Crónica periodística con contexto histórico del siglo XXI – por Francesc Sánchez


Recientemente he escrito y publicado un artículo sobre los veinte años de esta publicación centrado en el trabajo entre bastidores. Podríamos decir que ahí queda plasmada la metodología que yo he aplicado con mejor o peor fortuna, pero encuentro que también es necesario hablar de los contenidos publicados en este periódico, para ponerlos en alza y porque son un registro de la historia más reciente, en la que muchos hemos participado.

El 11S, con los atentados sobre el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono en Washington, fue el primer gran tema que abordamos. Llevábamos poco más de un mes de existencia y de repente aquella tarde (en horario español) miramos con incredulidad por televisión cómo una de las torres ardía e inesperadamente un avión se empotraba contra la otra, y poco después ambas se desplomaban. Lo importante no es que hiciéramos grandes artículos en el aquel momento si no que ya estábamos ahí y fuimos testigos en muy poco tiempo de las consecuencias que de aquel golpe se iban a derivar para todo el mundo cuando George W. Bush declaró la Guerra Global contra el Terrorismo señalando una serie de Estados como el Eje del Mal. La Guerra de Afganistán fue su consecuencia más directa: los Estados Unidos acusaron al régimen de los talibanes como el anfitrión del grupo terrorista Al Qaeda, responsable de los atentados, por darles cobijo y permitir tanto su entrenamiento como su organización. Los Estados Unidos invocaron el Artículo V de la OTAN por primera vez en su historia y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dio su aprobación para que si iniciaran los bombarderos y la posterior ocupación de un país indómito que nunca se ha llegado a pacificar y que ha sido incapaz de articular un Estado. Afganistán hoy sigue siendo noticia porque los ejércitos occidentales, entre los que figuraba el nuestro que pagó su respectiva cuota de sangre, prácticamente se han retirado y el avance de los talibanes amenaza con reconquistar todo el país.

La prueba de fuego para esta publicación fue la Guerra de Iraq. Desde hacía meses en las Naciones Unidas se acusaba al régimen de Sadam Husein de estar en posesión de armas de destrucción masiva y dar cobijo a terroristas internacionales. Las Naciones Unidas enviaron inspectores para localizar este armamento, pero no encontraron nada. Se masticaba la guerra en ambiente y una creciente ola de indignación llevó a millones de personas de todo el mundo a movilizarse en su contra: todas aquellas movilizaciones en contra de la guerra que cubrimos informativamente fueron una demostración de fuerza de la sociedad civil coordinada globalmente, pero este movimiento pacifista no consiguió su objetivo principal, el evitar el conflicto armado. Una coalición liderada y patrocinada por George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar dio un ultimátum a Sadam Husein y al no ser aceptado, el 20 de marzo de 2003, decidió atacar Iraq y devolverlo a la Edad de Piedra. La Guerra de Iraq, en muchos aspectos la continuación de la Guerra del Golfo de 1991, destruyó efectivamente el régimen del parido Baaz pero también el Estado hasta nuestros días, rompiendo el país en tres pedazos (el chiita, el sunita, y el kurdo), y haciendo posible la llegada -esta vez sí- de terroristas islámicos de todo el mundo, coaligados con ex militares baazistas, que primero se enfrentaron a los invasores y más tarde, del año 2014 en adelante, instauraron un régimen de terror sobre sus habitantes, que se extendió entre amplios territorios iraquíes y también sirios, al que llamaron Estado Islámico. Esta entidad durante su existencia utilizó hábilmente la propaganda en Internet lanzando multitud de células locales que sembraron el terror en las calles de varias ciudades europeas. Pero los Estados Unidos y sus aliados que lideraron aquella guerra de mentiras no hicieron nada efectivo en contra del Estado Islámico, tuvieron que ser los propios iraquíes y sirios, apoyados por Rusia (el viejo adversario que renacía de sus cenizas) e Irán (la bestia negra regional), los que erradicaron esta vergüenza. Pero no adelantemos más acontecimientos.

El 11 de Marzo de 2004 los terroristas islámicos asestaron un duro golpe contra el pueblo español cuando hicieron estallar cuatro trenes de cercanías en la ciudad de Madrid convirtiéndose en el peor atentado de la historia sobre suelo europeo. El hecho que el terrorismo en España durante décadas fuera perpetrado por ETA llevó a muchos a adjudicarle rápidamente estos atentados. Sin embargo, aunque había el precedente de Hipercor en 1987 o la Casa Cuartel de Vic en 1991, la envergadura de los atentados con su debida logística, la indiscriminación de estos, y el contexto internacional, a unos cuantos nos llevó a pensar desde el primer momento que los autores podían ser otros. Nada de esto fue suficiente para que el Gobierno de José María Aznar atribuyera el atentado a ETA y cuando empezaron a aparecer pruebas de lo contrario se produjo un vuelco electoral en beneficio de los socialistas. De esto se han escrito muchas líneas, pero más que una u otra autoría, lo que tuvo más peso fue la percepción de muchos españoles de que el Gobierno del Partido Popular les estaba mintiendo para -aunque duela- instrumentalizar la crisis en su beneficio. En cualquier caso, lo verdaderamente importante de estos sucesos fue que a muchos se les cayó la venda de los ojos con respecto al terrorismo islámico: daba igual que Madrid hubiese sido una de las ciudades en donde más se expresó la oposición a la Guerra de Iraq, los terroristas quisieron hacer el máximo daño a civiles inocentes porque su Gobierno había patrocinado la Guerra de Iraq, y ese fue un mensaje poderoso para los seguidores de esta ideología. En esta misma línea poco después hubo también atentados en Londres. Una de las primeras cosas que hizo José Luis Rodríguez Zapatero después de tomar posesión como presidente fue retirar las tropas de Iraq: los americanos, aunque habían luchado codo con codo con los soldados españoles matando iraquíes, los despidieron vergonzosamente lanzándoles plumas de gallina. España decidió entonces reparar la maltrecha relación con los Estados Unidos enviando más soldados a Afganistán, pero hasta que no hubo un cambio de gobierno en Washington los desplantes fueron constantes.

Entonces llegó en el 2008 la crisis financiera en Estados Unidos por el impago de hipotecas concedidas a personas con bajos recursos que terminó convulsionando a la economía globalmente. Para entonces había un nuevo presidente en Washington, Barak Obama, que prometió la retirada de las tropas de Iraq de forma progresiva. Este presidente fue la gran esperanza negra para todos aquellos que se oponían a los republicanos de George W. Bush, pero, de hecho, durante su mandato se produjeron las guerras civiles en Siria y en Libia, y el conflicto con Rusia en la exrepública soviética de Ucrania, donde una revuelta dio paso a un golpe de estado y este a una guerra civil. La revuelta árabe de 2011 fue interpretada por muchos en Europa como el inicio de un proceso transformador en el mundo árabe que iba a hacer caer sus dictaduras para dar paso a regímenes democráticos. Pero nada más lejos de la realidad: de todo este proceso en el que ha habido represión, golpes de estado, y guerras civiles, sólo Túnez a día de hoy parece haber hecho un proceso de transición política en la buena dirección. La eclosión del Estado Islámico, al que más arriba hacíamos referencia, pero también el apoyo a los Hermanos Musulmanes en Egipto, dejaron bien claro que el islam político exacerbado y los intereses internacionales de un lado, y el peso de la tradición de otro, pesan más en unas sociedades jóvenes con voluntad, pero sin suficiente peso específico e inexpertas políticamente. El resultado fue en el mejor de los casos una involución política y en el peor la destrucción al completo de países, y por lo tanto de sus sociedades, que comportó  un éxodo hacía Europa de grandes proporciones de las víctimas de la guerra que se sumaron al de los desheredados económicos del continente africano.

En el momento de euforia, cuando aún no se conocían las consecuencias del estallido, en Europa y en los Estados Unidos surgió el movimiento de Los indignados que se quejaba por todo, pero como las revueltas árabes no tenía ni objetivos definidos ni dirección política. El resultado directo en España del Movimiento 15 de Marzo provocó un sentimiento de castigo hacia las elites que se tradujo electoralmente en el regreso de la derecha del Partido Popular al Gobierno hasta que los numerosos casos de corrupción llevaron a muchos de sus votantes a repudiarlo. Podemos, la formación política que Pablo Iglesias lanzó al ruedo con unos amigos del mundo universitario, que para muchos no era más que un chiringuito político al calor de los nuevos medios de comunicación, tuvo éxito y terminó integrando a Izquierda Unida en la coalición Unidas Podemos que forma parte del vigente Gobierno de Pedro Sánchez. Podemos se reclama heredera del Movimiento 15 de Marzo, pero su alter ego Albert Rivera, líder de la formación de Ciudadanos, creada en Cataluña para oponerse al nacionalismo catalán, también fue beneficiado de este movimiento de crítica hacía las élites y el bipartidismo.

El proceso hacia la independencia en Cataluña ha roto muchos puentes y ha enfrentado a muchas personas que no hacía tanto que no se habían planteado esta cuestión y que a nivel político habían llegado a acuerdos sin el menor problema. Toda esta historia empezó con la aparición de casos de corrupción en la derecha catalana y con la oposición frontal del Partido Popular a un nuevo Estatuto que había confeccionado la izquierda en Cataluña. Los partidarios del proceso, mientras hacían demostraciones de fuerza, consultas de parte no acordadas al margen de la ley, que fueron impugnadas tanto con los porrazos de la Policía Nacional y la Guardia Civil como con el encarcelamiento de políticos independentistas, desplazaron la política para cualquier otro tema en Cataluña. Fue una gran trampa en la que cayó de bruces parte de la izquierda, y que dio argumentos a muchos para apoyar una formación política registrada ya hacía mucho tiempo pero que supo recoger el descontento con el Partido Popular. Hablamos de Vox, un partido de extrema derecha de carácter netamente neoliberal, que impugna el Estado de las Autonomías y el proceso de construcción europea, ataca las políticas de identidad de la izquierda, y promete mano dura con la inmigración ilegal, mientras justifica los rebeldes en la Guerra Civil y la posterior Dictadura franquista. Así es nada.

La victoria de Donald Trump en las elecciones en el 2017 se tradujo en un mandato en que para hacer ‘América grande de nuevo’ los Estados Unidos se atrincheraron bajo sus propias bases. Donald Trump rompió tratados comerciales y se retiró de la escena internacional: las tensiones contra la Rusia de Putin, el hombre fuerte de Rusia que recuperó económicamente el país y le hizo volver a la escena internacional, recuperando para muchos un orgullo nacional perdido, se diluyeron, pero en cambio se inició una enemistad contra China por ser su principal competidor comercial y económico. Donald Trump fue una pesadilla para la comunidad internacional occidental pero donde más daño hizo fue en su propio país tensando la conflictividad social. Su final político con el asalto al Capitolio por parte de sus seguidos fue apoteósico. El 1 de febrero de 2020 se hacia efectiva la salida del Reino Unido de la Unión Europea y ésta desde la ruptura entorno a la Guerra de Iraq, entre la nueva y la vieja Europa, y el fracaso del Tratado Constitucional de 2004 no afrontaba una crisis institucional tan importante. Si la crisis financiera de 2008, la estúpida guerra de Francia y el Reino Unido en Libia, y la crisis de los refugiados consecuente, tensionó los Estados europeos hasta el límite, la salida del Reino Unido ha representado la máxima expresión nacionalista y chovinista del sálvese quien pueda en una economía global en la que cuentan cada vez menos los pequeños Estados, y que como veremos en mi último punto existe una imposibilidad de escapar o inmunizarse en solitario de los problemas globales.

En el mes de diciembre de 2019 apareció una enfermedad en la provincia china de Wuhan causada por el coronavirus SARS-CoV-2 que se expandió rápidamente por todo el mundo cambiándolo todo. La pandemia del coronavirus nos ha afectado a todos, pero en lugar de unirnos en la desgracia, ésta nos ha vuelto a enfrentar. Las medidas draconianas que se establecieron en buena parte del mundo para contener la propagación del virus han salvado vidas, pero en muchos países han provocado pobreza y miseria. Hay países en los que han aparecido negacionistas de la pandemia, contrarios a las vacunas, o simplemente contrarios a las medidas sanitarias, definiéndolas como una dictadura sanitaria. En España, el país en el que más se ha utilizado políticamente la pandemia para desgastar al Gobierno de izquierdas atacando su gestión de la crisis, es paradójicamente uno de los países en donde ha habido más vacunaciones y en donde el número de negacionistas es más bajo. La enfermedad bautizada como COVID-19 ha matado a millones de personas en el mundo, cien mil en nuestro país, y las consecuencias económicas derivadas de la paralización de la actividad económica siguen golpeándonos a todos: millones de personas no tienen empleo o han perdido su negocio, las ayudas sociales, en fin, no llegan a todos porque los requisitos necesarios dejan fuera a muchos. La Unión Europea que no hizo nada al inicio de la crisis, tuvo un papel relevante en la compra de las vacunas, sin embargo, las farmacéuticas han sido las que han ido marcando el paso decidiendo a quien vender y a que precio vender. En Bruselas saben que el hundimiento de una gran economía como la española puede terminar con la Unión Europea y por eso ésta está vez sí han entendido que se debe ayudar efectivamente, lejos de la política de austeridad que se aplicó a los PIGS (cerdos) durante la crisis de 2008 a cambio de un rescate financiero, con los fondos necesarios a las economías con mayores dificultades, para que sean invertidos en la creación de puestos de trabajo.

Se han quedado muchos temas en el tintero, pero creo que estos son los fundamentales. Prestamos mucha atención al desastre del petrolero Prestige, a diferentes huelgas generales, protestas de diferentes tipos, establecimos un lazo interesante y fructífero con nuestros hermanos americanos, aportamos una muy buena contextualización histórica del conflicto entre israelíes y palestinos, forma última de trabajar que nos ha llevado a escribir mucho sobre la historia compartida como europeos, porque considero que es clave y casi nada sabemos, sin dejar de hablar de la de otros pueblos y latitudes, que en definitiva está unida también a la nuestra, aportando de un tiempo hacia aquí importantes y valiosos documentos históricos. Sin más que decir ahí queda esto.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 10 Agosto 2021.