El colapso maya - por Francesc Sánchez
Sección SinRazón y Letras
El colapso maya - por Francesc Sánchez
Acabamos de iniciar el año 2012 que para algunos es el año del fin del mundo. Para avalar esta afirmación los pesimistas recurren a unas profecías mayas que nunca existieron y los más entendidos en la materia recurren al calendario maya de la cuenta larga que nos indicaría que se termina un ciclo y empieza otro de distinto. El colapso maya, o quizá deberíamos decir colapsos, se produjeron entre el 790 y 909 d.C., arqueológicamente se marca el paso del Clásico Tardío al Posclásico, momento en que desaparece la erección de estelas y muchos centros urbanos mayas son abandonados. Fue, efectivamente, el fin de su mundo conocido.
Desde que en la década de 1840 John Lloyd Stephens iniciara sus exploraciones en el área maya muchos investigadores se han preguntado porque las ciudades mayas se perdieron entre la maleza de la selva. Se barajaron todo tipo de razones, desde las catástrofes naturales como terremotos, huracanes, vulcanismo, cambios climáticos, sequías, plagas de insectos y epidemias, hasta las generadas por el hombre como las guerras, el agotamiento de los sueltos agrícolas y las revueltas campesinas. Es a partir de la década de 1970 que se comprende por fin que las causas que se esconden tras el colapso maya pueden ser múltiples y pueden interactuar entre si. La ciudad maya probablemente creció por encima sus posibilidades con respeto al medio del que dependía, y al mismo tiempo como afirmaran toda una serie de autores que ahora mencionaremos, el aumento de sus élites significó a su vez un aumento de la presión.
Toda una serie de investigadores tienen su propia teoría del colapso. Patrick Culbert mantiene que el crecimiento de la población desbordó el sistema agrícola y esto llevo a los mayas a buscar nuevos territorios e irremediablemente a la guerra. Arthur Demarest para la región de Petexbatún, donde se levantaron Dos Pilas y Aguateca, mantiene sin embargo que a finales del Clásico no se detectan ni crisis ecológicas ni problemas de malnutrición o de enfermedades, pero si un crecimiento de la nobleza que generó una intensa competencia por el comercio y los tributos. Esta competencia trajo guerras de conquista y movimientos migratorios que agotaron los recursos agrícolas. William Fash mantiene que para el Copán hubo un colapso para el 1200 d.C. que coincide con el fin de la dinastía real y la subida al poder de las élites rurales. Stephen Houston muestra la relación que hay entre los escritos indígenas que nos hablan del colapso con los fracasos de la realeza: en el Tablero Este de Palenque se recoge la derrota ante Calakmul, en el 611 d.C. “los dioses se perdieron, los reyes se perdieron”, y en Chilam Balam de Chumayel aparece “el trono de dos días, el reinado de dos días”. Stephen Houston mantiene que los preceptos ideológicos de la realeza contribuyeron al colapso. Esto quiere decir que los monarcas son responsables a la hora de mantener el orden social y cósmico de la comunidad y ante cualquier fracaso social también ellos serían los responsables.
La arqueología constata que el colapso y la quiebra de la institución real están asociados. La sociedad maya del siglo VIII estaba sometida a importantes presiones: la población aumentaba cada vez más y la estratificación social también. Un aumento en el número de integrantes de las élites se traducía en un aumento de las construcciones, de los bienes de prestigio, y también de los tributos. Esta situación probablemente excedió la capacidad de producción de campesinos y artesanos, y trajo un empobrecimiento de la mayor parte de la población. La guerra de conquista fue entonces vista por la clase dirigente como una solución. Pero esta guerra hizo que se abandonaran los campos, se deterioraran las cosechas, se rompieran las comunicaciones comerciales. Hubo desabastecimientos y la tensión social se incrementó. La institución real fracasó en su cometido, fue incapaz de organizar la vida social en las ciudades mayas de las Tierras Bajas, y el sistema se quebró. Fue el momento en que los líderes religiosos de las comunidades pequeñas llamaron a la creación de movimientos milenaristas y proféticos que hacían referencia al fin de los tiempos de los reyes divinos, al caos cósmico y al fin del mundo. Entonces se produjo el abandono de las ciudades porque éstas sin la monarquía y las cortes que las sostenían con la continua construcción de grandes monumentos, la realización de rituales religiosos, la demanda a los artesanos de productos manufacturados, y la labor de los campesinos, no tenían sentido. Y aquí tenemos una explicación del colapso maya la que nos dice que un crecimiento de las élites llevo a la sociedad maya al desastre. Pero en mi opinión no deberíamos dejar de tener en cuenta la presión demográfica para un medio cada vez más insuficiente. Lo que quiero decir es que independientemente de si hubo un incremento de las élites que desencadenó toda una serie de premisas que llevaron a la sociedad maya al colapso el propio crecimiento de estas sociedades por encima de los recursos que ofrecía el medio en el que estaban inmersas las ciudades mayas pudo ser determinante. Tanto en un caso como en otro esta secuencia que llevó a las ciudades mayas al colapso pudo repetirse más de una vez durante estos dos siglos que transcurren entre el Clásico Tardío al Posclásico. Quizá tantas veces como ciudades había. De ahí que quizá deberíamos hablar en lugar de colapso de colapsos. La caída de las ciudades maya del Clásico Tardío en las Tierras Bajas desplazó a la población y a las élites hacia el norte de la península del Yucatán, lugar donde florecen nuevas ciudades ya en el Posclásico. La institución real sobrevivió hasta la llegada de los españoles. Estos gobernantes en el Postclásico ya no eran considerados seres semidivinos. Por esta razón se dejarían de construir grandes templos dinásticos, ahora habría salas hipóstilas con decoración de guerreros que acogían a las nuevas élites dirigentes.
El colapso maya aparte de la importancia histórica que pueda tener para el estudio del pasado de las ciudades mayas debería cuanto menos hacernos cuestionar tanto la idea de progreso de la historia que tenemos en occidente como la de nuestra propia salvación como civilización. La historia del mundo antiguo que se inicia en Oriente Medio en Mesopotamia con la revolución urbana de Gordon Childe y que en occidente se termina con las democracias del imperio estadounidense y la Unión Europea tuvo su Edad Media durante mil años, un autentico colapso del mundo antiguo romano, que no se remontaría hasta el Renacimiento. La propia antigüedad griega que se considera la cuna de la civilización occidental tuvo su edad oscura tras el colapso del mundo micénico y el surgimiento de la época clásica. La segunda cuestión a la que me refería es la de nuestra salvación: nuestra civilización industrial funciona porque hay un acceso a fuentes baratas de energía, sin embargo ya consume más petróleo del que se puede producir. El cenit del petróleo que define esta situación para muchos es una realidad, el problema no vendrá cuando se consuma la última gota si no cuando nuestras naciones luchen por los abastecimientos, probablemente como lo hicieron los mayas por sus fuentes de alimentación.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Febrero 2012.
El colapso maya - por Francesc Sánchez
Acabamos de iniciar el año 2012 que para algunos es el año del fin del mundo. Para avalar esta afirmación los pesimistas recurren a unas profecías mayas que nunca existieron y los más entendidos en la materia recurren al calendario maya de la cuenta larga que nos indicaría que se termina un ciclo y empieza otro de distinto. El colapso maya, o quizá deberíamos decir colapsos, se produjeron entre el 790 y 909 d.C., arqueológicamente se marca el paso del Clásico Tardío al Posclásico, momento en que desaparece la erección de estelas y muchos centros urbanos mayas son abandonados. Fue, efectivamente, el fin de su mundo conocido.
Desde que en la década de 1840 John Lloyd Stephens iniciara sus exploraciones en el área maya muchos investigadores se han preguntado porque las ciudades mayas se perdieron entre la maleza de la selva. Se barajaron todo tipo de razones, desde las catástrofes naturales como terremotos, huracanes, vulcanismo, cambios climáticos, sequías, plagas de insectos y epidemias, hasta las generadas por el hombre como las guerras, el agotamiento de los sueltos agrícolas y las revueltas campesinas. Es a partir de la década de 1970 que se comprende por fin que las causas que se esconden tras el colapso maya pueden ser múltiples y pueden interactuar entre si. La ciudad maya probablemente creció por encima sus posibilidades con respeto al medio del que dependía, y al mismo tiempo como afirmaran toda una serie de autores que ahora mencionaremos, el aumento de sus élites significó a su vez un aumento de la presión.
Toda una serie de investigadores tienen su propia teoría del colapso. Patrick Culbert mantiene que el crecimiento de la población desbordó el sistema agrícola y esto llevo a los mayas a buscar nuevos territorios e irremediablemente a la guerra. Arthur Demarest para la región de Petexbatún, donde se levantaron Dos Pilas y Aguateca, mantiene sin embargo que a finales del Clásico no se detectan ni crisis ecológicas ni problemas de malnutrición o de enfermedades, pero si un crecimiento de la nobleza que generó una intensa competencia por el comercio y los tributos. Esta competencia trajo guerras de conquista y movimientos migratorios que agotaron los recursos agrícolas. William Fash mantiene que para el Copán hubo un colapso para el 1200 d.C. que coincide con el fin de la dinastía real y la subida al poder de las élites rurales. Stephen Houston muestra la relación que hay entre los escritos indígenas que nos hablan del colapso con los fracasos de la realeza: en el Tablero Este de Palenque se recoge la derrota ante Calakmul, en el 611 d.C. “los dioses se perdieron, los reyes se perdieron”, y en Chilam Balam de Chumayel aparece “el trono de dos días, el reinado de dos días”. Stephen Houston mantiene que los preceptos ideológicos de la realeza contribuyeron al colapso. Esto quiere decir que los monarcas son responsables a la hora de mantener el orden social y cósmico de la comunidad y ante cualquier fracaso social también ellos serían los responsables.
La arqueología constata que el colapso y la quiebra de la institución real están asociados. La sociedad maya del siglo VIII estaba sometida a importantes presiones: la población aumentaba cada vez más y la estratificación social también. Un aumento en el número de integrantes de las élites se traducía en un aumento de las construcciones, de los bienes de prestigio, y también de los tributos. Esta situación probablemente excedió la capacidad de producción de campesinos y artesanos, y trajo un empobrecimiento de la mayor parte de la población. La guerra de conquista fue entonces vista por la clase dirigente como una solución. Pero esta guerra hizo que se abandonaran los campos, se deterioraran las cosechas, se rompieran las comunicaciones comerciales. Hubo desabastecimientos y la tensión social se incrementó. La institución real fracasó en su cometido, fue incapaz de organizar la vida social en las ciudades mayas de las Tierras Bajas, y el sistema se quebró. Fue el momento en que los líderes religiosos de las comunidades pequeñas llamaron a la creación de movimientos milenaristas y proféticos que hacían referencia al fin de los tiempos de los reyes divinos, al caos cósmico y al fin del mundo. Entonces se produjo el abandono de las ciudades porque éstas sin la monarquía y las cortes que las sostenían con la continua construcción de grandes monumentos, la realización de rituales religiosos, la demanda a los artesanos de productos manufacturados, y la labor de los campesinos, no tenían sentido. Y aquí tenemos una explicación del colapso maya la que nos dice que un crecimiento de las élites llevo a la sociedad maya al desastre. Pero en mi opinión no deberíamos dejar de tener en cuenta la presión demográfica para un medio cada vez más insuficiente. Lo que quiero decir es que independientemente de si hubo un incremento de las élites que desencadenó toda una serie de premisas que llevaron a la sociedad maya al colapso el propio crecimiento de estas sociedades por encima de los recursos que ofrecía el medio en el que estaban inmersas las ciudades mayas pudo ser determinante. Tanto en un caso como en otro esta secuencia que llevó a las ciudades mayas al colapso pudo repetirse más de una vez durante estos dos siglos que transcurren entre el Clásico Tardío al Posclásico. Quizá tantas veces como ciudades había. De ahí que quizá deberíamos hablar en lugar de colapso de colapsos. La caída de las ciudades maya del Clásico Tardío en las Tierras Bajas desplazó a la población y a las élites hacia el norte de la península del Yucatán, lugar donde florecen nuevas ciudades ya en el Posclásico. La institución real sobrevivió hasta la llegada de los españoles. Estos gobernantes en el Postclásico ya no eran considerados seres semidivinos. Por esta razón se dejarían de construir grandes templos dinásticos, ahora habría salas hipóstilas con decoración de guerreros que acogían a las nuevas élites dirigentes.
El colapso maya aparte de la importancia histórica que pueda tener para el estudio del pasado de las ciudades mayas debería cuanto menos hacernos cuestionar tanto la idea de progreso de la historia que tenemos en occidente como la de nuestra propia salvación como civilización. La historia del mundo antiguo que se inicia en Oriente Medio en Mesopotamia con la revolución urbana de Gordon Childe y que en occidente se termina con las democracias del imperio estadounidense y la Unión Europea tuvo su Edad Media durante mil años, un autentico colapso del mundo antiguo romano, que no se remontaría hasta el Renacimiento. La propia antigüedad griega que se considera la cuna de la civilización occidental tuvo su edad oscura tras el colapso del mundo micénico y el surgimiento de la época clásica. La segunda cuestión a la que me refería es la de nuestra salvación: nuestra civilización industrial funciona porque hay un acceso a fuentes baratas de energía, sin embargo ya consume más petróleo del que se puede producir. El cenit del petróleo que define esta situación para muchos es una realidad, el problema no vendrá cuando se consuma la última gota si no cuando nuestras naciones luchen por los abastecimientos, probablemente como lo hicieron los mayas por sus fuentes de alimentación.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Febrero 2012.