Clinton versus Trump: la mamarrachada – por Francesc Sánchez

 La campaña electoral a las presidenciales americanas ha sido vomitiva. Y aún promete ser peor hasta el próximo martes. No voy a perder el tiempo en detallar los ataques mutuos entre Trump y Clinton en su zafia guerra de sexos y en su falsa corrección política. Lo que debería interesar ─por lo menos a mí es lo que me interesa─ es que trayectoria política y que propuestas políticas tienen los candidatos. Hillary, entre 1993 y 1994, cuando su marido fue presidente ─antes de que le hicieran un impeachment por beneficiarse a una becaria consentidamente─, intentó un tímido intento de Reforma Sanitaria que le tumbaron en ambas cámaras sus propios compañeros de partido. En las primarias de 2008 fracasó frente a Barack Obama. Sin embargo el primer presidente negro la nombró Secretario de Estado. Y durante este mandato los Estados Unidos, en el contexto de las revueltas árabes que se convirtieron en guerras civiles, en primer lugar dieron soporte militar a los rebeldes sirios alzados en contra de Al Asad, y en segundo, al lado de Francia y el Reino Unido, liquidaron el régimen de Gadafi, generando en Libia un vacío de poder. No es que su sucesor John Kerry, el que fue la gran esperanza blanca en un momento dado frente a Bush, lo haya hecho mejor. Cuando los americanos y los europeos metieron las narices en Ucrania, los rusos hicieron lo propio, y el país se partió en dos: esa es una de las razones del porqué Putin se ha metido en la guerra civil siria, la otra es porque esta Rusia renacida quiere volver a ser una superpotencia indispensable. Muchos de estos rebeldes, inclasificables, entre la tierra de nadie que se extiende entre Siria e Iraq, mientras los sirios se mataban se fueron pasando a las filas del germen de lo que más tarde será el Estado Islámico: una entidad política y militar que se ha proclamado en Califato a la que todos dicen combatir pero que ahí sigue.

Barack Obama heredó de George W. Bush dos grandes males. Parte de las consecuencias del primero ya las hemos esbozado: una guerra e invasión de Iraq (bajo acusaciones falsas) que hizo desaparecer el estado y generó un vacío de poder que llenaron primero los bandidos y después los terroristas, que en el contexto primero de retirada del ejército americano y después de revuelta frente a un gobierno sectario, se constituyen en el Estado Islámico. Esto al lado de la guerra civil en Siria y el desastre de Libia es el origen tanto de la tragedia de los refugiados que huyen hacia donde pueden como de la nueva escalada de ataques terroristas. El segundo mal fue la crisis financiera que en parte explica el repliegue del ejército americano de Iraq y la falta de implicación total en los nuevos conflictos. Y es aquí cuando el apoyo al idiota de Trump de muchos americanos blancos de clase media baja tiene su principal explicación: la crisis económica hizo perder a muchos sus propiedades pero también se produjeron importantes deslocalizaciones de grandes empresas en muchas ciudades (paradigmático es el caso de la ciudad de Detroit que con esta crisis ha terminado quedando desolada) que se largaron a estados más desregularizados (con débil o nula implantación sindical), o a México (con una mano de obra más barata), que dejaron a muchos sin su puesto de trabajo. Cuando Trump criminaliza a los hispanos que llegan ilegalmente a los Estados Unidos, prometiendo un muro de contención pagado por México, olvida que los que contratan por menos dinero a estas personas son empresarios estadounidenses. Pero cuando Trump fabula con un resurgimiento industrial en el Medio Oeste conecta con muchos desposeídos.

Las propuestas políticas de ambos candidatos entre tanto juego sucio y corrección política ─insisto en asuntos no políticos─ son algo difícil de escudriñar. Con una victoria de Trump se espera el Apocalipsis de The Walking Dead. Por eso supongo que le apoya la Asociación Nacional del Rifle. Para estar preparados. Y con una victoria de Clinton se espera continuidad: pero vaya consuelo, complacer al complejo militar e industrial y al establishment, por estar al borde de una Tercera Mundial en la continuación de la Guerra Fría con Putin. No, no está bien el comportamiento de Trump, es un populista machista y racista, y si lo tuviéramos desgraciadamente de invitado habría que darle de comer aparte. Pero lo que se examina aquí son las acciones políticas y las propuestas y éstas salvo las relatadas aquí brillan por su ausencia. Qué pena que desbancaran a Bernie Sanders: supongo que era demasiado socialista. En abstracción lo que si se da a elegir, al menos aparentemente, es un modelo de país abierto al mundo e intervencionista, algo que llevaron a la práctica los neoconservadores republicanos (Reagan, Bush, y W. Bush en lo que se ha llamado el poder duro) pero también los demócratas (Clinton y Obama en lo que se ha llamado el poder blando), y una cerrazón y aislamiento. Un modelo de sociedad progresista en lo social y multicultural, que a fin de cuentas es la realidad de un país creado principalmente históricamente por inmigrantes (pues de nativos americanos quedaron bien pocos), y una preponderancia hacía el WASP de clase media baja (persona de origen anglosajón y de religión protestante), que se ha venido a menos con la crisis económica. Nada de esto está resuelto, y la prueba la tenemos en la violencia racial entre las diferentes comunidades, pero también en las diferencias socioeconómicas de estos grupos. Pero a fin de cuentas esto es América. El martes veremos si el mundo se acaba o la clase política americana se empieza a tomar más en serio a sus ciudadanos, y por lo que nos toca, al resto de mortales.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.

Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Noviembre 2016.