Life, cuidado con lo que buscas – por Francesc Sánchez

Imaginen por un momento que se ha descubierto vida extraterrestre. No hace falta poner mucho empeño en esto: hay varios ingenios espaciales que ahora mismo tienen justamente esa misión en Marte, o sobre las lunas de Júpiter y Saturno, tarde o temprano sin más, nos enteremos o no, algo encontraran. Esta es la premisa que nos ofrece LIFE, llevándonos del gran descubrimiento de unos vestigios biológicos procedentes del planeta rojo, a la investigación de los mismos por los seis tripulantes en la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, pasada la emoción positiva del momento, incluido el gran anuncio en Times Square en Nueva York con las preguntas de un niño sobre el gran acontecimiento, todo se tuerce y el experimento se convierte en una pesadilla que amenaza a la tripulación y al planeta entero.

Un planeta para albergar vida semejante a la de la Tierra tiene que tener unas condiciones favorables. La primera de ellas es que no esté ni demasiado cerca de su estrella ni demasiado lejos. La temperatura que radia el Sol o la ausencia de ella ha llevado comúnmente durante muchos años a la comunidad científica a descartar la presencia de vida en nuestro sistema solar fuera de la Tierra. La segunda condición es la existencia de una atmosfera rica en nitrógeno, oxigeno, dióxido de carbono, ozono, y vapor de agua, que permita no solo la conservación de cualquier indicio de vida similar a la de nuestro planeta, si no su transformación y evolución. Lamentablemente esto parece que tampoco juega a nuestro favor para encontrar vida en el sistema solar porque los planetas que lo componen no tienen este tipo de atmosfera de la que hablamos. Finalmente es necesario encontrar agua. Y esto es lo que está haciéndonos replantear todo porque en Marte si bien no se ha encontrado agua en estado líquido sí parece ser que podría encontrarse bajo los casquetes polares. De hecho, el hallazgo en la superficie de unos barrancos en forma de surcos ha llevado a suponer a los científicos la existencia de ríos en el pasado. En cualquier caso, el asunto no se termina con Marte porque las lunas de los grandes planetas, Ganimedes, Europa y Calisto en Júpiter, y Encelado y Titán en Saturno, están heladas y podrían por lo tanto albergar agua en su subsuelo. Finalmente nos queda mencionar el descubrimiento de los exoplanetas: siempre lo hemos sabido, cualquier estrella puede conformar un sistema solar equivalente al nuestro con sus respectivos planetas, pero ahora hemos comprobado que en Trappist-1, existen planetas en la distancia habitable con respecto a la estrella. Lo que sucede es que Trappist-1 se encuentra a 40 años luz de la Tierra y nuestras sondas tardarían 300.000 años en llegar. Mucho más cerca, a unos 4,5 millones de años luz, se encuentra el exoplaneta Proxima b en el sistema de Proxima Centauri, pero nuevamente las distancias parecen insalvables. En LIFE apuestan por lo más fácil, una sonda trae de vuelta microrganismos procedentes de Marte, y el equipo de científicos intentará crear las condiciones necesarias para reanimarlo.

La mayor parte de la película, por no decir casi toda, transcurre en la Estación Espacial Internacional. De ahí que esta historia de ciencia ficción guarde cierta verosimilitud. Esta estación suspendida en el espacio a 140 kilómetros de la Tierra es una proeza de lo que somos capaces en dos niveles: en tanto ingenio tecnológico en permanente construcción y en tanto trabajo en común de gran parte de la humanidad. El 20 de Noviembre de 1998 el cohete ruso Protón fue el encargado de poner en órbita el Zaryá, el primer y más grande módulo de una estación, que en estos momentos tiene unas dimensiones de 100 metros de largo por 88 metros de ancho, con una masa de más de 420 toneladas. El propósito de la estación es la investigación científica en gravedad cero: desde la astronomía, la astrobiología, la investigación humana (en la que se incluye la medicina espacial), las ciencias de los materiales, el clima espacial y el clima en la Tierra. Pero la estación puede ser también una perfecta plataforma desde la que iniciar o dar soporte a futuros viajes espaciales tripulados a La Luna o Marte. Durante más de una década el medio de transporte, tanto de astronautas como de componentes de la estación y de suministros, comúnmente fue a través de los transbordadores espaciales estadounidenses, pero después de la cancelación del programa por accidentes y por recortes presupuestarios la forma de llegar a la estación es a través de las naves Soyuz. La cooperación entre las agencias espaciales rusa, norteamericana, europea, canadiense y japonesa es una muestra que si se quiere se pueden dejar de lado las diferencias en nuestro planeta para un objetivo mayor. Bien haría nuestra especie en imitar los esfuerzos la colaboración espacial para resolver los problemas aquí abajo.

LIFE tiene una factura técnica perfecta, pero en cuanto a cine lo tiene difícil por unos antecedentes en esta temática mejor resueltos. Cuando Stanley Kubrick nos lanzó 2001: Una Odisea en el Espacio, nada menos que en 1968, puso el listón muy alto en lo que imaginó que iban a ser los viajes espaciales en un futuro cercano, y en el encuentro con una inteligencia que venía desde el espacio que lo iba a cambiar todo. Kubrick incluso introduce la inteligencia artificial, creada por nosotros. Cuando Ridley Scott nos viene a meter miedo con Alien: El Octavo Pasajero nos ofrece una inmejorable muestra de ciencia ficción y terror espacial, que se desarrolla en un mundo tomado por las compañías comerciales, como si retrocediéramos al pasado, en el que los tripulantes, como lo han sido siempre, son prescindibles frente al descubrimiento de vida extraterrestre. Y finalmente, cuando Alfonso Cuarón, nos lleva de nuevo al espacio con Gravity, contemplamos la odisea de Sandra Bullock para regresar desde el espacio a la Tierra pasando por todos los ingenios que tenemos ahí arriba, incluida la Estación Espacial Internacional. LIFE tiene algo o mucho de estas tres películas, y probablemente de muchas otras (la imagen superior aseguro que no es de Jodie Foster en Contact), pero sigue siendo una película aceptable, aunque suene una vez más el buen tema de The Spirit in The Sky de Norman Greenbaum, que entretiene, y que deja dos mensajes: uno positivo, cualquier empresa conjunta de la humanidad si se quiere puede llevarse a cabo, y otro de negativo, cuidado con aquello que busquemos porque en el momento que lo encontremos, como reza su slogan, probablemente “Estábamos mejor solos”.

T.O.: Life. Producción: Columbia Pictures / Skydance Productions / Sony Pictures Entertainment (SPE). Productores: Bonnie Curtis, Dana Golberg, Don Granger, Julie Lynn, Josh Robertson, Vickie Dee Rock. Director: Daniel Espinosa. Guión: Rhett Reese, Paul Wernick. Fotografía: Seamus McGarvey. Música: Jhon Ekstrand. Montaje: Mary Jo Markey, Frances Parker.

Intérpretes: Jack Gyllenhaal (David Jordan), Rebecca Ferguson (Miranda North), Ryan Reynolds (Rory Adams), Hiroyuki Sanada (Sho Murakami), Ariyon Bakare (Hugh Derry), Olga Dihovichnaya (Ekaterina Golovkina).

Color – 104 min. Estreno en España: 7-IV-2017

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
El artículo fue publicado originariamente en la revista de FILMHISTORIA.

Redacción. Cultura. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Junio 2017.