La ola - por Francesc Sánchez

Titulo original: Die Welle
Nacionalidad: Alemania
Año: 2008
Dirección: Dennis Gansel
Guión: Dennis Gansel, Peter Thorwarth (Novela: Todd Strasser)
Interpretación: Jürgen Vogel, Frederick Lau, Jennifer Ulrich, Max Riemelt, Christiane Paul, Elyas M'Barek, Jacob Matschenz, Cristina Do Rego, Maximilian Mauff
Música: Heiko Maile

La película de Denis Gansel nos muestra como el profesor Rainer Wenger en una semana dedicada al aprendizaje de la autocracia decide hacer un experimento con sus alumnos que previsiblemente se le va de las manos. - seguir leyendo

Sección de Cultura
La ola - por Francesc Sánchez

Levantarse del pupitre para hablar en público, un nuevo saludo y un uniforme que identifica entre iguales a los alumnos es el principio. El término autocracia procede del griego autos (uno mismo) y kratos (gobierno o poder), se puede entender por el gobierno de uno mismo, o por el sistema de gobierno que recae sobre la autoridad de una sola persona sin ningún tipo de límite, de ahí procede el término autócrata. El profesor Rainer Wenger ciertamente se convierte en el líder del grupo porque así lo quieren sus alumnos, pero su creación toma vida propia. El grupo de alumnos pasa a convertirse en una colectividad que toma iniciativas para propagarse, que admite adhesiones pero excluye aquellos que no se adaptan, que no se integran. En este proceso los integrantes de la ola se sienten reconfortados por la pertenencia al grupo, han mejorado su rendimiento escolar, y han generado una comunidad, que en muchos casos da sentido a unas vidas complicadas y un tanto a la deriva. Pero el avance imparable de la ola terminará por crear tensiones con aquellos que restan fuera y llegará al intento de linchamiento de uno de sus iguales cuando el profesor Rainer Wenger le acusa de traición. Cuando el profesor hace ver a sus alumnos donde han llegado la ola terminará mal y se romperá en pedazos.

La película tiene un precedente fuera de la ficción en el experimento autodenominado La Tercera Ola que llevó a cao el profesor de historia Ron Jones en 1967 en un instituto de Palo Alto en California para explicarles a sus alumnos como fue posible que los alemanes abrazaran el ideal nacionalsocialista y exterminaran a los judíos y otros "indeseables". La idea era hacer ver a sus alumnos como era de factible que un movimiento autoritario desplazara la democracia. Su lema era: "Fuerza mediante la disciplina, fuerza mediante la comunidad, fuerza a través de la acción, fuerza a través del orgullo".

Los alumnos del profesor Rainer Wenger enumeran las causas que pueden llevar a una sociedad al autoritarismo: alto nivel de desempleo, injusticia, inflación, decepción política, y nacionalismo extremo. Este es el cuadro que describía Alemania cuando apareció el partido nacionalsocialista que encumbró a Adolf Hitler al poder. Los nazis que basaban su ideología en la supremacía racial fueron capaces de conectar con el pueblo alemán tras las humillantes penalizaciones tras la Primera Guerra Mundial del tratado de Versalles y la crisis económica mundial tras el crack de 1929 que sumieron en la pobreza a la mayoría de la población: el chivo expiatorio fueron todos aquellos que se les oponían como los comunistas −a ellos se los culpó del incendio del Reichstag−, o los socialistas, y todos aquellos que tenían una identidad diferente como los judíos o los gitanos.

El experimento del profesor Rainer Wenger, más abierto que el del profesor Ron Jones, en su definición de autocracia −quizá mejor deberíamos decir autoritarismo− entra cualquier ideología que anteponga la sumisión al líder a los demás pero también cualquier movimiento que anteponga lo colectivo a lo individual. Y es aquí cuando me pregunto si el filme va más allá de una condena al fascismo y cualquier tipo de autoritarismo que anteponga el colectivo al individuo y pasa a santificar nuestro modelo de democracia liberal, que en muchos casos antepone el bien del individuo −quizá deberíamos decir su capacidad económica− al bien común. Es entonces cuando la aparición de un grupo de anarquistas, el perfecto estereotipo de tribu urbana, en principio opuestos al movimiento de la ola, se puede interpretar que forman parte de eso mismo que se quiere denunciar.

En estos tiempos convulsos de crisis económica el ascenso de grupos de extrema derecha o fuerzas políticas homónimas pueden ver incrementadas sus filas −lo hemos visto en Grecia con Amanecer Dorado, lo estamos viendo desde hace años en Francia con el Frente Nacional de Le Pen−, pero también es cierto que multitud de personas se organizan colectivamente y piensan en un mundo mejor más allá de votar cada cuatro años y de sus intereses personales, a estos no los deberíamos de sentenciar.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 25 Mayo 2013.