Paesa, el hombre de las mil caras – por Francesc Sánchez


Francisco Paesa es un colaborador del servicio de inteligencia español (el CESID, Centro Superior de Información de la Defensa): entre otras proezas le ha vendido armas al grupo armado ETA (Euskadi Ta Askatasuna, «País Vasco y Libertad»), incluidos dos misiles con un localizador, y ha negociado el silencio de una compañera sentimental de uno de los que formaban parte del GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación, organización que para muchos llevo a cabo la guerra sucia del estado contra ETA). Francisco Paesa es un mercenario. Francisco Paesa se mueve entre las sombras. Pero Francisco Paesa después que su identidad es publicada en la prensa se ha venido a menos, le es más complicado realizar su trabajo, y por eso decide ganarse una buena suma con la preparación de la huida y desaparición más sonada de la democracia española: la de Luís Roldán, Director General de la Guardia Civil, un hombre con setenta mil agentes a sus órdenes, implacable con los terroristas, que ha sido denunciado en la prensa por corrupción.

El contexto político e histórico de la huida de Luis Roldán es el del declive de la era socialista durante el cuarto mandato consecutivo del presidente Felipe González por el desgaste que produjeron múltiples casos de corrupción sacados a la luz pública por la prensa durante años. Nada más empezar el primer gobierno del PSOE, en el mes de octubre de 1983, la revista Época publicaba un artículo titulado “Estalla la guerra sucia” que implicaba al gobierno socialista en operaciones ilegales y encubiertas contra la banda armada ETA. Esto hacía referencia al GAL, una organización parapolicial, que cometió 28 atentados, asesinando a 27 personas (9 de ellas ajenas a ETA, incluidos los jóvenes Lasa y Zabala, secuestrados en el sur de Francia y luego enterrados en cal viva). Cuando en 1987 el gobierno francés cambia de actitud con respecto a los terroristas de ETA que se esconden en su territorio, colaborando con las Fuerzas y Cuerpos del Estado españoles, el GAL deja de actuar, pero su existencia y operaciones como veremos seguirán trayendo consecuencias. El periódico La Vanguardia, en el mes de noviembre de 1984, destapaba la derivación española del escándalo del consorcio alemán Flick, señalando, en palabras del diputado socialdemócrata Peter Struck, que «parte del dinero había ido a parar a los socialistas españoles». Pero esto era solo el principio. El escándalo Juan Guerra, sacado por la revista Época en el mes de junio de 1989, denunciaba el uso indebido de un despacho oficial para llevar a cabo todo tipo de actividades lucrativas ilegales, hecho que finalmente le cuesta la dimisión al hermano del acusado, el vicepresidente Alfonso Guerra. El escándalo de Filesa, denunciado en el mes de mayo de 1991 por los periódicos El Mundo y El Periódico de Catalunya, torpedeaba directamente la línea de flotación del PSOE por una financiación irregular a través de unos estudios ficticios cobrados a bancos y otras empresas. El escándalo Ibercop, sacado por El Mundo en el mes de febrero de 1992, señalaba al gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, por haberse lucrado a cambio de información privilegiada.

Entonces llegamos al escándalo de Luis Roldán, Director General de la Guardia Civil, el hombre que persiguió implacablemente a la banda armada ETA (autora de más de ochocientas muertes hasta su desaparición), y modernizó la Guardia Civil (creación del Servicio Marítimo, obras de mejora en las casas cuartel, y acceso de la mujer al cuerpo), pero que fue denunciado por el Diario 16 dirigido por Pedro J. Ramírez, el 23 de noviembre de 1993, en un artículo firmado por José María Irujo, José Maca y Jesús Mendoza, en el que se le acusaba de malversación de fondos públicos, robo y extorsión, durante los siete años en lo que estuvo en el cargo. Luis Roldan, el 29 de abril de 1994, se da a la fuga y desaparece con más de mil millones de pesetas, provocando la dimisión del Ministro de Interior Antonio Asunción. Y es aquí cuando aparece Francisco Paesa como la persona que esconde a Roldán durante diez meses, y que finalmente media para su detención o entrega voluntaria, ambigüedad que le pasará factura al superministro de Interior y Justicia Juan Alberto Belloch, en lo que se conoció como «los papeles de Laos». Aunque los hechos son conocidos y las interpretaciones son libres no desvelaremos nada más. Tan solo diremos que todo lo escrito hasta ahora, con el resurgimiento de nuevas revelaciones sobre los GAL, denunciadas por El Mundo en lo que llamaron «los papeles del CESID», harán perder en 1996 al PSOE las elecciones en beneficio del Partido Popular.

El mundo del espionaje hoy como ayer es una realidad: si queremos en su faceta más romántica y en la más sórdida. Sin embargo en nuestros días se le ha añadido un componente tecnológico, que aunque siempre fue usado ahora ha desplazado en gran parte al trabajo artesanal: siguen habiendo infiltrados, hombres con mil caras, pero los servicios secretos están utilizando a discreción la tecnología para vigilar a los criminales y a sus potenciales enemigos. Los casos del soldado Bradley Mannin (que dejó al descubierto algunos crímenes del ejército estadounidense durante la ocupación en Afganistán e Iraq), las revelaciones de Wikileaks de la mano de Julian Assange (que han dejado al descubierto miles de correos electrónicos gubernamentales convirtiéndole en enemigo del gobierno americano y por ello en un exiliado en la embajada de Ecuador en Londres), o las revelaciones del agente de la CIA Edward Snowden (que denunció el espionaje masivo hacía todos que lleva a cabo la Agencia de Seguridad Nacional amparándose en la guerra global contra el terrorismo convirtiéndole en un traidor exiliado en Rusia), son probablemente los protagonistas más significativos, que en cierta forma han desplazado a ese periodismo de investigación más serio que parece que forma parte del pasado. Si le interesan estos temas puede seguirlos en la prensa pero desde aquí va una recomendación: el espacio Materia Reservada de Fernando Rueda en el veterano programa de radio de la Rosa de los Vientos de Onda Cero.

 Alberto Rodríguez lo ha conseguido. Puso el listón muy alto con La isla mínima pero El hombre de las mil caras ha logrado contar una historia, una intrahistoria basada en el homónimo libro de Manuel Cerdán (el que logró encontrar a Francisco Paesa en París para entrevistarle después de que este fingiera su muerte), friccionada pero asentada en hechos reales, de uno de los episodios más sonados de nuestra joven democracia, aquel que fue la gota que colmó un vaso lleno de casos de corrupción denunciados por la prensa que terminaron con el gobierno de los socialistas, y dieron paso por primera vez al gobierno de la derecha del Partido Popular, la que en nuestros días está también envuelta en casos de corrupción, que no solo la obligan a dimisiones o a la pérdida de elecciones, si no que por el contrario logran el apoyo del PSOE para la investidura como presidente de Mariano Rajoy.

T.O.: El hombre de las mil caras. Producción: Atresmedia Cine/ Canal Sur Televisión / Movistar+. Productores: Gabriel Arias-Salgado, Antonio Asensio Mosbah, José Antonio Félez, Mercedes Gamero. Director: Alberto Rodríguez. Guión: Rafael Cobos, Alberto Rodríguez, Manuel Cerdán (libro). Fotografía: Alex Catalán. Música: Julio de la Rosa. Montaje: José M. G. Moyano.

Intérpretes: Eduard Fernández (Francisco Paesa), José Coronado (Jesús Camoes), Carlos Santos (Luis Roldán), Marta Etura (Nieves Fernández Puerto), Emilio Gutiérrez Caba (Osorno), Luis Callejo (Juan Alberto Belloch), Tomás del Estal (Bermejo), Israel Elejalde (González), Pedro Casablanc (Abogado).
Color – 123 min. Estreno en España: 23-IX-2016

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Octubre 2016.