Cuarentena en España: día 15 – por Francesc Sánchez
Un efecto directo de las decisiones que se han tomado para mitigar la
propagación del coronavirus es el descenso de la contaminación en las
principales urbes españolas, italianas y francesas. En efecto el
confinamiento de la población en sus domicilios, y la paralización
también de la producción industrial en España e Italia, ha reducido la
concentración en los cielos de dióxido de nitrógeno: este gas es
producido por el uso de combustibles fósiles, en el transporte, la
industria y la calefacción, y es el causante de la concentración de
ozono en la troposfera, uno de los gases que provocan el efecto
invernadero que guarda relación con el calentamiento del planeta. En
China durante los momentos más duros de la epidemia las emisiones de CO2
también descendieron. El descenso de la contaminación en las grandes
ciudades es además una buena noticia para aquellas personas que tienen
enfermedades respiratorias, y para todas aquellas que puedan
desarrollarlas en algún momento. Greta Thunberg y los apologetas más
radicales del cambio climático pueden estar contentos, lástima que el
confinamiento en nuestros domicilios no nos permita disfrutar de este
aire más saludable. Por mi parte sinceramente creo que en estos momentos
me pesan más los peligros de la pandemia y las consecuencias que ésta
va a provocar tanto a nivel económico como social.
La paralización del sistema productivo y de toda la economía puede ser beneficioso para el medio ambiente, es necesaria para evitar la propagación de la pandemia, pero es también muy perniciosa para la salud de las personas. Porque la falta de actividad económica significa ausencia de trabajo y por lo tanto la caída de los ingresos necesarios para supervivencia diaria. Durante este periodo de confinamiento el Gobierno está tomando medidas para evitar que «nadie se quedé atrás» pero cuando terminé el Estado de Alarma puede que muchos tengan que enfrentarse a un despido por regulaciones de plantilla o cierre de empresas. Muchos otros quizá no encuentren un trabajo. Cuando el sistema productivo se vuelva a poner en marcha probablemente los niveles de contaminación volverán a incrementarse. En cualquier caso, una de las cosas que podríamos aprender de este «periodo especial» es que es posible tomar medidas para reducir la contaminación: fomentar el transporte público y desincentivar el uso del vehículo privado en las grandes ciudades serían medidas a tomar que ahora sabemos que pueden funcionar. En cuanto al cambio climático, por efecto del calentamiento global, estamos hablando de palabras mayores, pues los efectos de nuestros actos no son tan instantáneos, realmente sólo los veríamos dentro de unas décadas.
Hay que cuidar de nuestro entorno y nuestro ecosistema por los efectos perniciosos del cambio climático que cada vez tendrán más repercusiones en nuestras sociedades, los últimos incendios e inundaciones son una prueba de esto que estoy diciendo; por ética hacia los que nos van a suceder; y en última instancia hacia el resto de las seres vivos. Pero no podemos transformar nuestra civilización en perjuicio de nosotros mismos. Sin tener en cuenta el factor humano. No podemos obligar a nuestra sociedad, o aquellas que tienen un desarrollo económico mucho menor, y que quieren prosperar para sobrevivir, a renunciar al progreso científico, tecnológico y social, que hoy, entre otras cosas, nos permite poder contemplar cualquier planteamiento ecologista. Las profecías apocalípticas de Greta se están cumpliendo, pero paradójicamente, no sobre el planeta y la naturaleza si no sobre nosotros mismos.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Marzo 2020.
La paralización del sistema productivo y de toda la economía puede ser beneficioso para el medio ambiente, es necesaria para evitar la propagación de la pandemia, pero es también muy perniciosa para la salud de las personas. Porque la falta de actividad económica significa ausencia de trabajo y por lo tanto la caída de los ingresos necesarios para supervivencia diaria. Durante este periodo de confinamiento el Gobierno está tomando medidas para evitar que «nadie se quedé atrás» pero cuando terminé el Estado de Alarma puede que muchos tengan que enfrentarse a un despido por regulaciones de plantilla o cierre de empresas. Muchos otros quizá no encuentren un trabajo. Cuando el sistema productivo se vuelva a poner en marcha probablemente los niveles de contaminación volverán a incrementarse. En cualquier caso, una de las cosas que podríamos aprender de este «periodo especial» es que es posible tomar medidas para reducir la contaminación: fomentar el transporte público y desincentivar el uso del vehículo privado en las grandes ciudades serían medidas a tomar que ahora sabemos que pueden funcionar. En cuanto al cambio climático, por efecto del calentamiento global, estamos hablando de palabras mayores, pues los efectos de nuestros actos no son tan instantáneos, realmente sólo los veríamos dentro de unas décadas.
Hay que cuidar de nuestro entorno y nuestro ecosistema por los efectos perniciosos del cambio climático que cada vez tendrán más repercusiones en nuestras sociedades, los últimos incendios e inundaciones son una prueba de esto que estoy diciendo; por ética hacia los que nos van a suceder; y en última instancia hacia el resto de las seres vivos. Pero no podemos transformar nuestra civilización en perjuicio de nosotros mismos. Sin tener en cuenta el factor humano. No podemos obligar a nuestra sociedad, o aquellas que tienen un desarrollo económico mucho menor, y que quieren prosperar para sobrevivir, a renunciar al progreso científico, tecnológico y social, que hoy, entre otras cosas, nos permite poder contemplar cualquier planteamiento ecologista. Las profecías apocalípticas de Greta se están cumpliendo, pero paradójicamente, no sobre el planeta y la naturaleza si no sobre nosotros mismos.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Marzo 2020.