Antecedentes de una integración – por Francesc Sánchez

 

El dictador, Francisco Franco, y el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, en la base estadounidense de Torrejón, durante la visita del presidente estadounidense a España en 1959 - Wikimedia Commons

Todo proceso histórico tiene sus antecedentes y el del proceso de integración de España en la OTAN, que se efectuó entre 1976 y 1982, también los tiene. Mi propósito en este artículo es señalar cuales fueron estos antecedentes durante el Franquismo que explican y contextualizan este proceso integración. No diremos nada más en esta brevísima introducción. Adelante con la lectura.

En la Guerra Civil española mientras las democracias europeas de Francia y el Reino Unido deciden no intervenir, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini si lo hacen profusamente enviando miles de soldados y armamento. Si bien las democracias europeas no intervinieron, la República compró material de guerra a la Unión Soviética, y recibió miles de voluntarios antifascistas procedentes de multitud de países que acudieron a España formando las Brigadas Internacionales. Durante los meses de verano y otoño de 1938 mientras en España se libra la batalla del Ebro, estas democracias europeas en la Conferencia de Múnich aprueban la anexión de la región checoslovaca de los Sudetes, desplazándose cualquier esperanza de una intervención. El 1 de abril de 1939 el bando nacional da por terminada la guerra y el 1 de septiembre del mismo año, el Tercer Reich, una vez probado su armamento en España, invade Polonia.

Me he querido retrotraer a la Guerra Civil española porque los actores que luego se enfrentaron en la Segunda Guerra Mundial ya se batieron antes en España. De ahí que muchos historiadores señalan que la guerra mundial se inició en 1936 en España. Francia y el Reino Unido no intervinieron en España, aprobaron incluso la Conferencia de Múnich, pero no evitaron finalmente la guerra.

Cuando Adolf Hitler se suicida en su bunker y los ejércitos aliados toman Berlín es la constatación que se ha dejado fuera de juego al Tercer Reich alemán, como anteriormente se dejó fuera de juego al Estado fascista italiano de Benito Mussolini, sin embargo quedaba algo: la dictadura de Franco, ideológicamente afín a estos regímenes totalitarios, que sin entrar oficialmente en guerra contra los aliados, había facilitado a los alemanes tanto sus puertos para el abastecimiento de su flota de submarinos, materias primas (entre estas el wolframio, utilizado para el blindaje de los tanques), como enviado la División Azul, en la que participaron más de 40.000 soldados voluntarios, al campo de batalla del Este para matar a comunistas, permanecía intacta a los ojos de todo el mundo.

Albert Camus en su artículo El último gobierno hitleriano publicado el 7 de enero de 1945 en la revista Combat, ve la situación de esta manera:

En esta hora en que los hombres libres del mundo celebran la derrota del fascismo, era necesario denunciar la paradoja que resulta que la Península Ibérica entera esté sometida todavía al régimen fascista, en medio de un mundo que parece encontrarlo natural.

Por lo tanto, el problema es bien claro. Nadie puede ignorar que si Franco continua en el poder es por voluntad de los Aliados. Si los países vencedores suprimieran todas sus relaciones con la España franquista, el régimen falangista tendría sus días contados. [1]

Daba igual que miles de españoles se integrarán tanto en las fuerzas regulares francesas como en las de la resistencia, siendo incluso los primeros en liberar en París [2]. Nadie liberó España del totalitarismo. Sólo el maquis, los guerrilleros antifranquistas, continuaron la guerra hasta que fueron aniquilados. Oficialmente el régimen no fue reconocido por nadie y se le negó formar parte de las Naciones Unidas, fueron los años del ostracismo internacional, en los que el régimen aplicó la política económica de la autarquía, que quedaba definida por la sustentación de esta misma economía por sus propias fuerzas sin inversiones extranjeras y sin apenas comercio exterior. España quedó fuera también del European Recovery Program, comúnmente conocido como el Plan Marshall, una concesión milmillonaria en ayudas e inversiones a la Europa occidental devastada después de la guerra. Sin embargo, fue también el tiempo de la reorientación ideológica del régimen dejando atrás su significación más fascista, cercana al nacionalsocialismo alemán y fascismo italiano, para pasar a la adopción de un nacionalcatolicismo fervientemente anticomunista.

Y esto tenía una explicación. El régimen con la derrota de sus aliados quería marcar distancias, pero también hábilmente orientó su ideología contra el comunismo como El centinela de Occidente porque la realidad geopolítica había cambiado. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial en función de la Conferencia de Yalta y la Conferencia de Potsdam los aliados se repartieron Europa en dos esferas de influencia que se correspondían a los países que habían liberado y por lo tanto ocupado militarmente. Alemania quedó dividida en cuatro sectores, siendo Berlín, también dividida en cuatro sectores, la frontera entre dos mundos diferentes, que Winston Churchill bautizo, muy gráficamente, como El telón de acero. El mundo liderado por los Estados Unidos mantenía un sistema económico capitalista basado en el libre mercado, un sistema político basado en la democracia liberal, y un sistema defensivo basado en la seguridad colectiva bajo la Organización del Tratado del Atlántico Norte, firmado en 1949 e integrado por Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal, y el Reino Unido, que garantizaba la defensa frente a un ataque de cualquier país miembro por todos los demás miembros. Por su parte el mundo liderado por la Unión Soviética mantenía un sistema económico socialista basado en la planificación, un sistema político basado en la democracia popular, y un sistema defensivo equiparable al occidental, el Pacto de Varsovia, firmado en 1955 e integrado por la Unión Soviética, Albania, República Democrática Alemana, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, y Rumania.

En 1955 se celebra en Bandung una conferencia de aquellos pueblos, liderados por Nasser, Nehru, y Sukarno, que, habiéndose emancipado de las metrópolis europeas, no quieren depender de estos dos grandes bloques, de ahí que creen la Organización de los Países No Alineados, que lleva a cabo en 1961 su primera Conferencia en Belgrado agrupando en su seno a 28 países [3]. Este fue el nacimiento del Tercer Mundo, normalmente identificado no hace tanto por quienes desconocen la historia como un sinónimo de países subdesarrollados con poblaciones hambrientas y desatendidas, que, sin embargo, no logró evadirse de las presiones continuas, y en muchos casos de algo bastante peor, por parte de los dos bloques hegemónicos.

La permanente tensión entre estos dos bloques que mantendría una carrera de armamentos, y una constante exportación de su modelo de sistema, que en ocasiones estallaría en forma de conflictos armados en terceros países, implicándose directamente, o con enemigos interpuestos, es lo que conocemos comúnmente como Guerra Fría. La guerra de Corea (1950-1953), la guerra de Vietnam (1964-1975), la guerra civil en Angola (1961-1975 y 1975-1991), y la guerra de Afganistán (1978-1992), fueron los focos conflictivos más importantes. Las disensiones internas dentro de un bloque como fueron de un lado la rebelión de Hungría (1956), la Primavera de Praga (1968), y la revuelta de Polonia (1980), y de otro, la protesta contra la guerra del Vietnam en los Estados Unidos (entre 1964 y 1975) y las protestas del Mayo del 68 en diferentes países occidentales fueron explotadas por cada bloque. El viraje ideológico de Latinoamérica hacía posiciones comunistas, como fue la revolución cubana (1959), que años más tarde enfrentó directamente a las dos superpotencias en la Crisis de los Misiles (1962), o la Revolución Sandinista en Nicaragua en el año 1979, fueron también momentos clave. La propia carrera espacial, más allá del reto tecnológico para nuestra especie, fue también una expresión de la Guerra Fría.

De ahí que esta reorientación ideológica del régimen franquista fue identificada rápidamente por los Estados Unidos durante la Guerra de Corea, cuando éstos expresaron su solidaridad e incluso su disposición a enviar medio millón de soldados. La idea era que Francisco Franco se podría convertir en un buen aliado y España en un territorio que pudiera servir militarmente a los Estados Unidos ante una nueva confrontación militar.

La noticia de que los soviéticos habían conseguido la bomba atómica, la victoria de Mao Zedong y varios escándalos de espionaje ya habían alimentado los temores estadounidenses de que el comunismo amenazaba su patria. Ante la perspectiva de que Europa cayera en manos soviéticas, el Estado Mayor Conjunto presionó para forjar una alianza con España como «último bastión de Europa continental» desde donde lanzar un contraataque. Al principio, a Truman no le parecía políticamente realista, pero sus dudas se disiparon cuando, el 24 de junio de 1950, las tropas norcoreanas invadieron Corea del Sur, que estaba bajo control de Estados Unidos desde 1945.

La especulación desaforada sobre el alcance de las aspiraciones imperiales soviéticas hizo que la administración Truman pasara de una estrategia de contención a una respuesta más agresiva. Si, como muchos suponían, estallaba la Tercer Guerra Mundial, no cabía ni plantearse cualquier intervención en contra de Franco. El 26 de septiembre, mientras las tropas estadounidenses intervenían en Corea y las Naciones Unidas reconsideraban sus relaciones diplomáticas con España, Franco ofreció enviar medio millón de soldados a combatir a Corea.

Y esto tuvo su consecuencia:

El 4 de noviembre de 1950, la Asamblea de las Naciones Unidas votó a favor de autorizar el regreso de los embajadores a Madrid, y España fue admitida en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con la abstención de Gran Bretaña y Francia y el voto favorable de Estados Unidos. Franco aclamó la decisión como un espaldarazo internacional en toda regla a sus políticas. [4]

Esto hizo posible que España el 17 de noviembre de 1952 fuese admitida en la UNESCO. Pero lo que aquí más nos interesa es que en el verano de 1951, el general Eisenhower, comandante supremo de la OTAN, el Pentágono y el Estado Mayor Conjunto «acordaron que se podría enviar una misión militar estadounidense a España a negociar un pacto bilateral». Esta fue la primera piedra de los Pactos de Madrid, el inicio de una relación bilateral entre los Estados Unidos y España, que con su debida transformación se mantiene hasta nuestros días. 

En función de los Pactos de Madrid de 1953 en los que los Estados Unidos a cambio de ayudas económicas al régimen, en forma de préstamos para comprar armamento y productos de primera necesidad, se ubican tres bases militares aéreas (Torrejón de Ardoz, Zaragoza, Morón de la Frontera) desde las que poder abastecer y lanzar su fuerza estratégica de aviones, otra marítima (Rota) desde la que abastecer su flota en el Mediterráneo, y toda una serie de pequeñas instalaciones para comunicaciones y abastecimiento.

Lo que se buscaba con los Pactos de Madrid en palabras de los servicios del Palacio de Santa Cruz (Ministerio de Exteriores) era esto:

En virtud de los acuerdos de 1953 España dejó su política tradicional de neutralidad y autorizó a los Estados Unidos a usar conjuntamente unas bases que eran… de excepcional importancia para el sistema defensivo de Europa y para la seguridad americana. Es justo que mientras esas bases subsistan, con todas las consecuencias que pueden acarrear para España en caso de conflicto, haya una contrapartida por parte de los Estados Unidos que nos permita seguir manteniéndolas y nos ponga en condiciones de defender nuestro suelo en caso de que se produzca una agresión. [5]

En cuanto a las contraprestaciones económicas:

Por parte norteamericana se destacó que, de las asignaciones previas aprobadas por el Congreso, por importe de 125 millones de dólares, 50 millones se utilizarían en equipo bélico y de entrenamiento, empleándose los restantes 75 millones para fortalecer los fundamentos económicos sobre los cuales habría de reposar el programa de cooperación militar. En consecuencia, se destinarían a la financiación de importaciones de materias primas, equipo y otros productos, así como a la obtención de asistencia técnica. Además de los 125 millones de dólares reseñados España recibiría 91 millones adicionales para obtener suministros bélicos y 10 millones para ayuda a la defensa, según la Ley de Seguridad Mutua recientemente votada en el Congreso: en total 226 millones de dólares, que coincidían con la información pública disponible. [6]

El convenio de defensa en su preámbulo establecía estos objetivos: «defensa ante la amenaza que pasaba sobre el mundo occidental, el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales, y cooperar con otras naciones.» [7]

Para los Estados Unidos suponía «apoyar el esfuerzo defensivo español, canalizar el apoyo a través de la concesión de asistencia a España en forma de suministros de material de guerra, materializar esta ayuda para fines convenidos. Todo esto durante un período de varios años, con el fin de contribuir, con la posible cooperación de la industria española, a la eficaz defensa aérea de España y para mejorar el material de sus fuerzas militares y navales». Ahora bien, las contrapartidas para España eran la autorización a los Estados Unidos para «mejorar y preparar para su uso militar las zonas e instalaciones convenidas o que se conviniesen, a realizar las construcciones necesarias a tal fin, acuartelar y alojar al personal civil y militar y atender a su seguridad, disciplina y bienestar, almacenar y custodiar provisiones, abastecimientos, equipo y material, y mantener y manejar las instalaciones y servicios necesarios en apoyo de dichas zonas y de su personal.» [8]

Las alabanzas que hizo el diario Arriba de estos acuerdos son muy gráficas:

De estos convenios podría extraerse sin dificultad alguna una verdadera carta o tabla de derechos de los pueblos libres en relación con las potencias colosales. De ahí el estupor y la admiración que han despertado. [9]

Tenemos más:

Entonces, sobre nuestras posibilidades de victoria, se inclinaba la cirugía internacional. Hoy nos hemos transformado en el eje decisivo de la política mundial. Formamos en la primera línea del mundo. [10]

Y uno más:

No ha sido nuestra situación geográfica, ni las riquezas de nuestro subsuelo, ni nuestra industria pesada las que nos han hecho entrar por la puerta grande de un edificio al que hace unos años se nos cerró tercamente el acceso. Sólo una fuerza ha impulsado a España sobre las páginas de la más reciente historia: nuestra inmensa, indiscutible, rancia y creciente razón. [11]

Sin embargo, como apunta Ángel Viñas, los Pactos de Madrid contenían una cláusula secreta para la activación de estas bases militares:

Uno, de evidente agresión comunista que amenace la seguridad de Occidente. En él las fuerzas norteamericanas podrían hacer uso de las zonas e instalaciones situadas en territorio español, como bases de acción contra objetivos militares, en la forma que fuera necesario para la defensa de Occidente, a condición de que, cuando surja tal situación, ambos países se comuniquen, con la máxima urgencia, su información y propósitos.

Los demás casos no se especificaban, pero eran siempre de emergencia o de amenaza de agresión contra la seguridad occidental. En ellos el momento y el modo de utilización de las zonas e instalaciones situadas en el territorio español, serían objeto de consulta urgente entre ambos gobiernos; y serán determinados a la vista de las circunstancias de la situación creada. [12]

En otras palabras, los Estados Unidos podían activar las bases siempre que consideraran que hubiera una amenaza contra Occidente simplemente comunicándolo al régimen. El término occidental era tan impreciso que podía referirse a los Estados Unidos o a los miembros de la OTAN, pero como en ningún caso se especificaba que las bases se podrían activar contra una agresión contra España, este acuerdo dejaba al régimen sin garantía de seguridad frente cualquier ataque.

En función de la investigación de Ángel Viñas disponemos también de lo que el encargado de negocios en Madrid transmitió a Martín Artajo:

En caso de agresión comunista, o de su inminencia, que amenace la seguridad de Occidente, las fuerzas norteamericanas podrán hacer uso inmediatamente de las zonas e instalaciones estipuladas en este convenio en la forma que sea necesaria para la defensa de Occidente con tal de que, cuando se evidencie la necesidad de tal utilización, los Estados Unidos informen inmediatamente al gobierno español. En caso de que los Estados Unidos deseen utilizar las zonas e instalaciones con fines de combate como consecuencia de la aparición de otra situación especificada con anterioridad, tal utilización será objeto de consulta previa entre ambos gobiernos. [13]

La embajada norteamericana divulgó los aspectos que no contenían los Pactos, y que, como señala Ángel Viñas, era lo que contenían en realidad.

Los acuerdos no eran:

    • Invitación alguna a que España ingresara en la OTAN.
    • Medida encaminada a introducir al gobierno de Madrid en la entonces propuesta Comunidad Europea de Defensa.
    • Pactos de defensa mutua entre dos gobiernos que obligasen a uno a defender al otro.
    • Sustitutivos de la OTAN para proteger Europa.
    • Elementos destinados a hacer de los Pirineos la línea de defensa europea, en caso de ataque soviético a Occidente.
    • Una aprobación política del régimen del general Franco.

Por el contrario, los acuerdos aparecían como:

    • Arreglos económicos-militares que los planificadores estratégicos consideraban beneficiosos para los Estados Unidos y Occidente, incluso al precio que se aceptaban.
    • Complementos de la estrategia defensiva en Europa.
    • Productos de la era nuclear, que hacía más complejos los problemas de defensa.
    • Concesiones a «las realidades» de la situación. [14]

Al mismo tiempo que se firmaron los Pactos de Madrid de 1953 se firmó también con el Vaticano el Concordato con la Santa Sede que aseguraba el catolicismo como la religión oficial del Estado y blindaba al clero en materia de educación. Dos años después de la firma de los acuerdos España, en 1955, es admitida finalmente en las Naciones Unidas, y el 21 de diciembre de 1959, llega la visita de Dwight D. Eisenhower, la primera de un presidente americano después de la Guerra Civil, cerrando así un ciclo de apertura y de reconocimiento para el régimen franquista. En 1963 se renuevan los acuerdos. La relación entre ambos países que se iba a mantener durante toda la dictadura es a prueba de accidentes: el 17 de enero de 1966, un avión B-52, que lleva cuatro bombas de hidrogeno, colisiona con un KC-135, sobre la localidad almeriense de Palomares, muriendo siete de los tripulantes y quedando cuatro más con heridas graves. Tres de las bombas son halladas rápidamente, pero una cuarta ha caído en el mar y no se encontrará hasta unos días después. No ha habido explosión nuclear, pero el accidente causa gran conmoción en la opinión pública, sobre todo internacional, y se desconoce en esos momentos los efectos que ha podido causar la radiactividad, por lo que el baño en una playa de Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo, y Biddle Duke, embajador de los Estados Unidos, es providencial para calmar todo tipo de temores. El incidente de Palomares conlleva a petición española la interrupción temporal de vuelos con armamento nuclear sobre el territorio español, una medida que contrasta con la prohibición que determina el gobierno danés dos años después ante un incidente similar, y que llega en unos momentos en que este tipo de vuelos en estado de alerta ya no son estratégicos. En 1970 los Estados Unidos y España firman en Washington un Convenio de Amistad y Cooperación, inspirados en la Carta de Naciones Unidas, que deroga los acuerdos de Madrid 1953 y ponen al día la relación bilateral, pero que grandes rasgos mantienen lo fundamental.

España pues tras los Pactos de Madrid de 1953 se convirtió en una pieza más, en este caso del bloque occidental, en el tablero de ajedrez de este gran juego de geoestrategia que conocemos como Guerra Fría. En la investigación que he llevado a cabo he estudiado intensamente como esta relación se afianza con el proceso de integración de España en la OTAN.

Anotaciones:

  • [1] Camus, Albert (1966) ¡España libre! Artículos, discursos y documentos sobre el problema español. Editores Mexicanos Unidos. México D.F. 1966.
  • [2] Mesquida, Evelyn (2018) La Nueve: los españoles que liberaron París. Penguin Random House Mondadori. Barcelona.
  • [3] Afganistán, Argelia, Birmania, Camboya, Ceilán, Congo, Cuba, Chipre, Etiopía, Ghana, Guinea, India, Indonesia, Irak, Líbano, Malí, Marruecos, Nepal, Arabia Saudita, Somalia, Sudán, Túnez, República Árabe Unida, Yemen, Yugoslavia, y los siguientes países representados por observadores: Bolivia, Brasil, Ecuador.
  • [4] Preston, Paul (2019) Un pueblo traicionado. España de 1874 a nuestros días: corrupción, incompetencia política y división social. Random House Mondadori. Debate. Barcelona. Página 427.
  • [5] Viñas, Ángel (2003) En las garras del águila. Los pactos con Estados Unidos de Francisco Franco a Felipe González (1945-1995). Crítica. Crítica contrastes. Barcelona. Página 211.
  • [6] Ibídem, página 210.
  • [7] Ibídem, página 212.
  • [8] Ibídem, página 206.
  • [9] Ibídem, página 201
  • [10] Ibídem, página 202.
  • [11] Ibídem, página 203.
  • [12] Ibídem, página 218.
  • [13] Ibídem, página 218.
  • [14] Ibídem, página 239.

Bibliografía:

  • Camus, Albert (1966) ¡España libre! Artículos, discursos y documentos sobre el problema español. Editores Mexicanos Unidos. México D.F. 1966.
  • Fontana, Josep (2013) Por el bien del Imperio. Una historia del mundo presente desde 1945. Pasado y Presente. Barcelona.
  • Fontana, Josep (2017) El siglo de la revolución. Editorial Crítica.
  • Mesquida, Evelyn (2018) La Nueve: los españoles que liberaron París. Penguin Random House Mondadori. Barcelona.
  • Viñas, Ángel (2003) En las garras del águila. Los pactos con Estados Unidos de Francisco Franco a Felipe González (1945-1995). Crítica. Crítica contrastes.

Nota: este artículo forma parte del capítulo El punto de partida de mi tesis doctoral “El proceso de integración de España en la OTAN” defendida en el mes de noviembre del vigente año.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Diciembre 2020.