Merodeando por la Iglesia de Sant Andreu de Palomar


La iglesia de Sant Andreu de Palomar que irrumpe entre la Plaza de Orfila (sede del distrito) y la Estación de Ferrocarriles de Sant Andreu Comtal (la primera en la ciudad viniendo desde el Norte) es una construcción bastante reciente que fue proyectada a mediados del siglo XIX, primero por Pere Falqués i Urpí y después por Josep Domènech i Estapà, pero sus orígenes, sobre los que fue reconstruida y ampliada, son más remotos.

Sant Andreu de Palomar se levanta sobre la ubicación de un templo románico del siglo X que fue destruido al menos dos veces por los musulmanes. Primero por Almanzor y después por los almorávides. Ya en la época moderna, en 1640, medio centenar de campesinos y segadores (otras fuentes mencionan la cifra de 3.000) llevando la imagen de Cristo de la parroquia del Sant Andreu de Palomar, se dirigieron a Barcelona para protestar contra los abusos de los soldados y participando en los hechos que se han conocido como el Copus de Sang, en los que mataron al virrey Dalmau de Queralt. Fue en 1850, como decíamos más arriba, cuando el arquitecto Pere Falqués i Urpí, empezó a reconstruir y a ampliar la iglesia, con la mala fortuna de que en 1882 se desmoronó la cúpula, matando a siete personas e hiriendo a once más. Entonces tomó el relevo Josep Domènech i Estapà, terminándose las obras en el año 1904.

De ahí en adelante asistimos a una serie de incendios y reconstrucciones. El primero se produce en lo que se ha venido a conocer como la Semana Trágica, el levantamiento anticlerical que se produjo entre el 26 de Julio y 1 de Agosto, siendo reconstruida un año después. El segundo en 1936, en el contexto de la Guerra Civil, siendo nuevamente reconstruida al finalizar la contienda. Josep Verdaguer, entre los años 1954 y 1960, pinta en el interior los murales. Sin embargo, la destrucción no queda ahí, pues las obras del metro entre 1966 y 1967, producen en el templo grandes grietas que no serán reparadas completamente hasta mediados de los años ochenta. Nos dejábamos algo:  en 1976, tres centenares de mujeres, esposas de los trabajadores de Motor Ibérica, se encerraron un mes con sus hijos para evitar los despidos y el cierre de la fábrica. Luego vendrían otros encierros para la liberación de los presos políticos. En nuestros tiempos la cúpula ha sufrido desprendimientos y desde el otoño de 2007 la Generalitat de Catalunya a través del Incasol, con fuentes económicas procedentes del Ayuntamiento de Barcelona, la propia Generalitat, el Obispado, y la campaña Salvem la Cúpula, empezó las obras de restauración.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Septiembre 2017.