La nevada del siglo – por Francesc Sánchez

 


Muchos de vosotros os estaréis preguntando por qué no he escrito una crónica callejera sobre la gran nevada y he aprovechado el momento para hacer unas cuantas fotografías. La respuesta en fácil no me encuentro ni en Madrid ni en ningún lugar donde ha caído la nieve. Sin embargo, desde la distancia como hago muchas veces puedo decir algunas cosas, que espero que sean de vuestro interés. Una nevada tan intensa como la que ha provocado la borrasca Filomena en Madrid es algo inaudito, que no se había producido desde hace cincuenta años, de ahí que el título de La nevada del siglo para este artículo es muy adecuado. Aunque la Agencia Estatal de Meteorología había previsto la bajada de la temperatura y las precipitaciones por lo que parece esta nevada ha pillado desprevenidos a todos: gobierno central, gobiernos autonómicos, y municipales. Esta es parte de la razón del porqué en algunos casos la respuesta fue lenta, y al menos un millar de personas se quedaron atrapadas con sus vehículos en las carreteras madrileñas, hasta que empezaron a llegar los quitanieves de la Unidad Militar de Emergencias y empezaron los rescates, pero más inexplicable es que también varios autobuses interurbanos quedaron sepultados bajo la nieve. La otra razón es la propia estulticia de muchos empresarios por querer mantener la actividad a costa impidiendo a sus trabajadores terminar antes su jornada laboral. Afortunadamente ni lo uno ni lo otro ha ocasionado victimas mortales. Quedara para el debate si han sido suficientes los medios de emergencias autonómicos madrileños, disminuidos o externalizados como el resto de los servicios públicos, y en cualquier caso apoyados, cuando no suplantados por esta Unidad Militar de Emergencias, tan criticada en su momento cuando fue creada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y tan necesaria y aclamada hoy.

La copiosa nevada durante horas ha pintado de blanco tanto la capital como las regiones castellanas, e incluso aragonesas, y la temperatura en estos momentos sigue estando una media de diez grados por debajo de cero. En Madrid ha habido desabastecimientos de alimentos y el hielo que ha aparecido desde que ha dejado de nevar ha provocado muchas lesiones en aquellos que no sabían patinar. Han caído también muchos arboles hechos trizas por la acumulación de la nieve, pero como decía no ha provocado ninguna catástrofe. En la Cañada Real, el barrio más pobre de la ciudad, el corte de la corriente eléctrica ha helado a todos aquellos que no han querido acudir a un albergue improvisado. El Aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suarez ha estado cerrado durante horas, la red de ferrocarriles de larga distancia, y la de cercanías, también. La interrupción de servicio de autobuses públicos y la imposibilidad de circular para los vehículos privados ha hecho que todos se desplacen andando o en metro, hecho que ha provocado grandes aglomeraciones, nada compatibles con la necesaria distancia de seguridad para prevenir la propagación del coronavirus. La anécdota surrealista la ofrecía una mujer por YouTube que afirmaba que esta nieve era artificial porque la quemaba con un mechero y no se derretía, sentenciando que era plástico que -supongo- había sido lanzado por aviones.

Más peso ha tenido la afirmación que por esta gran nevada es imposible que estemos frente a un calentamiento global de la temperatura y por el contrario estemos sufriendo un enfriamiento. La película El día de mañana dirigida por Roland Emmerich es categórica: el calentamiento global ha hecho que la fusión del Polo Norte arroje una cantidad inasumible de agua dulce hasta el punto de alterar la corriente del Atlántico Norte. Esto en cuestión de días provoca un brusco cambio climático que lleva al planeta hacía una glaciación. No es menos sorprendente que lo que dicen aquellos científicos que mantienen que el incremento de la temperatura en el Ártico ha hecho desplazarse el vórtice polar hacia América y Europa haciendo que los inviernos sean extremos. Los 34 grados bajo cero de la estación meteorológica del Clot de la Llança en el Pallars Sobirà es la temperatura más baja anotada en España. El cambio climático por lo tanto es un hecho. En cualquier caso, está por ver si las estadísticas, que han servido para confeccionar certeramente la teoría del calentamiento global por efecto de las emisiones de carbono, en los próximos años van a mantenerse de la misma manera. Pero como siempre lo sabremos tarde. James Lovelock, el científico que elaboró la hipotesis Gaia, afirmó que la Tierra en «un ser homeostático», y por lo tanto es «capaz de autorregularse».

El día después de la nevada del siglo pasó otra cosa también inaudita: las calles se llenaron de gente para contemplar la ciudad desde otro ángulo. Por alguna extraña razón todos aquellos que son tan diferentes se encontraron contemplando y viviendo un momento compartido por todos: la nevada les había congregado ante un bello espectáculo advirtiéndoles al mismo tiempo lo pequeños que eran frente a la fuerza de la naturaleza.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Enero 2021.