Revolución liquida – por Francesc Sánchez


Me he pasado dos días pensando y escribiendo un largo artículo sobre las dos ideologías que para mí supusieron un cambio revolucionario en el pasado siglo XX desde lo que entendemos como izquierda, aunque precisamente una de estas ideologías desborde esa categoría. Relataba los inicios y a la aplicación práctica por diferentes comunidades y estados hasta nuestros días tanto en Europa y los Estados Unidos, como en esto que sin saber bien la mayoría de donde procede, llamamos el Tercer Mundo. Lo que sucede es que las líneas que formaban sus respectivos párrafos se alargaban demasiado, salían muchos párrafos, y en cierto sentido son cuestiones que he tratado en artículos anteriores que podéis encontrar en este mismo medio de comunicación. En cualquier caso, me he dado cuenta de que todo esto que estaba contando por su extensión e importancia podía eclipsar el tema del artículo que viene definido por su título. Así que iremos al concepto.

El filósofo Zymunt Bauman, recientemente desaparecido, acuñó el término de la modernidad líquida para definir la dinámica de las sociedades actuales capitalistas, y a las propias relaciones sociales entre las personas que buscan continuamente su propia identidad. En el sistema capitalista, y probablemente, aunque no lo sospechemos en todos los demás, nada es perpetuo, nada es para siempre, y la clave es, la adaptabilidad que tenga tanto los individuos como las sociedades. Ya lo decía mucho antes Charles Darwin cuando teorizaba sobre la evolución biológica afirmando que sobrevive aquel sujeto que mejor adaptabilidad tiene. Sin embargo, estas teorías no son reconfortantes y pueden ser la coartada perfecta para desestabilizar tanto el mundo como nuestras propias vidas por quién tiene el poder de hacerlo. Puede ser muy tentador pensar que la vida es una aventura, pero no lo es tanto cuando quieres crear un proyecto a medio o largo plazo, y encima otros te lo impiden. De ahí que en la historia de la humanidad las sociedades han creado su propia mitología, religiones, y la ciencia política, que al mismo tiempo que buscaban la felicidad humana también establecían un orden, y en muchas ocasiones un recorte de libertades.

El concepto de Revolución liquida que presento en este texto no es más que la búsqueda de los pueblos, y dentro de estos de los individuos, de un cambio hacía mejor en sus vidas. Esto coincide exactamente con el término de revolución convencional. Sin embargo, la Revolución líquida a diferencia de la revolución que conocíamos hasta ahora por su propia definición nunca plantea nada a medio o largo plazo y por lo tanto no llega a satisfacer a nadie. Puede que en un primer momento exija cambios radicales, en otros cosméticos, y más adelante desaparezca, perdiéndose estos recuerdos como lágrimas en la lluvia.

Tres son los factores que aplico al concepto de Revolución liquida: 1. El fin de las ideologías revolucionarias, 2. El cambio tecnológico, y 3. El alto riesgo de manipulación.

La suspensión del anarquismo español por aniquilación, y el fracaso del marxismo revolucionario desde la desaparición de la Unión Soviética, por no hablar de la implementación del capitalismo en China, o el abandono de la socialdemocracia europea de buena parte de su argumentario, llevó a las personas de izquierdas a una pérdida de referentes tangibles, momento que fue aprovechado por el poder establecido para imponer el peor modelo de sistema capitalista, como si fuera una verdad biológica irreformable e insustituible. Esta victoria por renuncia o incapacidad del enemigo produjo el espejismo que nos presentaba Francis Fukuyama en 1992 en su ensayo El fin de la historia, donde se mantenía que la desaparición del bloque comunista demostraba no solo la hegemonía americana en el mundo, sino también la rápida implantación en todo el mundo del sistema capitalista bajo la democracia liberal, que dirimiría toda clase conflictos, y hasta los haría desaparecer. Pronto se descubriría que esto era una falacia, porque desde entonces hemos asistido a multitud de conflictos armados y golpes de estado, sin que por ello el modelo de la democracia liberal se haya impuesto en nuevos países.

La difusión de todo tipo de mensajes a través de los medios de comunicación de masas desde su aparición hacía que se pudiera informar sobre una realidad política determinada o un conflicto determinado. Pero estos medios de comunicación no solo muchas veces no eran objetivos o imparciales, aunque así se mostrasen, sino que además fueron generando la realidad que consumían los individuos, llegando incluso a moldear sus propias mentes. De ahí que se ponga mucho énfasis en un conflicto determinado o una determinada realidad social, enfocados de una determinada manera, y se omita otros por no interesar a los propietarios de estos mismos medios de comunicación. El cambio tecnológico que supuso la fabricación masiva de ordenadores y otros dispositivos al lado de la implementación de redes telemáticas ha supuesto un acceso activo a la información: los medios de comunicación convencionales como decíamos focalizan en una determinada dirección, pero con la irrupción de Internet se habría dado la posibilidad de acceder a innumerables fuentes de información. Sin embargo, como veremos, el invento puede que haya muerto de éxito.

La manipulación es un hecho y la aparición de las redes sociales en lugar de erradicarla la ha popularizado. Hoy todo el mundo desde su casa con su ordenador puede ser un gran manipulador y muchos incautos, o simplemente aquellos que no quieran o no puedan comprobar la información que recibe, caen en el engaño. La Radio de las Mil Colinas incitó en Ruanda en 1994 a sus oyentes hacía el genocidio a machetazos provocando un millón de muertos. Pero las imágenes y comentarios que cualquiera puede recibir a través de las redes sociales, que normalmente son reproducidos incesantemente, no solo pueden ser falsas si no que por su emotividad pueden incitar en el mejor de los casos a la Revolución liquida y en el peor, abocarnos al desastre. Pronto se descubriría que esto no era una falacia, pero el daño ya estaba hecho.

Por lo tanto, tenemos que la Revolución liquida es emotiva, la mueve el corazón y las vísceras, puede derrocar un gobierno, puede incluso destruir un país, pero una vez hecho esto por su propia naturaleza de falta de ideología es incapaz de realizar un cambio significativo en la sociedad donde se produce. De ahí el fracaso de la Primavera Árabe, que no fue otra cosa que una serie de revueltas que no lograron generar un cambio político significativo hacía mejor, y en muchos casos fueron fagocitadas por cruentas guerras civiles. Por el contrario, el ascenso tanto político como militar del islam, que sí que tiene detrás una ideología y un proyecto social a medio y largo plazo, si podemos considerarlo revolucionario, aunque lo que propongan en muchos casos sea retrograda y deleznable. Lo mismo sucedió en las ex repúblicas soviéticas con las revoluciones de colores, que fueron conducidas por Estados Unidos bajo las Sagradas Escrituras de Gene Sharp, para derrocar a una serie de autócratas, pero sobre todo para cortar sus lazos con Rusia. Retrocedamos por un momento en el tiempo. ¿Cabe mayor despropósito que las guerras de Yugoslavia en las que las repúblicas socialistas se hicieron de la noche a la mañana nacionalistas y por su irredentismo llevaron a sus pueblos al desastre?

¿Nos sorprendemos entonces de que las personas voten cosas extrañas? ¿No estaremos ante un síntoma de que algo no funciona bien? No utilicen mi texto como si estuviera mostrando que la causa de lo que estamos hablando es la Revolución liquida, ésta es sin duda en mi opinión la consecuencia.

Por eso lector, sientete libre de ser un revolucionario, pero plantéate si tu revolución, como históricamente ha sido es para vivir mejor o no es más que un cambio de amos que te aboque en su beneficio al precipicio y nos perjudique a todos, mientras se hace valida aquella frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en el Gatopardo, que venía a decir, “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Ahora amigo lector has comprendido el concepto de la Revolución líquida.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.

Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Octubre 2017.