la Universidad de Paris, interpretado por Assaf Dayan, abandona sus estudios marcándose el objetivo de emprender un viaje para ver por primera vez el mar. En su paseo llega a un castillo donde se encuentra a Claudia, una joven noble, interpretada por Anjelica Huston, de la cual se enamora y que se convierte en su dama después de que le haya dado por prenda un pañuelo. Heron continua su paseo encontrándose a su paso con muerte y destrucción hasta que esta vez se encuentra unos cómicos que están representando una batalla entre un caballero y unos campesinos. Heron está a escasos metros del mar pero cuando una de las mujeres de la función le dice que han asaltado el castillo de su dama decide desandar sus pasos para reencontrarse con su valedora. Heron se encuentra con el castillo destruido por un incendio. El propio John Huston interpretando al tío de Claudia nos explica que es lo que esta sucediendo:


―Tío, mi padre solía contarme historias sobre tus peleas y tus batallas.
―Nuestras batallas Claudia. Nos defendíamos el uno al otro luchando hombro con hombro. Añoro mucho a tu padre. Era mi camarada en los tiempos en que nada era más importante que la lealtad entre el hombre y Dios. Ahora Dios ha vuelto la espalda a este mundo y los pilares se han roto.
―Pero serán restaurados.
―Me temo que no. El hombre tenía su cometido y cada cometido su razón de ser y su premio. El campesino el alimento. Los curas nuestra salvación. El hombre noble los defendía a todos. Ahora nosotros los nobles, tu familia Claudia y la mía, que fuimos hechos para ser pastores nos hemos vuelto lobos. No defendemos a los campesinos, abusamos de ellos. ¿Quién puede culpar a esos hombres que fueron justos desde el principio de los tiempos de rebelarse contra nosotros?
―¿Estás justificando el asesinato de mi padre?
―Sé que suena cruel pero la razón está de su parte.
―¿Entonces por qué no te unes a ellos?
―Lo he hecho. He tomado mi decisión y voy a salir al alba.

Y esto sucedió realmente. La Grande Jacquerie, la revuelta de los campesinos contra los nobles más importante en Francia en la Edad Media se desarrolló entre el 23 de Mayo y el 10 de Junio de 1358, con la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia como telón de fondo (*1). El detonante fue una refriega entre soldados y campesinos en la localidad de Saint-Leu d’Esserent, que terminó extendiéndose por Valois, Beauvaisis y Amienois. Como en el filme esta revuelta se dirigió contra el poder señorial, saqueando y quemando castillos, llegando a matar algunos nobles. Las Grandes Chroniques señalan que en las asambleas de este movimiento participaban sobre todo campesinos pero también hombres ricos, burgueses y subalternos (carreteros, toneleros, sirvientes y viñadores). Estas mismas fuentes mencionan también un noble de baja categoría, Guillaume Carle, que organizó las bandas hasta alcanzar entre 5.000 y 6.000 amotinados.

Pero John Huston iba más allá de la Jacquerie, entrando en otra dimensión, afirmando que la historia que se cuenta en el filme se repite a lo largo de la historia, algo que daría un carácter universal a la película. «Parece que se desarrolla en Europa ―dijo―, pero en realidad es cualquier lugar y todos los lugares. La época es, en apariencia, a mediados del siglo XIV, pero también es ahora, hoy, en este momento. La gente joven de hoy cree que sus problemas son únicos, pero los hechos demuestran que siempre ha habido un abismo generacional. Más aún, la gente joven que vive su primer amor siempre ha sentido y siempre sentirá que están compartiendo una experiencia que nunca podrá ser comprendida por nadie excepto ellos mismos. En apariencia, el libro expresa una filosofía particular de la gente joven de hoy. Pero en realidad lo que expresa es atemporal. Mi gran deseo es hacer un filme que sea fiel a esa idea» (*2).

El último valle

Por último James Clavell, basándose en la novela J. B. Pick, nos aporta una visión tremebunda de estos tiempos que forman ya parte de la Edad Moderna pero que conservan en gran medida los elementos de la Edad Media. Vogel, un maestro convertido en un desplazado interpretado por Omar Sharif, huye a través de las montañas de las razias que llevan a cabo los señores de la guerra contra los dispersos núcleos poblados, y de una plaga que se ceba en todo el mundo. Vogel mágicamente da con un poblado en el último valle, el problema es que tras él llega una partida de mercenarios, capitaneados por Michael Caine, que se ha propuesto un nuevo saqueo. Entonces es cuando Vogel propone al capitán que sus soldados permanezcan en el valle conviviendo con sus habitantes ―proponiéndose él mismo como intermediario― hasta que pase el invierno. La idea parece sencilla: los habitantes proporcionan cobijo y alimento a los soldados mientras estos les brindan protección. Pero los conflictos religiosos y por el liderazgo entre los soldados y con los habitantes del pueblo son frecuentes: desde el provocado por el traslado de una imagen que puede indicar el camino del poblado a potenciales enemigos hasta los puramente derivados por el deseo de poseer a las mujeres en contra de su voluntad que terminaran en una pequeña guerra dentro del gran conflicto. El fin del invierno termina con el bloqueo de los caminos y permite llegar a un comerciante con noticias del frente que hacen decidir al capitán volver a la acción:


―Entonces la historia se ha emparejado con nosotros. Nuestra neutralidad ha terminado. La suerte ya no nos es favorable y ahora nos veremos arrojados del paraíso.
―Estamos seguros. Es muy difícil llegar hasta aquí, nada ha cambiado. Supongo que defenderéis el poblado.
―Si he defendido el poblado ha sido porque de esta manera me defendía a mi mismo. Grafh nos uniremos al príncipe Bernardo, le ayudaremos a cruzar el puente.
―¿Por que unirse al enemigo? Estabais al lado del emperador, en el lado justo.
―Como os atrevéis a hablarme de enemigos y de lados justos. La guerra no es justa. Vos lo sabéis y todo el mundo lo sabe. La verdad es que los que la hacen son unos fanáticos y sus jefes unos bandidos que contratan mercenarios y politiquean con el Papa defendiendo mutuos intereses. La verdad es que esta guerra es una porquería, pura codicia e hipocresía. Tanto de un bando como de otro.
―Yo os explicare…
―Todos son hipócritas excepto los que como vos son fanáticos que incitan incluso al asesinato con tal de defender sus propias ideas.
―El mundo es como es. Un mundo perdido. Los hombres son como son, pecadores. Y su mente está enferma… iréis directamente al infierno.
―No hay infierno ¿no lo entendéis? Porque tampoco hay cielo, nunca lo ha habido. ¿No lo entendéis? ¡No hay cielo ni infierno! ¡Es una leyenda!

La Guerra de los Treinta Años enfrentó entre 1618 y 1648 a los príncipes alemanes con el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Fernando III. Puede considerarse la más importante guerra de religión, que involucró a la mayoría de monarquías europeas, que al mismo tiempo que querían imponer su interpretación religiosa, católica o protestante, aspiraban a quedarse con el mayor territorio posible. Para entender el origen de las guerras de religión debemos remontarnos al cisma que lideró Martín Lutero cuando este denunció con sus famosas 95 tesis, colgadas en las puertas de la iglesia del Palacio de Wittenberg, la corrupción de la Iglesia católica. Y la Cristiandad se rompió en pedazos. Este fue el inicio de la Reforma protestante que provocó la contestación de la Iglesia católica con su propia reforma a través del Concilio de Trento entre los años 1546 y 1563: el conflicto estaba servido y aunque se estableció el principio del cuius regio, euis religio (es decir que cada pueblo adoptaría la confesión religiosa que mantuviera el monarca o príncipe), fue incapaz de neutralizar las guerras. La Paz de Wesfalia en 1648 puso fin al conflicto de la Guerra de los Treinta Años estableciendo como fundamento del Estado el principio de la integridad territorial y la diplomacia como la herramienta para dirimir las disputas. Desde entonces los conflictos entre monarquías quedaban secularizados y los europeos, al menos en principio, pudieron elegir su religión individualmente. Este fue el fin de la Edad Media pero el Antiguo Régimen y el absolutismo de la monarquías se mantendría hasta el ciclo revolucionario que iniciaron los ingleses por esas fechas y que completaron un siglo después los colonos norteamericanos, los franceses, y los sudamericanos.

Esto puede ser la Edad Media

No pretendo que nadie llegue a la conclusión de que con tres películas se puede conocer y entender el período histórico que conocemos como la Edad Media, pero puede ser una muy buena aproximación. Haría falta saber que esa época fue precedida por el colapso de la antigüedad que lideró en Europa indiscutiblemente un Imperio romano, primero pagano y luego cristianizado, cuando entraron en el continente los que comúnmente se han conocido como los bárbaros, y que esa caída en los infiernos provocó un vacío de poder que rápidamente llenaron los primeros señores feudales. Fue en cierta forma una privatización del estado con la inestimable cobertura ideológica de la Iglesia católica, que mantenía el orden de los laboratores, oratores y bellatores, que nos explicaba John Huston en Un paseo por el amor y la muerte. Haría falta también saber que en el mismo momento en que en Europa se produce este fenómeno el Bizancio cristiano ortodoxo se mantiene, y en la Península Arábiga emerge el Islam y su expansión por toda la cuenca del Mediterráneo, que llevará a los monarcas europeos y a las ordenes monástico militares ha embarcarse en al menos tres cruzadas en nombre de Dios y del Papa para liberar Palestina de los musulmanes e intentar traspapelar el conflicto hacía el exterior en esta empresa en común. En la última es cuando hace acto de presencia Ricardo Corazón de León, en la que el mítico Robin de Longstride se ha enrolado y que en Robin y Marian nos muestra.

Las películas son hijas de su tiempo y aunque pueden entenderse sin conocerse la historia que estaba pasando páginas cuando se rodaron, encuentro que para hacer una lectura en profundidad conviene conocerla para poder contextualizarlas. No es cosa menor que los tres filmes fueran rodados a finales de los sesenta y en los setenta del pasado siglo. Fueron momentos de grandes convulsiones sociales tanto en Estados Unidos como en Europa en un mundo que vivía la guerra fría entre las dos superpotencias: de las movilizaciones en contra de la guerra del Vietnam al fenómeno del Mayo del 68 en el que los estudiantes pedían lo imposible para obtener lo posible. Esta época fue también la del cambio cultural que protagonizaron los movimientos contraculturales ―entre los que sobresalió el movimiento hippy― que anteponían valores humanos a los más materialistas: toda esta gente proclamaba que era mejor hacer el amor a la guerra. Entonces tenemos que Robin y Marian rompen sus lazos materialistas (Robin su vinculo de fidelidad con la nobleza y Marian sus votos como abadesa) por el bien supremo del amor. Algo parecido sucede con Heron y Claudia al elegir ambos un camino en libertad que se sale de estrecheces de un sistema feudal en el que se están derrumbándose sus pilares. En cuanto al Capitán y Vogel han levantado una relación de amistad que permite a los mercenarios y a los habitantes del poblado llegar a un acuerdo convirtiendo el valle, pese a las complicaciones, en un refugio que es la excepción de paz en un mundo desolado por la guerra. Los tres filmes muestran el crepúsculo de un mundo que se deshace y son un alegado para un mundo mejor.

Termino un poco como empezaba, en los años setenta se exploró un cine diferente hasta el momento, y a leguas del que podemos ver en nuestros días, influido por una época de abertura, libertad y conciencia social como no había habido hasta entonces, también por una nueva forma de explicar la historia que enmarcaba la pequeña historia dentro de la gran historia. Véanlas y saquen sus propias conclusiones.

Anotaciones

1. Como nos apuntan García de Cortázar y Sema Muñoz en las páginas 476 y 477 en Historia de la Edad Media: Una síntesis interpretativa.
2. Palabras de John Huston a Lawrence Grobel, pagina 599, recogidas en Los Huston: Historia de una dinastía de Hollywood.

Bibliografía
– Floristán, Alfredo (2005) Historia Moderna Universal. Ariel. Barcelona.
– García de Cortázar, J. Ángel y Sema Muñoz, José Ángel (2006) Historia de la Edad Media: Una síntesis interpretativa. Alianza Editorial. Historia y Geografía. Madrid.
– Grobel, Lawrence (2003) Los Huston: Historia de una dinastía de Hollywood. T & B Editores. Madrid.
– Tenenti, Alberto (2003) La Edad Moderna. Siglos XVI-XVIII. Crítica. Barcelona.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 3 Agosto 2015.