Periodista, historiador, y ciudadano – por Francesc Sánchez
El deber del periodista es comunicar todo aquello que afecte tanto al resto de personas como a uno mismo. Lo que comunica el periodista son hechos. El grado de afectación de un hecho determinado hacía el mayor número de personas es lo que se conoce como trascendencia social. El periodista pues se debe a aquellos hechos que son de gran trascendencia social y su deber es comunicarlos a la sociedad. Desde el mes de diciembre del pasado año empezaron a darse una serie de contagios de un virus en la ciudad china de Wuhan, que provocaba una neumonía atípica en los pulmones. En un primer momento cuando algunos médicos alertaron de estos hechos fueron silenciados por las autoridades. Finalmente, ante la profusión de casos las autoridades chinas el 31 de diciembre anunciaron al mundo que existía una epidemia en la región de Hubei, provocada por un coronavirus que denominaron científicamente como SARS-CoV-2. Para entonces el virus ya se había propagado por todo el país, y mientras las autoridades de los gobiernos europeos, asesorados por los técnicos científicos, no tomaron ninguna medida, en semanas el virus llegó también al continente. El resto de la historia ya todos la conocéis. Pero no nos desviemos: en este párrafo hablamos del deber del periodista que es el de investigar y comunicar, denunciar y si es pertinente criticar a quien corresponda cuando las cosas no funcionan bien. Los periodistas a fin de cuentas en una democracia, a diferencia de lo que sucede en los regímenes que no lo son, deben de ser algo más que una correa de transmisión del poder, ejerciendo su cometido para establecer un dialogo entre las diferentes estructuras de poder y todos los ciudadanos para que estos puedan ejercer sus derechos en plena libertad.
El deber del historiador es estudiar y explicar el pasado. Al igual que el periodista su fuente son los hechos, pero éstos en cambio para el historiador, son los del pasado. La libertad del historiador debe ser la misma que la del periodista. Pero su cometido es el de ejercer de cronista e investigador del pasado. Sin el trabajo de los historiadores viviríamos en una sociedad amnésica en la que sus ciudadanos serian incapaces de entender el presente, y los que tienen el poder podrían engañarles continuamente. Estos ciudadanos no solo desconocerían lo que sucedió hace cientos o miles de años si no que serían incapaces de entender los hechos que acaecieron meses o semanas antes. Pero esto se debe de saber comunicar adecuadamente a un público que no tiene por qué saber nada de lo que vas a hablarle. De ahí que el trabajo del periodista y el historiador no sólo se complementen si no que tanto uno como otro deben de intercambiar sus papales para entender el pasado y finalmente comunicarlo. En toda esta historia de la pandemia del Covid-19 debe quedar para la Historia en mayúsculas la incidencia del propio virus en la población con sus millones de afectados, como las medidas que se tomaron para combatirlo, que incluye la cuarentena de la mitad de la población del planeta, los errores y los aciertos, para aprender todos ante posibles nuevas amenazas. En el pasado repasando otras pandemias podemos encontrar algunas claves muy significativas que deberíamos tener en cuenta en el presente. Por lo que vamos viendo el trabajo del periodista y el historiador es indispensable para nuestra sociedad, pero nos queda un tercer deber que nos corresponde, este sí, a todos nosotros.
El deber del ciudadano es el de ser, como decía Aristóteles, un animal político. El ciudadano en democracia dispone de unas libertades, derechos, pero también obligaciones, porque forma parte de la sociedad. El ciudadano desde su individualidad debe por lo tanto comportarse políticamente con la sociedad, o lo que es lo mismo responsablemente con los que le rodean y consigo mismo. No es suficiente con ir a votar a las elecciones, aunque esto sea fundamental, si no que es necesario que respete lo acordado por todos a través de nuestros representantes políticos, y se implique activamente en donde decida que es más adecuado. La inmensa mayoría de los ciudadanos durante el Estado de Alarma decretado el Gobierno por la pandemia del Covid-19 ha actuado correctamente: desde el Gobierno se ha pedido a los ciudadanos que renuncien a parte de su libertad quedándose en su casa para evitar la propagación del virus y el colapso de los hospitales, y esto, aunque ha supuesto el dejar de trabajar, estudiar en condiciones, o ver a sus seres queridos, la inmensa mayoría lo ha cumplido. Nada de esto presupone que ante una crisis de estas proporciones debamos dejar de ejercer como animal político, pero querer actuar como si no pasara nada pasando por alto todas las recomendaciones y obligaciones sería un verdadero despropósito, y como hemos visto faltaríamos también a nuestro deber como ciudadanos, acogiéndonos solo a aquello que más nos interesa individualmente.
Puede que lo peor de la pandemia ya haya pasado, pero seguimos en unos momentos difíciles en los que puede haber un rebrote. De ahí que no podemos hacer como si no pasara nada. Hay muchos que han perdido a sus seres queridos. Las consecuencias para la salud de los que han enfermado por el virus gravemente pueden durar mucho tiempo. Las primeras consecuencias económicas ya hay muchos que las han sufrido. El alcance de éstas aún es desconocido. Hay quién antepone la economía a la salud. Yo creo que es un falso debate, pues ambas cosas son necesarias y esenciales, pero muerto no vas a prosperar demasiado económicamente para ti mismo. Para otros a lo mejor sí. Probablemente sin el confinamiento las cifras de muertos se habrían multiplicado por diez y las consecuencias económicas serían peores. Nuestro Gobierno ha cometido errores y muchos en la oposición piden que se corten cabezas, primero por no haber tomado medidas porque este Gobierno no quería una incidencia en la economía, y luego por tomarlas decretando la cuarentena y afectar plenamente a la economía. Las alternativas que estos mismos ofrecen en muchos casos dan escalofríos. Esta semana he visto imágenes por televisión de peleas en las calles que me han avergonzado porque son un insulto a todos aquellos que hemos actuado consecuentemente como ciudadanos. Lamentablemente la clase política no ha estado a la altura, ni creo que lo esté porque todo esto para ellos es una batalla política más de una guerra que no nos va a reportar nada de bueno, pero yo desde aquí espero que los periodistas, los historiadores, y la ciudadanía en su conjunto, todos vosotros, recapacitéis con mis palabras y actuéis en consecuencia.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Mayo 2020.