Lo han sacado – por Francesc Sánchez
El pasado jueves 24 de octubre el estado sacó a Franco del Valle de los Caídos. Siete operarios, en presencia de una comitiva del Gobierno encabezada por la ministra de Justicia Dolores Delgado, levantaron la pesada losa de mármol bajo la que se encontraba el doble féretro (uno de madera y otro de zinc) que contiene en su interior el cuerpo embalsamado del dictador. Y de ahí lo llevaron en cortejo, en algún momento por familiares del difunto, que gritaron ¡Viva España! y ¡Viva Franco!, a un helicóptero de las Fuerzas Armadas que a su vez lo llevó al cementerio de Mingorrubio para su inhumación, donde en las inmediaciones lo esperaban unos centenares de nostálgicos con las banderas del águila, entre los que se encontraba el golpista ex Teniente Coronel Antonio Tejero, que a su vez también gritaron ¡Viva España! y ¡Viva Franco! La ceremonia familiar en el cementerio, en la que el estado prohibió tomar videos o imágenes, hecho que causo indignación entre los familiares denunciando su derecho a la libertad de expresión y denunciando el vigente régimen como una dictadura, fue oficiada por el hijo de Tejero.
La familia desde que el Gobierno le comunicó sus intenciones de exhumar a su ascendiente ha expresado que esto era «una profanación», que finalmente -mantienen- se «ha hecho realidad». Podemos remontarnos al 20 de noviembre de 2002 cuando el Partido Popular pactó con todos los grupos políticos una resolución en la que «se condenaba el alzamiento», y se hacía un «reconocimiento moral a quienes padecieron la represión de la dictadura franquista» prometiendo ayudas para reabrir las fosas comunes. Franco sale del Valle de los Caídos porque, en función de la Ley de Memoria Histórica de 2007 promulgada por el Gobierno de Zapatero, una mayoría en el Parlamento así lo aprobó en el mes septiembre de 2018. Para la izquierda sacar a Franco era «algo necesario para cerrar nuestra Transición», si acaso, para parte de la izquierda, se ha hecho «tarde», y en cuanto a la derecha, que se abstuvo en la votación, nunca ha sido «un asunto importante», remarcando en estos meses, que el gobierno lo ha llevado a cabo por «puro electoralismo». Vale la pena comentar brevemente quién fue ese hombre y que fue este Valle de los Caídos.
Francisco Franco Bahamonte fue un militar que se sublevó desde Marruecos contra la República después que el Frente Popular venciera en las elecciones de 1936. Esta misma República que con sus claro oscuros para media España fue una esperanza y para la otra media una corte de asesinos. El golpe se lleva a cabo entre el 17 y 18 de julio, pero fracasa en las principales ciudades por la voluntad del pueblo, hecho que no disuade a los militares sublevados para iniciar la guerra civil, dejando a España dividida virtualmente en dos mitades. Los generales Emilio Mola, José Sanjurgo, Gonzalo Queipo de Llano, y Manuel Goded, tenían un peso importante en el ejército sublevado, pero tenemos que el 1 de octubre de 1936, Francisco Franco, en la Capitanía General de Burgos, toma el cargo de Generalísimo del Ejército y Jefe del Gobierno del Estado. Por lo tanto, ahí lo tenemos. La guerra finaliza tres años después con más de medio millón de muertos y un país destrozado. Sin embargo, Franco no fue magnánimo con los vencidos, decenas de miles fueron fusilados después del conflicto, y más de doscientos mil fueron encarcelados.
Medio millón de españoles tomaron el camino del exilio, hacía Francia a través de los Pirineos, y hacía América embarcados en los puertos de levante. Franco, considerado un héroe por muchos, no restableció la República en España si no que instauró una dictadura ideológicamente homologable al fascismo europeo, con la cobertura de la Iglesia Católica. El Nacional Catolicismo en España tuvo dos etapas diferenciadas: en la primera tenemos un país destrozado en el que el peso del Movimiento falangista fue crucial orientando la economía hacía la autarquía, y en la segunda, una vez que los fascismos en Europa han sido derrotados, se cede el peso a los tecnócratas del Opus Dei, que propiciaron una apertura económica. Franco en pocos años de ser el aliado de Hitler y Mussolini, los aliados que tanto contribuyeron a su victoria, paso a serlo de Estados Unidos, como un baluarte contra el comunismo en el contexto de la Guerra Fría. España pues pasaba a ser «la reserva espiritual de occidente» hasta la muerte del dictador en su cama en 1975.
En cuanto al Valle de los Caídos se inicia su construcción al finalizar la guerra y se abre al público veinte años después. En función de lo que investigó Daniel Sueiro se emplearon a más de 20.000 trabajadores para horadar la montaña y construir el monumento con su respectiva cruz de 150 metros de altura, y el resto del complejo constituido por la Basílica y el Monasterio. De estos 20.000 trabajadores, la mayoría eran prisioneros de guerra que trabajando pudieron ver de nuevo la luz del sol y obtuvieron una redención en sus penas. Sueiro afirma que el coste del monumento fue del orden de los «1.000 millones de pesetas» y que según le contaron fue financiado por aportaciones voluntarias y un número especial anual de lotería. El Valle de los Caídos inicialmente fue concebido como una enorme tumba en la que enterrar a «los mártires» de la Guerra Civil, es decir aquellos soldados sublevados que murieron en la guerra. Sin embargo, la mayoría de ellos ya había obtenido sepultura cristiana en los cementerios que sus respectivos familiares habían elegido, por lo que se decidió enterrar también a miles de soldados republicanos que previamente habían sido enterrados en fosas comunes. Este es el argumento que utilizó el régimen para vender el Valle de los Caídos como un símbolo de la reconciliación. Daba igual que no se supiera realmente quienes fueron enterrados ahí, o que no fueran todos católicos, ni siquiera creyentes, el caso es que esta gran tumba con más de 33.000 cadáveres ha llegado hasta nuestros días.
En cuanto al porqué Franco está enterrado en el Valle de los Caídos se argumenta que él no quería estar ahí, si no en el Pardo, pero que a su muerte el régimen decidió ubicarlo al lado de José Antonio, el líder de Falange, que sí fue fusilado durante la Guerra Civil. Desde entonces el Valle de los Caídos ha sido punto de reunión de nostálgicos del régimen que sin ambages hacen apología de la dictadura.
Han sacado a Franco, pero ahora el Gobierno, sea del signo que sea, va a tener que enfrentarse a las demandas de los familiares que no quieren que sus difuntos sigan en el Valle de los Caídos. La dificultad de saber a quienes corresponden los restos de los que ahí hay es enorme pero técnicamente hoy es posible. Más allá de esto el Gobierno se va a encontrar con el dilema de que hacer con el Valle de los Caídos: dejarlo como está, una resignificación, un memorial, o un museo, en el que se explique que fue esto y quién lo construyó, son las opciones que se barajan. Esto puede quedarse ahí o, en función de la Ley de Memoria Histórica, puede ser mucho más amplio: Pedro Sánchez en la comparecencia posterior al traslado de Franco, hizo hincapié en los cientos de miles de españoles que se exiliaron después de la guerra, en los miles que lucharon en la Segunda Guerra Mundial, en los miles que murieron en los campos de exterminio nazis, y en las decenas de miles de españoles que siguen desaparecidos en fosas comunes en nuestro país. La ministra de Justicia, Dolores Delgado, ha llegado a afirmar que «la apología del franquismo debería castigarse con el código penal».
Cualquier país que se precie debe conocer su propia historia. Nuestros vecinos europeos no sólo la conocen si no que la rememoran para no olvidarla. Y esto no sólo se hace a nivel individual o colectivamente si no también institucionalmente. Esto en España es una asignatura pendiente. Y la explicación se debe a nuestra propia historia: cuando murió el dictador, en el proceso histórico que conocemos como la Transición de la Dictadura a la Democracia, todas las formaciones políticas se pusieron de acuerdo en no pedir cuentas con el pasado y mirar hacía el futuro. Sin embargo, precisamente esto también llevaba implícito el dejar de explicar parte de nuestra historia, y por esta amnesia institucional y pedagógica principalmente, muchos españoles que no vivieron la Dictadura y la Transición desconocen su propio pasado. Y probablemente por esa razón nos seguimos dividiendo y peleando por hechos que sucedieron hace ochenta y también hace más de cuarenta años. Peces Barba del Brio, en el programa de La Clave dedicado al Valle de los Caídos conducido por José Luis Balbín, emitido en Televisión Española nada menos que en 1983, afirmaba que «la propia historia será la que juzgue ese monumento». Pedro Sánchez por sacar a Franco, aunque demasiado tarde para muchos que ya no están entre nosotros, entra por este hecho también en la Historia.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 27 Octubre 2019.