Estampas ferroviarias – por Francesc Sánchez
Los lectores frecuentes de este
periódico saben que mi preferencia para realizar viajes es la de hacerlo
en
tren. Me resulta muy cómodo porque te puedes levantar de tu asiento,
dispones
de tiempo para leer, puedes ver el paisaje, se puede terciar
conversación con
los demás, y hasta si queremos es un medio de transporte que apenas
contamina. Por
lo que aplaudo que Greta Thunberg, esta joven activista ecologista, que
tanto
me recuerda a Juana de Arco tanto por su «carácter guerrero» como por
sus «visiones y profecías», también se mueva en tren por el continente,
dando ejemplo a
su generación. Su última hazaña- porque hay que considerarla así- ha
sido la de
viajar desde Madrid hasta Estocolmo: nada menos que 3.100 kilómetros. En
la
fotografía que incluyo arriba se la pueda ver en el suelo de uno de
vagones al
lado de su equipaje, y ha causado cierta polémica porque Greta Thunberg
pretendía
mostrar a todos través de Twitter «el abarrotamiento en los trenes
alemanes». Mensaje que Deutsche Bahn contestó de esta manera:
En cualquier caso, voy a aprovechar este gran viaje de Greta Thunberg para decir unas cuantas cosas que creo que son más interesantes: de Madrid a Estocolmo, como decía más arriba, hay una distancia aproximada de 3.100 kilómetros, que puede ser cubierta entre 34 y 46 horas. Pero no pensemos que esto es cosa de subirse a un tren en Madrid y bajarse del mismo en Estocolmo: eso es sencillamente imposible. Para llegar a nuestro destino tendremos que tomar entre siete y diez trenes, o lo que es lo mismo siete o diez billetes con sus respectivas reservas. Un billete en tren AVE – SNCF de Barcelona a Paris nos puede llegar a salir entre los 84 euros y los 200 euros, dependiendo de la antelación con que lo compremos. Por lo tanto, ya pueden empezar a hacer cuentas de cuanto nos pueden costar siete billetes de tren para llegar a Estocolmo. En realidad, la única posibilidad que tenemos para que nos resulte medianamente económico tomar tantos trenes es disponer de un pase tipo Interrail: el más barato para esta aventura en segunda clase nos puede salir por 196 euros. Pero a esto le deberemos sumar todas las reservas en estos trenes que nos pueden llegar a duplicar el billete si no las hacemos con suficiente antelación.
El primer viaje en Interrail que hice en 1998 fue equiparable al que
ha hecho Greta Thunberg, pero en lugar de ir hacia el Norte fui hacía el
Este. Hice largos trayectos en trenes nocturnos que hoy apenas existen,
pero obligatoriamente tuve que descansar y retomar fuerzas: una primera
etapa hasta Paris, otra hasta Ámsterdam, otra hasta Múnich, y de ahí
hasta Salzburgo, y otra hasta Budapest. Luego subí hasta Cracovia, y de
ahí hasta Praga. Entonces decidí volver hasta Ámsterdam, y de ahí hasta
Paris, para bajarme hasta Barcelona. Este viaje no lo hice, lógicamente,
solo para viajar en tren, si no para conocer Europa, y me llevo
prácticamente un mes. Pero si ya se han empezado a marear con mi
itinerario, imagínense lo que puede llegar a ser un viaje de entre 34 y
46 horas de Madrid a Estocolmo, bajándose sólo de un tren en las
estaciones para hacer trasbordo en otro tren. De ahí que el viaje de
Greta Thunberg del que desconocemos los detalles no es poca cosa. Tengo
reciente mi último viaje a Estrasburgo y puedo asegurar que para el tren
nocturno entre Cerbère y Paris es necesaria cierta filosofía.
Pero vamos a mi denuncia: las intenciones de Greta Thunberg pueden ser muy buenas, pero no todos somos Greta Thunberg, porque no disponemos en muchos casos ni de la capacidad económica ni del tiempo necesario para llevar a cabo este tipo de viajes. Hacerlo sin llevar la intención de conocer el continente me parece descabellado, lo miremos por donde lo miremos, porque son demasiadas horas, y porque económicamente nos puede salir caro. Más si tenemos en cuenta que un billete en avión de Madrid a Estocolmo cuesta 48 euros y el vuelo no dura más de 4 horas. Esto no significa que debamos rechazar el tren para movernos por el continente, todo lo contrario, pero si tenemos que viajar por cuestiones de trabajo hacía un lugar determinado hacerlo en distancias tan largas no resulta nada practico. No tenemos nuestro Transiberiano que nos lleve de Madrid a Estocolmo, como lo hace este tren mítico de Moscú a Vladivostok. Por no tener no tenemos siquiera trenes internacionales que nos lleven a las principales capitales europeas. Siempre tenemos que tomar más de un tren, quizá dos, quizá hasta tres. Antes se podía viajar desde Barcelona hasta Ginebra y Milán, ahora nos tenemos que conformar con la alta velocidad a Paris, o llegar hasta la frontera y tomar los trenes de SNCF.
Por lo tanto, para mi cuando oigo a Emmanuel Macron decir que quiere que nos movamos más en tren y menos en avión por el continente, no se bien de que nos está hablando. Bien haría en cuidar mejor de los trabajadores de SNCF que no hace tanto le montaron una huelga por querer aplicarles recortes de todo tipo. Este tipo de deseos me recuerda a la iniciativa de la Unión Europea del billete gratuito de Interrail para los jóvenes de 18 años que ante la alta demanda es incapaz de ofrecer billetes para todos. Buenas palabras, pero pocos hechos. Disponemos de unas redes de ferrocarriles estatales medianamente aceptables*, pero no están bien conectadas unas de otras y el precio, a no ser que te muevas por investigación antropológica, es muy elevado, más si lo comparamos con el avión. Y es una lastima porque el tren es una buena forma para conocer tanto la geografía europea como sus diferentes pueblos.
Anotación:
* No es el caso de la red de Cercanías de Barcelona que es la que más conozco y que acumula miles de denuncias públicas por su mal funcionamiento. Probablemente por falta de inversiones adecuadas. Lo mismo se puede decir del tren hacía Extremadura. Hace poco también la meteorología dejo fuera de combate también a la red francesa en las regiones del Mediodía. Todo esto lógicamente lo arreglara el desembarco de las compañías estatales francesa e italiana en la red de alta velocidad española.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 21 Diciembre 2019.
“Estimada #Greta, ¡gracias por apoyarnos a los trabajadores ferroviarios en la lucha contra el cambio climático! Nos agradó que viajaras en el ICE 74 con nosotros el sábado. Y con electricidad 100% verde”, decía el primer tuit. Y en el segundo tuit, la compañía de ferrocarriles escribió: “Hubiera sido aún más bonito si tú hubieras informado también de con cuánta amabilidad y competencia nuestro equipo te atendió en tu asiento en primera clase”.Palabras que Greta Thunberg contestó aportando más información:
“Nuestro tren de Basilea fue retirado. Así que nos sentamos en el suelo en 2 trenes diferentes. Después de Gotinga conseguí un asiento. Esto no es un problema, por supuesto, y nunca dije que lo fuera. Los trenes abarrotados son una gran señal, porque significa que la demanda de viajes en tren es alta”.Por lo tanto, por lo que se ve «no había denuncia alguna», aunque todo el mundo lo interpretó de esa manera, y la fotografía quería mostrar el hecho positivo de que muchas personas utilizan a diario el tren. Por lo que se ve todos estamos un tanto susceptibles. Me voy a limitar a decir que por mi experiencia personal que todos los billetes de tren en largo recorrido sean en primera o en segunda clase, requieren de una reserva que «te asegura un asiento». De hecho, sin esa reserva puedes buscarte un problema porque los tiempos en que podías viajar en trenes de largo recorrido (por ejemplo, con un pase de Interrail) sin reserva de asiento han pasado a la historia. Y específicamente con Deutsche Bahn nunca he tenido el menor problema. No sucede así claro en los trenes regionales o de cercanías porque en estos trenes no es necesaria la reserva de asiento. Quizá por ahí van las cosas.
En cualquier caso, voy a aprovechar este gran viaje de Greta Thunberg para decir unas cuantas cosas que creo que son más interesantes: de Madrid a Estocolmo, como decía más arriba, hay una distancia aproximada de 3.100 kilómetros, que puede ser cubierta entre 34 y 46 horas. Pero no pensemos que esto es cosa de subirse a un tren en Madrid y bajarse del mismo en Estocolmo: eso es sencillamente imposible. Para llegar a nuestro destino tendremos que tomar entre siete y diez trenes, o lo que es lo mismo siete o diez billetes con sus respectivas reservas. Un billete en tren AVE – SNCF de Barcelona a Paris nos puede llegar a salir entre los 84 euros y los 200 euros, dependiendo de la antelación con que lo compremos. Por lo tanto, ya pueden empezar a hacer cuentas de cuanto nos pueden costar siete billetes de tren para llegar a Estocolmo. En realidad, la única posibilidad que tenemos para que nos resulte medianamente económico tomar tantos trenes es disponer de un pase tipo Interrail: el más barato para esta aventura en segunda clase nos puede salir por 196 euros. Pero a esto le deberemos sumar todas las reservas en estos trenes que nos pueden llegar a duplicar el billete si no las hacemos con suficiente antelación.
Itinerario propuesto: Madrid – Figueres – París – Mannheim – Hamburg – Koebenhavn – Stockholm – 37.18 horas |
Pero vamos a mi denuncia: las intenciones de Greta Thunberg pueden ser muy buenas, pero no todos somos Greta Thunberg, porque no disponemos en muchos casos ni de la capacidad económica ni del tiempo necesario para llevar a cabo este tipo de viajes. Hacerlo sin llevar la intención de conocer el continente me parece descabellado, lo miremos por donde lo miremos, porque son demasiadas horas, y porque económicamente nos puede salir caro. Más si tenemos en cuenta que un billete en avión de Madrid a Estocolmo cuesta 48 euros y el vuelo no dura más de 4 horas. Esto no significa que debamos rechazar el tren para movernos por el continente, todo lo contrario, pero si tenemos que viajar por cuestiones de trabajo hacía un lugar determinado hacerlo en distancias tan largas no resulta nada practico. No tenemos nuestro Transiberiano que nos lleve de Madrid a Estocolmo, como lo hace este tren mítico de Moscú a Vladivostok. Por no tener no tenemos siquiera trenes internacionales que nos lleven a las principales capitales europeas. Siempre tenemos que tomar más de un tren, quizá dos, quizá hasta tres. Antes se podía viajar desde Barcelona hasta Ginebra y Milán, ahora nos tenemos que conformar con la alta velocidad a Paris, o llegar hasta la frontera y tomar los trenes de SNCF.
Por lo tanto, para mi cuando oigo a Emmanuel Macron decir que quiere que nos movamos más en tren y menos en avión por el continente, no se bien de que nos está hablando. Bien haría en cuidar mejor de los trabajadores de SNCF que no hace tanto le montaron una huelga por querer aplicarles recortes de todo tipo. Este tipo de deseos me recuerda a la iniciativa de la Unión Europea del billete gratuito de Interrail para los jóvenes de 18 años que ante la alta demanda es incapaz de ofrecer billetes para todos. Buenas palabras, pero pocos hechos. Disponemos de unas redes de ferrocarriles estatales medianamente aceptables*, pero no están bien conectadas unas de otras y el precio, a no ser que te muevas por investigación antropológica, es muy elevado, más si lo comparamos con el avión. Y es una lastima porque el tren es una buena forma para conocer tanto la geografía europea como sus diferentes pueblos.
Anotación:
* No es el caso de la red de Cercanías de Barcelona que es la que más conozco y que acumula miles de denuncias públicas por su mal funcionamiento. Probablemente por falta de inversiones adecuadas. Lo mismo se puede decir del tren hacía Extremadura. Hace poco también la meteorología dejo fuera de combate también a la red francesa en las regiones del Mediodía. Todo esto lógicamente lo arreglara el desembarco de las compañías estatales francesa e italiana en la red de alta velocidad española.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 21 Diciembre 2019.