El referéndum que nunca existió – por Francesc Sánchez


Por fin todos aquellos que querían votar este 1 de Octubre (recordar esta fecha porque va haber un antes y un después) lo han podido hacer. Lo han hecho en unas urnas en forma de cubo, en al menos dos millares de colegios, ocupados festivamente hace dos noches, con un censo de procedencia desconocida, sin el envío de papeletas a los domicilios de los ciudadanos, sin explicar en ningún caso que beneficios y perjuicios contrae votar una u otra cosa, en función de una ley emanada de la mayoría parlamentaria, hecha de espaldas a toda la oposición, sin contar con la mayoría de dos tercios, necesaria en el Parlamento para leyes de envergadura, como son la reforma del Estatuto o la creación de nueva Ley Electoral. Una ley que antecede a otra de transitoriedad que permite al gobierno de la Generalitat proclamar la independencia si el resultado de esta votación vinculante es favorable. Objetivo conseguido. El 1 de Octubre el gobierno se ha llenado de gloria. Pero esto es solo es una parte del relato. Esta votación se ha hecho con la oposición frontal del gobierno de España, declarándola ilegal, con el boicot de la oposición que no ha hecho campaña, con el precedente de la inhabilitación de algunos cargos públicos por una consulta anterior, la detención de otros cargos involucrados en esta votación, la incautación de millones de papeletas y propaganda, el cierre de decenas de páginas en Internet, el envío de miles de policías y guardias civiles, que cuando abandonaban su región eran vitoreados a gritos de “¡Viva España!” y “¡A por ellos!”, que en el día señalado, ante la pasividad de la policía autonómica, han hecho cumplir a porrazos el mando del Tribunal de Justicia Superior de Cataluña para intervenir el referéndum y cerrar todos los colegios, provocando centenares de heridos. Objetivo conseguido.  El 1 de Octubre el gobierno se ha llenado de gloria.

¿Valía la pena llegar a esto? Por lo que parece la respuesta es afirmativa porque compruebo quedándome estupefacto que cada parte está vendiendo la pieza como una victoria. Para unos el Estado español es una cárcel de pueblos franquista que ha enviado a sus fuerzas de ocupación a poner un orden que les es ajeno en una tierra que históricamente se ha mostrado irredenta haciendo buena para los que la reprimen aquella sentencia del General Espartero en 1842 que decía que “Hay que bombardear Barcelona cada 50 años para mantenerla a raya.” Para otros el problema es el respeto a la ley y el ascenso del nacionalismo, alimentado desde hace décadas en las escuelas públicas y en los medios de comunicación, lamentándose de haber cedido tanto ante unos políticos insolidarios que no han cesado de atosigar, y por un pueblo que por una extraña razón se siente diferente que está actuando movido por un delirio como el de los nacionalsocialistas. En medio de estas dos posturas existe una tercera vía que pide diálogo y negociación, para definir una España en la que todos nos encontremos a gusto, que comprende que la financiación de las comunidades autónomas debe ser la suficiente, que contempla que algunas de estas comunidades mantienen vivas diferencias culturales, sean estas reales o imaginarias, que atinadamente recuerda que el ahora presidente Mariano Rajoy recorrió España recogiendo firmas en contra del Estatuto para Cataluña, que su partido recurrió al Tribunal Constitucional este nuevo contrato, aprobado por el Parlamento catalán y el Congreso, votado por la ciudadanía catalana, zanjándose la historia con unos recortes, que nada gustaron a estos mismos catalanes. Mirándolo en retrospectiva se hizo bueno el dicho: no querías café, pues toma dos tazas.

Esta tercera vía que en Cataluña existe, aunque no tenga tanta visibilidad porque en este clima tan estupendo da un poco de vergüenza, rechazo, y genera una auto marginación, en España aún es minoritaria y es interpretada como un síntoma de debilidad o de alta traición. El problema es que quién la defiende en un caso no tiene la audacia de desarrollarla y hacerla real, y en otro, cuando exige claramente un referéndum legal y pactado, acudiendo recurrentemente a la denuncia del pecado original de la Transición, no tiene o no muestra cuál es su idea de España. El 1 de Octubre es el resultado de todo esto pero también de aquella crisis económica que se inició en el 2008 que en Mayo del 2011 sacó a muchos jóvenes y no tan jóvenes en aquello que se llamó el Movimiento 15M, fueron momentos en los que el gobierno de la Generalitat empezó a aplicar duros recortes sociales a la población, y también en los que empezaron a salir a luz púbica multitud de casos de corrupción. Era cuando la policía autonómica era muy diligente y demostraba que sabía pegar igual de fuerte. Entonces mágicamente se acusó a Madrid de todo y se dio el paso cualitativo hacía un referéndum sin garantías y puede que hacía una declaración unilateral de independencia. Yo en cualquier caso soy más puñetero y recuerdo todo aquello de la Guerra de Iraq y su oposición en las calles. Algo quedó.

Por si no ha quedado claro: mi condena total hacía la represión.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.

Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 2 Octubre 2017.