Refugiados – por Francesc Sánchez

A line of Syrian refugees crossing the border of Hungary and Austria on their way to Germany. Hungary, Central Europe, 6 September 2015 - Mstyslav Chernov - Wikimedia Commons
En España durante la guerra civil (1936-1939) muchos españoles se exiliaron para evitar las represalias, terminando la mayoría en un destino incierto, y otros decidiendo volver meses después. El grueso de estas personas lo formaron el medio millón que huyó de los fascistas hacía la frontera francesa cuando todo estaba perdido. Este medio millón de personas se convirtieron en refugiados y fueron repartidos por diferentes campos de concentración. Probablemente los más afortunados fueron los 20.000 españoles que acogió el gobierno mexicano de Lázaro Cárdenas: estos exiliados suficientemente preparados fueron bien recibidos y rápidamente obtuvieron trabajo. Posteriormente se ha considerado que la comunidad española fue un activo para el estado mexicano. Menos suerte corrieron los que se quedaron en Francia, a las puertas de un nuevo fascismo, o los que desde Alicante partieron en el último momento hacía Argelia en el carbonero Stanbrook.

No es suficientemente conocido que este medio millón de refugiados españoles en Francia estuvo retenido en algún momento en decenas de campos de concentración como el de Gurs, el de Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien y Barcarès, Septfons, Rivesaltes, Vernet d’Ariège, Sisteron, y Les Milles, entre otros. Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial se producen dos fenómenos: 1. de un lado muchos ex combatientes españoles se enrolan primero en batallones de extranjeros del ejército francés, más tarde en la resistencia, y luego en el ejército libre (la 9º Compañía, conocida también como la Nueve o la División Lecrerc, que tuvo un papel destacado en la liberación de Paris, estaba formada por españoles), 2. y lo peor que fue para los españoles retenidos en suelo francés que no tenían el estatus de prisioneros de guerra, considerados apátridas por la dictadura española, que terminaron en los campos de concentración y extermino alemanes (alrededor de 7.000), en el caso de los hombres hacía Mauthausen, y en el caso de las mujeres hacía Ravensbrük.

No es que los que se quedaron en España lo pasaran mejor, para muchos sin duda fue peor, pero la guerra genera, aunque concluya, este tipo de fenómenos como el de los refugiados que se exilian a otros países. Esta pequeña retrospectiva histórica, podríamos poner cualquier otro ejemplo, es la excusa para decir que hoy el fenómeno de los refugiados se está repitiendo también por una guerra, esta vez en Oriente Medio, que lleva ya cinco años, y a la cual se le tiene que poner remedio, para que algún día estos mismos refugiados puedan volver a si tierra. Los refugiados sirios, pero también iraquíes, afganos, libios, palestinos, proceden de países en conflicto, y se les ha de acoger sin caer en los errores del pasado. Sería fácil señalarles como un foco de conflictividad y de delincuencia, por algunos sucesos nada claros, pero que en cualquier caso no deberían marcar a todo el colectivo, o como interesados, por preferir establecerse en Alemania, Suecia, o el Reino Unido, en lugar de en Francia, España, o Italia, pero creo que es más certero señalar que no todos los países los quieren, otros mercadean las cuotas, y otros para la mayor vergüenza de todos empiezan a requisar sus bienes a cambio de alojarlos en un campo de concentración, decisión sin lugar a dudas que incentivará el civismo y el respeto a las leyes por parte de los refugiados.

Europa se la juega a tres bandas: 1. la integración de los refugiados, y también del resto de inmigrantes, en su sociedad a todos los efectos, en igualdad de condiciones, y en esto no cabe ni su separación en guetos, excluyéndolos de esta misma sociedad, ni su explotación, las leyes deben ser iguales para todos, 2. la elección de representantes políticos que no instrumentalicen este fenómeno para sacar réditos políticos, explotando la xenofobia, que ya ha empezado con la creación de alambradas, que puede continuar con el fin de la libre circulación de las personas en el continente, terminar con el proyecto europeo, y la ascensión de nuevos fascismos, y 3. finalmente en la búsqueda de una solución en la guerra de Oriente Medio que tiene que contar con los actores locales, regionales, y mundiales.

Este último punto soy consciente que es resbaladizo pero tarde o temprano, como el resto de puntos, tendremos que afrontarlo con una sola voz en Europa. La guerra en Siria es una basura enquistada en la que el bloque occidental y las monarquías del Golfo Pérsico armaron a los rebeldes para combatir la dictadura de Bashar Al Asad. Un caldo de cultivo propicio para la ascensión en la región de los islamistas de Jahbat Al Nusra y el Estado Islámico, verdadera desgracia para sirios e iraquíes, y amenaza para todos en forma de atentados terroristas. En otros artículos ya he hablado de la existencia de dos alianzas que combaten al Estado Islámico pero que en realidad también tienen otros propósitos. Por eso es por lo que no nos conviene intervenir militarmente. La intervención rusa, iraní y libanesa, en defensa de los baazistas sirios puede dar la vuelta al conflicto en favor de estos últimos, pero en algún momento deberá firmarse un alto el fuego y establecerse la paz.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 27 Enero 2016.