Martillito de Medianoche. Una guerra insólita – por Francesc Sánchez
No es por faltar a nadie. Para los pilotos estadounidenses y para los iranies, que son los que han recibido el golpe, no se ha tratado de una broma. Pero encuentro que menos daño hace el título de este artículo que un informe preliminar del Pentágono que ha sido filtrado a la prensa sobre la Operación Martillo de Medianoche: en él se afirma que el ataque a las instalaciones nucleares iraníes de Natanz, Isfahán, y Fordow no habría obtenido el resultado esperado y que solo se ha conseguido retrasar el programa iraní por unos meses. Por lo que parece las reservas de uranio no fueron destruidas y la mayoría de las centrifugadoras estarían intactas, el uranio enriquecido puede haber sido trasladado hacia un lugar secreto. El equipo de Trump niega este informe, pero los únicos que pueden saber lo que ha pasado son los propios iraníes, y su modo de actuar después de los ataques puede arrojar cierta luz sobre lo que realmente ha sucedido.
De estar bien encaminado ese informe haría más comprensible que la respuesta iraní, lejos de sus amenazas, incluida la que hizo el Parlamento iraní del cierre del Estrecho de Ormuz, fuera hacia las bases de Estados Unidos en la región, de manera contenida, comunicada, y que los israelíes, después de llevar a cabo algunos bombardeos que enfurecieron a Donald Trump, se hayan avenido a respetar un alto el fuego.
Tal como expliqué mi anterior artículo el ataque de los norteamericanos, independientemente de su éxito, ha significado subir un peldaño más, un incremento de la escalada, que de ser contestado implacablemente hubiera llevado a la región al borde del abismo: una guerra total contra Israel y la presencia americana en la región, y a su vez una guerra para erradicar el régimen iraní que implicaría una invasión terrestre. El peor escenario imaginable, si exceptuamos la opción nuclear, que multiplicaría la devastación de la Guerra de Iraq.
Desconozco que pasa por la cabeza de los lideres israelíes, pero lo que ha quedado claro es que Estados Unidos no quiere ese escenario, e Irán tampoco lo quiere. Solo me atrevería a barruntar que Donald Trump ha dejado claro a Israel que en el caso que su determinación fuera la de erradicar el régimen iraní, de hecho, cómo comenté en artículos anteriores todo indica que esto es lo que realmente quieren, los Estados Unidos no iban a apoyarles, y por lo tanto han dejado a Benjamín Netanyahu con dos palmos de narices.
Donald Trump, efectivamente, ha actuado como un bombero pirómano, a través de la extorsión, que es su forma de negociación, en este caso haciendo uso de la fuerza militar. En el siglo XIX las potencias imperiales del momento hacían justamente esto, para conseguir tratados comerciales ventajosos, fue la famosa diplomacia de las cañoneras. El conflicto, que ha bautizado este hombre, como la Guerra de los doce días, que empezaron los israelíes con un ataque preventivo fulminante de descabezamiento, y que también ha llevado a los israelíes por parte de Irán algo parecido a lo que ellos infringen a los palestinos con sus bombardeos, ha quedado desactivado, o cuanto menos aplazado en el tiempo. Esta vez las circunstancias parece que han jugado a su favor, pero quién juega con fuego en ocasiones, termina quemándose.
No podemos descartar nada. El programa nuclear iraní, pacifico o violento, puede seguir su curso, y la amenaza para los israelíes seguirá activada, aunque en mí opinión lo que quiere Irán no es borrar Israel del mapa sino hacer uso de la disuasión nuclear, el objetivo de todos los Estados que se han proporcionado armas nucleares. Hoy Trump no quiere ir a la guerra, pero en otra ocasión puede estar tentado a jugar con la desestabilización, para provocar un cambio de régimen en Teherán, que en mi opinión podría convertir a Irán en un Estado fallido más. La Guerra de Iraq de 2003 fue preparada durante más de un año sobre el terreno mientras Colin Powell engañaba a todo el mundo y la diplomacia fallaba en las Naciones Unidas. Millones de personas, quizá no lo recuerden, pero hubo un tiempo en que esto pasaba, se opusieron a esa guerra protestando en las calles. Y aun así se llevó a cabo, y cuando el régimen de Sadam fue erradicado, se legalizó la presencia aliada en este país en estas mismas Naciones Unidas. Ahí se inició el desastre de la historia inmediata en Oriente Medio.
El sonsonete de que la historia no se repite, pero rima, sigue siendo válido. La historia está ahí no sólo para conocerla sino para extraer lecciones. El periodismo para hacer la crónica de los hechos que formaran parte de esta historia.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Junio 2025.