La socialización del terror - por Francesc Sánchez
Sección Periodismo
La socialización del terror - por Francesc Sánchez
El asesinato de los periodistas James Foley y Steven Sotloff ante las cámaras por parte de sus verdugos, constituye un acto de brutalidad, pero también define dos nuevos fenómenos importantes: el primero la certificación de que en esta nueva guerra llevada a cabo por el Estado Islámico en Siria e Iraq los periodistas se han convertido en objetivo, su ejecución forma parte de una represalia ante la campaña de bombardeos de los Estados Unidos sobre este ejército, y el segundo, la consolidación de la utilización de Internet y las redes sociales por parte del Estado Islámico para difundir sus crimenes, que a su vez son reproducidas por los grandes medios audiovisuales de todo el mundo.
Ha habido muertes de periodistas en muchos conflictos armados pero los ejércitos convencionales normalmente no se dedicaban a secuestrarlos o asesinarlos cuando no se cumplían sus exigencias. Había como un pacto no escrito para dejarles trabajar y beneficiarse de este trabajo que mostraba su versión del conflicto al resto del mundo. Cuando no interesaba que hubiera periodistas, porque se estaban llevando a cabo limpiezas étnicas u otros crímenes de guerra, se les impedía llegar a los campos de batalla pero normalmente no se les asesinaba. Las muertes en la mayoría de los casos, habiendo excepciones que en este periódico hemos señalado (sirva de ejemplo el ataque premeditado de un tanque norteamericano sobre el hotel Palestina de Bagdad que terminó con la vida de José Couso y Taras Protsyuk), se daban en bombardeos indiscriminados o en guerras con frentes no definidos en donde combatían diferentes facciones armadas. Bien pues esto ha cambiado. Desde que la coalición liderada por Estados Unidos invadiera Iraq en el 2003 los periodistas se han convertido en objetivo de los diferentes grupos armados que hacen su particular guerra primero contra los invasores y después contra los subsiguientes gobiernos de Bagdad.
El Estado Islámico secuestra a periodistas tanto en Siria como en Iraq porque los considera un agente foráneo al servicio de potenciales enemigos que puede romper el bloqueo informativo que esta organización implanta allá donde gobierna o lleva a cabo sus crímenes. Por sus vidas piden tanto rescates multimillonarios con los que mantener su causa como advierte con sus asesinatos de lo que sucederá con todos aquellos que caigan en sus manos si occidente se entromete militarmente en sus dominios. El mensaje es claro y los gobiernos occidentales tienen dos opciones: no inmiscuirse en este nuevo califato o erradicarlo militarmente. Las imágenes de la brutalidad del Estado Islámico contra su pueblo emitidas por televisión han conmocionado al ciudadano medio occidental. El asesinato de los periodistas ha provocado un sentimiento de rechazo favorable a una intervención armada. Vendría a decir algo como "estos tíos son unos bestias y me aterra la idea de que algún día puedan llegar a mi barrio, por lo tanto hay que pararlos en su propio territorio". Por esta razón Barak Obama ha tomado el camino de la intervención militar (habiendo empezado los primeros bombardeos por parte de los norteamericanos y a través de una gran coalición internacional en la que España puede jugar un papel), argumentado razones humanitarias y de paso asegurando los campos petrolíferos. La guerra se hace con bombardeos desde el aire, con la esperanza que tanto el ejército regular y los peshmergas kurdos, armados por nuestros estados, terminen con estos combatientes con operaciones terrestres. Pero nada de esto funcionará mientras el Estado Islámico mantenga sus fuentes de financiación y el arraigo que tiene en parte de la población civil. No hay que descartar tampoco que la amenaza que más preocupa a occidente, la de que la guerra llegue a nuestros países en forma de atentados terroristas, con esta intervención armada sea más probable.
La segunda cuestión importante es el uso que hace el Estado Islámico de la propaganda a través de multitud de canales y redes sociales en Internet de sus "heroicidades": desde la exhibición de sus tropas y armamento, hasta los fusilamientos y decapitaciones. Estamos nuevamente ante el clásico de la propaganda por el hecho que al mismo tiempo que advierte a sus enemigos y potenciales enemigos ejecuta una llamada global a nuevos probables combatientes. Un numero no despreciable de combatientes del Ejército Islámico son musulmanes que provienen de países occidentales que acuden a esta llamada, bien por estar en contra del papel que está jugando occidente en Oriente Medio, por ver vacías sus vidas en unas sociedades cada vez con menos principios, o esperando encontrar algo mejor en las guerras en estos países y en este califato. La preocupación mayor de nuestros gobiernos es precisamente que estos combatientes regresen a sus respectivos países y pasen a la acción. No se hasta que punto la campaña que está llevando a cabo el Pentágono mostrando las barbaridades que lleva a cabo el Estado Islámico en estos países puede llegar a ser contraproducente. Mientras este ejército tenga a su disposición los medios necesarios para hacer propaganda más acudirán a su llamada. Pero no nos quedemos en lo fácil, si el Estado Islámico se nutre cada vez de más combatientes es porque ha arraigado en el territorio, y porque siguen existiendo cuestiones políticas no resueltas en Oriente Medio, que en su maniquea visión del mundo justifican su existencia.
Los idiotas que a través de las redes sociales se dedican a mofarse del Ejército Islámico o del islam no hacen otra cosa que propagar una cadena odio que hace más fuerte a esta organización (*1). Porque siendo falso que la inmensa mayoría del islam sea el Estado Islámico es cierto también que esta organización forma parte del mismo porque lo utiliza en su beneficio para, primero, llamar a nuevos combatientes alrededor del mundo, y después, hacer una rigurosa interpretación de la sharia donde gobierna. De no entender esto en mi opinión no llegaremos a entender nada. No existen religiones violentas pero si existen interpretaciones que utilizan la religión como catalizador para llevar a cabo sus decisiones políticas. La llamada a la yihad, que los medios de comunicación equiparan alegremente con la guerra santa, tiene dos definiciones en el islam, la que dice que todo musulmán tiene que hacer un esfuerzo continuado para no caer en las bajas pasiones, y la de la defensa de los lugares santos frente a un ejército invasor. Esta última especificación es la que distorsiona y manipula el Estado Islámico para su existencia y llevar a cabo crímenes.
El Estado Islámico ha cumplido de hecho aquello que Al-Qaeda no supo hacer. Esta última organización nació en Afganistán, formando parte del ejército de los muyahidines, con la confluencia del dinero de las monarquías del Golfo Pérsico, los servicios secretos paquistaníes y el armamento norteamericano, durante la guerra contra el Ejército Rojo de la extinta Unión Soviética. Luego aparecieron en otras zonas de conflicto como en Bosnia Herzegovina, Somalia, o el Yemen, pero nunca fueron capaces de crear un califato por la falta de arraigo entre la población (en Afganistán fueron los talibanes los que gobernaron el territorio), dedicándose tanto a perpetrar atentados espectaculares contra vidas e intereses occidentales, como contra los malos musulmanes llevando a la practica el principio del takfir (esto mismo que se define por la excomulgación de la Umma de los musulmanes que han caído en la ignorancia, o han sido contaminados por la cultura occidental, es lo que les hacia tan impopulares entre la mayorías musulmanas). Sin embargo el Estado Islámico que se formó primero en Iraq, y se engrandeció en la guerra civil en Siria, para luego volver de nuevo a Iraq, ha logrado hacerse gracias a la estupidez de los gobiernos occidentales (que cuanto menos facilitaron el escenario para su existencia y movimientos) con el control de millones de personas y amplios territorios.
Las revueltas árabes en la búsqueda de gobiernos democráticos, que algunos pensábamos, aunque fuera temporalmente, que habían desactivado la radicalidad y la violencia del islam político, tras el fracaso de las mismas en la mayoría de países (*2), con la excepción de Túnez, ha dado nuevos argumentos a este tipo de organizaciones más radicales. Vendrían a decir algo así como "nuestro islam es la solución". Por esa razón la revuelta suní en Iraq contra el gobierno sectario de Nuri Al Maliki, a la que prestaron poca atención los medios de comunicación occidentales, ha sido aprovechada hábilmente por el Estado Islámico. La Siria de Bashar Al Asad a la que Barak Obama iba a bombardear el año pasado ahora es importante para debilitar a un Estado Islámico que ha recibido armamento y financiación aún por determinar.
Terminamos por donde empezábamos. El periodismo en los conflictos armados sirve para que nos enteremos de lo que sucede en las guerras, la opinión pública de nuestras sociedades puede exigir una respuesta a nuestros gobiernos hacía la resolución de los conflictos, que puede ser política o militar, y esto puede terminar una guerra o la puede poner en marcha haciendo el conflicto más grande. Pero este periodismo sirve también para que de una u otra manera, con su presencia, las guerras sean menos brutales, acudiendo en cierta forma los periodistas al rescate de las principales victimas de toda contienda que son las personas normales y corrientes. Lamentablemente y paradójicamente, nunca antes ha habido tantos canales de comunicación a disposición de todos, y nunca antes este tipo de trabajo en las áreas en conflictos es tan difícil de llevar a cabo.
Anotaciones:
1. En ningún momento estaba pensando en la revista Charlie Hebdo.
2. Cuando mantengo que las revueltas fracasaron no estoy hablando solo de las semanas de protestas que terminaron con algunos de los tiranos. Me estoy refiriendo a todo el proceso que se dio durante y después de la revuelta, que pasó en Túnez y Egipto por la huída y dimisión de sendos dictadores por la presión de las calles, y la proclamación de elecciones democráticas en las que vencieron formaciones políticas islamistas. La caída en Túnez del gobierno de Al-Nahda y la búsqueda del consenso en un proceso de transición (no teniendo que ser esto negativo y por eso hablo de la excepción tunecina), y el golpe de estado que llevaron a cabo los militares en Egipto contra Mohamed Mursi y la posterior ilegalización de los Hermanos Musulmanes. La degeneración de la revuelta en Libia y en Siria en una cruenta guerra civil cuando los dictadores aplastan las protestas, etc.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Septiembre 2014.
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La socialización del terror - por Francesc Sánchez
El asesinato de los periodistas James Foley y Steven Sotloff ante las cámaras por parte de sus verdugos, constituye un acto de brutalidad, pero también define dos nuevos fenómenos importantes: el primero la certificación de que en esta nueva guerra llevada a cabo por el Estado Islámico en Siria e Iraq los periodistas se han convertido en objetivo, su ejecución forma parte de una represalia ante la campaña de bombardeos de los Estados Unidos sobre este ejército, y el segundo, la consolidación de la utilización de Internet y las redes sociales por parte del Estado Islámico para difundir sus crimenes, que a su vez son reproducidas por los grandes medios audiovisuales de todo el mundo.
Ha habido muertes de periodistas en muchos conflictos armados pero los ejércitos convencionales normalmente no se dedicaban a secuestrarlos o asesinarlos cuando no se cumplían sus exigencias. Había como un pacto no escrito para dejarles trabajar y beneficiarse de este trabajo que mostraba su versión del conflicto al resto del mundo. Cuando no interesaba que hubiera periodistas, porque se estaban llevando a cabo limpiezas étnicas u otros crímenes de guerra, se les impedía llegar a los campos de batalla pero normalmente no se les asesinaba. Las muertes en la mayoría de los casos, habiendo excepciones que en este periódico hemos señalado (sirva de ejemplo el ataque premeditado de un tanque norteamericano sobre el hotel Palestina de Bagdad que terminó con la vida de José Couso y Taras Protsyuk), se daban en bombardeos indiscriminados o en guerras con frentes no definidos en donde combatían diferentes facciones armadas. Bien pues esto ha cambiado. Desde que la coalición liderada por Estados Unidos invadiera Iraq en el 2003 los periodistas se han convertido en objetivo de los diferentes grupos armados que hacen su particular guerra primero contra los invasores y después contra los subsiguientes gobiernos de Bagdad.
El Estado Islámico secuestra a periodistas tanto en Siria como en Iraq porque los considera un agente foráneo al servicio de potenciales enemigos que puede romper el bloqueo informativo que esta organización implanta allá donde gobierna o lleva a cabo sus crímenes. Por sus vidas piden tanto rescates multimillonarios con los que mantener su causa como advierte con sus asesinatos de lo que sucederá con todos aquellos que caigan en sus manos si occidente se entromete militarmente en sus dominios. El mensaje es claro y los gobiernos occidentales tienen dos opciones: no inmiscuirse en este nuevo califato o erradicarlo militarmente. Las imágenes de la brutalidad del Estado Islámico contra su pueblo emitidas por televisión han conmocionado al ciudadano medio occidental. El asesinato de los periodistas ha provocado un sentimiento de rechazo favorable a una intervención armada. Vendría a decir algo como "estos tíos son unos bestias y me aterra la idea de que algún día puedan llegar a mi barrio, por lo tanto hay que pararlos en su propio territorio". Por esta razón Barak Obama ha tomado el camino de la intervención militar (habiendo empezado los primeros bombardeos por parte de los norteamericanos y a través de una gran coalición internacional en la que España puede jugar un papel), argumentado razones humanitarias y de paso asegurando los campos petrolíferos. La guerra se hace con bombardeos desde el aire, con la esperanza que tanto el ejército regular y los peshmergas kurdos, armados por nuestros estados, terminen con estos combatientes con operaciones terrestres. Pero nada de esto funcionará mientras el Estado Islámico mantenga sus fuentes de financiación y el arraigo que tiene en parte de la población civil. No hay que descartar tampoco que la amenaza que más preocupa a occidente, la de que la guerra llegue a nuestros países en forma de atentados terroristas, con esta intervención armada sea más probable.
La segunda cuestión importante es el uso que hace el Estado Islámico de la propaganda a través de multitud de canales y redes sociales en Internet de sus "heroicidades": desde la exhibición de sus tropas y armamento, hasta los fusilamientos y decapitaciones. Estamos nuevamente ante el clásico de la propaganda por el hecho que al mismo tiempo que advierte a sus enemigos y potenciales enemigos ejecuta una llamada global a nuevos probables combatientes. Un numero no despreciable de combatientes del Ejército Islámico son musulmanes que provienen de países occidentales que acuden a esta llamada, bien por estar en contra del papel que está jugando occidente en Oriente Medio, por ver vacías sus vidas en unas sociedades cada vez con menos principios, o esperando encontrar algo mejor en las guerras en estos países y en este califato. La preocupación mayor de nuestros gobiernos es precisamente que estos combatientes regresen a sus respectivos países y pasen a la acción. No se hasta que punto la campaña que está llevando a cabo el Pentágono mostrando las barbaridades que lleva a cabo el Estado Islámico en estos países puede llegar a ser contraproducente. Mientras este ejército tenga a su disposición los medios necesarios para hacer propaganda más acudirán a su llamada. Pero no nos quedemos en lo fácil, si el Estado Islámico se nutre cada vez de más combatientes es porque ha arraigado en el territorio, y porque siguen existiendo cuestiones políticas no resueltas en Oriente Medio, que en su maniquea visión del mundo justifican su existencia.
Los idiotas que a través de las redes sociales se dedican a mofarse del Ejército Islámico o del islam no hacen otra cosa que propagar una cadena odio que hace más fuerte a esta organización (*1). Porque siendo falso que la inmensa mayoría del islam sea el Estado Islámico es cierto también que esta organización forma parte del mismo porque lo utiliza en su beneficio para, primero, llamar a nuevos combatientes alrededor del mundo, y después, hacer una rigurosa interpretación de la sharia donde gobierna. De no entender esto en mi opinión no llegaremos a entender nada. No existen religiones violentas pero si existen interpretaciones que utilizan la religión como catalizador para llevar a cabo sus decisiones políticas. La llamada a la yihad, que los medios de comunicación equiparan alegremente con la guerra santa, tiene dos definiciones en el islam, la que dice que todo musulmán tiene que hacer un esfuerzo continuado para no caer en las bajas pasiones, y la de la defensa de los lugares santos frente a un ejército invasor. Esta última especificación es la que distorsiona y manipula el Estado Islámico para su existencia y llevar a cabo crímenes.
El Estado Islámico ha cumplido de hecho aquello que Al-Qaeda no supo hacer. Esta última organización nació en Afganistán, formando parte del ejército de los muyahidines, con la confluencia del dinero de las monarquías del Golfo Pérsico, los servicios secretos paquistaníes y el armamento norteamericano, durante la guerra contra el Ejército Rojo de la extinta Unión Soviética. Luego aparecieron en otras zonas de conflicto como en Bosnia Herzegovina, Somalia, o el Yemen, pero nunca fueron capaces de crear un califato por la falta de arraigo entre la población (en Afganistán fueron los talibanes los que gobernaron el territorio), dedicándose tanto a perpetrar atentados espectaculares contra vidas e intereses occidentales, como contra los malos musulmanes llevando a la practica el principio del takfir (esto mismo que se define por la excomulgación de la Umma de los musulmanes que han caído en la ignorancia, o han sido contaminados por la cultura occidental, es lo que les hacia tan impopulares entre la mayorías musulmanas). Sin embargo el Estado Islámico que se formó primero en Iraq, y se engrandeció en la guerra civil en Siria, para luego volver de nuevo a Iraq, ha logrado hacerse gracias a la estupidez de los gobiernos occidentales (que cuanto menos facilitaron el escenario para su existencia y movimientos) con el control de millones de personas y amplios territorios.
Las revueltas árabes en la búsqueda de gobiernos democráticos, que algunos pensábamos, aunque fuera temporalmente, que habían desactivado la radicalidad y la violencia del islam político, tras el fracaso de las mismas en la mayoría de países (*2), con la excepción de Túnez, ha dado nuevos argumentos a este tipo de organizaciones más radicales. Vendrían a decir algo así como "nuestro islam es la solución". Por esa razón la revuelta suní en Iraq contra el gobierno sectario de Nuri Al Maliki, a la que prestaron poca atención los medios de comunicación occidentales, ha sido aprovechada hábilmente por el Estado Islámico. La Siria de Bashar Al Asad a la que Barak Obama iba a bombardear el año pasado ahora es importante para debilitar a un Estado Islámico que ha recibido armamento y financiación aún por determinar.
Terminamos por donde empezábamos. El periodismo en los conflictos armados sirve para que nos enteremos de lo que sucede en las guerras, la opinión pública de nuestras sociedades puede exigir una respuesta a nuestros gobiernos hacía la resolución de los conflictos, que puede ser política o militar, y esto puede terminar una guerra o la puede poner en marcha haciendo el conflicto más grande. Pero este periodismo sirve también para que de una u otra manera, con su presencia, las guerras sean menos brutales, acudiendo en cierta forma los periodistas al rescate de las principales victimas de toda contienda que son las personas normales y corrientes. Lamentablemente y paradójicamente, nunca antes ha habido tantos canales de comunicación a disposición de todos, y nunca antes este tipo de trabajo en las áreas en conflictos es tan difícil de llevar a cabo.
Anotaciones:
1. En ningún momento estaba pensando en la revista Charlie Hebdo.
2. Cuando mantengo que las revueltas fracasaron no estoy hablando solo de las semanas de protestas que terminaron con algunos de los tiranos. Me estoy refiriendo a todo el proceso que se dio durante y después de la revuelta, que pasó en Túnez y Egipto por la huída y dimisión de sendos dictadores por la presión de las calles, y la proclamación de elecciones democráticas en las que vencieron formaciones políticas islamistas. La caída en Túnez del gobierno de Al-Nahda y la búsqueda del consenso en un proceso de transición (no teniendo que ser esto negativo y por eso hablo de la excepción tunecina), y el golpe de estado que llevaron a cabo los militares en Egipto contra Mohamed Mursi y la posterior ilegalización de los Hermanos Musulmanes. La degeneración de la revuelta en Libia y en Siria en una cruenta guerra civil cuando los dictadores aplastan las protestas, etc.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Septiembre 2014.
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