Una huelga - por Francesc Sánchez
Una huelga
Francesc Sánchez
Ha habido una huelga general. Los sindicatos dicen que ha sido secundada por el 70% de trabajadores. El gobierno en boca de un solitario Celestino Corbacho no ha dado cifras totales solo parciales. La prensa habla de un seguimiento desigual. En cualquier caso parece que la participación ha sobrepasado el 51%, es decir la mayoría absoluta en términos políticos en una democracia.
Esta mayoría absoluta hoy menos silenciosa está en contra de la reforma laboral que abarata el despido, en contra de la bajada del sueldo a los funcionarios, también en contra de los recortes sociales, que congelan las pensiones, que tiran atrás ayudas a los más necesitados. Es la misma mayoría que hoy se manifestaba en Bruselas en contra de las medidas -mal llamadas- de austeridad de la Unión Europea. Aplicadas para reducir el déficit en las cuentas publicas que aumentaron los gobiernos europeos para salvar a la banca. La misma que nos trajo la crisis financiera con su especulación y la misma -bajo el disfraz de los mercados- que obliga ahora a los estados a recortar el estado del bienestar.
No es broma. Recortar el estado del bienestar significa sueldos más bajos, una peor sanidad, una peor educación y unas peores pensiones. Servicios públicos que mal financiados pueden dejar de funcionar y los estados pueden ceder al sector privado. Entonces estos servicios hoy financiados con nuestros impuestos -pagando más quién más tiene- estarán solo al alcance de quién disponga de dinero suficiente para contratarlos.
Todo se nos dice que es para mejorar el mercado laboral. España tiene más de 4 millones y medio de parados. Sectores como el de la construcción se han hundido. El sector de los servicios ante la crisis a duras penas se salva por el turismo. Cientos de empresas han cerrado o se han trasladado a otros países para pagar sueldos más bajos. El paro entre los jóvenes es de un 20%. España en lugar de invertir en capital humano y en tecnología parece que quiere competir con países como China que no tiene derechos laborales, que tiene jornadas laborales del siglo XIX. Pero hasta los chinos en España han ido a la huelga. Mientras tanto las empresas más grandes del país se regocijan de su cuenta de resultados.
Zapatero ha pasado de salvarnos de una derecha peligrosa y ofrecer importantes ayudas sociales a los más necesitados a obedecer en plena crisis a los líderes mundiales, los que obedecen a los mercados, los mismos que nos trajeron la crisis. En Barcelona -los llamados por los medios- antisistema han hecho disturbios pero en realidad antisistema somos todos los que nos oponemos al pensamiento único. Es decir, España como Grecia y Francia -donde también ha habido huelgas generales-, hoy es antisistema. No hay mal que por bien no venga, pero me parece que es momento de rectificar.
Francesc Sánchez
Ha habido una huelga general. Los sindicatos dicen que ha sido secundada por el 70% de trabajadores. El gobierno en boca de un solitario Celestino Corbacho no ha dado cifras totales solo parciales. La prensa habla de un seguimiento desigual. En cualquier caso parece que la participación ha sobrepasado el 51%, es decir la mayoría absoluta en términos políticos en una democracia.
Esta mayoría absoluta hoy menos silenciosa está en contra de la reforma laboral que abarata el despido, en contra de la bajada del sueldo a los funcionarios, también en contra de los recortes sociales, que congelan las pensiones, que tiran atrás ayudas a los más necesitados. Es la misma mayoría que hoy se manifestaba en Bruselas en contra de las medidas -mal llamadas- de austeridad de la Unión Europea. Aplicadas para reducir el déficit en las cuentas publicas que aumentaron los gobiernos europeos para salvar a la banca. La misma que nos trajo la crisis financiera con su especulación y la misma -bajo el disfraz de los mercados- que obliga ahora a los estados a recortar el estado del bienestar.
No es broma. Recortar el estado del bienestar significa sueldos más bajos, una peor sanidad, una peor educación y unas peores pensiones. Servicios públicos que mal financiados pueden dejar de funcionar y los estados pueden ceder al sector privado. Entonces estos servicios hoy financiados con nuestros impuestos -pagando más quién más tiene- estarán solo al alcance de quién disponga de dinero suficiente para contratarlos.
Todo se nos dice que es para mejorar el mercado laboral. España tiene más de 4 millones y medio de parados. Sectores como el de la construcción se han hundido. El sector de los servicios ante la crisis a duras penas se salva por el turismo. Cientos de empresas han cerrado o se han trasladado a otros países para pagar sueldos más bajos. El paro entre los jóvenes es de un 20%. España en lugar de invertir en capital humano y en tecnología parece que quiere competir con países como China que no tiene derechos laborales, que tiene jornadas laborales del siglo XIX. Pero hasta los chinos en España han ido a la huelga. Mientras tanto las empresas más grandes del país se regocijan de su cuenta de resultados.
Zapatero ha pasado de salvarnos de una derecha peligrosa y ofrecer importantes ayudas sociales a los más necesitados a obedecer en plena crisis a los líderes mundiales, los que obedecen a los mercados, los mismos que nos trajeron la crisis. En Barcelona -los llamados por los medios- antisistema han hecho disturbios pero en realidad antisistema somos todos los que nos oponemos al pensamiento único. Es decir, España como Grecia y Francia -donde también ha habido huelgas generales-, hoy es antisistema. No hay mal que por bien no venga, pero me parece que es momento de rectificar.