Egipto en tiempos de Mubarak - por Francesc Sánchez


Sección Memoria Histórica
Egipto en tiempos de Mubarak - por Francesc Sánchez

Hosni Mubarak fue vicepresidente de Egipto durante el gobierno de Sadat desde 1975, y tras el asesinato de éste, el 6 de octubre de 1981, Mubarak accedió a la presidencia hasta el pasado 11 de Febrero del presente año.

El ahora derrocado empezó su gobierno con algunas reformas para consolidarse en el poder y legitimar su régimen. Favoreció el debate político, autorizó los partidos políticos y liberó la prensa de la oposición. Sin embargo Mubarak controlaba la elaboración de todo el marco legal, principalmente el que tenía que ver con la ley de formación de partidos políticos y la ley electoral. Esto sirvió para marginar a las fuerzas políticas más implantadas socialmente, como es el caso de los Hermanos Musulmanes, y para establecer una división en circunscripciones y un escrutinio que repercutieran a favor del ex partido único, el Partido Nacional Democrático. Los partidos políticos, como en tiempos de Sadat, legitiman el sistema, no siendo en muchos casos más que comparsas.

La oposición más organizada fue la de los Hermanos Musulmanes, que permaneció ilegalizada, pero se la permitió participar en coalición con fuerzas políticas legales: primero el Neo Wafd y después el Partido del Trabajo. Estas alianzas, aunque ofrecieron importantes resultados (*1), tuvieron sus costes ideológicos y políticos.

Mubarak y el Partido Nacional Democrático para legitimar al régimen sacó de las cárceles a buena parte de presos políticos, permitió el regreso de los exiliados, y suprimió la legislación de excepción. Se permitió también la libertad de prensa pero algunos temas seguían siendo tabú (la seguridad y la defensa nacional, la moral islámica, los secretos estratégicos y la diplomacia). La censura directa desapareció pero se empezó a ejercer otro tipo de censura más subterránea para controlar las publicaciones de la oposición, controlando el monopolio del papel, la distribución y la publicidad. Los medios de comunicación de masas, como la radio y la televisión, seguían siendo monopolio del estado.

Estas reformas se frenaron tras el golpe de estado de enero de 1992 en Argelia, que interrumpió el proceso electoral legislativo que daba la victoria a los islamistas del FIS (Frente Islámico de Salvación). Estos hechos influyeron negativamente en el proceso de abertura en Egipto. Entonces se pasó de la integración de los islamistas y demás oposición a la represión. La instrumentalización del miedo al islamismo proporcionó al estado egipcio un nuevo fundamento sobre el que justificar la falta democratización, y lo haría valer internacionalmente para que los europeos y EEUU les apoyaran. Contrariamente a lo que sucedía en Arabia Saudita y Pakistán donde los EEUU apoyaron a los estados islamistas en el Magreb se empezó a apoyar a los regimenes nacionalistas, que en el pasado –como vimos en los tiempos de Nasser- eran combaditos. Por lo que la regla a seguir por EEUU y los europeos no es el apoyo o no a los islamistas por lo que representan si no el apoyo a los regimenes que mejor responden a sus intereses.

Como comentábamos en un artículo anterior tras el fracaso de la infitah y la abultada deuda externa, en 1991 comenzó un programa de reestructuración económica que contó con el apoyo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y que buscaba realizar una transición de una economía fundada en la renta hacia una economía productiva integrada en el mercado internacional. Egipto, a pesar de las presiones de estos organismos internacionales, se resistió a privatizar el importante sector público del país, que representaba el 60% de la producción industrial y minera del país. Y esto hay que entenderlo en la medida de que el sector público egipcio no ha sido solamente un instrumento central de la política económica, si no también un instrumento para garantizar el control político por parte del partido gobernante. Ha servido para garantizar la lealtad entre la población, nos referimos a los empleados públicos, y entre las elites tradicionales, es decir las élites públicas. A esto hay que sumar que el estado egipcio ha temido la reacción de la población ante posibles despidos y la supresión de las subvenciones –sobre todo en la alimentación y en los combustibles- en los momentos más duros.

Pese a esto el estado egipcio para ahorrar 10.000 millones de dólares bajó la financiación de la educación, pasando ésta de representar el 15,3% en 1967 al 10% en 1990. En cuanto a la sanidad los gastos no exceden el 0,6% del PNB, cuando la OMS considera que para garantizar una sanidad para todos se debe dedicar al menos un 15% del PNB.

En cuanto al paro el gobierno en 1995 lo situaba en el 11%, aunque se presume que alcanza realmente el 22%, afectando en 70% a jóvenes menores de 20 años. En 1993 el Banco Mundial estimaba que el 30% de la población (19 millones de personas) se encontraban por debajo del umbral de la pobreza. Hay que sumar otro factor, el retorno de los emigrantes tras la guerra del Golfo, estimado sobre un millón de personas, que ha recortado el envío de remesas y ha aumentado el paro.

En cuanto a la población, la tasa de crecimiento se sitúa en 1995 en 2,1 %, inferior al 3% de 1985, pero supone un aumento de un millón de habitantes cada año. Esto, junto a la reducción de las tasas de mortalidad, que sitúan en 8,1%, ejerce una importante presión sobre el gasto público, faltando inversiones sociales en los campos de la educación, salud y vivienda. El fenómeno de la aglomeración urbana se ha incrementado, dado que la ciudad sigue siendo considerara como un lugar de mayores oportunidades que el campo. El Cairo acoge a más de 17 millones de personas. Hay superpoblación y el crecimiento es descontrolado.

El analfabetismo afecta a la mitad de la población. En los últimos años se ha intentado rectificar esta tendencia, llegándose al 95% en la enseñanza primaria obligatoria. Un 25% de los estudiantes de nivel intermedio abandonan sus estudios. Este hecho priva al mercado laboral de una importante fuerza de trabajo adecuadamente formada.

Tiempos actuales

Una de las razones que están detrás de la revuelta egipcia es la amenaza del gobierno de reducir la subvención a los alimentos. Esta subvención ha venido en gran parte de las exportaciones de petróleo y gas. Lo que sucede es que el consumo interno de petróleo en los últimos años ha ido aumentando mientras que la cantidad de petróleo nacional extraído ha ido disminuyendo, con lo que las exportaciones han sido cada vez menores y los fondos destinados a la subvención de los alimentos pueden disminuir. Ciertos estudios (*2) apuntan que durante el presente año Egipto se va convertir en un país importador de petróleo. Egipto aún dispondría de la baza que le supone las exportaciones de gas natural con la que podría seguir manteniendo la subvención a los alimentos. Esta situación se agrava porque el país importa el 40% de sus alimentos, entre ellos el 60% de trigo.

En 2010 la deuda del estado egipcio ascendía al 80,5% del PIB, en el 2009 los ingresos eran de 46.820 millones de dólares, mientras que los gastos ascendían a 64.190 millones.

El nuevo Egipto que se quiere democrático para salir adelante deberá de resolver esta importante papeleta, encontrar fondos donde antes no ha buscado para seguir manteniendo los subsidios a los alimentos y a los combustibles. Para ello deberá elegir entre un modelo neoliberal que como vimos fracasó con la infitah o un modelo que manteniendo un importante sector público distribuya la riqueza más ecuánimemente. El nuevo Egipto, en fin, deberá de elegir entre la dependencia de los fondos procedentes de EEUU y una política de compadreo con Israel -que entre otras cuestiones para mayor vergüenza mantiene cerrado el paso de Rafah a Gaza-, o tomar la independencia tanto política como económica como en los tiempos de Nasser.

Anotaciones:

(*1) Los Hermanos Musulmanes, ilegalizados, consiguieron en 1987 ser la primera fuerza opositora en el Parlamento y la segunda más votada.
(*2) ¿Qué hay detrás de los problemas egipcios?

Fuentes:

- López Garcia, Bernabé (2000) El Mundo Arabo Islámico Contemporaneo. Una Historia política. Editorial Síntesis. Madrid.
- Martín Muñoz, Gema (2005) El estado árabe. Crisis de legitimidad y contestación islamista. Edicions Bellaterra. Biblioteca del Islam Contemporaneo.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Febrero 2011.

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