Putin reconoce las repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk – por Francesc Sánchez

 


Fue hace dos días. Putin ha recogido el guante lanzado por las dos cámaras electivas rusas y ha decidido reconocer las repúblicas separatistas de las regiones -hasta entonces- ucranianas de Donetsk y Luhansk. La aprobación del envío de «fuerzas de paz» rusas a la región del Dombass es una consecuencia de esta decisión. La reacción de Estados Unidos y sus aliados europeos ha sido la de empezar promulgar sanciones económicas -hasta el momento poco significativas- hacia responsables gubernamentales rusos. Pero quizá la consecuencia de más calado ha sido la decisión que ha tomado el gobierno alemán de no poner definitivamente en funcionamiento el gasoducto Nord Stream 2, que estaba previsto desde hace meses que suministrara a la industria y hogares alemanes una ingente cantidad de gas natural procedente de Rusia, y que ahora Alemania deberá suplir con importaciones procedentes de otras latitudes. Pero hasta esto, con el fortalecimiento de las relaciones de todo tipo con China, hambrienta de energía y con una proyección económica sin límites a través de su Nueva Ruta de la Seda, puede llegar a compensarse.

Los antecedentes más inmediatos de esta decisión de Putin fueron la insistente advertencia de Joe Biden de que Rusia iba a atacar e invadir Ucrania de una forma inminente. Desde hace semanas Estados Unidos afirma que el despliegue de más de 150.000 soldados en territorio ruso y bielorruso adyacente a Ucrania es la preparación de una invasión a gran escala. Esto de momento no se ha producido pero la evacuación de 100.000 civiles -sobre todo mujeres y niños- de estas regiones hacia Rusia, y la aprobación de envío de tropas son señales para tener en cuenta. El reconocimiento de estas dos repúblicas más allá de lo indigesto para Kiev y sus aliados es conflictivo per se porque si bien los rebeldes del Dombass controlan una parte del territorio, la mayor parte se encuentra en manos del ejército ucraniano, y cualquier movimiento de ambos contendientes para avanzar, o escaramuzas armadas entre las partes, como las que estos días se han producido en forma de propaganda para denunciar al adversario, podría desencadenar una confrontación armada abierta. En caso de que no haya guerra se abren dos escenarios distintos: uno en el que en el momento que los rebeldes apoyados por Rusia controlen el territorio se convoquen sendos referéndums y se produzca una anexión, u otro más ambicioso de neutralizar toda Ucrania a través de Estado federal.

Putin en su discurso hizo un repaso de la historia rusa del pasado siglo retrocediendo a la decisión de los bolcheviques liderados por Lenin de crear la República de Ucrania dentro de la Unión Soviética. De ahí que Putin no contemple a Ucrania como un Estado soberano e independiente de Rusia. Pero lo más relevante es que volvió a afirmar que Rusia después de la disolución y descomposición de la Unión Soviética «fue engañada» por los Estados Unidos y sus aliados al prometerles estos que la OTAN no avanzaría hacía el Este. Con esto Putin se está refiriendo a las promesas que diferentes lideres occidentales hicieron tanto a Mijaíl Gorbachov como a Boris Yeltsin en la década de los noventa del pasado siglo, en un momento de distención en el que se firmó la Carta de Paris y en el que la colaboración con los Estados Unidos fue plena, y que los hechos, con la incorporación de diferentes países y repúblicas -que en su momento formaban parte del Pacto de Varsovia e incluso de la Unión Soviética- en la OTAN y en la Unión Europea, han demostrado que se han incumplido. No obstante, el argumento capital para Putin es el de la seguridad de la propia Rusia, la que estaría directamente amenazada por la OTAN si Ucrania llega a incorporarse algún día a esta organización, pues la cercanía con Rusia haría efectivo cualquier ataque en pocas horas o minutos.

Putin señaló otro argumento de fondo. El convencimiento de que Estados Unidos no quiere que Rusia se siga desarrollando tanto económicamente como una potencia con poder decisión en el mundo. Por esa razón -según el líder ruso- Rusia debe de mirar por sus intereses, aunque encuentre dificultades, porque si quiere tomar sus propias decisiones en cualquier caso las encontrar. La debilidad del gobierno de Estados Unidos por la desbandada de Afganistán y la conflictividad interna por los seguidores de Donald Trump, sumada al movimiento que cuestiona las medidas contra la pandemia, que afecta también a Europa, como también el auge de partidos de extrema derecha que cuestionan globalización y una Unión Europea, que en materia de seguridad actúa como una comparsa, han sido el momento propicio para esta jugada de ajedrez. Todo aquello que contamos hace más de seis años en el artículo de La nueva política exterior rusa en el que sopesábamos si Rusia era «una amenaza para la paz mundial» o por el contrario respondería «como una nación fortificada que se siente amenaza» vuelve a estar al orden del día con las peores consecuencias para todos. Tengo el convencimiento que todo esto era innecesario y en algún momento alguien reparará en los errores que se han cometido.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Febrero 2022.