El motín de los mercenarios – por Francesc Sánchez

 


En menos de veinticuatro horas la relación de poder en Rusia ha sido cuestionada militarmente con un motín por parte de los mercenarios del Grupo Wagner cuando estos desde la Ucrania ocupada han entrado en Rusia ocupando la ciudad de Rostov del Don y han iniciado una marcha con oscuras intenciones hacia Moscú deteniéndose a doscientos kilómetros de la capital. Este motín inclasificable que para muchos es percibido como una muestra de debilidad de Putin se ha resuelto satisfactoriamente para el Kremlin a través de un acuerdo que envía al líder de la organización hacia Bielorrusia mientras que parte de sus hombres -los que no han participado con el motín- si lo desean pasaran a integrarse en el Ejército regular ruso.

Todo se iniciaba la Noche de las Brujas de San Juan cuando 5.000 mercenarios de la organización paramilitar rusa liderada por Yevgueni Prigozhin, que tiene desplegados 25.000 efectivos en Ucrania y venció al Ejército ucraniano en Bajmut, cruzaron de la Ucrania ocupada a la región rusa de Rostov y tomaban el control de la ciudad más importante, Rostov del Don. Poco antes Prigozhin denunció un ataque de la Fuerza Aérea rusa sobre uno de sus campamentos que -en sus palabras- habría matado 2.000 de sus hombres, un bombardeo que el Kremlin rechaza. Prigozhin atacó verbalmente a Putin con duras palabras afirmando que este inició la guerra en Ucrania innecesariamente bajo mentiras para incrementar su popularidad y convertirse un héroe para la historia. En esta incursión de los Wagner en territorio ruso hubo algunos intercambios de disparos que provocaron algunas bajas, pero sorprendentemente los mercenarios se hicieron fuertes con rapidez de la ciudad de Rostov del Don y otras localidades.

Putin entonces hace una declaración pública desde el Kremlin tildando a Prigozhin de traidor al mismo tiempo que aprueba una orden detención contra su persona por rebelión, afirmando que no se deben de repetir los errores de la historia. Sin embargo, sorprendentemente, nadie va en su busca. Prigozhin, un perfecto desconocido para el gran público antes del inicio de la guerra, fue un personaje que después de pasar por la cárcel empezó a hacer negocios con Putin en el sector de la restauración proporcionando alimentos al Ejército. Fue con el inicio de la guerra cuando empezó a salir en los medios de comunicación rusos al frente de los mercenarios de Wagner criticando al Ministro de Defensa Serguéi Shoigú por falta de munición mientras sus hombres morían por miles cada día en el campo de batalla de Bajmut.

Lo más inquietante sin embargo estaba por llegar. Una columna de un centenar de vehículos con unos cuantos miles de mercenarios inició una marcha hacia Moscú, llamada por Prigozhin como la Marcha de la Justicia, sin que el Ejército hiciera nada para evitarlo. A doscientos kilómetros de Moscú, mientras el Ejército empezaba a fortificar la capital, y las autoridades declaran el siguiente día como festivo, la columna interrumpe su marcha y poco después retrocede en sus pasos y desaparece. Prigozhin hace una declaración afirmando que interrumpe su marcha para evitar un derramamiento de sangre: poco después sabemos dos cosas, primero que los chechenos de Ramzán Kadírov iban a su encuentro, y que Prigozhin a través del Presidente de Biolorrusia Alexander Lukashenko ha llegado a un acuerdo con el Kremlin para que no haya represalias contra sus hombres, y para que se retire la orden de detención que pesa sobre él. Prigozhin y sus hombres dejan Rostov entre aplausos de muchos rusos considerándolo tanto a él como a sus hombres unos héroes.

El Grupo Wagner fue creado a imagen y semejanza de las empresas de mercenarios estadounidenses que suelen cooperar con las Fuerzas Armadas de este país. Pero con una peculiaridad, reciben órdenes directas de Putin. Hacen el trabajo sucio y desde que empezó la guerra en Ucrania, junto con los chechenos de Kadírov, han luchado en los combates más difíciles y se les atribuyen todo tipo de crímenes de guerra. Sin embargo, Ucrania no es su única guerra, participaron en la Guerra de Siria matando combatientes del Estado Islámico, y tienen presencia en multitud de países del continente africano donde diferentes gobiernos los han acogido para combatir a los islamistas y otras insurgencias, llegando incluso a desplazar del Mali a los soldados franceses y españoles. De ahí que por cómo se ha resuelto este capítulo de la guerra que hoy se ha librado en territorio ruso no sólo sea incierto el destino de Prigozhin sino de esta organización vital para los intereses globales del Kremlin.

Es difícil de creer que esta ocupación de Rostov y esta marcha hacia Moscú que ha ordenado Prigozhin sólo la haya hecho porque le place, o para que le aplaudan los habitantes de Rostov. También es muy difícil de creer que el Ejército ruso no los haya neutralizado al momento bombardeándolos. Donde estaba este Ejército y porque no neutralizó la marcha de Wagner es clave. Puede que Prigozhin esperase que las fuerzas del Ejército se le sumaran. De ahí que la sospecha de un intento de golpe de Estado gana fuerza. De lo contrario habría quedado al descubierto que Rusia no dispone de fuerzas militares operativas para enfrentarse a este tipo de amenazas. Sea lo que sea, Putin ante la duda prefirió esperar, y a fin de cuentas valen más 5.000 soldados matando ucranianos que muertos por el Ejército ruso. Este movimiento recuerda vagamente a la Marcha Verde de Hassan II sobre el Sahara en 1975 que precipitó la salida de España de su excolonia. Puede que nunca lo sepamos que ha sucedido realmente. Pero este capítulo, bien resuelto finalmente por Putin, sobre todo si las intenciones de Prigozhin eran las de dar un golpe de Estado, ha dejado en evidencia su debilidad, y es una baza que por un día ha beneficiado a Ucrania y a los demás enemigos del Kremlin.  

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Junio 2023.