Democracia en España - por Francesc Sánchez


Sección de Opinión
Democracia en España - por Francesc Sánchez

En estos tiempos convulsos de crisis económica y desencanto por la democracia liberal en medio mundo muchos se preguntan si el sistema político que tenemos es suficiente. En este artículo vamos a hablar de la democracia, o falta de ella, que tenemos en España.

En nuestro país podemos decir que no tuvimos verdaderamente democracia hasta la proclamación en 1931 de la Segunda República. Quedaban atrás cientos de años de oscuridad del absolutismo que el liberalismo español del diecinueve no fue capaz de esclarecer. Las Cortes de Cádiz, mientras los ejércitos napoleónicos invadían el país, y con la primera Constitución, la Pepa (1812), fueron vencidas por el absolutismo de Fernando VII. La Primera República (1873-1874) fue tan efímera que fue incapaz de asentar nada frente a la tercera guerra carlista, al fenómeno cantonalista y una nueva vuelta a la restauración borbónica con la estafa del turnismo.

La Segunda República como se ha dicho fue el primer período verdaderamente democrático en España en el que pudieron votar tanto hombres como mujeres independientemente de su capacidad económica. La victoria franquista en la guerra civil pronto dejaría claro que no habría ni democracia ni reconciliación con los vencidos. La represión se llevó por delante a decenas de miles de personas. Durante los cuarenta años de dictadura el régimen prohibió todas las formas políticas que se le oponían y reprimió con dureza cualquier tipo de disidencia. El régimen al terminar la Segunda Guerra Mundial y al encontrarse sin sus aliados naturales (la Alemania nacionalsocialista y la Italia fascista) se acercó a los vencedores convirtiéndose en un baluarte contra el comunismo (*1). Franco el 26 de septiembre de 1953, para salir del aislamiento internacional en el que se encontraba el país, llega a un acuerdo con los norteamericanos para la construcción de tres bases militares en territorio nacional, haciendo entrar al país de lleno en la Guerra Fría en el bloque occidental capitalista.

Muerto el dictador el objetivo primordial de la casta dirigente política y económica era mantener a toda costa su status quo transformando el régimen político pero manteniendo la estructura económica y social franquista dentro del sistema de poder occidental. Por esa razón la transición en España no produjo una ruptura con las fuerzas políticas del régimen, fue un acuerdo entre los franquistas y unas fuerzas de la oposición en unos casos previamente preparadas y financiadas por la élite internacional (el PSOE que salió del Congreso de Suresnes en 1974 que recibió financiación de la socialdemocracia alemana) y en otros divididas (el PCE tras décadas de resistencia aglutinante empezó a fracturarse en varias tendencias). El encaje de España en el mundo en lo militar pasaba por su ingreso en la OTAN y en lo económico en la Comunidad Económica Europea (más tarde Unión Europea), el mercado natural del empresariado español.

Los protagonistas de la transición española fueron Adolfo Suárez (el hombre del régimen que se convertiría en el primer presidente democrático por la UCD), Felipe González (líder del PSOE de Suresnes), Santiago Carrillo (líder del PCE durante la dictadura), Manuel Fraga (ex ministro franquista y líder de la Alianza Popular), y los nacionalistas catalanes (recordemos que Miquel Roca fue uno de los padres de la Constitución) y vascos. Podían tener diferentes ideologías y programas de gobierno pero en lo fundamental estaban de acuerdo: es lo que se llamó «el consenso» de 1976 y 1977. Los programas políticos se empezaron a hacer en función de la demanda de la ciudadanía que previamente había estado inducida a través de la publicidad y la propaganda a la oferta de unos partidos cada vez más alejados de la sociedad. Los sindicatos también formaron parte del consenso a través de los Pactos de la Moncloa (1977) y el Acuerdo Nacional del Empleo (1981). Los sindicatos como los partidos políticos iban a recibir financiación a través de los Presupuestos del Generales del Estado poniendo en cuestión la lucha social en beneficio de «la paz social».

Para comprender «la sagrada transición» hay que tener en cuenta que los cuarenta años de dictadura hicieron mella en una población que ante todo quería pasar página. Tampoco podemos olvidar que con mayor o menor consistencia muchos temían a un ejército comandado por generales que habían ganado la guerra civil y podían −como Tejero y Armada lo intentaron en el 23F− poner en marcha una involución democrática. Pero los lideres políticos probablemente no hicieron todo lo que pudieron hacer. Por esa razón hoy muchos se preguntan como en España no se han juzgado los crímenes de la dictadura o como puede haber miles de desaparecidos en fosas comunes desperdigados por todo el país. La explicación ha sido dada pero añadamos que la Ley de Amnistía 1977, apoyada por todas las formaciones políticas, amnistiaba tanto a los presos políticos y prófugos del estado como a los que cometieron crímenes desde ese mismo estado franquista.

Los partidos políticos para poner en marcha nuestra democracia acordaron un sistema electoral que tiene su base en las listas cerradas y en la nula proporcionalidad entre las diferentes circunscripciones electorales. Las listas cerradas y bloqueadas impiden a los ciudadanos la elección de representantes de confianza a los que poder consultar o pedir cuentas de su mandato. Normalmente estas listas electorales las confeccionan los diferentes jefes del partido: éstos son los que eligen tanto los nombres que aparecen en las listas como su posición en la misma. Este sistema de listas cerradas aleja a los representantes políticos de la ciudadanía y los deja a merced del jefe del partido y su ejecutiva de confianza. En cuanto a las circunscripciones electorales, es decir el distrito electoral en el que votan los ciudadanos que proporciona un determinado número de de diputados, se corresponden con las provincias, siendo norma general la diferencia en el valor del voto y por lo tanto del diputado entre los territorios más poblados y urbanos y los menos poblados y rurales. El diferente valor del voto en las diferentes circunscripciones facilita los escaños a las formaciones de ámbito local y los dificulta a los que se presentan en todo el país. La Ley d'Hont (un sistema proporcional para la asignación de los escaños) encarece el primer escaño dificultando la representación electoral de muchos partidos y facilitando estos mismos escaños para las formaciones políticas con mayor número de votos que ya han obtenido los primeros. Este sistema electoral facilita el bipartidismo y las mayorías absolutas.

Y ahora llegamos al asunto más peliagudo de todo este entramado, la financiación de los partidos políticos, que viene dada por la representación electoral a través de los Presupuestos Generales del Estado, a través de prestamos bancarios, y a través de donaciones privadas anónimas. La banca ofrece prestamos a las formaciones políticas con mayor representación y prorroga su reintegro hacia el infinito. En cuanto a las aportaciones privadas y anónimas pueden proceder tanto de individuos como de empresas: no es de extrañar que ahora salgan casos como el del extesorero Luis Barcenas, que amasó una fortuna durante veinte años desde su cargo, y concedió presuntamente sobresueldos a muchos miembros de su partido, incluido por lo que parece hasta el presidente Mariano Rajoy en tiempos pasados. Si Barcenas pudo amasar esa fortuna es consecuente preguntar si ¿fue en función de sus comisiones? Y en ese caso ¿cuanto dinero fue donado al partido? ¿Fue a cambio de apoyar unos ideales concretos o por algo más? Esto afecta ahora al Partido Popular pero la financiación irregular, por no decir ilegal, de los partidos políticos ha afectado a todos.

Treinta y seis años después España ha cambiado mucho. Se mejoró en la libertades y en los derechos, también en la situación económica y social de todos y del propio país: pero eso no significa que debamos contentarnos con el vigente sistema político que como hemos visto fue hecho en un momento difícil para el país que por fortuna hemos dejado atrás. Ni que debamos aceptar que la vigente crisis económica solo tiene una lectura y solución. Tampoco debemos de aceptar como sagrado el encaje tanto de las nacionalidades dentro del estado como el encaje de España en el mundo (tanto en nuestro ámbito más cercano, la Unión Europea, como en el resto del mundo) porque cada vez más nuestra soberanía, creamos más o menos en este sistema pero que a todos nos repercute, se encuentra más lejos y en menos manos.

Anotación:

1. La Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini enviaron regimientos para luchar en la guerra civil española y Franco les correspondió enviando la División Azul al frente ruso. Pero no hay que perder de vista, como se ha sabido después, que el Reino Unido sobornó a los generales del dictador español a través del financiero y contrabandista Juan March para que España mantuviera su neutralidad.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 20 Julio 2013.

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