The Martian, un alegato en favor de la ciencia – por Francesc Sánchez
Ya la tenemos aquí, la nueva película de Ridley Scott. Un filme de ciencia ficción con presupuestos científicos, que apuesta de nuevo por la temática espacial, siendo un alegato en favor de la ciencia, y de la superación del ser humano cuando se encuentra en dificultades.
Supongamos que un equipo de astronautas se encuentra en Marte investigando y una tormenta de arena les obliga a irse rápidamente para salvar el pellejo, teniendo que abandonar a uno de sus compañeros, Mark Watney, (Matt Damon) al que dan por muerto. Sin embargo, Mark Watney, ha sobrevivido. De ahora en adelante nuestro protagonista tiene que hacer lo que esté a su alcance, haciendo uso de su ingenio y conocimientos para promocionarse agua y alimentos, para mantenerse con vida el mayor tiempo posible en espera de un ―aunque improbable― posible rescate.
Marte como película de ciencia ficción nos plantea que nuestra especie, nuevamente liderada por los estadounidenses, ha logrado ya enviar exploradores a este inhóspito planeta. Todo esto ya lo había pensado Ray Bradbury en sus Crónicas Marcianas mostrándonos una colonización muy parecida a las que se han dado en la Tierra, y ha sido argumento de toda una serie de filmes de ciencia ficción irregulares, entre la que destaco Desafío Total de Paul Verhoeven. Pero cuidado, si la llegada de nuestra especie a Marte hoy es ciencia ficción, no debe confundirnos con otras películas del género donde se hace una proyección de nuestra tecnología hacía el futuro, o se da rienda suelta a la más viva imaginación. Estamos ante un filme que se asienta sobre una ciencia ya vigente y una tecnología que en gran medida ya disponemos. Lo que sucede es que la expedición de Ridley Scott no tiene una misión claramente definida, o no nos la cuentan. La tormenta de arena les hace abandonar el planeta antes de que nos enteremos porque estaban ahí, y Mark Watney en su larga estancia más allá de ingeniárselas para sobrevivir, y mantenerse en contacto con la Tierra, parece que no tiene ningún otro cometido. Por esta razón Marte en este aspecto se aleja mucho de otras películas de ciencia ficción, sin ir más lejos las del propio Ridley Scott, pero también de la reciente Interstellar de Cristopher Nolan. Tiene puntos en común con Gravity de Alfonso Cuarón, pero sin tener momentos de tensión y dramatismo, con lo cual no llega a emocionarnos. El reclamo publicitario de “BRING HIM HOME” (traedlo a casa) ya de por si nos indica cual va ser uno de los ejes fundamentales del filme, como en la fidedigna Apolo 13 de Ron Howard, el mejor equipo de científicos norteamericanos hará todo lo posible para que Mark Watney vuelva sano y salvo a casa.
El Mark Watney abandonado a su suerte en Marte nos evoca irremediablemente al Robinson Crusoe de Daniel Dafoe, que intenta sobrevivir con su ingenio en una isla presuntamente desierta. Mart Watney como Robinson Crusoe instrumentaliza los restos de su embarcación después del naufragio para mantenerse vivo, en este caso los módulos de la pequeña base que estableció la misión, pero con la diferencia de que Mark Watney se encuentra en un territorio hostil y desolado, sin ningún indicio no solo de otros habitantes si no siquiera de vida. La misma historia llevada al extremo la tenemos en el Náufrago de Robert Zemeckis, donde Tom Hanks tiene que conformarse con su pelota transformada en compañera a la que pone el nombre de Wilson, o en Cuando todo está perdido de J. C. Chandor, donde un Robert Redford entrado en años se enfrenta en solitario al mar en un yate hecho a trizas. En Marte no veremos nada de esto porque nuestro protagonista, que es botánico y muchas cosas más, con buen optimismo tiene que invertir su tiempo de forma rutinaria y cotidiana a su supervivencia.
El pilar sobre el que se asienta Marte es ante todo la ciencia. No en vano este filme de gran factura técnica ha contado el asesoramiento de la NASA, y en cierta forma es un homenaje también a la agencia espacial estadounidense. Efectivamente iremos a Marte y este filme es un anticipo. Podemos decir algunas cosas. La distancia entre la Tierra y Marte cambia constantemente dependiendo de su movimiento orbital con respecto al Sol. Podemos establecer una distancia media entre los dos planetas de 225 millones de kilómetros, que a una velocidad de 58.000 kilómetros por hora (la velocidad de la sonda New Horizons) nos llevaría 161 días en llegar a nuestro destino. El principal problema con el que se encuentran las agencias espaciales para llegar a Marte es el de la carga útil que puede lanzarse al espacio. Para situar un satélite o una pequeña sonda hace falta un inmenso cohete (los más grandes fueron los de la serie Saturno utilizados en las misiones Apolo), por lo que el viaje tripulado de ida y vuelta a Marte (porque hay que despegar desde la superficie del planeta) de momento forma parte de la ciencia ficción. Harían falta nuevos cohetes o el ensamblaje de una nave en el espacio que es el planteamiento del filme. El otro gran reto científico que aborda Marte es el de el establecimiento de una base en el planeta, en la que puedan establecerse las condiciones necesarias para producir agua y alimentos, con los que mantener a los primeros colonizadores. En el filme Mark Watney es capaz de transformar el hidrogeno y el oxigeno para obtener el agua necesaria con la que humedecer su plantación de patatas en un invernadero. Esto trasladado a la realidad que conocemos del planeta puede no ser tan sencillo por el tipo de suelo que hay en la superficie, nada fértil para que crezca algo, con muchos metales y compuestos tóxicos para las plantas, pero en cambio las últimas imágenes captadas del planeta que muestran grandes surcos, pueden indicarnos que no hace tanto hubo agua abundante en esta superficie, y cabe la posibilidad que aún la haya en su subsuelo. Por lo que tenemos que en este caso la realidad supera la ficción.
Ridley Escott hizo una gran aportación a la ciencia ficción con Alien: el octavo pasajero y Blade Runner, lo intentó recientemente con la precuela Prometeus, pero después de toda una serie de películas irregulares de diversos géneros, mejores o peores, da la sensación que ese director primerizo forma parte del pasado. En definitiva Marte entretiene, hace divulgación científica, la novela The Martian de Andy Weir en la que se basa la película ha sido un verdadero éxito, pero en mi opinión al filme le falta una finalidad que vaya más allá del “BRING HIM HOME”, lo que amenizado con la selección musical ―a excepción del tema Starman de David Bowie― que el propio protagonista considera terrible, no llega a motivar lo suficiente.
T.O.: The Martian. Producción: Twentieth Century Fox / Scott Free. Productores: Mark Huffam, Teresa Kelly, Simon, Kinberg, Michael Schaefer, Ridley Scott y Aditya Sood. Director: Ridley Scott. Guión: Drew Goddard, Andy Weir (libro). Fotografía: Dariusz Wolski. Música: Harry Gregson Williams. Montaje: Pietro Scalia.
Intérpretes: Matt Damon (Mark Watney), Jessica Chastain, Kate Mara (Melissa Lewis), Kristen Wiig (Anni Montrose), Jeff Daniels (Teddy Sanders), Michael Peña (Rick Martinez) Sean Bean (Mith Henderson), Kate Mara (Beth Johanssen), Sebastian Stan (Chris Beck) Aksel Hennie (Alex Vogel), Chiwetel Ejiofor (Vincent Kapoor), Benedict Wong (Bruce Ng), Mackenzie Davis (Mindy Park), Donald Glover (Rich Purnell).
Color – 142 min. Estreno en España: 16-X-2015
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
El artículo fue publicado originariamente en la revista de FILMHISTORIA.
Redacción. Cultura. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 27 Diciembre 2015.