La Guerra de los Seis Días – por Francesc Sánchez

Prime Minister Levi Eshkol (second from left) and Min. Menachem Begin (second from right) watch an army parade in Sinai. - Wikimedia Commons
Para comprender cualquier conflicto, o alguno de sus episodios más violentos, no podemos limitarnos a un hecho en concreto como si fuera una fotografía que por si sola pretende explicarlo todo. No estoy condenando con esto el trabajo de los fotoperiodistas ni el de los reporteros de guerra que con sus fotografías o crónicas prestan una necesaria e importante labor, que la mayoría de las veces registran verazmente los hechos, y que con una fotografía pueden hacer valido el dicho que dice que una imagen vale más que mil palabras, sin embargo pienso que ese mismo trabajo muchas veces no es suficiente para entender un conflicto. Hace falta tener presente todas las imágenes desde el principio hasta el final para contextualizar el conflicto y entenderlo porque cada nueva imagen se produce después de las anteriores. El conflicto en Palestina no es una excepción: los fotogramas de esta triste película se inician con la Gran Guerra y se siguen registrando hasta nuestros días. El texto que tiene entre sus manos va a abordar uno de estos episodios más emblemáticos, el que se conoce como la Guerra de los Seis Días, la gran guerra patriótica para los israelíes y una nueva derrota para los árabes, que traerá las peores consecuencias sobre todo para los palestinos.
La Guerra de los Seis Días se inicia después de una escalada de tensión entre los egipcios y los israelíes cuando Nasser en Mayo de 1967 rubrica con sus homólogos jordanos e iraquíes un pacto de defensa, eleva a las Naciones Unidas una petición para que retire los cascos azules de la Fuerza de Emergencia de Naciones Unidas (UNEF), presentes en la península del Sinaí como una fuerza de interposición desde la Crisis de Suez, y amenaza con el bloqueo del Estrecho de Tirán (la salida al Mar Rojo para Israel en el Golfo de Aqaba) a todos los buques bajo pabellón israelí. Nasser también es acusado de movilizar mil tanques y cien mil soldados en su lado de la frontera en la Península del Sinaí. Israel considera todo esto una provocación y una amenaza y decide responder militarmente el 5 de Junio con un ataque preventivo contra Egipto ordenando el bombardeo de los aeródromos egipcios y destruyendo centenares de aeronaves. La fuerza aérea israelí repite esta misma acción sobre los aeródromos de Siria, Jordania e Iraq. La guerra está servida: 225.000 soldados israelíes se enfrentan a 200.000 egipcios, 65.000 sirios, y 50.000 jordanos. La fuerza aérea israelí ahora bombardea y ametralla a los soldados egipcios en el Sinaí, y el Tzáhal envía columnas blindadas adentrándose en el territorio egipcio hasta alcanzar el Canal de Suez. Miles de soldados egipcios que han quedado detrás de las líneas del Ejército de Tierra israelí mueren de sed o son hechos prisioneros.

 
El Tzáhal en seis días ha ocupado la Península del Sinaí, los Altos del Golán, Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. El 10 de Junio se establece un alto el fuego mediante una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Las cifras de la guerra que ofrece el Parlamento israelí muestran que los israelíes tienen más de 700 muertos y 2.500 heridos. Mientras que el lado árabe las muertes son mucho más cuantiosas: los egipcios tienen 15.000 bajas y 5.600 más son hechos prisioneros; los jordanos tienen 6.000 bajas; los sirios 1.000 muertes. El número tanto de heridos para los árabes como de prisioneros para jordanos y sirios es indeterminado. La derrota para los árabes ha sido total. Sin embargo las naciones árabes, como apunta Antoni Segura, reafirman en una Cumbre de la Liga Árabe en Jartum su disposición a continuar enfrentándose con Israel en lo que se conoció como ‘la declaración de los tres noes’: no a la paz, no al reconocimiento de Israel, y no al fin de las reivindicaciones palestinas. Paralelamente el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el 22 de Noviembre de 1967, adopta la Resolución 242, por la que se reconoce el derecho a la soberanía y la integridad tanto del estado de Israel como de los países árabes implicados en el conflicto. Se denuncia la conquista de los territorios durante la guerra por parte de Israel y se le solicita la retirada de estos territorios ocupados. Esta resolución hace una mención también al problema de los refugiados palestinos pero no hace ninguna referencia al derecho de éstos a constituir un estado propio. Los países árabes, como apunta Antoni Segura, con apoyo de la Unión Soviética, encuentran la resolución insuficiente y no la firman. Israel hasta la actualidad no ha cumplido la Resolución 242 ni ninguna otra. Para los palestinos, el pueblo que habita Cisjordania y Gaza, que había sufrido en 1948 la Nakba (la catástrofe), se iniciaba lo peor: la ocupación militar israelí de ahora en adelante administra tanto sus vidas como sus tierras, siendo estas últimas territorio valido para la construcción de asentamientos israelíes, en manos de judíos recién llegados a Israel en función de la Ley del Retorno, que se convertirán en colonos.

La Guerra de los Seis Días ha unido al país (dos de los comandantes del Tzáhal, Isaac Rabin y Ariel Sharon, llegaran a ser Primer Ministro), ha aprobado a afectos prácticos con la ocupación de los territorios palestinos la idea del Gran Israel (conformada por toda la Palestina histórica), que en cierta forma se pensaba que alejaba la guerra de su propio territorio, y ha escenificado nuevamente la idea de que Israel es un pequeña nación que está rodeada de países hostiles, pero que sin embargo sabe defenderse, un discurso que se mantiene hasta la actualidad, aunque Israel en nuestros días mantenga la supremacía armamentística con respecto a las naciones árabes, y una opresión sin limites con respecto a los palestinos. El desastre para los árabes de la Guerra de los Seis Días fue más allá que la perdida de parte de su territorio. El prestigio de Nasser y su discurso panarabista quedó en entredicho por lo que decide renunciar a la presidencia. Las masas egipcias piden que vuelva y él vuelve, pero en 1970 muere de un ataque al corazón y con él el muere en gran medida el panarabismo y el socialismo árabe. Para los palestinos en cambio la Guerra de los Seis Días y la ocupación del territorio que les quedaba paradójicamente representó un fortalecimiento de la identidad palestina y una amenaza constante tanto para los ocupantes como para Israel: Yasir Arafat se desplaza a Cisjordania y desde allí constituye formalmente tanto la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y lidera también formalmente el partido Al-Fatah. El conflicto no puede desprenderse del gran contencioso entre las dos superpotencias que define la Guerra Fría: mientras la Unión Soviética rompe relaciones diplomáticas con Israel, y gran parte de la izquierda en el mundo pierde las simpatías con el estado judío por mantener la ocupación de los territorios árabes y palestinos, los Estados Unidos oficializaran una alianza con Israel que se mantiene hasta nuestros días. Egipto se volverá a enfrentar a Israel en 1973 en la Guerra del Yom Kipur, y unos años después, en 1978, el presidente Sadat firmará la paz con Menájem Beguín, en lo que se conoce como los acuerdos de Camp David. Pero todo esto ya forma parte de otro capítulo.

Bibliografía

– Bregman, Ahron (2014) La ocupación. Israel y los territorios palestinos ocupados. Critica. Barcelona.
– López Garcia, Bernabé (2000) El mundo arabo islámico contemporáneo. Una historia política. Editorial Síntesis. Historia Universal 12. Contemporánea.
– Segura, Antoni (2001) Más allá del islam. Política y conflictos actuales en el mundo musulmán. Historia. Alianza Editorial.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
El artículo fue publicado originariamente en la revista Hiwar Mediterráneo

Redacción. Memoria. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Agosto 2015.