La matanza de Utoya - por Francesc Sánchez


Sección de Opinión
La matanza de Utoya - por Francesc Sánchez

Anders Behring Breivik se ha hecho famoso por haber asesinado a 76 personas en Oslo. El pasado viernes por la tarde una explosión hacia saltar por los aires el edificio del primer ministro matando a ocho personas, poco después el susodicho individuo vestido de policía asesinaba con armas automáticas a 68 jóvenes en la isla de Utoya, el emplazamiento que habían escogido para concentrarse las juventudes socialistas. La policía, que apreso a Breivik, llegó tarde. En un primer momento la prensa norteamericana atribuyó a los islamistas los atentados por la participación de soldados noruegos en Afganistán, poco después la Televisión Española señalaba con el dedo a los antisistema, finalmente los hechos atribuyen a Breivik la autoria, probablemente –como el mismo ha hecho saber al final- compinchado con otros.

Anders Behring Breivik ha dicho que lo que hizo fue atroz pero necesario. En su cuenta de facebook decía que “tiene más fuerza un solo hombre movido por ideas claras que 100.000 que se muevan por mero interés”. Breivik también dejo para posteridad un video en youtube y un manifiesto de 1.500 páginas en un blog noruego en donde arremetía contra los marxistas y comunistas por considerarles culpables de la inmigración musulmana en Europa. Para Breivik esta inmigración es una invasión que atenta contra los valores cristianos y la cultura europea. Breivik propone un ejército de nuevos templarios para hacer frente a esta invasión. Y él ha dado el primer paso. Atentando contra el gobierno laborista que ostenta el poder en Noruega y contra sus hijos que mantenían un encuentro en la isla de Utoya; jóvenes socialistas que eran partidarios del boicot a Israel y que habían homenajeado a cuatro brigadistas noruegos de la guerra civil española.

Anders Behring Breivik es un nacionalista cristiano de ultraderecha que se hizo fotografiar con un traje de gala lleno de condecoraciones, tristemente con un mandil masón, un mono y una máscara de los utilizados para manipular substancias peligrosas, y finalmente de francotirador. Como sus escritos toda una declaración de intenciones. Breivik bien puede haber actuado en solitario o –como ahora dice- con la ayuda o –esto no lo dice- inducción de otros que permanecen aún en la sombra. En cualquier caso el trasfondo tanto en Noruega como en la mayoría de países de Europa es el que muestra una extrema derecha en ascenso –electoralmente hablando- en unos momentos de crisis económica y la culpabilización de la misma que hacen estos de los inmigrantes; si son de confesión musulmana son aún más culpables. La derecha convencional en lugar de denunciar esta situación parece apropiarse de este discurso. Este argumento que da tantos votos en la mayoría de países de Europa se comprende menos en un país como Noruega en el que la crisis hace menos mella porque las ganancias de su producción petrolera son distribuidas ampliamente por el gobierno a través de su estado del bienestar. Las izquierdas que forman parte, lo quieran o no los Breivik, de la civilización occidental que tanto defiende la derecha –la que por cierto debe también aspectos a los musulmanes-, de momento no es capaz de articular un discurso coherente contra los mercados y el fascismo que nos acecha. La amenaza del terrorismo islamista es real pero también lo es la que constituyen los Breivik y los partidos políticos que defienden sin tapujos su ideario.

Muy poco sabemos los europeos de lo que pasa en los países de nuestro entorno más cercano. Lamentablemente son situaciones dramáticas como esta de Noruega, un país tranquilo en el que nunca pasa nada, en el que la socialdemocracia eligió reforzar el estado del bienestar frente a la crisis y su compromiso de no adhesión a la Unión Europea, las que nos permiten acercarnos.

Francesc Sánchez - Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación - Redacción. Barcelona, 26 Julio 2011.