La guerrilla antifranquista - por Francesc Sánchez
Sección Memoria Histórica
La guerrilla antifranquista - por Francesc Sánchez
Terminada la guerra civil española hubo un tiempo en el que algunos combatientes decidieron continuar su guerra contra un estado, el franquista, que se había declarado poco indulgente con los vencidos. Muchos de estos combatientes, conocidos como el maquis, cruzaban la frontera francesa a través de las montañas para proseguir su particular lucha contra el fascismo. La operación Reconquista de España en el Vall d’Arán, organizada por el Partido Comunista, o las incursiones en Cataluña de grupos de libertarios son algunas muestras. Pero antes de hablar de todo esto detengámonos por un momento en la España que descompusieron los vencedores de la guerra civil.
Tras tres años de guerra el 1 de Abril de 1939 el ejército rebelde vence a los leales a la República y el 18 de Julio se inicia un periodo dictatorial, con Francisco Franco en la cúspide, que durará casi cuarenta años. Le apoya la mayoría del poder económico y la Iglesia Católica: le apoya todo aquel que ha sido convencido de que España debe ser limpiada de separatistas, rojos y libertarios. La España nacional-sindicalista, defendida por los falangistas, prohíbe los sindicatos y todos los partidos políticos menos el partido único, deroga los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco, declara ilegales las huelgas y establece con la ayuda de la Iglesia Católica una férrea censura. Franco dicta órdenes y consignas desde un Consejo Nacional y es aclamado por unas Cortes designadas por su persona. El régimen suprime el matrimonio civil y el divorcio, limita la libertad religiosa, relega a la mujer a una minoría de edad legal, y persigue a la homosexualidad mediante la Ley de vagos y maleantes de 1954. La dictadura organiza un aparato represivo, con sus delatores, policías, torturadores, jueces y un ejército en la cima que permanecerá omnipresente y omnipotente.
Este régimen dictatorial se mantiene gracias al terror y la represión hacia los vencidos. Decenas de miles personas (las cifras más bajas nos hablan de 90.000 durante la guerra y 60.000 finalizada ésta) serán asesinadas: ministros, diputados, dirigentes de partidos políticos y sindicatos, maestros, funcionarios, intelectuales, y sobre todo obreros, campesinos y jornaleros no fueron perdonados. Habrá más de 300.000 desparecidos. Más de medio millón de exiliados cruzan la frontera con Francia. Con la postguerra decenas de miles mueren por las enfermedades asociadas al hambre (entre 1940 y 1942 mueren 78.000 personas por la tuberculosis).
El nuevo estado desde un principio establece consejos de guerra sumarísimos por rebelión militar. Genera toda una serie de leyes represivas: Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939, con efectos retroactivos hasta octubre de 1934; la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo de marzo de 1940; la Ley de Seguridad del Estado de marzo de 1941; la Ley de represión del Bandidaje y el Terrorismo de abril de 1947. Estas dos últimas leyes serán los instrumentos principales para la desarticulación de toda resistencia por parte de los guerrilleros antifranquistas. La población reclusa en 1939 alcanza la cifra de 300.000 presos. Los internados en campos y batallones de trabajo en esa misma fecha son 157.000. Por todo esto podemos decir que Franco continúa la guerra por otros medios. En este país no hubo reconciliación.
Este panorama que hemos descrito es el trasfondo de la resistencia armada. Al terminar la guerra miles de soldados cruzaron la frontera francesa y entregaron sus armas. Muchos otros decidieron no entregarlas y viviendo en las montañas, y conocidos por el régimen franquista como huidos, efectuaban escaramuzas armadas y secuestros. La Segunda Guerra Mundial y una probable victoria de los aliados será la esperanza de muchos combatientes antifranquistas. En este sentido cabe entender toda una serie de incursiones impulsadas por el PCE en 1944. Lo que se pretende es por un lado animar la intervención de las tropas aliadas desplegadas en Francia y por otro fomentar una insurrección popular. El mes de septiembre dos brigadas con 800 guerrilleros entraron en el país por Roncesvalles y Roncal. En el mes de octubre se llevó a cabo la operación Reconquista de España sobre el Vall d’Arán: más de 3.000 guerrilleros, encuadrados en 12 brigadas bajo el mando militar del antiguo coronel Vicente López Tovar, se enfrentaron a 40.000 soldados y guardias civiles. La operación es un fracaso: por parte del maquis hay 129 muertos, 241 heridos y 218 prisioneros. El ejército de Franco tras estos hechos refuerza su despliegue en los Pirineos hasta alcanzar los 100.000 efectivos. Los aliados, que pronto ganarían la Segunda Guerra Mundial, nunca entraran en España.
El PCE organiza otras guerrillas importantes como son las de Granada-Málaga y la de Levante. La Agrupación Guerrillera de Levante se extiende por las zonas limítrofes de Teruel, Valencia y Cuenca. Progresivamente se van constituyendo las Agrupaciones Guerrilleras del Centro, de Extremadura, de Andalucía, de Galicia y León y de Asturias-Santander, siempre bajo el control del PCE. Un cálculo estimado nos dice que hubo entre 25.000 y 30.000 represaliados por la resistencia guerrillera.
A partir de los años cincuenta ninguna organización antifranquista propugnaba ya la resistencia armada. Sin embargo algo quedara. Por esto tenemos que el PSOE, desde su primer congreso en el exilio en 1944, defendió una solución pacífica, mientras algunos de sus dirigentes clandestinos entre 1954 y 1961 seguían propugnando la acción violenta. Algo parecido sucede con el PCE, que a partir de una entrevista con Stalin en octubre de 1948, decidió ir abandonando progresivamente la resistencia armada, aunque se mantendrá en 1944 un Consejo Nacional de la Resistencia, que intentará reforzar las agrupaciones guerrilleras. En el caso de los libertarios, desde 1952 oficialmente no querían saber nada de los grupos armados que actuaban en España, pero tras el congreso de reunificación en Limoges en 1961, la CNT retomó la propuesta de reactivar la acción armada a través de un órgano denominado Defensa Interior. Las Juventudes Libertarias enviaron numerosos activistas al interior de España que practicaron diversos atentados.
Los grupos de libertarios fueron los últimos guerrilleros antifranquistas, y estaban solos, porque en el exilio las organizaciones temían ser ilegalizadas, y en España temían a las represalias. Entre las acciones de estos grupos estaban los asaltos bancarios, para recaudar fondos, las expropiaciones de diverso tipo (documentos, pasaportes, etc.), acciones de propaganda y los atentados a cuadros importantes del régimen franquista, incluidos varios proyectos para matar a Franco. Uno de estos intentos de tiranicidio fue el organizado por el comando Los Anónimos: El atentado se iba a realizar con bombas de mano cuando el dictador visitaba Barcelona el 17 de mayo de 1947. Fue abortado porque entorno al monumento de Colón, al final de las Ramblas, se interpuso un grupo de niños portando banderitas.
El 13 de Julio de 1948 Raúl Carballeira fue acorralado en el Estadio de Montjuic, donde al parecer se suicidó. En el mes de octubre de 1948 perdieron la vida Luciano Alpuente, José Sabaté (hermano mayor de Quico), José Luis Barrao y Francisco Martínez Márquez. Otros fueron detenidos y después ajusticiados, como José Pérez Pedrero (Tragapanes), Podro Adrover Font (el Yayo) y Pons Argilés. También fueron localizados y arrestados varios médicos, juzgados bajo la acusación de haber asistido a los resistentes heridos. Francesc Sabaté (el Quico), y su comando el 2 de marzo de 1949 ametrallaron el automóvil en que creían que iba Eduardo Quintela, jefe de la Brigada Político-Social de Barcelona. Murieron dos falangistas que iban en su lugar. Josep Luis Facerías fue uno de los guerrilleros urbanos más famosos por sus hazañas, especialista en asalto a burdeles, donde siempre hallaba empresarios y jerarcas falangistas. Facerías fue acorralado y muerto, posiblemente suicidado, en agosto de 1957, en la calle de Pi i Molist, lugar donde actualmente hay una placa en su recuerdo.
En la primavera de 1960 murió Francesc Sabaté, el Quico. Desde los años cuarenta era un dolor de cabeza para las fuerzas del orden franquista. Su presencia en Barcelona suponía la movilización general de la policía y una silenciosa legitimidad por parte de un amplio sector de la población. Sabaté cometió acciones cruentas, como la del intento de matar a Quintela que antes hemos comentado, pero también otras que simplemente fueron espectaculares: durante la huelga de tranvías de 1957 en Barcelona, aprovechando un partido de futbol, Sabaté disparó con un mortero contra el campo miles de octavillas contra la dictadura. Sabaté, tras una serie de enfrentamientos en los que se dispersó de su pequeño grupo, fue cercado por veinte guardias civiles en una masia de la Garrotxa (Gerona). Durante la noche, tras un tiroteo en el que mató a uno de los guardias, Sabaté fue herido pero logró huir. Sabaté entonces se subió a un tren que se dirigía hacia Barcelona. El tren por razones técnicas tuvo que detenerse en la localidad de Sant Celoni, y este es el lugar donde, después de un tiroteo con guardias civiles y fuerzas voluntarias del somaten, morirá Sabaté.
En 1963 murió a manos de la guardia civil Ramón Vila Capdevila (Caracremada). Con esta muerte se termina la resistencia armada al régimen por parte de la guerrilla libertaria.
Para el régimen estos guerrilleros antifranquistas no eran más que bandidos, término despectivo que niega las razones tanto políticas como sociales que llevaron a estos hombres a empuñar sus armas. Todos ellos, pese a la labor pedagógica del franquismo, la desmemoria de nuestra democracia y al desconocimiento general de la mayoría, fueron luchadores por la libertad.
Fuentes:
- Mateos, Abdón. (2011) Historia del Antifranquismo. Historia, interpretación y uso del pasado. Flor del Viento Ediciones. Colección Con Franco vivíamos peor. Barcelona.
- Muniesa, Bernat. (2005) Dictadura y Transición. La España lampedusiana. I: La dictadura franquista. 1939-1975. Publicacions de la Universitat de Barcelona. Barcelona.
- Téllez, Antonio. (2005) Sabaté. Guerrilla urbana en España (1945-1960). Virus Editorial. Barcelona.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Julio 2011.
La guerrilla antifranquista - por Francesc Sánchez
Terminada la guerra civil española hubo un tiempo en el que algunos combatientes decidieron continuar su guerra contra un estado, el franquista, que se había declarado poco indulgente con los vencidos. Muchos de estos combatientes, conocidos como el maquis, cruzaban la frontera francesa a través de las montañas para proseguir su particular lucha contra el fascismo. La operación Reconquista de España en el Vall d’Arán, organizada por el Partido Comunista, o las incursiones en Cataluña de grupos de libertarios son algunas muestras. Pero antes de hablar de todo esto detengámonos por un momento en la España que descompusieron los vencedores de la guerra civil.
Tras tres años de guerra el 1 de Abril de 1939 el ejército rebelde vence a los leales a la República y el 18 de Julio se inicia un periodo dictatorial, con Francisco Franco en la cúspide, que durará casi cuarenta años. Le apoya la mayoría del poder económico y la Iglesia Católica: le apoya todo aquel que ha sido convencido de que España debe ser limpiada de separatistas, rojos y libertarios. La España nacional-sindicalista, defendida por los falangistas, prohíbe los sindicatos y todos los partidos políticos menos el partido único, deroga los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco, declara ilegales las huelgas y establece con la ayuda de la Iglesia Católica una férrea censura. Franco dicta órdenes y consignas desde un Consejo Nacional y es aclamado por unas Cortes designadas por su persona. El régimen suprime el matrimonio civil y el divorcio, limita la libertad religiosa, relega a la mujer a una minoría de edad legal, y persigue a la homosexualidad mediante la Ley de vagos y maleantes de 1954. La dictadura organiza un aparato represivo, con sus delatores, policías, torturadores, jueces y un ejército en la cima que permanecerá omnipresente y omnipotente.
Este régimen dictatorial se mantiene gracias al terror y la represión hacia los vencidos. Decenas de miles personas (las cifras más bajas nos hablan de 90.000 durante la guerra y 60.000 finalizada ésta) serán asesinadas: ministros, diputados, dirigentes de partidos políticos y sindicatos, maestros, funcionarios, intelectuales, y sobre todo obreros, campesinos y jornaleros no fueron perdonados. Habrá más de 300.000 desparecidos. Más de medio millón de exiliados cruzan la frontera con Francia. Con la postguerra decenas de miles mueren por las enfermedades asociadas al hambre (entre 1940 y 1942 mueren 78.000 personas por la tuberculosis).
El nuevo estado desde un principio establece consejos de guerra sumarísimos por rebelión militar. Genera toda una serie de leyes represivas: Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939, con efectos retroactivos hasta octubre de 1934; la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo de marzo de 1940; la Ley de Seguridad del Estado de marzo de 1941; la Ley de represión del Bandidaje y el Terrorismo de abril de 1947. Estas dos últimas leyes serán los instrumentos principales para la desarticulación de toda resistencia por parte de los guerrilleros antifranquistas. La población reclusa en 1939 alcanza la cifra de 300.000 presos. Los internados en campos y batallones de trabajo en esa misma fecha son 157.000. Por todo esto podemos decir que Franco continúa la guerra por otros medios. En este país no hubo reconciliación.
Este panorama que hemos descrito es el trasfondo de la resistencia armada. Al terminar la guerra miles de soldados cruzaron la frontera francesa y entregaron sus armas. Muchos otros decidieron no entregarlas y viviendo en las montañas, y conocidos por el régimen franquista como huidos, efectuaban escaramuzas armadas y secuestros. La Segunda Guerra Mundial y una probable victoria de los aliados será la esperanza de muchos combatientes antifranquistas. En este sentido cabe entender toda una serie de incursiones impulsadas por el PCE en 1944. Lo que se pretende es por un lado animar la intervención de las tropas aliadas desplegadas en Francia y por otro fomentar una insurrección popular. El mes de septiembre dos brigadas con 800 guerrilleros entraron en el país por Roncesvalles y Roncal. En el mes de octubre se llevó a cabo la operación Reconquista de España sobre el Vall d’Arán: más de 3.000 guerrilleros, encuadrados en 12 brigadas bajo el mando militar del antiguo coronel Vicente López Tovar, se enfrentaron a 40.000 soldados y guardias civiles. La operación es un fracaso: por parte del maquis hay 129 muertos, 241 heridos y 218 prisioneros. El ejército de Franco tras estos hechos refuerza su despliegue en los Pirineos hasta alcanzar los 100.000 efectivos. Los aliados, que pronto ganarían la Segunda Guerra Mundial, nunca entraran en España.
El PCE organiza otras guerrillas importantes como son las de Granada-Málaga y la de Levante. La Agrupación Guerrillera de Levante se extiende por las zonas limítrofes de Teruel, Valencia y Cuenca. Progresivamente se van constituyendo las Agrupaciones Guerrilleras del Centro, de Extremadura, de Andalucía, de Galicia y León y de Asturias-Santander, siempre bajo el control del PCE. Un cálculo estimado nos dice que hubo entre 25.000 y 30.000 represaliados por la resistencia guerrillera.
A partir de los años cincuenta ninguna organización antifranquista propugnaba ya la resistencia armada. Sin embargo algo quedara. Por esto tenemos que el PSOE, desde su primer congreso en el exilio en 1944, defendió una solución pacífica, mientras algunos de sus dirigentes clandestinos entre 1954 y 1961 seguían propugnando la acción violenta. Algo parecido sucede con el PCE, que a partir de una entrevista con Stalin en octubre de 1948, decidió ir abandonando progresivamente la resistencia armada, aunque se mantendrá en 1944 un Consejo Nacional de la Resistencia, que intentará reforzar las agrupaciones guerrilleras. En el caso de los libertarios, desde 1952 oficialmente no querían saber nada de los grupos armados que actuaban en España, pero tras el congreso de reunificación en Limoges en 1961, la CNT retomó la propuesta de reactivar la acción armada a través de un órgano denominado Defensa Interior. Las Juventudes Libertarias enviaron numerosos activistas al interior de España que practicaron diversos atentados.
Los grupos de libertarios fueron los últimos guerrilleros antifranquistas, y estaban solos, porque en el exilio las organizaciones temían ser ilegalizadas, y en España temían a las represalias. Entre las acciones de estos grupos estaban los asaltos bancarios, para recaudar fondos, las expropiaciones de diverso tipo (documentos, pasaportes, etc.), acciones de propaganda y los atentados a cuadros importantes del régimen franquista, incluidos varios proyectos para matar a Franco. Uno de estos intentos de tiranicidio fue el organizado por el comando Los Anónimos: El atentado se iba a realizar con bombas de mano cuando el dictador visitaba Barcelona el 17 de mayo de 1947. Fue abortado porque entorno al monumento de Colón, al final de las Ramblas, se interpuso un grupo de niños portando banderitas.
El 13 de Julio de 1948 Raúl Carballeira fue acorralado en el Estadio de Montjuic, donde al parecer se suicidó. En el mes de octubre de 1948 perdieron la vida Luciano Alpuente, José Sabaté (hermano mayor de Quico), José Luis Barrao y Francisco Martínez Márquez. Otros fueron detenidos y después ajusticiados, como José Pérez Pedrero (Tragapanes), Podro Adrover Font (el Yayo) y Pons Argilés. También fueron localizados y arrestados varios médicos, juzgados bajo la acusación de haber asistido a los resistentes heridos. Francesc Sabaté (el Quico), y su comando el 2 de marzo de 1949 ametrallaron el automóvil en que creían que iba Eduardo Quintela, jefe de la Brigada Político-Social de Barcelona. Murieron dos falangistas que iban en su lugar. Josep Luis Facerías fue uno de los guerrilleros urbanos más famosos por sus hazañas, especialista en asalto a burdeles, donde siempre hallaba empresarios y jerarcas falangistas. Facerías fue acorralado y muerto, posiblemente suicidado, en agosto de 1957, en la calle de Pi i Molist, lugar donde actualmente hay una placa en su recuerdo.
En la primavera de 1960 murió Francesc Sabaté, el Quico. Desde los años cuarenta era un dolor de cabeza para las fuerzas del orden franquista. Su presencia en Barcelona suponía la movilización general de la policía y una silenciosa legitimidad por parte de un amplio sector de la población. Sabaté cometió acciones cruentas, como la del intento de matar a Quintela que antes hemos comentado, pero también otras que simplemente fueron espectaculares: durante la huelga de tranvías de 1957 en Barcelona, aprovechando un partido de futbol, Sabaté disparó con un mortero contra el campo miles de octavillas contra la dictadura. Sabaté, tras una serie de enfrentamientos en los que se dispersó de su pequeño grupo, fue cercado por veinte guardias civiles en una masia de la Garrotxa (Gerona). Durante la noche, tras un tiroteo en el que mató a uno de los guardias, Sabaté fue herido pero logró huir. Sabaté entonces se subió a un tren que se dirigía hacia Barcelona. El tren por razones técnicas tuvo que detenerse en la localidad de Sant Celoni, y este es el lugar donde, después de un tiroteo con guardias civiles y fuerzas voluntarias del somaten, morirá Sabaté.
En 1963 murió a manos de la guardia civil Ramón Vila Capdevila (Caracremada). Con esta muerte se termina la resistencia armada al régimen por parte de la guerrilla libertaria.
Para el régimen estos guerrilleros antifranquistas no eran más que bandidos, término despectivo que niega las razones tanto políticas como sociales que llevaron a estos hombres a empuñar sus armas. Todos ellos, pese a la labor pedagógica del franquismo, la desmemoria de nuestra democracia y al desconocimiento general de la mayoría, fueron luchadores por la libertad.
Fuentes:
- Mateos, Abdón. (2011) Historia del Antifranquismo. Historia, interpretación y uso del pasado. Flor del Viento Ediciones. Colección Con Franco vivíamos peor. Barcelona.
- Muniesa, Bernat. (2005) Dictadura y Transición. La España lampedusiana. I: La dictadura franquista. 1939-1975. Publicacions de la Universitat de Barcelona. Barcelona.
- Téllez, Antonio. (2005) Sabaté. Guerrilla urbana en España (1945-1960). Virus Editorial. Barcelona.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Julio 2011.