Frontera - por Francesc Sánchez

Título original: Frontera
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2014
Dirección: Michael Berry
Guión: Michael Berry, Louis Moulinet
Interpretación: Ed Harris, Michael Peña, Eva Longoria, Amy Madigan, Kristen Rakes, Dylan Kenin, Matthew Page, Seth Adkins, Daniel Zacapa, Rebekah Wiggins
Música: Kenneth Lampl, Darren Tate

La opera prima de Michael Berry nos muestra, con un sabor a western contemporáneo, el drama de los inmigrantes mexicanos en la frontera con sus vecinos del norte. - seguir leyendo



Sección de Cultura
Frontera - por Francesc Sánchez

Dos mexicanos pasan campo a través la frontera de México con Estados Unidos siguiendo el camino que muchos otros antes han emprendido. Un encuentro cordial con una mujer a caballo da paso a otro peor definido por las balas. Miguel, interpretado por Michael Peña, es acusado de un crimen que no ha cometido, y su mujer, interpretada por Eva Longoria, al enterarse de su detención, decide arriesgarse a cruzar hacia el norte, pagando a un coyote sin escrúpulos que se aprovecha de todos aquellos que caen en sus garras. Roy, un sheriff retirado, interpretado por Ed Harris, en un primer momento acepta la versión oficial de la policía, pero conforme va recomponiendo los hechos descubre no solo que los hechos son diferentes si no el dicho que dice que los inmigrantes, más si son indocumentados, son siempre los primeros sospechosos.

Frontera toca al menos tres temas importantes en la relación que tienen los países y los habitantes del norte con los del sur. La relación de un norte, que durante el último siglo se ha desarrollado económicamente y sus habitantes han mejorado su calidad de vida con un sur, que en el mejor de los casos se está industrializando por su mano de obra barata, y en el peor permanece en el subdesarrollo no ofreciendo expectativas de vida a sus habitantes. Cuando el norte tienta al sur o es sin más una esperanza para los más desfavorecidos del sur se produce la larga marcha hacia el territorio fronterizo. En la película asistimos a una de estas grandes fronteras que cruzan los estadounidenses sin problemas en ambas direcciones pero que impide el paso diariamente de miles de mexicanos. El gobierno estadounidense para detener esta inmigración fronteriza en 1994 mandó la construcción de una valla de seguridad que se extiende centenares de kilómetros por los estados de California, Arizona, Nuevo México, y Texas; el Congreso en el 2006 aprobó su ampliación.

Esta materialización coercitiva de la frontera, con sus muros de hormigón, alambradas, y miles de guardias fronterizos, no es patrimonio de los norteamericanos. En la región de Cisjordania en Palestina los israelíes han levantado un muro de hormigón para protegerse de los palestinos que separa a multitud de pueblos por la mitad y les hace la vida diaria imposible; en la minúscula región de Gaza los muros encierran a sus habitantes, convirtiendo este enclave en el campo de concentración más grande del mundo. En nuestro país también tenemos fronteras coercitivas en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, que separan, tanto España de Marruecos, como el continente europeo del africano: diariamente centenares de subsaharianos intentan saltar la valla para pasar a un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, y de ahí a la península, pero lo que desconocen la mayoría es que la guardia civil ahora puede devolverlos ─mediante la nueva legislación que legaliza las devoluciones en caliente─ a sus homónimos en territorio marroquí. El mundo no hace tanto celebraba los veinticinco años de la caída del muro de Berlín pero como vemos nuestros gobiernos han levantado otros para impedir que los más desfavorecidos nos invadan. La peor frontera europea en cualquier caso para los inmigrantes les ha venido dada por la propia naturaleza: en el mar Mediterráneo los inmigrantes que huyen del hambre y del desastre de las últimas guerras en la cornisa africana y Oriente Medio mueren ahogados por miles intentando alcanzar las costas italianas.

Frontera nos muestra también la figura mexicana del coyote, un ser desaprensivo, que se dedica a pasar a personas a cambio de dinero, muchas veces sin cumplir su palabra. Este tipo de personas mafiosas las hay también en el continente africano, y se dedican a guiar a los subsaharianos por un largo periplo hasta la frontera con el primer mundo. Mirando al pasado en nuestro terruño, tenemos también toda una serie de individuos que se dedicaban a pasar a gente de un lado a otro: los más simpáticos y pintorescos fueron los maquis que entre incursión e incursión en la España franquista pasaban a personas perseguidas por el régimen; pero también los había de desaprensivos, que se hicieron ricos robando y matando, como nos apunta Eliseo Bayo, en el artículo "Matanza de judíos en la frontera española" en la desaparecida revista Reporter.

El tercer elemento en Frontera es la relación en esta tierra fronteriza entre los mojados y los gringos. Los primeros por norma general son desconfiados y en algunos casos se consideran superiores hasta el punto de tratar algunos de ellos de subhumanos a los mexicanos que cruzan las frontera. Estados Unidos es una nación creada por inmigrantes, en donde todos tienen los mismos derechos, pero está dividida en diferentes comunidades que muchas veces viven al margen unas de otras. El racismo es latente entre comunidades pero de vez en cuando aflora cuando ha habido algún abuso policial (el último caso fue el de los hechos de Ferguson) o una reyerta entre bandas. En antropólogo Manuel Delgado mantiene que el racismo en muchas ocasiones no obedece tanto al color de la piel o a unos determinados rasgos faciales si no a la capacidad económica del que sufre ese racismo. En otras palabras los que tienen una mejor situación económica que la de mayoría de los inmigrantes son racistas porque estos últimos son pobres y por lo tanto una amenaza a su estatus y sistema de vida. En muchos países europeos se da la circunstancia que los hijos de los inmigrantes, aún teniendo la ciudadania, siguen siendo considerados inmigrantes, de segunda, tercera, o cuarta generación. Pese a todo en los Estados Unidos Barak Obama quiere llevar a cabo un proceso de regularización de varios millones de indocumentados que viven y trabajan en el país; Zapatero en España hizo lo propio.

Frontera nos acerca a la América más profunda, mucha veces cruda y despiadada, que últimamente podemos ver en filmes como No es país para viejos de Joel Coen y Ethan Coen, o Joe de David Gordon Green.
Frontera denuncia lo dicho más arriba y expresa un mensaje positivo, el entendimiento entre dos mundos, pero no esperemos encontrar un alegato político en favor del fin de las alambradas.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Febrero 2015.