La revuelta árabe X - por Francesc Sánchez

Sección de Opinión
La revuelta árabe X - por Francesc Sánchez

El Cairo, 14 de Agosto, al menos seiscientos muertos. Lamentablemente como me temía las cosas en Egipto han ido de mal en peor. Tras el golpe de estado que llevaron a cabo los militares con un importante apoyo popular (una amalgama de opositores formada por laicos de izquierdas, liberales, salafistas y nostálgicos del régimen de Mubarak) los miembros de los Hermanos Musulmanes se concentraron diariamente y acamparon en las plazas del Cairo para pedir la liberación del presidente Mohamed Mursi y la restitución del gobierno y el Parlamento. El ejército exigió su salida, muchos lo hicieron, pero otros se negaron y hubo un baño de sangre en la plaza Ramsés. Rápidamente nos han llegado imágenes de hombres armados tanto en un lado como en el otro. Pero los muertos, aunque habrá quién justifique esta masacre, son en su inmensa mayoría civiles. La respuesta de la Hermandad fue el viernes de la ira en el que se produjeron nuevas victimas. Se han empezado a ver también francotiradores en los tejados y hombres armados sin uniforme contrarios a la Hermandad que ayudan al ejército y a la policía. El último episodio ha sido un encierro y su posterior asalto de la mezquita de Al Fatah que ha provocado decenas de muertes. Desde el golpe la Hermandad habla de miles de muertos.

Mohamed Mursi es el líder de los Hermanos Musulmanes. El primer presidente elegido en unas elecciones libres tras décadas de dictadura en un país en el que el poder del ejército es omnipresente. Como todo jefe de estado Mohamed Mursi tenía su propia agenda en la que −si nos atenemos a sus detractores− figuraba la islamización de la sociedad. En la Constitución −redactada por una amplia mayoría entre la Hermandad y los salafistas− el islam era la religión oficial del estado y la sharia se mantenía como la fuente principal de legislación. Mohamed Mursi también se quería situar por encima de la ley sometiendo el poder judicial a su autoridad. Esto último estuvo a tiempo de cambiarlo pero de nada sirvió. Y hasta aquí lo que se sabe. Durante su año de mandato hubo movilizaciones en su contra que en ocasiones terminaron con el incendio de sedes de la Hermandad. Hubo represión como la hay en todas partes. Al final como sabemos toda la oposición se unió −incluidos los salafistas que puede ser que también tengan una agenda islamista− y salió a las calles para exigir su renuncia y elecciones anticipadas. Mohamed Mursi no se decidía a marcharse y llegó el golpe. Ahora le acusan, además de todas las muertes que se produjeron en las calles durante su año de mandato, de pasar armas a los de Hamás (*1).

Ya lo comenté en un artículo anterior, Mohamed Mursi no lo supo llevar, no tuvo suficientemente en cuenta la diversidad ideológica y confesional para gobernar. Pero esto mismo, si omitimos el error garrafal de redactar una Constitución sin contar con todos, sucede en muchos estados democráticos. Me viene a la memoria, por decir algo, la segunda legislatura en España de José María Aznar. No había día que sus despropósitos no sacaran gente a la calle, pero aquí aunque muchos aún lo piensen, no se hizo ningún golpe de estado, se venció al candidato Mariano Rajoy en las urnas. Y ahora lo tenemos de presidente, como son las cosas. En Egipto el presidente Mohamed Mursi no ha sabido o no ha tenido tiempo de escuchar a parte de su pueblo pero la oposición reclamando el golpe de estado de mano de los militares ha hecho trizas el proceso democrático. Y ahora estamos viendo las consecuencias.

El islam político puede ser terrible. Lo sabemos por algunas monarquías (una apoyaba a la Hermandad y otra apoya al golpe) y alguna república en donde se impone la moral pública que emana desde el poder político y religioso hacia todos. También sabemos que hay organizaciones terroristas que utilizan el islam como un catalizador para matar, entre otros, a otros musulmanes. El principio del tafkir dice esto mismo, que se puede matar a los malos musulmanes porque se han contaminado, y ellos deciden quienes son los malos. Pero el islam político mayoritario tiene cosas buenas. De hecho si los Hermanos Musulmanes son un partido de masas en parte es porque han logrado durante muchos años crear una red asistencial que protege a los más débiles en un país sumido en la pobreza. Es lo mismo que sucede con Hamás en Palestina, país por cierto, árabe de mayoría musulmana, en el que se celebraron las primeras elecciones libres, otra cosa claro es que Palestina no existe como estado independiente. En Turquía Recep Tayyip Erdogan, el que también ha tenido problemas por querer derribar un parque público −y la agenda oculta de rigor−, es el líder de una formación política islámica moderada.

Damos por hecho que nuestra sociedad occidental es la mejor y no nos planteamos suficientemente nuestras carencias. Ciertamente el mundo árabe, como hizo en el pasado, puede aprender aún muchas cosas, pero esto dependerá de estas mismas sociedades. Y en cualquier caso nada bueno puede traer que cuando el mundo árabe se ajusta a nuestros parámetros porque así lo han considerado oportuno se cercene esa misma democracia que aquí defendemos. El islam político puede que aún no sea consciente, o no quiera serlo, de que la democracia debe ser para todos, y la religión no debe entrometerse en la vida de las personas que no la aceptan voluntariamente. Pero como decía la elección debe ser de los propios árabes.

Lo terrible de la situación es que la estación de Argelia de 1991 está marcada en el trayecto. Con todo lo que eso significa para Egipto y para el resto del mundo. En la medida en que sepan las partes entenderse podrá ser evitada. Se ha sabido que el movimiento Tamarrod (Rebelión), que ahora dice que la renuncia de Mohamed el Baradei es vergonzosa, consultó al ejército de sus intenciones días antes de salir a las calles. Pero no se sabe mucho más. En teoría, mientras va muriendo gente en las calles y se ha proclamado el estado de emergencia durante un mes, y se habla abiertamente de la posibilidad de ilegalizar a los Hermanos Musulmanes, habrá elecciones próximamente. Mientras tanto la Hermandad ha anunciado una semana de la ira (*2).

Anotaciones:

1. Considero importante anotar que la paz entre egipcios y israelíes de Camp David en 1978 es uno de los motivos del acercamiento entre Egipto y los Estados Unidos. No podemos olvidar que el gobierno de Estados Unidos concede anualmente 1.500 millones de dólares al ejército egipcio. Mohamed Mursi y la Hermandad están cercanos a los palestinos de Hamás y han participado en el dialogo entre esta ultima organización y el gobierno de Israel. Estos sucesos en Egipto se da la circunstancia que suceden momentos antes del inicio de unas nuevas conversaciones de paz en entre los israelíes y palestinos.

 2. Viernes de la ira, semana de la ira, son expresiones que usan los Hermanos Musulmanes para referirse a la multitudinarias protestas en contra del régimen. Estas protestas aún por lo que pueda expresar el término 'ira' en nuestro lenguaje son hasta ahora mayoritariamente pacificas.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 18 Agosto 2013.

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